Luego de inaugurar su carrera solista con dos singles durante 2021, el fundador de Pommez Internacional y productor Juan Ibarlucía comenzó el año estrenando “Tatuaje”, con la participación de Paula Maffia. Esta canción, montada sobre un beat nocturno con aires de flamenco y profundidad hip hop, pone a los dos cantautores en el centro de la escena cantándole con intensidad a los cuerpos marcados y a su rastro en nuestra intimidad. Además, este lanzamiento viene a cerrar una primera etapa previa al lanzamiento de su primer disco (al momento sin fecha de lanzamiento ni título) que su compositor denomina como “la trilogía del deseo”, integrado por el ya mencionado “Tatuaje”, “Carnal” con Marina Wil como invitada y “El ardor”, que funcionó como puntapié inicial de su flamante incursión en solitario.
Para conocer en profundidad su trayectoria y adentrarnos en la actualidad del músico y productor porteño, Indie Hoy se juntó a conversar con él en Territorio, la base operativa desde donde funcionan el estudio de grabación, sello discográfico y escuela de artes que reciben el mismo nombre, situado en el centro geográfico de la ciudad, en el barrio de Caballito.
Es complejo encontrar similitudes entre Territorio y algún otro espacio de formación similar de cualquier tipo, ya sean institutos terciarios, cursos, talleres o, incluso, universidades; la dinámica de trabajo puede llegar a cubrir todas las instancias por las que pasa un estudiante, que incluyen formación, creación y posterior publicación, abarcando el espectro completo de lo que bien podría ser el lanzamiento de, por ejemplo, un disco. Pueden mencionarse algunas otras instituciones que complementen la formación más bien “teórica” con facilidades técnicas, pero al hablar con Juan, queda claro que en Territorio hay una base politizada que “posee en su código genético el interés por una práctica artística posicionada en el contexto latinoamericano”. En su web se describen como “un proyecto deliberadamente inestable que ve -en la crisis y en su continua redefinición- la esencia misma de su potencia creativa”. Algo de esto tiende a aparecer también en la forma en que Ibarlucía encara su proceso de composición, continuamente coqueteando con géneros de la región, como el bolero y las baladas en diálogo con músicas electrónicas y experimentales.
¿Cómo pondrías a “Tatuaje” en contexto con los dos lanzamientos anteriores, “El ardor” y “Carnal”?
Estas tres canciones forman parte de un mismo período de tiempo y emocional y son, de alguna manera, sobre todo “Tatuaje” -que es la tercera que salió pero la primera que hice- las que contienen algo del espíritu de esta música que a mí se me apareció como una dirección nueva a la cual seguir. Los tres temas, en diferentes gradientes, retoman elementos medio clásicos: en “Carnal” el bolero de una forma muy clara; en “Tatuaje” la música andaluza; en “El ardor” hay una cuestión muy baladística, hasta con algunas citas de unas canciones que nadie agarró pero están ahí. Cuando lo planteo bajo esta idea de “la trilogía del deseo”, lo hago de una forma espontánea… no es que sea un disco ni se va a llamar así. Sí tiene que ver con que considero que estas canciones comparten un imaginario y podrían -no es que vaya a ser así- ser una sola obra con tres movimientos. El proyecto todavía se está desarrollando, entonces es muy interesante lo que pasa ahí, y va a continuar, pero creo que hay algo que se cierra con “Tatuaje”.
Mencionaste lo emocional al principio. ¿Qué emociones te hacen seguir esta línea en estos temas?
Hay dos formas de transitarlo. Desde lo compositivo diría que vengo de escribir Infierno porteño, que era un disco basado en la exterioridad, en observar situaciones y delirar o montar cosas alrededor de eso, que igual eran situaciones que muchas veces tenían un sesgo autobiográfico claro, pero había una idea consciente de evitar la autoindagación. Estas tres canciones y todo lo que estoy haciendo ahora parten de la premisa de la autoindagación, es decir, de examinar, de usar episodios de la vida íntima como puntos de partida para la construcción ficcional. Y uso la idea de “ficcional” a conciencia, porque no es que esta es mi vida, es una forma de construir una suerte de autoficción. Después, inevitablemente hay una cuestión biográfica: en los últimos tres años y medio me separé de una pareja de siete años, hice una pareja nueva, desarmé una casa, armé una casa nueva, tuve un hijo, crié un hijo, viví el amor, el desamor, el nacimiento, el duelo de una relación y otros duelos en mi vida, en un período muy condensado sumado a la pandemia. Todo eso, esa intensidad o, al menos, la que yo registro, está afectando a todo este proyecto.
Al respecto de eso, hay ideas que se repiten con fuerza, como los cuerpos, la piel, el deseo, el amor o desamor, y genera la sensación de un contraste con Infierno porteño. ¿Notás que hubo un cambio en el centro de tus composiciones?
Sí, pero no creo que sean virajes definitivos. Yo creo que si uno rastrea algunas cosas de la discografía de Pommez como puede ser “Ángeles negros” o “Amor hierro”, me parece que había latente una cuestión vinculada a explorar esto que te digo de la autoindagación y la cuestión del deseo, pero nunca protagónico, siempre era algo metido dentro de un disco que tenía un concepto un poco distinto. Ahora eso es lo protagónico, ahora quiero explorar esto, pero puede pasar que eventualmente el próximo proyecto parta de una idea de observación. Probablemente, si vos pensás en Infierno porteño y este disco, sí, es una especie de A/B, blanco y negro, pero en el largo plazo va a empezar a aparecer un movimiento pendular entre las dos cosas.
Pasaron más de diez años desde que comenzaste con Pommez Internacional, ¿cómo fue el proceso de iniciar una carrera solista?
Fue difícil. Pommez Internacional es una banda que yo fundé, de la cual fui el único miembro estable y de la que compuse gran parte del material. Entonces, es inevitable que para mí el haberla frenado haya sido una decisión difícil y, a su vez, creo que era una decisión inevitable en el sentido de que el propio proceso creativo que se dio dentro de Pommez y que se dio, por lo tanto, dentro de mi propia vida, es decir, desde un grupo adolescente o postadolescente con una cuestión más colectiva a la aparición de una voz personal o autoral más clara, yo tenía muy en claro, desde que arrancamos Infierno porteño, que esto era lo que se venía. Sentía durante el proceso de Infierno porteño que era muy necesario arrancar este camino. La pandemia, de hecho, lo postergó, esto podría haber salido antes. El proceso inicial fue difícil y ahora está siendo maravilloso: de descubrimiento personal, de una audiencia nueva, de una relación nueva también con esa audiencia, es muy distinto cómo la gente se vincula con una banda o con un solista… y también de mucha libertad, en el sentido de que cada episodio, cada tema, me permite colaborar con personas distintas, incluso con colaboradores históricos míos. Y la estoy pasando muy bien, pero es un desafío.
Hablando de “Tatuaje”, ¿por qué elegiste trabajar con Paula Maffia? ¿Cómo fue el proceso de trabajo en conjunto?
Con Paula pasa algo medio particular: conocí su música primero, teníamos varios amigos en común, la fui a ver a una feria de fanzines con una amiga, nos quedamos hablando y a partir de ahí comenzamos una incipiente amistad, pero que tiene algunas particularidades, una de las cuales es que Paula tomó un lugar en estos meses de consejera, en el sentido de que es una persona con la que me reuní un par de veces para hablar de cosas que tiene que ver con esto de transicionar de la banda al solista, que es algo que ella hizo y que me parece que hizo bien, artística y humanamente. Entonces, en un momento me resultó obvio que Paula tenía que jugar algún rol musical en el disco. Y mi propuesta fue muy abierta, le mandé un montón de demos y le dije: “elegí un tema y lo cantás”. Y de hecho, si me hubieras preguntado cuando mandé esos demos cuál creía que iba a ser, no pensé que iba a ser “Tatuaje”. Entonces, es interesante porque diría que yo no elegí a Paula para esta canción, de hecho, ella la eligió… En todo caso, nos elegimos para tener una amistad o lo que sea que tenemos, pero es una persona muy generosa y una gran artista, así que para mí es un honor total. De entrada tenía en claro que no me gustan estos discos con cuarenta featurings que parecen una película de Marvel. Realmente quería que las personas involucradas estén también involucradas emocionalmente con esto, entonces para mí cierra por todos lados.
Al respecto de esta trilogía, entiendo que formarán parte de un disco próximo y me interesa indagar en tu proceso de trabajo, porque además de componer totalmente solo, también te autoproducís.
Sí y no. En realidad, todo este material está coproducido y coarreglado con Julián Tenembaum, con quien también colaboramos en “Alma” [la trilogía de piezas ambient publicadas en conjunto durante 2021] y con quien tengo una relación musical muy buena. Además de que creo que Julián es un gran músico, muy de entrada le planteé justamente esta idea, soy el compositor y tengo un estudio, así que puedo de alguna manera autoproducirme y hacer todo solo, pero no me interesa mucho, me interesa tener ese otre que funcione como un balance y como una visión exterior. De vuelta, la naturaleza del proceso mismo con Pommez, en Infierno porteño, ya me tenía laburando codo a codo con [Ignacio] Cruz, produciendo temas de los cuales muchos eran míos, entonces, desde la metodología cambió un poco, pero se siente algo orgánico, no fue de golpe. Si tuviera que decir algo, en todo caso, es que psíquicamente es un proceso más sano para mí, porque en definitiva es mi nombre el que está en juego y esa sensación de que me tengo que hacer cargo de la obra produce algunos límites más claros para mí y para quienes coproducen y colaboran, que yo encuentro que a veces haya menos tensión que una banda donde es como un deporte colectivo y tiene una fricción más propia de lo grupal.
Y en términos de influencias o referencias musicales, ¿qué música te lleva hoy a emprender tu carrera solista?
No te podría dar esa respuesta en términos de una lista de nombres, son muchos los solistas que admiro. Tal vez, te diría que incluso escuché más artistas solistas que bandas, pero yo no empecé un camino solista porque me gustaban solistas, sino porque fue la continuidad de un proceso creativo que incluye mi proyecto de vida. Yo tengo 33 años, pero hago música públicamente desde los 15. Ahora, bajando a la pregunta y sin tanto rodeo, yo creo que hay una presencia más fuerte de la música de cantautores, si vos me preguntás si esta música tiene que ver con Nick Cave, Lisandro Aristimuño, Chico Buarque, Leonard Cohen, Father John Misty, PJ Harvey, Julia Holter, Paula Maffia, sí, creo que tiene que ver. También esta música tiene muchos elementos de electrónica tal vez más alejada de la electrónica industrial de Pommez, y creo que tiene más presencia también de algunas músicas románticas y de músicas contemporáneas y experimentales de una forma más marcada. Yo creo, por ejemplo, que un tema como “Carnal” podría ser un tema de Armando Manzanero, de Alejandro Sanz. Y el final de “Tatuaje” podría ser una obra de Sofiya Gubaidúlina o de Arvo Part, y para mí es orgánico todo eso, porque forma parte de la música que a mí me interesa y soy investigador en música y enseño, entonces tengo una relación muy curiosa con la música, y eso, inevitablemente, pasa dentro de lo que hago de una forma muy caótica y muy difícil de transmitir. Incluso cuando intento trabajar con una referencia, fracaso. En “Carnal” intenté hacer un bolero medio clásico y terminé metiendo un beat de trap, hip hop. Me gustaría ser más purista porque probablemente mi música sería más fácil de decodificar así, pero no puedo, no me sale.
Hace unos días, con motivo del lanzamiento de “Tatuaje”, enviaste un newsletter y decías que habías dejado de escuchar y que entraste en un estado de anestesia catatónico en términos musicales, ¿querés profundizar esta idea?
Sí, ahora ya salí de ese lugar, pero estuve ahí un tiempo. A mí me pasa algo también, y es que creo que estamos en una omnipresencia de mensajes sonoros, omnipresencia de mensajes en general, y nos cuesta todavía entender de qué naturaleza son esos mensajes sonoros. Yo creo que hay mucha música que circula muy rápido, que para mí es una música muy tacaña y es, en un sentido, ruido. También creo que hay otra que no, por supuesto. Pero creo que mi proceso de retirarme un poco de la escucha y pasar mucho tiempo conectado con otras artes como el dibujo y la poesía, artes menos mediadas por la hiperestimulación, me está llevando a elegir más concretamente con qué músicas me vinculo, hacer un proceso de separar la paja del trigo a consciencia. A mí me interesa una música que me da emocionalmente algo, no me interesa una música que es solamente una publicidad del artista, y creo que, lógicamente, en un momento donde todos estamos haciendo autopublicidad todo el tiempo y hay tanta hiperproducción de mensajes, esta música que yo te describo como una especie de publicidad sonora me parece que está en una fase de hiperproducción. Estoy en un momento de mi vida donde no me quiero concentrar mucho en eso.
¿Qué depara tu futuro próximo? ¿Qué se puede esperar sobre el disco y sus presentaciones en vivo?
Entre la pandemia y el cambio de etapa, me encontré en una situación en la que queríamos hacer con Pommez un musical, pero no se podía hacer ni tenía sentido montarlo, era ir a perder plata. Después, cuando empecé a desarrollar estos proyectos, el tema de dónde tocar era un poco borroso, entonces me concentré, básicamente, en desarrollar la obra. Entonces, lo que pueden esperar en el corto plazo es que este universo se siga desplegando en varias músicas y todo indica que el disco va a ser extenso. El tema ahora de mi vida, de mi WhatsApp, es el primer concierto de esto que estoy desarrollando, para lo cual estoy pensando en armar una banda, y más que armar una banda, armar un concepto de interpretación, que eso fue algo que en todo mi camino siempre me interesó, la idea de que las bandas tuvieran un perfil y propusieran algo desde la formación y la instrumentación. Por suerte, tengo la posibilidad de trabajar con los músicos que quiero trabajar, que son muy buenos, entonces ahora estoy armando agenda para terminar de hacer eso y encarar los escenarios en esta nueva etapa. Esa es un poco la premisa. ¿Qué pueden esperar de eso? No sé, yo creo que el tipo de show en vivo que a mí me interesa dar es un show de alta intensidad, y creo que cualquier persona que vio algo de Pommez en vivo sabe que eso es así y esa premisa de matar o morir se va a sostener. Pero vamos a ver a dónde nos lleva.
Escuchá “Tatuaje” de Juan Ibarlucía y Paula Maffía en plataformas de streaming (Spotify, Apple Music).