Escribir “cuando sea grande quiero ser cantante” en un diario, lanzarse a la gimnasia rítmica y hacer performances en el living para sus padres: todos estos pequeños pasos llevaron a Clara Cava a donde está hoy. Dos Cosquín Rock después, y habiendo tocado para el estadio River Plate antes de que subiera al escenario Coldplay, la artista bonaerense logró hacer su propio camino en la escena musical argentina.
Desde el principio de su carrera, Cava no se privó de experimentar con diversos géneros. Como un líquido que se resiste a ser contenido, el enfrentamiento a las etiquetas no solo genera una sensación de novedad, sino que refleja el espíritu de una época. “Hoy en día no se etiqueta nada -cuenta en conversación con Indie Hoy-. En los círculos que nos movemos, en la música, en la sexualidad, hay una apertura que hace cinco o seis años no había. Había más bien una necesidad de ponerle una etiqueta a todo. Lo que sea que fueras, lo ibas a ser para siempre: si sos rock sos rock para siempre, si estudiaste medicina vas a ser médico para siempre, y si sos gay vas a ser gay para siempre. Hoy en día se rompió con eso, la gente se permite explorar sus momentos sin tener por qué nombrarlos”.
Su álbum debut, Martes 13 -titulado así por el día en que nació-, fue grabado en marzo de 2020 en el estudio de Lucca Beguerie -baterista de Usted Señálemelo– en Mendoza, pero tuvo que esperar un año almacenado. “Fueron diez días de meterle con todo, todas las voces, todos los instrumentos: sintetizadores, baterías, vientos. Solo faltaba la postproducción, pero cuando se anunció la cuarentena tuve que volver a Buenos Aires para tocar y Luca no podía ir al estudio donde tenía todas las cosas”, recuerda.
Como para tantos otros, el impedimento se convirtió en potencia. “Había quedado manija, así que aprendí a usar Ableton y en tres meses salió Lavandina -cuenta sobre el EP que publicó en agosto de 2020-. Como estaban todos en la misma, mandaba las canciones por Whatsapp y distintos amigos se coparon. Hay dos temas que los produjo Justo de Silvestre y la Naranja: ‘Caer así’ y ‘Timbero’. Después, ‘Justo ahí’ lo produjo Tade Fonk. Además, Martes 13 eran canciones del año anterior al que fue grabado, por lo que la identificación no era la misma. Me sentía más online con lo que era Lavandina. Pero le tengo mucho cariño al disco y me encanta, fue un laburazo y trabajé con músicos increíbles”.
Ya desde ese momento comenzó su resistencia a las categorías estancas. “Cuando saqué mi música por primera vez, las personas se inclinaban mucho a catalogarla en un género que escuchaba y escucho, que es R&B. Pero para mí, mi música no es R&B. Escuché mucho a Lauryn Hill, a Erykah Badu y, hoy en día, escucho mucho neosoul, como Daniel Caesar y Frank Ocean. Pero nunca sentí que hacía esa música. En realidad, no sabía bien qué música hacía y tampoco lo sé ahora”, confiesa.
La incursión en el mundo digital que comenzó en la cuarentena siguió cuando tomó clases de producción con la artista platense Lupe, expandiendo todavía más su horizonte creativo. “Aprender a producir me amplió el panorama de lo que puedo llegar a ser por diez mil -cuenta-. La guitarra y voz es un formato súper íntimo. Salir de ese personaje me abrió las puertas: si quiero, puedo ser cualquier otra cosa. No tengo que estar con la guitarra cantando sobre mis sentimientos. Incluso si sigo componiendo sobre sentimientos, los formatos menos analógicos me permiten tomar otra actitud frente a ellos. Tener la compu, un beat y poder romper los sonidos habilitan otro enfoque. Siento que me abrió un montón de puertas y me sentí más empoderada con mi música, que podía ser exactamente lo que yo quiera que sea”.
Su último álbum, titulado Azul es donde siempre estoy, hace equilibrio en una tensión entre estos dos mundos. Por un lado, el pop brillante, los videos de las canciones y el arte de tapa abrazan lo cyborg, mostrando una versión avatar de Clara. Por el otro, algunos atisbos de música desenchufada y filmaciones en cinta consignan eras pasadas.
“Quedó una estética coherente entre lo visual y el sonido: lo digital representando el ahora, versus algunos videos que tienen partes analógicas de los 90 -cuenta Cava-. En el video de “Mi mamá llegó” está muy claro, porque el avatar prende la tele para que aparezcan los videos de mi infancia, mezclando los dos mundos, el digital y el analógico. En el disco conviven voces y guitarras grabadas sin ningún efecto, y al segundo aparecen cosas mega pitcheadas y tuneadas. Hoy en día esas cosas conviven en una generación, en las personas que nacieron en la era analógica y viven en un mundo que es completamente digital”.
El único video ajeno a esta estética híbrida fue el de “Currículum completo”, uno de los primeros adelantos del disco. Esto fue gracias a una coincidencia grata: “Quedó un poco afuera porque lo hicimos antes de tener la idea de los avatares -cuenta Cava-. Pero la canción, de por sí, estaba por fuera del estilo del disco y podría no haber entrado. Al final, que tenga un video distinto al resto terminó convirtiéndola en un bonus track, un elemento extra”.
Un último detalle que compone el impredecible viaje por Azul es donde siempre estoy es la anteúltima canción, “Q sea lento”, una canción que existió por años en los teléfonos de quienes se la reenviaban. “Era una canción que le escribí a una amiga -recuerda-. Ella había cortado con un novio con el que estuvo mucho tiempo, él le escribió una carta y ella me la mostró. Estaba en mi casa y le mandé un audio de WhatsApp. Tres años más tarde, en la facultad, una chica me dijo que escuchaba mi música y me cantó esa canción, de la que ya ni me acordaba. Al parecer, mi amiga se la mandó al novio y él a otra persona, se armó una cadena. Otras amigas me decían que siempre la escuchaban cuando volvían de salir, me insistieron varios años para que lo saque. Lo subí así, solo porque me lo pidieron. No lo quería volver a grabar, perdía la magia”.
Su último lanzamiento, el single “Blister”, todavía aprovecha el tiempo híperconectado que habitamos. En un intercambio online con el músico peruano Kaeve, se escucharon el uno al otro, se mandaron ideas y completaron la canción para la madrugada. Y en cuanto a su próximo proyecto, Cava adelanta que ya está bien avanzado y la va a encontrar volviendo a romper con las expectativas. Si sus dos discos de estudio honraban la tradición de Martes 13 incluyendo trece canciones, es probable que se avecine un formato diferente.
“Seis canciones del disco ya están completamente terminadas, podrían salir -concluye la artista-. Me gustaría mantener el concepto de las trece canciones, pero quizás esté bueno hacer discos más cortos para darle la atención que merecen cada uno de los temas. En cuanto a sonido, sigue en la línea de Azul en donde siempre estoy, pero con mejor definición y más melodías cantadas. Lo digital y lo analógico van a seguir coexistiendo. Hay algunas canciones orgánicas, baladas, junto con una que grabé sin voz cuando volví de Cosquín Rock, que pitcheé como me hubiera gustado cantar, algo que terminó siendo muy hiphopero”.
Clara Cava se presenta el sábado 14 de octubre a las 20 h en Club Paraguay (Marcelo T de Alvear 651, Córdoba), entradas disponibles a través de AlPogo. Escuchá Azul es donde siempre estoy en plataformas de streaming (Spotify, Tidal, Apple Music).