A lo largo de la última década, Eruca Sativa se convirtió en el power trío más demoledor de la escena rockera contemporánea nacional. Ultrajado al comienzo por el conservadurismo musical, con el paso del tiempo, la tolerancia y mucha distorsión, el viento sopló a su favor. Hoy se los recuerda y elogia como uno de los grupos pioneros del movimiento de renovación cultural que está en pleno auge y atrae los destellos de lucha feminista generacional para provocar el incendio del futuro.
La banda originaria de Córdoba conformada por Lula Bertoldi, Brenda Martin y Gabriel Pedernera se ha identificado con la energía del hard rock, la crudeza del post grunge, el frenesí del rock alternativo y la frescura del funk guiando esa prominente fusión por distintos escenarios del país. Desde La carne (2008) hasta Seremos primavera (2019), pasando por títulos emblemáticos de la talla de Es (2010), Blanco (2012) y Barro y fauna (2016), su discografía aúna diferentes temperaturas y colores en una irreverente paleta sonora con el inconfundible sello autoral de Eruca Sativa.
Tras haber sido galardonado en los Premios Gardel de 2020 en la categoría de “Mejor álbum de grupo de rock”, la agrupación culminó el exitoso ciclo de su quinto álbum de estudio con un registro audiovisual del concierto brindado en el Centro Cultural Kirchner: Seremos primavera en vivo en la Ballena Azul. Durante esta icónica presentación a modo de manifiesto, Eruca Sativa estuvo acompañada por la pianista Silvia Aramyo y un arreglo para vientos y cuerdas de la violinista Irene Cadario.
Pero eso no es todo. Luego de los adelantos “Afuera”, “Corazón delator” y “Sola en los bares”, sorprendieron con Dopelganga (2022), un álbum repleto de covers que publicaron recientemente a modo de celebración por sus 15 años de carrera. “Queríamos dar forma a un par de versiones que teníamos preparadas, y pensamos en meternos en el estudio. Tocar un rato, y ver qué pasa, aunque sea grabar una– cuenta el baterista Gabriel Pederna en conversación con Indie Hoy-. Nos metimos en el estudio unos días, y en esos días grabamos todo el disco”.
Grabado en estudio Woman, producido y arreglado por el mismo trío, el disco revisita otros clásicos del rock argentino (“Las habladurías del mundo”, de Pescado Rabioso) y de la música latinoamericana (“Bolero falaz”, de Aterciopelados), mientras evidencia el grado de experimentación sonora inherente a la constante reinvención que motiva la fuerza de su espíritu. “Fue como una especie de catarsis que bajó, hermoso. Lo disfrutamos mucho. Nunca habíamos hecho esto de lanzar dos discos en un año, se dio de esta manera y decidimos no retrasarlo -agrega Pedernera acerca del impulso de cerrar el 2022 con dos trabajos tan consecutivos, pero diferentes entre sí-. Fue como un reencuentro en el estudio, hacía mucho que no estábamos adentro. Habíamos ido solo un par de veces post pandemia, por suerte terminó fluyendo de una manera muy grosa”.
“Afuera” fue el primer single del álbum, ¿por qué eligieron reversionar este clásico de Caifanes?
“Afuera” es como la carta de presentación. Tiene un aire medio folclórico, lo escribió Saúl Hernández de Caifanes, junto al exguitarrista Alejandro Marcovich. Él es argentino, entonces tiene una atmósfera medio folclórica, que nosotros decidimos llevarla hacia un lugar. Empezó a fluir de esa manera y solo quedó en el medio esa parte donde vino Victor Carrión, pianista que hizo el solo. Está bueno porque lo lleva a otro lugar. Él vino al estudio mientras grabábamos esa canción y grabó junto a nosotros al mismo tiempo todo en vivo, lo cual es un proceso que hoy en día no es muy popular en la industria de la música. Antes los discos se grababan así, ahora es todo más de computadora, grabar primero una cosa, después la otra. Nosotros estábamos adentro de la sala, íbamos modificando arreglos y de repente poníamos grabar, y ya quedaba. No hay edición ni sobregrabación. Es una forma distinta de hacer las cosas con respecto a discos anteriores, nos gusta esto de cambiar un poco el guion, la forma.
¿Cómo fue el proceso y cuál fue la premisa para abordar la grabación de Dopelganga?
Tiene mucho de la cosa rabiosa del vivo. Se nota mucho que estamos tocando juntos, se nota que los instrumentos están en la misma sala, en el mismo momento. Hay algo que propuso Brenda que me parece espectacular: no hacer más de lo que hay. Todas las canciones tienen una batería, una guitarra, un bajo y la voz de cada uno. Generalmente, cuando producís un tema, es una batería con una sobregrabación de algo por arriba, un bajo con una sobregrabación, cuatro o cinco guitarras, guitarras acústicas, percusiones, algún teclado, una voz principal con tres o cuatro voces que se graban por abajo, más coros. Siempre los temas son como una gran producción, en este caso no. Es una voz de cada uno, una guitarra, un bajo. No se puede grabar otra guitarra, ni otro bajo, ni duplicar la voz, ni más de dos coros, porque es uno Brenda y el otro yo. En otra ocasión, Brenda grababa tres coros, yo dos. Esto es lo opuesto a la fórmula, ya sabemos que funcionó de una manera, ahora probamos otra. Simbólicamente es decir algo con este proceso, porque sino los discos se vuelven algo muy homogéneo o de manual. Cada proceso es un proceso único, cada disco es un disco único. Hoy nos pasa que escuchamos la radio o las playlist de Spotify y todo suena bastante parecido porque se usan hasta los mismos samples.
Cuando Eruca Sativa irrumpió en la escena nacional generó repercusiones de todo tipo, pero lo llamativo era que parte del sector más conservador no toleraba ver mujeres al frente del escenario. Por suerte, eso cambió con el tiempo, siento que Eruca abrió una puerta entornada dentro del circuito rockero donde siempre reinó el machismo…
Era otro mundo, no existía tanto, incluso no estaba bien visto. En 2008, cuando salió nuestro primer disco, recuerdo que la gente se acercaba y me decía “Che, tocan muy bien y son chicas”, como si fuera una sorpresa. Mis compañeras vivieron muchas cuestiones retrógradas, gente que venía y quería ayudarlas a afinar los instrumentos o a enchufarlos, como si ellas no supieran. Todo el tiempo las subestimaban, me comentaban a mí acerca de tal guitarra suponiendo que yo sabía más de guitarras que Lula. Hay algunas cosas de esas que aún siguen pasando, pero ya no tanto. Había bandas que tenían mujeres en su composición pero no estando tan activas, entonces tenían otro rol, no hablaban, no decían nada, estaban desde otro lugar. El sistema llevaba a que estuvieran en ese lugar. Hoy la escena es completamente distinta, por suerte. También pasaba algo de que no habían muchas propuestas del interior, las bandas de Rosario iban a tocar a Córdoba, las de Córdoba a Rosario y no mucho más. Ahora hay un poco de descentralización, para mi gusto es poca pero hay. Figuras como Juan Ingaramo, Zoe Gotusso, Rayos Láser, Usted Señálemelo que acaban de volver, hay voces de otras provincias y lugares, igual seguimos viviendo en un país que está bastante centralizado. Creo que las grillas de los festivales están mostrando más variedad, no solo gente del interior, mujeres o disidencias, sino también de géneros. La música tiene que unir.
Pasaron más de 20 años de la salida de Blanco (2012), un disco que cerró la boca de los detractores y catapultó al grupo hacia lo más alto. ¿Qué nos podés decir acerca de su tercer trabajo discográfico?
Ese fue el primer disco que grabamos en vivo los tres tocando. Fue un antes y un después, porque ese disco abrió muchos caminos en muchos lugares, tuvo una llegada muy fuerte en el ámbito de la gente que nos seguía y en bandas amigas. Fue la primera vez que nos nominaron a un Grammy, fueron sensaciones muy fuertes. Ese disco contiene la canción “Amor ausente”. Recuerdo haber pasado tan buenos momentos haciéndolo, vino Titi Rivarola al estudio a grabar con nosotros, que no llegó a ver todo lo que pasó después porque falleció un año después. Pero para nosotros fue muy importante que esté ahí. Había grabado como invitado en el anterior y queríamos que para ese venga a grabar también, ahí decidimos hacer “Amor ausente” con él. Ese disco también tiene la colaboración de Fito Páez en una canción, para mí fue una revolución enorme, es un héroe total. Es re importante pasarla bien haciendo los discos, es una parte clave, porque cuando pasan los años, más allá de lo que haya pasado con el disco, uno mira hacia atrás y recuerda lo bueno que estuvo hacerlo. Todo lo que viene después ya sabés que va a estar espectacular. Porque si a la gente le gusta y el disco tiene respuesta, está buenísimo, lo vas a tocar a los lugares sabiendo que la vas a pasar bien tocando. Con este disco pudimos ir a México, Colombia, recorrer Latinoamérica seriamente, la pasamos realmente muy bien.
No tuvo la misma suerte la presentación de Seremos primavera (2019), la cual fue imposibilitada por la crisis sanitaria a nivel global. A pesar de la desdicha, ¿qué valores rescatás como positivos de la pandemia?
El disco salió el 8 de noviembre del 2019, nosotros teníamos planeado una gira por España, tocar en Inglaterra por primera vez, un montón de cosas. La pandemia vino ahí. Si lo veo desde lo macro, fue hermosa la posibilidad de poder estar con mi hija que recién había nacido. Sirvió para frenar, para que en lugar de estar viajando me la pase en casa con mi hija que tenía tres meses. El proceso fue hermoso, fue lo opuesto a lo que sucedió en Blanco, en el sentido de no llevar todo al trío, sino tratar de pensar en otras sonoridades. Arranca con un piano, cosas que jamás podrías buscar en un disco de Eruca. Pero ahí las tenés, canciones que no tienen batería, otras que no tienen guitarra eléctrica. Algunas son rarísimas en las que Lula toca el teclado, una cosa muy experimental. Veníamos de tocar mucho, el 2016, 2017, 2018 y 2019 fueron años de tocar a más no poder. El último concierto en 2019 fue un día antes de que nazca mi hija el 24 de noviembre. Hasta ese momento veníamos así, entonces hacer el disco fue despojarnos de estar tocando tanto, probar sentarnos con una acústica, o un piano, y ver qué pasa con eso. Es una sensación experimental y real porque lo vivimos mucho de esa manera, muchas charlas o momentos que guardo para siempre conmigo porque hicieron que esas canciones nazcan.
¿Podés elegir una canción que disfrutás tocar en la batería?
Te las uno en una misma canción que es “Justo al partir”, me divierte y me encanta tocarla. También siento que resume bastante nuestra búsqueda como banda durante los años. Es fuerte poéticamente, a nivel lírico cierra por todos lados. Es melódica con sonidos rarísimos por momentos, muchas características que hacen que eso sea Eruca. Nuestra banda tiene mucho de todo, esa canción es un buen resumen.
¿Cuál es tu reflexión acerca de estos más de quince años vividos en la agrupación?
Cuando se formo la banda yo tenía 20, mi vida era completamente otra, mis intenciones con la música eran diferentes. Tenía visiones muy distintas, algunas las sostengo hasta el día de hoy, y otras no porque fui aprendiendo, cambiando, modificando, adquiriendo cosas nuevas. Por eso es tan importante mantenerse en movimiento, vas aprendiendo todo el tiempo. Fue una buena entrada en calor, más allá de que fue un montón, siento que es mucho lo que viene por delante. Soy un tipo joven, voy a seguir haciendo esto 30 años más. Estos 15 años fueron muy lindos como preparación para lo que sea que venga en el futuro. Mientras nos escuchemos, sigamos conociéndonos y fluyendo a través de la música, me parece que todo va a ser sorpresa y aprendizaje. Ahí hay que estar poniendo la mejor cara para poder seguir absorbiendo lo positivo de la vida y disfrutando todo momento.
Eruca Sativa se presenta el sábado 15 de abril a las 21 h en Teatro Coliseo (Marcelo T. de Alvear 1125, CABA) junto a Carla Rivarola, entradas disponibles a través de Ticketek. Escuchá Dopelganga en plataformas de streaming (Spotify, Tidal, Apple Music).