Luego de sacar Oscura sala de la visión, su último disco, Mujercitas Terror comenzó planear una gira de presentación por Latinoamérica. Había que armarla con tiempo y paciencia porque es una banda independiente, sin respaldos ni mecenas. Así que ellos mismos empezaron a mandar los mails y a realizar algunas llamadas. En agosto de 2019, llegaron respuestas alentadoras desde México. Era posible pensar en algunas fechas allá. Para fin de año, ya tenían cerradas diez fechas y existía la certeza de conseguir más lugares para tocar. Estando allá, eso se facilitaba y se concretaba de manera más efectiva. Pero eso también significaba otra cosa, quizás más importante: pasar mucho tiempo lejos de casa y de la tierra de origen. Decidieron endeudarse, vender algunas pertenencias, sacar pasajes de ida y largarse a la incertidumbre de no tener fecha de regreso.
En el medio, Marcelo Moreyra, cantante, guitarrista y compositor de la banda, sacó su primer libro de poesía: Mañana memorial (Milena Caserola). Una obra que amplificaba desde lo poético el universo de Mujercitas Terror y de Envidia, su proyecto solista. Para marzo de 2020 (en esa otra vida), Mujercitas Terror liquidó las últimas cosas que le quedaron y viajaron a México. Después de concretar la primera fecha de la gira llegó la pandemia, el horror, y los planes de una gira extensa se desbarataron. Volvieron luego de estar en un limbo de dudas donde no se sabía cuándo se iban a habilitar los vuelos hacia Argentina.
Un año después, y marcado por estos hechos del pasado reciente, Marcelo Moreyra presenta el segundo disco de Envidia: La sonrisa de los huesos, que tiene el arte de tapa de la artista y bajista Daniela Zahra. Una muestra de que sobrevivir no es un territorio de placer sino de introspección (“Siempre lo mismo/terminar hablando solo/después de haber probado todo”), soledad (“Y nadie quiere estar acá/y nadie quiere mirar”) y audacia (“Acércate hacia la luz/que es allí donde te esperan”). Un disco que respira encierro -en un tiempo de aislamientos varios- para poder resignificarlo y volverlo combustible creativo, y que apuesta a demostrar que todavía una guitarra acústica puede llegar tan lejos como la electricidad.
¿Por qué decidiste, en cuanto al sonido, despojarte de la electricidad de Mujercitas Terror para el proyecto de Envidia?
Decidí hacerlo así porque me di cuenta que desde la guitarra acústica se puede llegar a todos los estados y no quería armar otra banda, ya estaba bien con Mujercitas Terror. Envidia es, justamente, un reflejo de la soledad y el silencio, es un formato simple y, como decís, despojado. Me gusta eso, algo fácil de destruir y volver a armar.
Es el segundo disco de Envidia en 8 años. ¿Cómo es tu proceso de trabajo para tu camino en solitario?
En realidad este disco lo había empezado a grabar después de Fiesta muda de Mujercitas Terror. Grabé muchas canciones con Andrés Cáceres que había producido el disco anterior. Hicimos tres sesiones relargas y trasnochadas al estilo de La voz mala, el primero de Envidia, pero ese material se perdió porque Andrés no pudo seguir. Después lo intenté solo varias veces más y no me convencí hasta esta última grabación. No había publicado nunca algo producido por mí salvo los primeros de Mujercitas que eran tipo demo, y me costó mucho a pesar de admirar a tantos músicos que se manejan así. Amar esa desprolijidad y de ser algo supuestamente simple de hacer a mí se me hacía difícil. Tal vez esta sea la manera y la pueda volver a aplicar, aunque nunca tuve un proceso creativo. Por lo general, lo mío sale del caos igual que con Mujercitas Terror, ese desorden no lo puedo evitar.
¿Cómo influyó el aislamiento y la cuarentena en la composición y grabación de este disco?
Bastante, porque cuando empezó la cuarentena nosotros estábamos de gira por México, una gira que casi no existió. Cuando volvimos no teníamos nada en casa, ni las camas, porque nos pensábamos quedar allá por un tiempo en realidad. Tenía un portaestudio que me regaló Dani [Zahra] hace mucho y con el silencio que había era todo muy propicio para hacer algo, así que me inventé un pie de mic con un perchero y empecé a hacer tomas. Hice más de cien, después conseguí la computadora y lo mezclé. Como casi no sé mezclar, la toma tenía que estar buena entera, tanto la guitarra como la voz. Y había más canciones pero decidí dejar solo estas porque la historia me cerraba mejor. Estaba bueno porque no había que salir de casa, como siempre pero sin culpa. Me puse con esto y a armar algunas canciones para el próximo de Mujercitas Terror.
La canción “Águila” dice en un momento “Para vivir hoy/es mejor matar”. ¿Considerás que hay un imaginario estético distinto del que se crea en Mujercitas Terror?
Si, en Envidia llevo todo al plano más personal porque estoy solo, la banda está llena de objetos pertenecientes a ese imaginario que fue creado con Daniela que son a la vez la inspiración de las canciones, de esa forma en Envidia me puedo meter de lleno en estados mentales, paisajes, historias del pasado, personajes que se desfiguran y cuando los canto dejan de existir. A la vez, no sé por qué están ahí.
¿La sonrisa de los huesos es un disco para escuchar en soledad? ¿Qué tipo de audiencia imaginás para un disco como este?
Podría ser, aunque no sé muy bien. Para mí casi toda la música es para escuchar en soledad. Por eso me cuesta mucho pasar música, algo que yo haya seleccionado, y me cuesta recomendar cosas, al menos dejé de hacerlo. Hay personas que tienen ese tipo de talento de poner una canción en el momento justo y ahí tal vez es donde se pueden compartir las canciones, es una habilidad que parece simple pero no lo es.
¿En qué momento está Mujercitas Terror ahora mismo?
Estamos ensayando temas nuevos que queremos grabar y estamos por tocar en vivo otra vez el 13 de marzo, justo a un año de nuestra última fecha que fue también un 13 de marzo en México, una casualidad.
Oscura sala de la visión, el último disco de Mujercitas Terror, es un disco que se corta solo en el panorama del rock local. Y La sonrisa de los huesos también. ¿Cuáles fueron tus influencias en estos últimos tiempos?
Yo pasé por muchos estados musicales y de otros tipos pero siempre el post punk va a quedar en mi memoria como lo más fresco y lo más vivo porque fue casi lo primero que escuché. Me acuerdo cuando escuché la voz de Johnny Rotten por primera vez en PIL o Sex Pistols todo se iluminó y lo que vino después fue como ir hacia atrás y retomar. En esta última época conocí un guitarrista que se llama John Fahey que me gustó mucho, yo siempre admiré a los compositores raros como Ronnie Self, Hasel Adkins, Roy Orbison, Scott Walker, cosas que mencioné más de una vez. Hace poco me enganché con Elliott Smith, no lo había escuchado y me lo recomendó Rosario [Bléfari]. Trato de escuchar y entender a los artistas como son, no sé si queda algo en mí pero la influencia nunca fue algo directo, partir de otra canción no es mi forma de componer. Puede provenir de otros lugares o de melodías perdidas en el ambiente cuando estoy tocando.
Sacaste un libro de poesía hace poco, Mañana memorial. ¿Qué te motivó a sacarlo y qué lugar ocupa la poesía en tu proceso creativo?
Yo escribo constantemente, casi todos los días. A veces también escribo los sueños y voy deformando lo que veo, utilizo cualquier tipo de técnica para que se transforme en una canción o directamente tocando una melodía que también tira a veces las letras. Muchas de las cosas que escribo quedan en la nada y si me gustan mucho tienen su propia música aunque no esté, como en la poesía, y me acompañan. Así fue que elegí un tema esa vez y armé ese libro, en un principio no se me había ocurrido la idea de editar. Daniela fue un poco la que me incitó a hacerlo, junto con Cata Oz y Rosario Bléfari me ayudaron para que eso pase. Ahora estoy armando uno nuevo que tiene una temática diferente, eso pasa con las cosas cuando cobran vida y uno se las saca de sí, entonces ya no te persiguen.
¿Cómo ves el panorama del rock argentino en la actualidad y qué lugar te parece que tiene Mujercitas Terror?
Estuve escuchando algunas cosas en la cuarentena en streaming que estaban buenas. Seguro va a haber cosas re diversas, es un momento muy distinto a otras épocas donde había jerarquías que hacían todo más difícil. Ahora cualquiera puede llegar. A mí me cuesta mucho la idea de fan, justo el otro día pensaba en eso. Lo que hizo Mujercitas Terror siempre fue de forma natural y no hay cálculos, esas cosas enferman. Seguro vamos a tocar hasta que algo externo lo impida, igual nunca sé qué lugar tiene, alguien a veces me lo recuerda y lo olvido.
“En este lugar hay solo ruinas” dice la canción “Tu calle en invierno”. ¿Qué sensaciones tenés respecto al futuro?
El otro día soñé que estaba en un cine y que sabía que era el único que no se había vacunado. Cuando se apagaron las luces, todos empezaron a descomponerse menos yo y me quedé solo. Algo así me tira la cabeza con respecto al futuro. Por eso creo que aunque esto parezca horrible hay que encontrar lo que siempre supimos encontrar, olvidar donde estamos parados es lo único que nos deja observar que aún hay cosas que están vivas.
Escuchá La sonrisa de los huesos en Bandcamp.