Son muchas las cosas que pueden pasar hacia dentro de un proyecto musical en un lapso de 10 años. Muchos ni siquiera pueden decir que alcanzaron ese galardón, otros requieren de pausas, separaciones indefinidas o profundas reformulaciones hasta volver a encauzarse. Sin embargo, no es este el caso de Galean.
El compositor y productor de Buenos Aires comenzó su camino solista en paralelo a formar parte de Aloe, banda de culto del under porteño, y desde entonces no paró. Fruto de esta carrera en solitario son los cuatro discos, tres EPs, unos cuantos singles y un centenar de shows distribuidos por distintas partes del país, además de haber viajado a México, Chile, España, Hungría y Alemania. También están los dos discos de la disuelta Aloe y hasta un libro de poesía.
La cronología que se da a lo largo de estos trabajos tiene la forma de una búsqueda. En Tejiendo la marea (2016), su primer disco de larga duración, Galean trabajó bajo la producción de Pablo Bursztyn, quien ya había estado detrás de los discos de Aloe. A partir de El mago (2019), asumió ese rol él mismo, una dinámica que se sostuvo en Pasado mañana (2021).
En su último LP, Del otro lado de la vidriera, volvió a abrir el juego: coprodujo algunos temas con NanQ y sumó voces de artistas como Juana Aguirre, El Príncipe Idiota y Juan Saieg, en un gesto que no responde tanto a la búsqueda de validación como al deseo de seguir expandiendo su universo sonoro.
Cargando con estos hitos y de cara a la presentación de su cuarto álbum en vivo este jueves 12 de junio en Buenos Aires, Galean conversó con Indie Hoy sobre su presente y pasado.
¿Cómo llegaste a Del otro lado de la vidriera?
Tiene mucho que ver con la edad, y también lo asocio al número cuatro… las cuatro patas de una mesa o de una silla. Hay algo estructural ahí. Durante los años en que trabajé el disco —entre los 28 y los 32— llegué a un lugar más firme, un momento en el que sentí: “soy esta persona, esta es la música que hago, estas son mis convicciones y no me voy a guardar lo que tengo para decir”. En ese sentido, creo que el disco tiene algo muy auténtico. Logré sintetizar una información que antes quizás era más volada, más poética. Ahora siento que soy un poco más directo, aunque sin perder del todo lo simbólico. Las canciones son más concretas, hablan de temas más aterrizados. Fue un proceso de bajar a tierra y encarnar un poco más en la realidad. Por eso decía lo de las cuatro patas: tiene que ver con el cuarto disco, con llegar a un lugar de estabilidad, que no es poca cosa. Podría caer en la ambición o la autoexigencia y pensar que podría haberlo hecho mejor, que me podría estar yendo mejor, o compararme con otros artistas. Pero no deja de sorprenderme estar por tocar en el Konex, haber sacado cuatro discos, tener un equipo en el que apoyarme. Hacer música de verdad hoy, o decir algo que le llegue a la gente, me parece un logro hermoso.
¿Creés que tu mensaje ahora tiene una llegada más contundente que antes?
Sí, 100%. Siento que recién ahora estoy llegando a la gente, como si estuviera aterrizando en un denominador común que, aunque sigue siendo volado, tiene bases más sólidas. El tema que más le gusta al público es “Político o Rolling Stone” porque es el más irreverente y directo. Arranca diciendo “me cansé de andar atrás”, algo que nunca me hubiese animado a decir antes. De hecho, cuando la compuse no sabía si estaba buena, pero la letra me salió muy sincera, hablando de lo que me pasaba en ese momento. Y creo que cuando algo nace desde una verdad propia, a la gente le llega con toda.
Eso que mencionás sobre ser más directo se nota ya desde el título y en el concepto general del disco…
Totalmente. Pero lo loco es que mi equipo me ayudó a que sea más frontal. Yo tenía esta idea de ser artista o vendedor, los dos lados de la vidriera, y ya me imaginaba el arte de tapa pero desde un lugar más conceptual. Nunca imaginé que íbamos a llegar a este nivel. Yo no fui la mente maestra de toda la campaña: lo hicimos en equipo, y los chicos de Jacuzzi, que hicieron la dirección creativa, propusieron dos caminos. Uno era el Galean de siempre, más volado, complejo, enigmático. El otro era uno más cínico, directo, irónico, cosas que también tengo. Y ese fue el camino que elegimos tomar. La campaña fue, literalmente, venderme. Y aunque no creo en vender el alma, entiendo cómo funciona la industria. Hoy sé jugar ese juego sin dejar de ser yo.

¿Hay una decisión deliberada de que la producción recaiga cada vez más en vos y limitar el rol de productores externos?
Siempre me fue muy natural tomar decisiones, incluso desde mi primera banda, Plexo Relaxo. Con Tejiendo la marea, tenía unas canciones pero no tenía del todo trabajado el aspecto de la grabación, entonces fue necesario delegar. Ahí entendí que mi búsqueda personal era súper importante, y que estaba bueno tener en claro qué quería. Hoy veo que muchos artistas no saben lo que quieren, y aunque trabajes con productores, el resultado no tiene nada que ver con vos. En cambio, hay otros que sí trabajan o producen con otra gente y saben plantarse para defender lo que quieren. Eso está buenísimo, pero creo que estamos viviendo una especie de “cultura del productor”. Como si la fórmula fuera: “producime, quiero sonar como suenan tus artistas”. Y no está mal, si vos querés el sonido de Nirvana vas a ir con el productor de Nirvana. El tema es que se hace porque sí. “No sé tocar, no sé cantar, no sé componer, pero le pago al productor para que arme el tema”. Y no sabés quién sos. Yo siempre supe quién era, o por lo menos qué quería. No es ni bueno ni malo, pero se me da fácil la autenticidad. Escuchás mi música y, si bien te puede generar reminiscencias a otras cosas, hay un eje central y narrativo a lo largo de los años que no se pierde, y eso es un poco un misterio. Hay algo que siempre me llevó hacia cierta originalidad que no sé por qué es, pero que para mí es lo más valioso y es lo que prevalece. Eso conlleva a cosas lindas y otras no tanto, como las inseguridades o dudas del camino que uno forja.
¿Cómo funcionan tus influencias a la hora de componer y producir?
No lo pienso demasiado. Me sale la canción y es ella la que me pide ir a determinado lugar. La instrumentación aparece en torno a eso. Tengo una tendencia a algo más clásico, sobre todo ahora que estoy muy cancionero. Se está depurando lo “galeánico” y me lleva a un lugar cada vez más tradicional. Con este disco llegué a una especie de clímax como compositor de canciones, no en mis palabras, sino que lo puedo ver por factores externos. Quizás su antecesor era un poco más enroscado, pero este no, son canciones redonditas con ganchos, que gustan.
¿Cómo fue que empezaste a abrir el juego y colaborar con otros artistas?
Cuando cambié de círculo social y me empecé a juntar con otra gente, me di cuenta de que el mundo era mucho más grande de lo que yo creía y que había muchas personas muy talentosas haciendo cosas y colaborando. Con Juan Saieg desarrollamos una muy linda amistad y desde ahí empezamos a colaborar en un tema. Él ya escuchaba mi música antes de que fuésemos amigos, y eso me hizo ver que había más gente conectando con lo que hacía de lo que pensaba. Esa validación externa me ayudó a romper el cascarón y abrirme.
¿Cómo sentís que fue el camino de producción de Galean solista a lo largo de los discos?
Fue un proceso natural. Aprendí mucho observando. Con Pablo [Bursztyn], en el primer disco, vi cómo trabajaba, qué equipos usaba… incluso le compré la placa con la que grabamos el primer disco de Aloe. Me influyó mucho a la hora de tomar decisiones, me hizo ganar autonomía. Lo que me dio el segundo disco, El mago, fue mucha experimentación. Justamente, el arcano del mago representa lo potencial, lo que está por hacerse. No hay nada más que la acción, todo está sobre la mesa. En esa época estudié Ableton Live con Juan Hansen, que me pasó librerías, me enseñó a usar el sampler… Cosas simples, pero que me abrieron la cabeza. Con eso compuse “Azul” y descubrí el beatmaking. Aunque ya era grande y esa cultura de los beats y el hip-hop no eran algo nuevo, en mi trayectoria sí lo fueron. Y ahí se me terminó de abrir el mundo de la producción. Antes, para mí, producir era componer, tocar, hacer arreglos. No era hacer locuras con la computadora
Vas a presentar el disco por primera vez en Buenos Aires después de una gira por México y Chile, ¿qué podés contar de esa experiencia?
La gente lo recibió muy bien. Creo que hay algo de que nadie es profeta en su tierra. En Chile y México a la gente le encantó a otro nivel, me dijeron cosas hermosas. Recibir ese alimento te nutre un montón y te dan ganas de seguir yendo para allá, de seguir creando, de seguir compartiendo… Últimamente recibo mucho amor de la gente. Todos los días recibo cosas y es muy lindo que la gente valore lo que uno hace. La gira me nutrió desde ese lugar y de abrir la cabeza a pensar que no pasa todo por Buenos Aires. No importa si no toco en el lugar de moda: mi deseo ya no está ahí, ya pasó el momento. Yo estoy re contento yendo de gira a tocar y ojalá eso siga mejorando. ¿Qué más se puede pedir?
Galean se presenta este jueves 12 de junio a las 20 h en Ciudad Cultural Konex (Sarmiento 3131, CABA). Las entradas están disponibles en la web del lugar, con un 20% de descuento para socios de la Comunidad Indie Hoy.
Escuchá Del otro lado de la vidriera en plataformas (Spotify, Tidal, Apple Music).