El año pasado, la banda de Misiones La Otra Cara de la Nada anunció su separación tras nueve años de actividad. Pero como sostiene el dicho popular, cuando una puerta se cierra, otra se abre. Así entonces, el bajista y vocalista Germán Vázquez miró las luces, confió en la tormenta, y socavó en algún lugar profundo de su alma en pos de exhibir una nueva alegoría artística. Luego de una serie de adelantos, el 27 de noviembre presentó su disco debut solista bajo el nombre de Erich Larsson.
Conformado por diez tracks, Adorno nos muestra una arista diferente de Germán, evocando una atmósfera que oscila entre lo oscuro, lo tétrico y lo enigmático. “El sonido del disco lo definiría como rock delicadamente agresivo, con cuotas de groove y pasajes misteriosos. Un entresueño de ripio donde te encontrás en el paraíso, pero con alarmas sonando para despertar. Una expresión del mundo a través de mis ojos”, describió el músico norteño radicado en La Plata a través de un comunicado.
Para darle vida a este disco, Germán reunió a un grupo de amigos músicos para que se sumen a ensayar las canciones antes de que el mundo se paralice por la aparición del COVID-19. Pero la imposibilidad de salir a tocar en vivo fue la excusa ideal para meterse de lleno en la materialización de su proyecto.
Hablamos con la mente detrás de Erich Larsson para desglosar las diferentes perspectivas que hacen y rodean su disco debut.
¿Cómo fue la decisión de separar La Otra Cara de la Nada? ¿Lo venían charlando o fue una decisión repentina?
No lo veníamos charlando pero, hablando por mí, era una sensación que estaba presente de alguna forma. Había una sensación de compromiso a medias, no había fuerzas para meterle con todo y ver la unión que nos iba a llevar a todos por el mismo lado. Había una incertidumbre entre los cuatro, había que hacerlo pero nadie quería ser el que arranque. Era necesario tener la iniciativa y eso bajaba la fuerza del proyecto. Yo fui el que lo planteó porque, en lo personal, quería que fuera a cien o a cero, blanco o negro. Porque era un proyecto muy importante para mí y tenía que tener toda la seriedad en ese aspecto. Para tomar esa decisión fue indispensable cuidarnos, yo terminé bien porque lo que nos unió era lo que tenía que sobrevivir, que era la amistad.
La tercer canción de Adorno se llama “Sobre premios” y suscita mucho el espíritu de La Otra Cara de la Nada por el título de su disco, Sobre premios y tormentas (2017). ¿Cuánto tiene que ver la letra con la disolución?
Trata un poco sobre el último tiempo de La Otra Cara de la Nada. Algo como que “espero que llegues y no pasa, pero todo lo que vivimos fue hermoso y hay que quedarse con eso”. Las cosas pueden cambiar, ayer fue bueno, pero hoy también, distinto. Fue la última canción del disco, la hice en julio y fue un desafío hacerla entrar en el repertorio porque había que producirla rápidamente. Sentí que le vino re bien al concepto general.
Al día siguiente que anunciaron el final del proyecto salió un remix de su single “La exhibición” hecho por Marco Viera de Peces Raros que funcionó como cierre por casualidad. ¿Qué te pareció el remix?
Marco la rompió, me encanta lo que hizo, cambiando la armonía, es muy misterioso, muy oscuro. Empezamos a hablarlo en diciembre del 2019 con Manu Tello que me comentó del proyecto que tenían que se llama Club 73 y su idea sobre los remixes y que vayan de la mano con movidas de eventos en donde los artistas que participan toquen o pinchen. Una propuesta de difusión un poco más auténtica, mover canciones de artistas a través de reversiones.
¿De dónde sale el seudónimo Erich Larsson?
Sale de una locura que tuve de pibe. A los 16 me gustaba mucho la banda sueca The Radio Dept. y justo estaba leyendo a Erich Fromm. Metí esas dos cosas que me encantaban en su momento, Erich sumado a un apellido sueco particular, y quedó Erich Larsson. Hasta el 2018 lo usaba como seudónimo para escribir algunas cosas en Tumblr y después me convencí de que tenía que ser el mismo nombre de la música. Tiene su misterio.
¿Cómo describirías el concepto de Adorno?
Adorno fue una palabra que apareció hace unos años y me quedó grabada por la sonoridad con la que la escuché. Sentí que era muy fuerte, muy divina, muy bella. La tuve guardada un tiempo y, cuando vi que el camino del disco era verosímil, sentí que era ideal. Quiero describir con la música esa sensación de belleza que sentí en ese momento.
¿A qué tipo de belleza te referís?
Tenía en la cabeza una imagen de una paloma hecha en porcelana, brillante y con bordes totalmente lisos, plateada. Eso fue lo que me imaginé con Adorno y así también lo quería transmitir desde un punto más rockero. Creo que es como un camino de ripio que te lleva al paraíso.
Los títulos de algunas canciones aluden al cine de terror, como “Baño de sangre”, “Los muertos”. ¿Esta idea estuvo presente desde el comienzo o surgió después?
Lo conceptualicé después, se dio por casualidad. En el disco me encontré con un registro más abajo, más grave, y si a eso se le suma cierta historia que se genera en las letras que da esta idea de terror romántico. En la composición no estuvo, la intención apareció después. Habla un poco de la espontaneidad con que salieron las canciones.
¿Qué tan influyente fue el cine de David Cronenberg? En tu perfil de Instagram te preguntaron por tus influencias y compartiste una imagen de la película Dead Ringers (1988). Además, el tema que abre el disco se llama “Interzona”, un universo que aparece en Naked Lunch (1991).
A Cronenberg lo conocí hace unos años por una muy buena compañera. Me flasheó mucho la dirección de arte de las películas y también el concepto que maneja de la carne. Esa idea de tener que volver al tacto y a la carne para recibir sensaciones. Eso empezó a aparecer en la lírica del disco. Y después flashé mucho con El almuerzo desnudo, con la sensación que me dio, más allá del mensaje de la peli que no la entendí bien. Es muy falopa pero eso es lo bueno de la película porque me drogó, estaba en ese estadío. Con “Interzona” intenté hacer una canción que me lleve a ese estadío de nuevo, como la escena que el protagonista está en el mercado de la Interzona. Traté de darle un poco ese color oriental, con las tablas y los saxos volados que cuentan su historia.
“Los muertos” tiene una frase al principio que la hace muy potente y desafiante: “Me das esa basura de referencia, no la entiendo para nada”. ¿Cuál es la historia de esa canción?
Habla de las relaciones de hoy en día o las que podrían pasar. Poder estar cruzado, pero “hay un detalle que veo en vos que une toda las piezas y te amo, así que vayamos por ahí”. En “Drama” pasa lo mismo, esta cuestión de “quiero hacerte un regalo, pero no lo puedo conseguir, pero a vos no te importa porque me querés, yo lo sé, y vos también a mí, así que vivamos con eso”. Fue algo que entendí mucho después de hacerla.
“Drama” es una canción que sacaste en 2018. ¿Cuándo empezaste a ver que podía formar parte de algo más grande como un disco?
Fue una de las primeras canciones que sentí que estaban a la altura de mi gusto. Hubo un momento en el 2017 que entendí cierta parte de la obra de Charly [García] y sentí que ahí cambió mi composición. Y esa fue una de las canciones que salieron a partir de ahí. La verdad que le tengo muchísimo cariño. Probé reversionarla un poco y me di cuenta que se ajustaba perfectamente a la estética que quería para el disco.
¿A qué te referís cuando hablás de “una resignificación del rock nacional” en Adorno?
Trata de resignificar el lado vivo del mundo o tratar de revivir esa expresión visceral que tiene el rock como máxima desde toda su historia. Desde los africanos que fueron a Norteamérica con sus rituales, hablando del soul, del blues y del rock, cantando todo desde el pecho, como casi una cuestión de catarsis. Me conmovió mucho eso, lo empecé a entender, también estudié mucho el blues y pensé que estaría bueno hacer algo con eso, no un homenaje, sino que me conectó con ganas de hacer cosas súper honestas.
¿Cómo fue el proceso de producción del disco?
La producción arrancó a mitad de 2019, cuando terminé de maquetear los temas. Fue clave juntar a unos amigos míos que querían tocar los temas en banda, porque cuando sonó el primer acorde me convencí de que había que grabarlo. La motivación principal era salir a tocarlo. En ese momento todavía veníamos con La Otra Cara de la Nada y trabajando de la manera más profesional posible, con backline, prueba de sonido y todo eso, pero yo quería meter un poquito las botas en el barro, arrancó por ahí. Grabamos las baterías en la casa de Martín Britos y después fuimos grabando de a poco los bajos, teclados, voces y guitarras en mi homestudio de La Plata. Después lo fuimos a mezclar con Canki y ahí se dividió la tarea de producción. Pero siempre trabajé con todas las ideas en mi cabeza, con la naturalidad de ver qué puede suceder en el intento. La cuarentena tuvo sus dos caras, me ayudó en su momento para sentarme y decidir que todo lo que no estaba saliendo iba a depositarlo acá. Pero también me generó un contexto de tristeza y desazón que no tenía un norte ni un objetivo fijo y lidié todo el tiempo con eso.
En las portadas de los singles y la tapa del disco hay una estética visual muy definida. ¿Podés hablarnos de esto?
Desde el primer día de producción de fotos, cuando hicimos la portada del single “Los muertos”, ya estaba la tapa del disco. La estética se bajó y se aplicó desde el día cero. Siento un poco que es como referencia a una tapa de Peter Gabriel, la del disco Melt, que es su cara y la mitad está derretida. Si te gusta Cronenberg te va a encantar. Está en blanco y negro, pero sentí un poco esa cuestión de las dos caras. Y el nombre Adorno también iba bien con los colores de las fotos. Además está todo lo de la reivindicación del rock, es un formato de portada como la han hecho desde Bob Dylan y Patti Smith hasta Charly y [Andrés] Calamaro. Hay que poner la jeta y estar presente desde el minuto cero.
Erich Larsson se presenta el sábado 20 de marzo a las 19 y 21 h en Pura Vida (Diag 78 esquina 8 y 61, La Plata), entradas disponibles a través de su Instagram. Escuchá Adorno en plataformas de streaming (Bandcamp, Spotify, Apple Music).