Durante la nebulosa sanitaria, Juan Lopez recibió en su Córdoba natal a Ill Quentin, quien llegó con la alegría de escapar de Buenos Aires tras un largo encierro. Pero el ocio y la distensión mental no eran las motivaciones de su peripecia desde la selva de cemento a la parsimonia de las montañas. El integrante de la Rip Gang tenía guardado un as bajo la manga: emplear el interín de las olas pandémicas para darle vida a Cortisol, el EP colaborativo que afianzó y eternizó la química que fluye entre los dos.
Mientras la gran mayoría de sus colegas alternan vínculos en un encadenamiento artístico soldado por singles, Ill Quentin y Juan Lopez desdoblaron el paradigma vigente a fin de sondear el pulso creativo y explotar el recurso sin limitaciones. Las cuatro piezas que conforman Cortisol no se asemejan a nada que haya hecho antes cualquiera de los dos. Hay vestigios de los sucesores, destellos de un talante generacional, pero ante todo, hay una exploración lozana, libre de ataduras, que deriva de la premisa mecanizada a replantear los géneros musicales en la escena del trap. Penurias de desamor que se diluyen en una instrumentación elegante y enérgica con tintes rutilantes del neo soul, funk y pop. En julio, el equipo de Indie Hoy eligió a Cortisol como uno de los mejores discos del año.
En vísperas de su presentación en Buenos Aires, hablamos con la dupla para desglosar el universo de su disco, reflexionar acerca de la escena nacional y sobre lo que significa volver a los escenarios después de todo lo que pasó.
¿Cómo surgió la idea de hacer un EP en conjunto?
Ill Quentin: Hace tiempo que tenía ganas de hacer algo que se aleje un poco del trap. No necesariamente alejarse del todo, sino explorar un estilo de música con más melodía, más calma. Con Juan nos habíamos conocido hace respectivamente poco y siempre tuvimos muy buena onda. Me fui a Córdoba en noviembre del año pasado, ya le venía diciendo que teníamos que hacer un producto de larga duración. No sabía si un álbum o mixtape, pero algo que tenga varios temas para poder crear un mini universo ahí. Y se dio así.
¿Cómo fue el proceso de producción de Cortisol?
Juan Lopez: Cuando Quentin me comentó la idea, pensamos en trabajarlo con Santiago Ludueña. Es el baterista de Telescopios y tiene un estudio. Entonces me junté con mis amigos que también producen y quedamos en hacerlo entre todos. El proceso fue en Córdoba, él se quedó cuatro semanas. La primer semana no hicimos nada, fue solo conocernos, tocar un poco de diferentes cosas, elegir temas, y después lo grabamos todo en un día.
IQ: Al mismo tiempo, era difícil porque fue mi primera experiencia en sala de ensayo con banda, mi primera experiencia de jam y de buscar melodías con un instrumentista en lugar de estar sentado con un beatmaker. Era algo inédito en ese sentido y quería ver cómo funcionaba.
Y en cuanto a la composición lírica, ¿fue un trabajo en conjunto o cada uno tenía escrito algo con anterioridad?
JL: Yo tenía varias ideas en la cabeza de progresiones de acordes y todos terminamos escribiendo en base a eso. Cada uno con su celular iba escribiendo cosas y probando melodías. Yo escribía un poco y le mostraba a él, y él escribía otro poco y me lo mostraba a mí. Hubo un ida y vuelta constante.
IQ: Nosotros estábamos en el estudio de dos de la tarde a ocho de la noche, ese era nuestro período con la banda de componer y pulir los temas. Después de ocho a dos o tres de la mañana nos quedábamos con Juan corrigiendo letras.
JL: Creo que en el EP se termina de notar eso sin querer, porque en un punto fue sin querer, lo que fue convivir esas semanas ahí. Estar solamente haciendo música, destinados a hacer algo juntos.
IQ: El estribillo de “Azul” fue una de las pocas letras que Juan tenía desde antes. Creo que había solo un par de palabras que no terminaron siendo las que quedaron. Pero ni bien me lo cantó le dije que era un hit.
Ambos experimentaron hacer feats por separados con otros artistas, pero habría sido un desafío completamente diferente encontrar esa línea conceptual que une las cuatro canciones de Cortisol.
JL: Siendo sincero, a la hora de componer decidimos hacer canciones buenas. Escribíamos pensando en hacer canciones de desamor.
IQ: Cuando terminamos nos dimos cuenta que esto hablaba del desamor, de un sentimiento más amargo que lo que suena a primera escucha, algo más lindo y dulce. Hay una historia de desamor detrás de los temas.
JL: Fue muy loco cuando tuvimos algo armado, porque lo grabamos y pasó un tiempo. Yo iba trabajando por mi parte la producción, pero nunca había escuchado nada. Un día le mandé un previo de cómo sonaba y ahí le encontramos el orden. Nos dimos cuenta de que cuando terminaba te dejaba una sensación de que todo tenía un sentido.
¿Por qué “Cortisol”?
JL: Al retomar el proyecto luego de haberlo abandonado, decidimos sacarlo en un mes. Fue todo muy rápido. Teníamos el EP armado, pero no teníamos nombre. Entonces fuimos pensando diferentes ideas y fuimos eligiendo cosas en común. Yo básicamente quería buscar una palabra que refiera al proceso de una historia de amor. No del comienzo, sino de cuando está llegando el final. Y de repente me puse a buscar qué pasaba en el cuerpo, qué pasaba en el cerebro y leí sobre el cortisol. Cuando le comenté a Quentin la idea, coincidimos en que tenía que ser ese título.
“Calor”, su más reciente single, es una canción que quedó afuera del repertorio, ¿por qué?
IQ: La verdad es que ese tema lo escribí el día que teníamos que grabar las canciones. Fue un poco por eso, era un tema que salió muy de prepo a último momento. Si bien no quedó adentro, nos parecía que era una canción que sonaba muy Cortisol, entonces pensamos que sería bueno regalárselo por mail a la gente que hizo pre-save del EP.
¿Qué sienten al volver a los escenarios luego de tanto tiempo?
IQ: Yo estoy emocionado y un poco nervioso, pero al mismo tiempo son esos nervios que tengo siempre antes de tocar, que se me borran al momento que pongo un pie en el escenario.
JL: Es muy loco poder volver a tocar y a su vez no nos imaginábamos que iba a ser tan pronto. Sube una banda la idea de hacer un show con la posibilidad de tener cerca a la gente que tiene ganas de escucharlo en vivo. También está el hecho de ya no tener el distanciamiento de las burbujas, nos genera intriga de cómo va a ser todo.
También vuelven de una forma mucho más sólida al estar acompañados por una banda en vivo.
IQ: Ambos nos sentimos bien porque los de la banda son unos capos. Me siento tranquilo porque son unos virtuosos de la puta madre, al igual que la banda cordobesa de Cortisol. Esos pibes están enfermos de la cabeza, se tocan cualquier cosa. Para el vivo tenemos unos arreglos hechos que están explotados, no tiene sentido.
JL: Está bueno tener una banda porque a su vez encontramos una química diferente en el escenario a la que acostumbramos en un show solos. De repente tener a un grupo que esté tocando música con vos es muy divertido.
En la sesión que publicaron hace un mes se nota lo que dicen. ¿Qué nos pueden contar de ese rodaje?
IQ: Estuvo un poco complicado al principio porque el día que teníamos pactado grabar llovió, y toda la joda del “sunset versión” era justamente la caída del sol y que se vea lindo el cielo. Lo movimos para el día siguiente y llovió a la mañana, pero después despejó y se puso hermoso. Estuvo muy bueno hacerlo.
Además de singles, ambos tienen un repertorio que antecede a Cortisol. ¿Qué piensan actualmente cuando escuchan las canciones de Yogurt con frutillas (2017) en el caso de Juan, o de Muerte en el agua (2019) en el caso de Quentin?
JL: Como es un disco que hice hace tanto tiempo y lo toqué tantas veces en distintos formatos, siento que fue hace un montón de años y ya casi no lo tengo presente. Es algo más del pasado. Cortisol fue un avance de toda la música que hacía en esa época con la que hago ahora. Logré materializar lo que quería hacer y eso me pareció increíble.
IQ: Lo que me pasa con Muerte en el agua cambió mucho últimamente. Durante bastante tiempo le tenía cierto rechazo, no digo que lo odié, pero fue como la materialización de un trauma que decidí expresar como me salió, con poca postproducción, lo que está está y salió. Lo veía de esa forma y este año recién empecé a comprender que es de culto prácticamente. Que quedó ahí como una cosa que la gente puede agarrar como punto en la línea de tiempo y analizar el proceso. Por alguna cosa medio loca, en aquel entonces a Muerte en el agua lo comparaban con Antezana 247 (2018) de Ysy A. Yo no lo veía de esa forma y hateaba el material en ese sentido. Ahora entiendo lo que fue ese momento de mi vida y cómo el material me sirvió para cerrar una etapa. Encima salió en noviembre, lo pude tocar dos veces nada más.
Retomando lo que dijo Quentin acerca de la idea de explorar nuevos sonidos, ¿creen que hoy en día el trap fue un punto de partida que permitió a cada artista resignificar el género de la forma que quería hasta construir un sello personal?
IQ: No es solo de nosotros la idea de que el trap fue una plataforma. Ayer pensaba un poco acerca de esto cuando vi dos videos nuevos: “Charmander” de Aminé y “Neon Peach” de Snoh Aalegra con Tyler, The Creator. Si bien son figuras que nacieron con el rap y el trap, todo está resignificándose y mutando a otra cosa. Todos los días me cruzo con perfiles de pibitos que están haciendo “trap ignorance”, o como le quieras decir a lo que con Dillom, Muerejoven y Carrey hacíamos en el 2017, y no funciona de la misma manera porque creo que tuvo su momento. Teníamos ese sonido ignorante y lo ejecutábamos de esa forma, el que quería creer que éramos unos ignorantes que lo crea, a nosotros nos sirve, pero si nos prestan atención a lo largo del tiempo se van a dar cuenta que no lo somos. Entonces siento eso, muchos chicos creyendo que hacer solamente trap y las mismas barras de siempre van a poder hacer lo que hicieron varios artistas en su momento.
JL: Está cambiando eso y creo que le rompe la cabeza a todo el mundo. Porque hace un par de años salían artistas nuevos de música urbana y ya se creaba la idea de que haciendo ese estilo un artista puede llegar a crecer de manera exponencial. Ahora lo que pasa es que la mayoría de artistas que hacen música urbana usaron ese punto de partida para resignificarse como artistas. No solo ser reconocidos por el trap, sino por distintas cosas. Hoy en día creo que no existe un género que se pueda decir que son todos artistas nuevos. Es muy amplio, siento que cada artista puede hacer lo que quiera que va a estar bien.
IQ: Cuando era más chico no me sentía presionado a demostrar algo. Siempre tuve en claro que lo podía hacer. Desde Muerte en el agua sé que soy capaz de hacer Cortisol, y lo mismo me pasa con el material que vaya a sacar más adelante. Entiendo a los pibes que hacen trap que no sienten que van a poder mutar a otra cosa. Es una completa mentira, sí pueden, solo que conlleva una búsqueda. Yo tuve suerte de saber cuál era la misión que tenía y qué quería hacer más adelante, pero si hacés trap o rap y es lo que te siente cómodo en este momento, cada uno va a tener el tiempo de crecer.
JL: Siento que lo positivo de la movida en la que nos movemos es que tenemos de referentes a artistas muy eclécticos que, hagan los géneros que hagan, siempre te das cuenta que son ellos mismos y siguen respetando en cierta forma su estilo. Parte de la evolución es tratar de cambiar tu sonido conservando tu visión. Y que tu visión no tenga que ver con tu sonido, sino con tu persona. Eso es lo más gratificante como artista.
Ill Quentin y Juan Lopez se presentan el viernes 29 de octubre a las 21 h en Camping (Av. del Libertador 999, CABA), las entradas están agotadas. Escuchá Cortisol en plataformas de streaming (Spotify, Apple Music).