Desde el lanzamiento de su disco debut de 2016, Las Sombras no solo se abrieron lugar entre las bandas emergentes de la época con una impronta destacable, sino que también supieron construir una identidad genuina y matizada en su sonoridad arrasadora diferenciándose del resto. Con la salida de Crudo dos años después, y bajo la misma efervescencia magnética que ya habían construido, el cuarteto oriundo de La Pampa se afianzó aun más bajo las cadencias de un sonido permeado por la influencia del rock argentino fundacional, la irreverencia harapienta del rocanrol barrial y la estética salvaje de los años setenta.
Ahora, cuatro años después y con una pandemia de por medio, el grupo formado por Manuel Fernández Pérez, Mauro Lopez, Nicolás Lippoli y Julián Agustín “Lulo” Pico finalmente acaba de publicar su tercer material de estudio bajo el nombre de El club de los nostálgicos: un álbum amoldado dentro un sonido completamente diferente a sus obras anteriores, condicionado por el hormigueo insistente de proyectarse en nuevos lugares antes no experimentados. “Este disco es una bisagra entre lo que nosotros hacíamos antes y lo que proponemos ahora“, se adelanta Manuel, acompañado por Nicolás y Julián en conversación con Indie Hoy sobre el reciente lanzamiento.
El cambio es sustancial y palpable. Al carácter austero de Las Sombras ahora se le incorporan sintetizadores y percusiones que se amalgaman a la perfección con el formato clásico de guitarras, bajo y batería. El humo de cigarrillo de los LP anteriores parece disiparse, dejando entrever colores estridentes, melodías risueñas y la influencia de bandas como Virus o Los Encargados. “De golpe encontramos un ensamble y un sonido que nos gustó y decidimos ir por ahí“, acota Lulo sobre el nuevo sonido de la banda y agrega: “Nos dimos cuenta que estábamos yendo por un lado más pop y elegimos encarar el disco de esa forma“.
Otro cambio contundente fue cómo se desarrolló el proceso de grabación de este nuevo disco con respecto a su antecesor. Los pampeanos, que en Crudo venían de trabajar con el reconocido productor argentino Mario Breuer y su ya icónico método de grabar con toda la banda en vivo, para esta ocasión se contactaron con Norman McLoughlin para ocupar el rol detrás de las consolas y se plantearon producir el álbum en capas, buscando un sonido en particular y tratando de dar con el detalle en cada toma.
Además de lo musical, otro aspecto que evolucionó y se transformó es la narrativa y la forma que el grupo encontró de relatar la historia detrás de cada canción. Si en los primeros discos eran jóvenes arrabaleros perdidos en las siluetas de la ciudad, esputando sus vivencias al son de riffs pegadizos, ahora -y en concordancia con el título del nuevo LP- utilizan el sentimiento de nostalgia y el poder de la canción como forma esencial para transmitir emociones. Una poética tanguera que se baña de melancolía y le canta a tiempos mejores.
En relación a eso, Lulo interviene de nuevo y explica: “Yo pienso que muchas de estas canciones, por la forma en que están contadas, parecen un tango. Pero lo que hacemos no es tango, es medio de los ochenta, y antes de esto lo que tocábamos se parecía a los sesenta y setentas… Entonces ahí es donde cierra el concepto de El club de los nostálgicos: es una metáfora de que, por más que intentemos, a veces es difícil escapar del pasado. Así se reivindica el titulo del disco, tanto por la narrativa como por el sonido“.
Cuando uno escucha El club de los nostálgicos y lo compara con los discos anteriores, parecería armarse una línea del tiempo, que comienza en los sesenta y termina con los ochenta con este nuevo lanzamiento. ¿Este cambio de sonido fue algo premeditado o simplemente fluyó en el proceso de composición?
Manu: A diferencia de nuestros dos discos anteriores, en este sí buscamos un sonido en particular. Veníamos con la idea de meter sintetizadores y de agregar gente a la banda. Somos un grupo que todo el tiempo está inquieto por cosas nuevas, y si bien es música que escuchamos toda nuestra vida, volvimos a curtir bandas de los ochenta, como Los Abuelos de la Nada o Virus. A mí, en particular, me pasó que descubrí a Los Encargados, que no los había escuchado nunca y me encantaron.
Nico: Hay una banda chilena llamada Los Prisioneros que me llamó mucho la atención y me gustó cómo suenan sus discos. Cuando empezamos a hacer los demos ahí nos dimos cuenta que el sonido viraba a otro lado. Ese cambio se fue dando por decantación, pero también por una especie de inconsciente que nos llevó por ese lado.
Igualmente, entre Crudo y este nuevo álbum salieron dos singles que ya adelantaban un poco el cambio de sonido en la banda.
Manu: Sí, esos dos temas, sobre todo “Lo que guarden tus ojos“, fueron disparadores para generar lo que hicimos posteriormente. Ahí ya incorporamos sintetizadores, programaciones y percusiones. En “La frase habitual“, Paul Higgs, quien produjo ese track, empezó a darle efectos a las guitarras porque nosotros veníamos de tocar con los instrumentos muy limpios o a lo sumo con alguna distorsión. Ambas canciones fueron un punto de partida clave para empezar a encarar lo que queríamos hacer y animarnos.
Por otro lado, en este proyecto se incorpora la figura de Norman McLoughlin en la producción. ¿Cómo dieron con él y por qué lo eligieron para trabajar en el disco?
Manu: Norman lo conocíamos porque había trabajado con Banda de Turistas en su disco Mancho, que a nosotros nos pareció un discazo, nos encantaba cómo se escuchaba y cómo había quedado. Además, también había trabajado con Los Siberianos. Entonces lo vimos como una persona capaz de materializar esas ideas que nosotros no podíamos o nos costaba llevar al plano físico. Él nos dio una especie de frescura de armonías a la hora de armar coros y melodías. Es una persona muy capaz, que desde el vamos nos dijo: “quiero que esto quede terminado de la mejor forma posible”. Fue un disco donde probamos mucho.
Hablando sobre la metodología de trabajo dentro del estudio, imagino que habrá sido una experiencia completamente diferente a la que tuvieron grabando Crudo con Mario Breuer.
Manu: Sí, absolutamente, veníamos de grabar con el método de Mario, que es toda la banda junta y en vivo. Para este disco hicimos exactamente todo lo contrario.
Nico: Teníamos muchas ganas de hacer algo diferente. Ya habíamos tenido la experiencia de grabar en vivo y ahora queríamos tener el control de las cosas. Si buscábamos abrir un poco el campo de juego en cuanto al sonido, necesitábamos volvernos más meticulosos y para eso era indispensable poder tener el poder de arreglar las cosas que grabábamos.
Este fue un lanzamiento que tuvo varios impasses en el medio y su salida se terminó retrasando. Originalmente iba a estrenarse el año pasado pero terminó saliendo recién ahora. ¿Qué fue lo que pasó?
Manu: Lo que más atrasó la salida del disco fue la segunda cuarentena. Fue un momento complicado donde Norman nos dejó en claro que prefería guardarse para no arriesgarse ni él ni a sus familiares, por ende no podíamos hacer mucho. De todas formas, aprovechamos ese tiempo libre para hilar fino en el detalle de cómo queríamos que suene el disco. La realidad es que podríamos haberlo soltado mucho antes pero le terminamos dando una vuelta de rosca bastante grande. En fin, llevó más tiempo del que nosotros hubiésemos querido.
Lulo: Nos llevó más tiempo escribirlo que grabarlo, igual. En sí, el proceso de grabación fue bastante rápido.
En relación a la pandemia, no solo tuvieron que frenar el trabajo en el estudio, sino que también tuvieron que cancelar algunas fechas programadas bastante importantes.
Manu: Sí, dentro de todas esas teníamos una fecha buenísima, que todavía me sigue doliendo, en el anfiteatro del Parque Centenario. Tenía muchas ganas de tocar ahí y lamentablemente no se pudo volver a hacer ni organizar. También tuvimos que cancelar un Niceto casi al mismo tiempo que se decretó la cuarentena. Fue un garrón.
Aun así, en cuarentena aprovecharon para producir y sacar el mediometraje “El precio de la canción“, una propuesta innovadora en relación a las cosas que estaban saliendo en ese momento. ¿Cómo surgió todo ese proyecto?
Manu: Surgió como un trabajo en conjunto con Diego Pincheria, director y realizador, con quien pegamos mucha afinidad después de trabajar en el videoclip de “Rocanrol del idiota”. Cuando llegó la primera ola de la pandemia, también llegó esta especie de germen de nuevas propuestas y de analizar qué podíamos hacer en ese contexto. Las bandas empezaron con los streamings desde sus casas, con sus propias cámaras, y Diego nos propuso hacer algo totalmente diferente a eso y así se dio. Una vez que lo terminamos, hasta a nosotros mismos nos sorprendió el resultado final. De todas maneras, no hubiese sido posible sin toda la ayuda y la buena onda por parte de un montón de amigos nuestros que estuvieron detrás tirando la mejor para que se lleve a cabo. Que tanta gente se haya prendido a hacer algo así en el contexto que estábamos fue increíble. La verdad, una experiencia muy linda que nos abrió otras puertas.
Nico: Para poder hacer un vivo desde tu casa y que sea más o menos decente necesitabas un equipo del re carajo, con buen internet y todo eso. Nosotros claramente no lo teníamos, así que la propuesta nos encajó perfecto. Además, nos parecía interesante que lo que hiciéramos quedara ahí como una obra fija.
Lulo: Llegamos a Diego con la idea de hacer algo lo más parecido a un plano secuencia posible y que no pierda el ritmo. También queríamos que tenga interacciones, no solo entre nosotros, sino con los lugares donde pasa todo el metraje, en este caso el CC Richards. Si bien no actuamos en el mediometraje, algo de eso hay. Creo que salió bastante bien porque fue algo que nos gustó mucho hacer y se nota.
Fue gracias al lanzamiento de este mediometraje que la Rolling Stone de Estados Unidos sacó un artículo mencionándolos como “la nueva vanguardia del rock argentino”. ¿Cómo se sintieron con esa distinción?
Manu: Para nosotros eso fue un flash. No nos habían reconocido acá y nos reconocían en Estados Unidos. Inevitablemente hizo que se corra la bola y terminamos saliendo en la Rolling Stone de acá, pero bueno, nosotros no nos imaginábamos que iba a pasar eso. Que nos hayan definido de esa forma es raro, es un título muy fuerte el que te ponen, viste. De hecho, yo creo que hay bandas que son más vanguardia que nosotros. Personalmente yo no me podría atribuir ese título.
Nico: También es muy difícil el hecho de definir “vanguardia” hoy por hoy. Si me decís vanguardia en los setenta, donde todavía no estaba todo hecho, bueno, ahí hay una vanguardia que va por fuera del mercado o contra cierta norma establecida. Para mí fue más un título para impactar que un pensamiento en concreto. O tal vez surgió por el hecho de que somos una banda que hace rock en la actualidad, que se maneja de forma independiente y tuvimos visibilidad en un medio norteamericano.
Lulo: El hecho de que nos hayan reconocido nos encantó. Seguramente tengamos algún tinte distintivo que nos puede segregar un poco de la escena actual que va más para el lado del trap o la música urbana, ponele que en eso sí nos hacemos caso de vanguardia. Pero bueno, si nos quieren nombrar así, bienvenido sea.
¿Actualmente se sienten parte de alguna escena en particular o alternativa?
Nico: Mirá, hace poco tocamos en el festival Noche Dorada Espacial y me sentí muy a gusto, porque me pasó de darme cuenta que estábamos compartiendo escenario con bandas que antes las veíamos desde abajo y ahora estábamos a la par, más allá de la visibilidad o el público que cada una pueda tener. Que esa escena, o bandas, tengamos una fecha, un festival y toquemos todas juntas habla de una especie de comunión de la música alternativa. No sé a qué escena pertenecemos, pero sí sabemos codearnos con las bandas que creemos que pueden sumar algo para nosotros y nosotros para ellos.
Manu: Sí sentimos que la música que hacemos es diferente. Personalmente me cuesta encontrar o decir qué banda se parece al estilo que nosotros hacemos, o poder vincularme con una escena en particular. Creo que en algún punto eso se da porque la música que hacemos efectivamente es distinta. También pasa que mucha gente tiene el prejuicio de que nosotros somos una banda de rock per se, solo con distorsión super pesada y riffs, y la realidad es que somos más que eso.
Uno de los puntos más sólidos de Las Sombras son los vivos. Hay una energía que se transmite y se contagia en cada show. ¿Eso es algo que preparan con antelación o lo improvisan en el escenario?
Lulo: Es algo que nos sale completamente natural. Hay algo en nosotros todo el tiempo de querer ir al frente, de movernos y hacer quilombo. Tenemos un germen casi inevitable de hacer lo que nos sale en el momento que empezamos a tocar y nos dejamos llevar.
Un registro de esa intensidad, que representa bastante bien lo que es un show de Las Sombras, es el recital que dieron Niceto en 2019 y que subieron a YouTube en medio de la pandemia. ¿De dónde vino la decisión de grabar ese show en particular?
Manu: Ahí también tuvo que ver Diego Pincheria. Se venía este show en Niceto que era la presentación oficial de “La frase habitual” y teníamos planeando invitar a Las Perlas para hacer una versión bolero de “Nada más” y de invitar a cantar a Rober Aleandri de Atrás Hay Truenos también, entonces nos pareció una buena idea dejar un registro de esa fecha. Grabamos el recital, lo archivamos y si bien sabíamos que lo íbamos a utilizar en algún momento, después nos cayó como anillo al dedo con la llegada de la pandemia. Tuvo una muy buena recepción de la gente y nos sorprendió mucho.
Es en ese show, además, que presentan la canción “El club de los nostálgicos” por primera vez.
Lulo: En realidad no lo presentamos, lo tocamos de cayetano. Mucha gente, en chiste, nos decía “Che, pero ¿qué onda? Están presentando un tema y se ponen a tocar otro inédito”. Además, tres días antes de ese show tocamos en una fiesta sorpresa en Matienzo para Radio Colmena y, como no podíamos tocar “La frase habitual” porque estábamos compitiendo con nosotros mismos y necesitábamos vender los tickets de Niceto, también tocamos “El club” y nadie entendía nada. Nos ganó la emoción.
Con esa canción, y con otras del nuevo disco que recién ahora salen a la luz, pasaba que la gente ya conocía las letras antes de que se publiquen. ¿Eso los sorprendió?
Nico: Eso está bueno, pero hay que saber cómo hacerlo. Por ejemplo, yo tengo muy poco criterio para guardar temas, quiero tocar todo, en cambio Lulo y Manu sí tienen un poco más de criterio. Lo genial de eso, es que cuando el público escucha una canción en vivo y después la escucha finalmente en el disco, encuentra cierta familiarización con la melodía que lo hace empatizar más con la canción. Aun así, hay que saber cómo hacerlo, en qué momento, con qué canción, y para eso yo no tengo criterio.
Lulo: Con Crudo nos pasó que cuando lo lanzamos ya habíamos tocado y quemado todos los temas. Para este disco dijimos que no nos podía pasar lo mismo, que nos teníamos que poner las pilas con eso, pero a los tres días estábamos “ya fue, vamos a tocarlos”, así que nos terminamos contradiciendo.
Manu: También hay una realidad y es que siempre tratamos de brindarle algo nuevo al público. Yo me siento en deuda con la gente y me pongo en los zapatos de las personas que van a ver nuestro show y esperan que pase algo nuevo. Ahí es donde me gana la ansiedad. “El club de los nostálgicos” quedó registrado, no solo en el show de Niceto sino también en el mediometraje, entonces se volvió una especie de hit antes de ser un hit.
En su música hay muchos relatos de sus vivencias siendo pampeanos en la gran ciudad. Referencias a imágenes y sonidos de Buenos Aires. Entonces, ¿cuál es el rasgo más pampeano de Las Sombras?
Manu: Es muy difícil de explicar. Me pasa que yo ya me pienso de la otra manera. Hace 13 años que estoy acá en Capital Federal y me siento aporteñado en algún punto. Incluso la poética musical que rescato muchas veces viene de Buenos Aires. Me es muy complicado dilucidar cuál es mi parte, o cuál es la parte más pampeana de nuestra música.
Nico: Yo creo que tiene que ver con una personalidad particular que se genera en un ambiente en el cual no es el nuestro. Generamos y expresamos una forma de ser que es propia del interior, de nuestra idiosincrasia, que no se comporta ni se comunica igual que la porteña. Recién decíamos que había algo en lo que hacemos arriba del escenario que es genuino y se contagia, y tal vez tenga que ver con eso, no directamente, pero sí en gran medida.
Lulo: Hace un rato mencionabas que nuestros vivos son potentes y siempre está pasando algo. Yo creo que eso nos termina definiendo por sobre lo estético y lo musical. Nuestra música, con el paso del tiempo, se fue empañando y manchando del paisaje de Buenos Aires y de la música que nos gustaba de acá, pero la energía que mantenemos desde que empezamos la banda es de una persona que no juega de local y se tiene que ganar al público. Eso nos quedó grabado a fuego porque en su momento fue hambre. La realidad es que si sos de afuera y no hacés barullo nadie te va a dar mucha bola acá. Creo que la energía que manejamos arriba del escenario es lo que nos define como banda y como pampeanos.
¿Cómo los reciben cada vez que vuelven a tocar en La Pampa?
Manu: Cuando volvemos a La Pampa está buenísimo porque la gente se prende de verdad, es un lugar donde vamos a tocar súper tranquilos y no nos preocupamos por si vendemos o no tickets. Por suerte, siempre nos cruzamos caras nuevas en los shows cada vez que vamos y eso es algo que no pasa con frecuencia. Nos pone muy felices.
Para acompañar el lanzamiento del disco van a hacer una presentación oficial y una gira bastante extensa. ¿Qué pueden adelantar de esos shows?
Manu: La presentación oficial del álbum va a ser el 12 de agosto en el ND Teatro y tenemos armado un show que es una mezcla de recital con obra de teatro. Arrancamos en Córdoba, Buenos Aires y seguimos por San Luis, Mendoza, San Juan, La Pampa, Montevideo y más.
Lulo: Para la presentación queremos brindarle al público un show diferente, algo que el mismo teatro en sí propone. Es la primera vez que podemos diagramar y ordenar un show donde esté casi todo controlado: canciones, luces, momentos y demás. Vamos a tratar de recrear el concepto de “El precio de la canción” al vivo. ¡Queremos tocar ya!
Las Sombras se presenta el viernes 12 de agosto a las 21 h en ND Teatro (Paraguay 918, CABA), entradas disponibles a través de Plateanet. Escuchá El club de los nostálgicos en plataformas de streaming (Spotify, Tidal, Apple Music).