Hace 15 años, unos pibes de Villa Crespo comenzaron a juntarse para formar una especie de grupo de hip hop. Ellos se habían conocido en la época de la secundaria mediante el skate, el rap y grafiteando las calles del centro de Buenos Aires con el mismísimo XXL Irione. Con el paso del tiempo, lo que comenzó haciendo freestyle en fiestas terminó siendo Lo’ Pibitos, una banda que excede la etiqueta de música urbana para abarcar a otros géneros como el rock, el tango, la salsa o la cumbia.
Es más, nadie se hubiese imaginado que desde 2006 al 2021 grabarían tres discos con invitados de la talla de Rubén Rada. Tampoco estaba pensado que telonearían a artistas tan masivos como Residente y Bruno Mars. Pero siempre confiaron en su arte y eso es lo que los llevó a ser una de las bandas más activas de la música nacional. Eso también es lo que hizo que grandes figuras de la industria musical como Rubén “Pelo” Aprile o Daniel Grinbank pusieran su ojo en ellos e intentaran potenciarlos.
Siempre con una pizca del presente, que para ellos es una ilusión, el tiempo los encuentra celebrando a lo grande y a la búsqueda de un nuevo disco. Indie Hoy tuvo la oportunidad de hablar con Andrés Alejandro Arbe, también conocido como A.B.R.E., sobre su trayectoria y repasar la historia de la agrupación.
Ustedes cuentan que estos 15 años fueron como un proceso de crecimiento tanto individual como grupal. ¿En qué creen que se creció?
Yo creo que como proyecto en sí hubo un crecimiento en relación a lo artístico y en la búsqueda de generar proyectos interculturales, como se terminó dando. Se creció en ese sentido y después se trató de ampliar un poco más el sonido. Y después es como toda relación que pasa por un montón de situaciones y conflictos. Como banda y como equipo eso se ha afianzado mucho, como en toda relación larga.
Comenzaron juntándose para fiestas en sus casas y practicando freestyle de manera lúdica, no en su forma de batalla. Al tiempo adoptaron el nombre Lo’ Pibitos porque “los hermanos mayores eran los pibes”. ¿Cómo vivieron ese proceso?
El nombre viene en realidad por unos amigos nuestros, los hermanos de nuestros amigos, que nos decían “los pibitos” porque salíamos juntos. Salíamos de fiesta, íbamos de party y nos decían “los pibitos”, entonces de ahí quedó el nombre. Y sí, es verdad, empezamos con un formato soundsystem, con Tomi y El Dog. Empezamos los tres tocando en fiestas, en fiestas nuestras, en fiestas de amigos, que era muy raro para la época. Después empezamos a tocar, gracias a Villa Diamante, en el lado B de Niceto; luego en otra fiesta llamada “La Santera” que se hacía ahí. Finalmente, empezamos a tocar en el lado A y creció desde ahí. En relación a lo del freestyle, era más que nada el hecho de jugar con palabras y con el rap, pero no en el modo competición. Fue en Niceto donde empezamos a ver que a la gente le gustaba y a tener un público, se empezó a generar algo que después se fue volviendo cada vez más masivo y fue tomando más relevancia. Después, quizás con “El ritmo de la vida”, tema en el que participa Julián Kartún, también eso le dio potencia, le dio alcance para el momento. Y bueno, una cosa lleva a la otra.
¿Tienen algún recuerdo de aquella época?
Tengo recuerdos de la época pero muy al principio, de ir rapeando con un rapero que actualmente se llama XXL Irione. Él fue quien me dio un marcador por primera vez en Plaza Las Heras y me introdujo en el graffiti. Me acuerdo de ir por toda la ciudad taggeando, firmando, hasta el Obelisco y volver dos veces. Porque la idea del graffiti es ir copando todo y de ahí me acuerdo de ir los dos rapeando con El Dog. Y siempre el freestyle se colaba en las fiestas como para joder, para jugar.
Irione después fue elegido por Pil Trafa para grabar con él…
Sí, el Irione está pegado…
Bueno, ustedes relacionan todo: el graffiti, el hip hop y andar en patineta…
¡Sí! Si bien el skate no está dentro de la cultura del hip hop, sí fue lo que nos unió. Yo a Tomi, uno de los dos MC, lo conocí andando en skate de chico en el centro y después me volví a cruzar por el graffiti. Éramos de dos crews diferentes y nos conocimos e hicimos una crew en común, los DTCKMAS [DESTROYTHECOPS-KILLEMALL]. Y sí, eso fue lo que nos unió inicialmente. Da un poco la casualidad de que parte todo de la cultura del hip hop, pero medio que el graffiti en esa época no era tanto por el lado del hip hop. El graffiti era más de que te gustaba ir a pintar, no tanto el hecho de “estar en la cultura del hip hop”, pero sí se fue dando todo como para que entremos en los distintos elementos. También estaba El Dog, a quien siempre le gustó el DJing, por lo que éramos una crew de hip hop.
Conociste a Tomás por el skate, ¿cómo entrán los demás en esta historia?
A El Dog lo conocí por unos amigos en común en séptimo grado. Y a full, nos enseñó el skate. Además en esa época nadie escuchaba hip hop, era muy raro, muy alternativo. Era más hippie la onda, más rock. Y bueno, a El Dog le gustaba el hip hop de Dr. Dre, Snoop Dogg, toda esa onda que estaba en ese momento. Por esos puntos en común fue que nos conectamos. Después, yo tengo dos hermanos que se unieron a la banda, dos músicos del carajo que se unieron al proyecto y empezaron a darle la impronta de banda de música, no solo de una crew de hip hop o de rap, entonces ahí adquirió otra potencia. Y de a poquito se fueron sumando otros integrantes, pero empezó como algo de DJs o de MCs que luego se transformó en una banda.
Alguna vez contaron que como son ocho personas les es muy difícil componer y lo hacen de una manera abierta, lo cual conlleva a cierta frescura. ¿Cómo se elaboran sus canciones? ¿Hay algún proceso a la hora de armar un disco?
Es relativo, pero se proponen ideas o canciones y los productores, mi hermano Juan Lucas y El Dog, son los que toman las canciones o, en todo caso, las crean. Luego de eso las van puliendo o si tienen algo que se puede seguir desarrollando lo desarrollan. Yo tengo una parte importante en lo que es la composición de letras, es lo que más me gusta a mí, es mi fuerte, así que ahí he aportado bastante. Muchos temas los hacemos entre los tres, otros nacen como cadáver exquisito, donde cada uno va tirando una línea, una barra, y el otro la sigue. Hay diferentes caminos. Por otra parte, Jean Lukas es el que tiene más toda esta parte afroamericana o del Río de La Plata, le impone esa impronta. Él es el que más está buscando quizás en este proyecto las propuestas interculturales, ¿no? Él tiene esa misión. Muchas veces trabajan los dos en conjunto y otras veces separados, pero es muy diferente según el proyecto.
Suelen hacer mucho hincapié en el mensaje político y positivo de sus canciones. Es más, en alguna nota dijeron que no les gustaba fomentar el consumismo, cosa que sucede con el trap o el reggaetón. ¿Creen que son una voz para el pueblo?
Está buena la pregunta, pero me parece que es al revés, que el pueblo consume lo que se ve hoy en día. Es más, yo creo que por ahí nuestro mensaje y nuestro estilo de hacer música ya queda más tirando para la “contracultura”, si se quiere, ¿no? Más para ese lado que para lo hegemónico. Creo que termina pasando eso porque son diferentes contenidos obviamente. A nosotros desde el comienzo, y también a mí como persona, nos motivó el hecho de escribir buscando algo que pueda llegar a proponer algún tipo de ratito, por lo menos, para salir del enrosque. Me refiero a algo del “hoy en día”, como darle un marco, interpelar un poco a la subjetividad para apuntar un poco más hacia la unidad y no estar tanto en la dualidad, que es utópico pero esa es la misión. Y también divertirse y apelar a valores como la amistad o la alegría. Igual son letras que también cargan con conflictos, pero en persona. En la mayoría de las letras que he hecho me gusta atravesar el conflicto y después de eso sacar algo que tenga la carga del conflicto pero procesarlo y no vomitar solamente el conflicto. Tampoco buscamos promover el consumismo en el sentido de hacer apología, tratamos de tener la mayor conciencia a la hora de escribir porque sabemos que los mensajes llegan a personas y está bueno ser cuidadosos con eso.
En 2011 publicaron Bienvenidos al presente, su primer disco que marca una base muy definida entre el funk y el hip hop. Teniendo en cuenta que ya pasaron 10 años, ¿creen que sigue siendo parte del presente o ya forma parte del pasado?
Personalmente, cuando escucho el sonido que tiene se nota que es el primer álbum y que en producción, en la calidad del sonido, hay diferencias, ¡pero yo lo escucho y me re gusta! Lo que sí se nota más es la energía esa “efusiva” de la edad… por ahí más rock, menos cuidado, si se quiere.
¿Cómo fue el proceso de grabación?
Ese se hizo bastante casero, me parece. Lo produjeron Jean Lukas y El Dog en sus estudios y después se grabaron los instrumentos en unos buenos estudios. Pero un poco siempre la misma dinámica, el tipo de grabación siempre fue así: se graban instrumentos en estudios de calidad y después se trabaja en los estudios de cada uno.
En 2015 publicaron A punto caramelo. ¿En qué momento se dieron cuenta que el disco estaba “a punto caramelo”?
Si no me equivoco, creo que fue cuando teloneamos a Bruno Mars en el Estadio Único de La Plata…
O sea que fue mucho tiempo después de haberlo grabado…
Sí, yo creo que sí… fue como uno o dos años después cuando marcó dónde estábamos parados en ese momento.
¿Y cómo grabaron ese disco?
Como todo, se van formando proyectos, se van laburando, se van desarrollando y después se mezcla todo y se empata todo. Es bastante minucioso y artesanal, y profesional también.
Ahí entró el recientemente fallecido productor y empresario musical Pelo Aprile con Pelo Music, ¿no?
Claro, exactamente, con A punto caramelo. En realidad, antes lo había editado [Daniel] Grinbank, si no me falla la memoria. Después se lo pasó a Pelo porque no podía, estaba con muchas cosas, con los shows de Violetta, en ese momento, y bueno… pasó a Pelo Music.
¿Qué recuerdos tienen de él?
¡Pelo fue un grande! Nos marcó, nos visionó también y bancó nuestra visión del arte y nuestros proyectos. Fue un grande no solo como productor, sino que también tenía algo de artista, entonces se conectaba muy bien con nosotros. Además nos bancaba en los pedidos de incorporar muchos músicos, gracias a Pelo pudimos empezar a grabar mejor, con más músicos. Fue un crecimiento.
En En espiral, su disco de 2018, tienen una versión de “La rubia tarada” de Sumo, y también se dieron el lujo de samplear a James Brown y a Cypress Hill. Y ya que veníamos hablando del tiempo, ¿suelen ser nostálgicos con la música?
Hay una búsqueda de traer voces del pasado al presente, de retomar artistas de otras generaciones y tratar de que sigan vigentes. Hay un poco de eso, sí.
El año pasado publicaron el single “Bajo la lluvia”, inspirado en el poema “Vencer la lluvia” de Kenji Miyazawa. ¿Cuál es la relación de Lo’ Pibitos con la literatura?
Esa canción la escribí yo y es una letra que habla de la ilusión, la ilusión del mundo material, del mundo fenoménico. A medida que la iba escribiendo y desarrollando nos dimos cuenta que el concepto en sí es algo del budismo que se llama la Rueda del Samsara. Es algo complejo de explicar, pero en pocas palabras, desde mi lectura, habla de la ilusión y del tránsito humano en la ilusión del mundo fenoménico, y de cómo el deseo, en algún punto, es también el creador de la dualidad.Y también está la propuesta de “bailar bajo la lluvia”, que es bailar cuando haya conflictos, cuando haya problemas… ¡Que no queda otra que bailar! El resto podrá ser un conflicto, pero que es parte de una ilusión. Va a haber dolor y todo, pero es parte de una ilusión.
¿Hay más autores que les hayan inspirado en sus letras?
Facundo Cabral, que si bien no es poeta, es un trovador. Hicimos un featuring con él post mortem. Pero no, no es que nos inspiramos mucho en la poesía en sí.
Te referís a “Levántate y Anda”, el single que sacaron el año pasado con Hugo Fattoruso y una narración de Facundo Cabral. Teniendo en cuenta que falleció en 2011, ¿qué significó para ustedes esta canción tan trascendental en el tiempo y en el contenido?
Fue una genialidad de Jean Lukas que se animó a ese crossover, a esa mezcla. Está cargada de un mensaje hermoso, muy inspirador para los tiempos que corrían así que estuvo muy acertado. Por un lado está Facundo Cabral, que es un genio para nosotros, y por el otro Hugo Fattoruso, que es un extraterrestre total en lo que hace. Además tuvimos el honor de tocar con él durante nuestro último show en La Trastienda de Montevideo, un sueño cumplido en todo sentido.
Hay una cierta relación de la banda con la cuestión del tiempo, algo que también se ve en letras como “Pintando de colores el futuro” o “Van pasando las horas, van pasando los ratos”. ¿Qué significa el tiempo en sus vidas?
En las letras que escribí yo, la idea siempre está apuntada al presente. Eso es verdad, tratar de experimentar un poco el presente o bajar al momento… Hay otra que es “Del tiempo te olvidaste”, que pertenece al primer disco. Yo creo que la propuesta tiene que ver con venir al momento presente, que también es una ilusión, ¿no? Siempre está el pasado, el presente, el futuro… Todo se mezcla, pero por lo general en las canciones siempre invitamos a eso.
Este año publicaron “En otra dimensión”, una colaboración con el artista nigeriano Shiba. ¿Cómo se dio eso?
Es un artista con el que Jean Lukas se contactó hace unos años comprando beats por internet. Él sabía que también era artista, que hacía su música. Cuando se empezó a flexibilizar la pandemia nos juntamos con El Dog en Mercedes y surgió el origen de la canción. Al día siguiente vino Jean Lukas y ahí tiró la propuesta de llevarlo para el afropop. Después se le ocurrió que estaba este artista en Nigeria y… ¿qué mejor que hacer un afropop con alguien posta? Entonces fue directo a la fuente y lo logró, y encima también se grabó allá porque ellos tenían un equipo audiovisual. Fue así que pudimos congeniar con éxito esa coproducción Argentina-Nigeria que fue increíble.
¿Por qué creen que celebrar sus 15 años como banda con un Teatro Coliseo e invitados especiales es un buen plan?
Nos dimos cuenta que teníamos 15 años de carrera y fue un número que dijimos “¡Che! ¡Celebrémoslo así!”, ¿no? Con ese sentido. Y la verdad es que nunca habíamos tocado en el Teatro Coliseo, entonces nos pareció que por la belleza que tiene, y porque es un teatro que está en calle Corrientes, creo que era algo superador a nuestro último show, que fue en Vorterix en 2019, entonces buscamos que el lugar sea un poquito más grande y que también tenga esa cosa de gala, si se quiere, como de celebración. Por otra parte, los invitados y las invitadas la verdad que fueron artistas que nos acompañaron en este camino. Además estuvimos acompañados por la “big band” que acompaña a la banda, que es cuando tenemos todas las secciones de vientos, de percusión, de coros, etcétera.
¿Tienen otros planes?
Yo creo que todo este año va a ser una celebración, toda esta vuelta nuestra va a serlo. El próximo álbum también va a ser una celebración, esperamos sacarlo para mediados o finales del año que viene.
¿Es posible mantener la misma esencia después de tantos años?
¡Yo creo que sí! La esencia, a mi parecer, es lo que te va mostrando por donde ir, digamos. También la banda en sí tiene un concepto y una forma que es difícil de romper. Tiene unos valores y unos códigos internos en el sonido, en lo que se busca, de los cuales es difícil salir. Y del otro lado está el público, que es lo que sostiene a eso mismo.
Hace muy poco vienen abriéndose camino en otros países como Brasil o Uruguay, ¿Cuál es el próximo paso a dar?
Y, no sabemos, el tiempo dirá. Va a haber algo nuevo con Uruguay, hay una alianza rioplatense muy fuerte con la gente de Montevideo, así que próximamente va a salir algo nuevo con ellos. Y bueno, si te digo algo más te miento.
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