En abril de 2016, el rock argentino se vio sacudido por una denuncia que significó un antes y un después, un punto de quiebre generacional no solo a lo que debate público y visibilidad refiere sino también a consecuencias políticas y culturales que siguen resonando hasta el día de hoy.
Hablamos de la denuncia realizada por Mailén Frías a José Miguel del Pópolo, cantante y compositor del grupo de rock La Ola Que Quería Ser Chau por violación y abuso sexual, la cual destapó una olla de testimonios, acusaciones y revelaciones de violencias perpetradas en un ambiente que se suele situar dentro de un orden contracultural y que, sin embargo, como parte de una sociedad machista y misógina, no está exento de reproducir sus lógicas violentas y hostiles.
La fecha de juicio contemplada para la causa luego de que el cantante fuera procesado estaba pautada para 2020, pero por la pandemia hubo una dilatación de plazos; dilatación que llevó a que la nueva fecha de juicio se pospusiera hasta agosto del presente 2024. Hasta ahora, hubo audiencias en las que declararon tanto la defensa como las denunciantes y testigos; y se espera que haya ampliación de declaración por parte del denunciado antes del veredicto.
Mientras se escribe esta nota, la próxima y última audiencia está pautada para el 31 de octubre. En conversación con Indie Hoy, Mailén cuenta la actualidad de la causa, reflexiona sobre lo sucedido en estos largos ocho años y exige, como desde el primer día, justicia para ella y las demás denunciantes.
Todo comienza en abril de 2016. Contame un poco sobre el arco temporal que llega hasta hoy; creciste, viviste otras cosas, pasó la pandemia… ¿Cómo maduró el proceso interiormente?
En lo personal hubo muchas etapas… Algo que rescato es la estabilidad emocional que pude generar y que nunca había podido lograr. Al principio, el hecho de hacer la denuncia fue algo bastante traumático, también la exposición que tuve sin saber qué podía llegar a pasar. Yo hice una denuncia en redes sociales y a partir de ahí el caso tuvo una visibilidad que logró mucho alcance con respecto al de otras personas que habían pasado por la misma situación que yo, no solamente con esta misma persona sino con sus propios familiares y amigues. A partir de ahí su significado cambió.
Se socializó el significado que tenía la denuncia para vos…
Claro, y eso generó también un sostén emocional al principio. Luego, necesité alejarme de esa situación porque estaba muy expuesta, la gente recurría a mí para pedir ayuda. De repente sentía que todos los días me tenía que dedicar a estar en contacto con esta situación y eso pasó durante por lo menos dos años. Me tuve que alejar un poco, tratar de estar en la mía sin exponerme tanto, sin estar tan pendiente de este asunto y ahí fue que me pude ocupar de la parte personal que significaba para mí el hecho del abuso, el hecho del duelo de una amistad que yo creía que había, el duelo de la imagen que yo tenía de una persona que yo quise mucho… porque la verdad que el abuso no es solamente físico sino que es emocional y afecta muchísimo. Algo muy clave que hace un psicópata es contener a la persona a la que está haciendo daño. Tener que revisar esas cuestiones en mí para que no vuelva a sucederme algo así fue muy importante.
En el medio habrá sido positivo desligar la parte social de la parte individual, y a la vez haber empatizado con gente que vivió lo mismo. Vos empezaste a tener vínculo con otras denunciantes a partir de que empezó todo…
Decidí hacer esto público porque me di cuenta que, al comunicarme con su entorno de amigos, empezaron a maltratarme, a decirme que yo estaba loca, que él nunca podría haber hecho lo que yo decía que hizo… y esto es a la vez lo mismo que él me decía de sus parejas anteriores, o de otras personas, entonces me comuniqué con esas personas para ver si efectivamente habían estado en una situación similar a la mía y cuando supe que sí, ahí fue que dije: esto no puede quedar en una denuncia en una comisaría, esto es algo que este tipo hace y tiene que dejar de hacer. Entonces, más allá de que yo siento que fue una forma de defenderme, el hecho de denunciar y de haberlo hecho público fue mi manera de ponerle límite a una persona que le estaba haciendo mal a un montón de otras personas y que posiblemente, si esto no se hubiera hecho de esta manera, hubiera seguido pasando… pasaron ocho años.
Mailén da cuenta de la importancia de la red afectiva que pudo construir, no solo con su entorno sino con las denunciantes a quienes conoció luego de haber sufrido en carne propia los hechos que son el cuerpo de su relato, doloroso, crudo y urgente. Esa red afectiva fue fundamental como sostén, en tanto el tiempo pasó hasta el desarrollo actual de la causa. Como bien señala: “Las personas más empáticas fueron las que realmente sabían lo que me había pasado porque estuvieron en la misma situación. Generar eso para mí y para otras personas fue muy importante porque me daba cuenta de que yo no era la única, y que había mucha gente a la que les había hecho esto mismo y que habían sido atacadas por su entorno”.
A partir de la denuncia hubo un momento de ebullición social y a la vez un “impasse” comunicativo de la persona denunciada que, a principios del año siguiente apareció a dar una palabra pública a través de un posteo en la página de Facebook de la banda. ¿Qué sentiste en ese momento? ¿Qué te generó?
Yo estaba en el lugar de trabajo de quien era y es ahora mi novio, y me acuerdo que me llamó Anabela, otra denunciante diciéndome: “¿Viste Mai el post que hizo Miguel?”. Cuando leí me aterroricé porque sentía que eso que se había logrado, que un montón de personas sean tenidas en cuenta, estaba en peligro. Hasta el momento se veía una violación como una situación en la que “te agarra un desconocido y te obliga a tener relaciones sexuales” y lo que estábamos denunciando era que yo accedí en algún momento a tener una relación, yo accedí en algún momento a tener relaciones sexuales, yo accedí a ir a la casa; pero me obligaron a tener relaciones sexuales en ese momento, por lo que no eran consentidas. Me aterroricé, sentí eso de “ahora no me van a creer, ahora me voy a quedar sola, las chicas que denuncian se van a quedar solas”. Sentí también que esa era la estrategia de él y quizás sea también su estrategia en la justicia. Pensaba, ¿cómo me defiendo de esto si yo en su momento no grité ni salí corriendo en el momento en que me tenía agarrada? ¿Ahora cómo hago para ir en contra de su palabra? Yo no iba a exponer mi cuerpo, las pericias. Tuve acceso a la causa mucho tiempo después porque yo no quise tener acceso a esa información. A mí también me hacía mal verla y no quería exponerme tampoco. Me acuerdo que volví a la casa de mi novio, me metí a bañar y cuando llegó él a casa dije “bueno, ahora sí quiero saber qué está pasando en las redes” y era una ola de bardeadas al tipo este. Mucha gente que cuestionaba su discurso no solamente por lo que yo había contado sino por cómo él estaba abordando la situación: esto de las frases totalmente de manual que tienen las personas no solamente psicópatas sino los violadores. Ahí me tranquilicé…
Cuando viste el feedback inmediato de la gente…
Sí, ahí dije: somos tantas las personas que pasamos por esta situación y que estamos seguras, que no hay manera que otra persona nos haga dudar. Y éramos muchas más de las que yo creía. Otra vez fue la contención de la gente que había pasado por la misma situación lo que a mí me sostuvo en ese momento. Después de eso ya está, me di cuenta que en lo social ya estaba todo dicho y que yo no tenía que demostrar más nada, que lo que yo había contado era suficiente no solo para que me creyeran a mí sino también a otras personas. Esto le pasa a un montón de gente y hay un montón de gente que hace este tipo de cosas. En ese momento, nadie se hacía cargo de que sus amigos, sus familiares o los varones de su entorno eran los que generaban estas situaciones. Hay una frase que siempre decimos que es que todas tenemos una amiga que fue abusada, pero los varones nunca tienen amigos abusadores. ¿Quién lo hace sino las personas de las que nos rodeamos? Estas personas para hacer estas cosas tienen el aval de la sociedad entera.
Un aval que no es necesariamente explícito sino que está codificado en prácticas en mayor o menor medida conscientes…
Y además saben esconderse muy bien, saben esconder sus miserias, hacen que lo obvio no lo sea. Después de que uno hace la denuncia a nadie le sorprende, pero en su momento nadie podía darse cuenta de lo que realmente estaba pasando. A la vez, cuando yo hice la denuncia, nadie se sorprendió.
En las distintas audiencias Mailén fue y es acompañada por las demás denunciantes, Rocío y Anabela, así como por sus testigxs, sus amigxs y gente que de una u otra forma se solidariza apoyando con su contención y empatía en este momento. Entre las personas que la acompañaron a lo largo de este tiempo, se encuentran Ariell y Felicitas, víctimas de los abusos perpetrados por Cristian Aldana, cantante de El Otro Yo, quien actualmente está cumpliendo su condena tras ser juzgado en 2019.
Evidentemente, cuando denunciaste había un contexto que “inclinaba” la balanza para el lado del que ya estaba en ese estado de privilegio, como era el caso de Aldana. Tu denuncia de alguna manera empató la balanza a nivel social, que rompía con la figura del ídolo en un lugar intocable. ¿Cómo ves esa importancia más política y social que tuvo puntualmente este caso y tu denuncia?
Yo creo que en su momento se empató, se generó una figura importante también al lado de la otra. Pero también es algo que hoy en día sigue pasando. Que en su momento hubiese tantas denuncias y que se ponga esto en discusión es algo que fue y es importantísimo. Pero siempre y cuando se sostenga en el tiempo. Yo hoy veo lo mismo, el problema de que el relato de las víctimas se ponga en duda.
A la vez, el contexto general actual da un marco de “restauración” discursiva de ese machismo…
Tal cual, de violencia. Siento que va un poco con todo, entonces… Yo no veo ahora a las nuevas generaciones hablando de esta situación, pero sé que sigue pasando, porque de repente vuelven a haber personas que sienten vergüenza de contar situaciones de abuso, personas que tienen miedo de contar que fueron abusadas. Los discursos se banalizaron o se llevaron un lugar que no tendrían que haberse llevado… como que “el violento” era el que buscaba hacer un poco de justicia para su persona, un poco de justicia social. Si bien hay un montón de cosas con las que no estoy de acuerdo que tienen que ver con el punitivismo, tampoco estoy de acuerdo a que hoy en día se vuelva a poner en duda el relato de una persona que está viviendo algún tipo de maltrato. Creo que ya se hizo lo suficiente para que hoy en día estemos un poco más alerta de las actitudes que tienen nuestros compañeros, nuestros amigos, nuestra familia y todos somos responsables de evitar que esto siga pasando.
La última audiencia del juicio de Mailén Frías contra José Miguel del Pópolo tendrá lugar el jueves 31 de octubre a las 9:30 h en el Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional Nro. 25 (Paraguay 1536, CABA).