“Si desconocemos lo que tenemos a nuestro alrededor, no pretendamos ser universales”, reza una placa al comienzo del nuevo videoclip de Matilda. Es que en la flamante “Lejos del centro”, con su traje de canción pop y melodía amable, hay una clara –y sana- intención de interpelar. La cita corresponde al protagonista del video, el artista plástico Orlando Belloni, cuya obra también ilustra la portada del single. Si el nombre no resulta familiar al oído, es por el bajísimo perfil que mantiene este pintor, escultor y dibujante casi nonagenario. Y no es una excentricidad, sino una declaración de principios, igual que el profundo compromiso con el que habita, observa y retrata desde hace casi 40 años los humildes paisajes del barrio de La Tablada.
Para el dúo rosarino, hubo un antes y un después del encuentro con este singular personaje. “Quisimos contar el barrio a través de la obra de Orlando para que más gente la conozca, y al mismo tiempo, retratarlo en su cotidianidad”, explica Checho Godoy sobre el concepto rector del videoclip en conversación con Indie Hoy. “También es un registro fílmico de Belloni, que no hay mucho”, agrega, y la nostalgia aparece entonces como un denominador común. No esa nostalgia del que añora sus pagos desde la distancia, sino la del que los cuenta en tiempo presente: “Un potrero resiste el avance de la urbanidad”, dice un pasaje de la letra, y desde esa cotidianidad que no precisa lujos ni tecnología para hacer arte, Belloni también resiste.
En aquel convulsionado 2001, en plena hegemonía del rock barrial, esta suerte de culto a la sutileza fue para Checho e Ignacio un modo de resistir e intentar desarmar prejuicios. ”Por suerte no hemos tenido malos tragos durante esos años, pero era una época muy testosterónica, y había muchas cosas que no estaban buenas -resalta Checho-. Por algo le pusimos Matilda a la banda, preferimos elegir un nombre que aludiera a algo femenino”. Con esa misma determinación, apostaron por hacer crecer el proyecto desde Rosario. Su carrera musical nunca orbitó en torno a Buenos Aires y, dos décadas después, siguen reinventándose y nutriendo esa misma escena que supo cobijarlos.
Matilda no se deja encandilar por las tendencias, ni le teme a la tiranía del algoritmo. Algo que también aplica al momento de concretar un featuring. “Durante el encierro, cuando había mucho tiempo para pensar, le mandé un mensaje a Checho y le dije, así como un delirio, que para mí el estribillo lo tenía que cantar Litto Nebbia”, rememora Ignacio Molinos sobre el detrás de escena de este single, que formará parte del sucesor de Imaginario popular, su disco publicado en 2019. Sin embargo, esa fantasía tenía un punto de anclaje en la realidad: en 2014, el bajista de la dupla produjo un disco homenaje a Los Gatos interpretado por artistas rosarinos, y el mismo Litto asistió a la presentación.
“Después del show fuimos a cenar con él y su esposa, entonces cuando tuve esa idea le escribí a ella, que me pasó su mail para que lo contacte”, cuenta, y se le nota el entusiasmo en la voz. Unos meses después, el prócer del rock le enviaría un correo con las voces para la canción. Así es como fluye todo en el universo Matilda. Sin estrategias forzadas, y con un sentido de coherencia difícil de corromper. “Está bueno calcular un poco y no romper la lógica de un proyecto por querer pegarla -sentencia Checho-. Siempre coincidimos en que es preferible cuidar lo que tenemos”.
Eligieron desarrollar su carrera musical desde Rosario, un gesto valioso que desafía la visión centralista, y que también va de la mano con lo que propone “Lejos del centro”. ¿Cómo es hoy su vínculo con Buenos Aires?
Checho: Con Buenos Aires siempre hemos tenido una relación bastante respetuosa. Nunca fuimos de forzar mucho la situación, de ir a cualquier costo a tocar allá. Tratamos de ir cuando hay un interés real de que vayamos. Después giramos mucho por Córdoba, Santa Fe, Paraná, hace 20 años que vamos a esas ciudades y tenemos un circuito armado. Buenos Aires es un poco más complicado, al menos esa es la sensación que tenemos desde acá. Uno no está muy seguro de qué es lo que está sucediendo. Pareciera que no existen puntos medios, o metés un montón de gente o demasiado poca.
Nacho: Después de la pandemia se revalorizaron ciertos espacios. Los ciclos están en extinción prácticamente, por eso es tan importante sostenerlos. Funcionan como espacios de visibilidad. Si no, es como que las grandes propuestas van copando todo.
En ese sentido, no debe haber sido sencillo hacerse un lugar en el circuito musical de Rosario, ciudad rockera por excelencia.
C: En aquel momento tuvimos el apaño de Planeta X, un sello de música experimental y electrónica de acá que generaba su propia escena y tenía su propia casa. Ese fue un refugio que nos permitió desarrollarnos. Pero te diría que recién a partir del 2015, 2016, después de casi 15 años de tocar, empezamos a ser incorporados a lo que era la cultura más visible de Rosario. Hasta ese entonces nos manejamos de manera muy under, tocando en fiestas, en reductos muy poco oficiales por así decirlo.
Respecto a “Lejos del centro”, ¿cómo fue ese primer encuentro con la obra de Orlando Belloni?
C: Yo me crié en un barrio de Zona Sur, y cuando vi esas imágenes sentí mucha empatía, porque eran cosas que había vivido de chiquito. El potrero, la gente en los ranchos… un universo que me resultaba muy familiar y me pareció valioso que alguien lo retratara, sobre todo porque no lo hace desde la solemnidad o el lugar común, sino desde un enfoque bastante lúdico.
N: A Orlando no le interesa ni busca estar en las grandes luminarias del arte, todo lo contrario. Siempre vivió en su barrio y decidió dedicar su vida a pintar. Dividía su tiempo entre trabajar en la carpintería que está al lado de su casa, que es de un amigo suyo, y él vive al lado, en una casa que le alquila, ahí tiene su estudio. Siempre vivió de una manera muy austera, y a sus casi 90 años está en plena actividad. Todo eso nos interpeló.
¿Qué le pareció la idea de aparecer en un videoclip y ser retratado en su intimidad?
N: Siempre mantuvo un bajo perfil, pero no es una persona críptica para nada. Es un tipo muy accesible, alguien con quien podés quedarte horas hablando. Está lleno de anécdotas y cada uno de sus cuadros encierra una historia en sí mismo. Los personajes que pinta son sus vecinos, gente que vive o ha vivido ahí en el barrio. De alguna forma, los cuadros retratan su vida.
C: Trabajo en un centro de salud al lado de una villa desde hace 20 años, habito esos espacios todos los días de mi vida, entonces los conozco y no quería caer en el golpe bajo. Tratamos de encontrarle una vuelta para contar eso de una manera que fuera un poco más sutil y, sobre todo, que de alguna manera rescatara las cosas buenas del barrio.
Se podría trazar un paralelismo entre la figura de Belloni y la forma que tienen ustedes de concebir la música…
N: Totalmente, nosotros nunca perseguimos el éxito, ese que supuestamente se encuentra en Buenos Aires. Hay algo de esa cuestión cero careta, por así decirlo.
C: En el caso de este single, el tema surgió durante la cuarentena, así que lo hicimos sin saber siquiera si íbamos a poder volver a tocar. Con eso ya queda claro que no tenemos segundas intenciones.
Si bien fueron perfeccionando la fórmula, se han mantenido fieles a un formato y una estética sonora…
C: Sí, lógico que con el tiempo uno va mutando, pero esa transformación tiene que ser sincera. No es que porque ahora se puso de moda el trap o el reggaetón nosotros vamos a hacer eso. Tenemos otra cosa para ofrecerle a la gente y está bien que ocupemos este lugar. Aunque sea un lugar chico y de nicho, es gente que va a estar interesada en algún momento de su vida en escuchar este tipo de música. Si uno lo entiende de esa manera, está buenísimo.
N: Hay otro camino para hacer las cosas. Se le puede poner cabeza y no necesariamente hay que caer en la tendencia, o en lo que se está escuchando en el momento. Ahora, si vos querés hacer plata, obviamente vas a tener que hacer otra cosa…
¿En esa sinceridad está la clave para mantenerse vigente?
C: En parte sí. Algo que también pensé cuando fuimos a la casa de Belloni, y lo mismo ocurre cuando vemos la magnitud de la obra de Litto Nebbia, es que te tiene que gustar mucho algo como para seguir haciéndolo a esa edad con la misma pasión, y seguir proyectando hacia el futuro. Es algo bastante fuerte y a la vez muy conmovedor. En ese sentido, son dos referentes para nosotros, compartimos su filosofía de trabajo, es algo que tratamos de emular y sostener en el tiempo.
N: Litto es un tipo que todos los años edita dos, tres, cuatro discos, sigue tocando, donde lo llamen él va, se sigue conectando con la gente joven… y además es una persona muy generosa con su arte. Cuando le propusimos participar en la canción, no preguntó nada, ni si era una producción donde había guita de por medio ni nada así. No midió lo que estaba dando ni especuló. Simplemente se copó y lo hizo.
Está de moda hacer feats, pero ustedes encontraron la forma de marcar la diferencia…
C: Las invitaciones que hemos hecho, o las que vayamos a hacer en un futuro, siempre tratamos de que tengan algo que ver con nosotros, ya sea desde lo musical o desde lo humano. Ahora es como que todo se volvió lo mismo, no hay más tensión, pareciera que la batalla está perdida en algún punto. En los noventa vos no te hubieras imaginado a Valeria Lynch haciendo un feat con La Renga, por ejemplo. Yo entiendo, los medios de comunicación tienen que sobrevivir y necesitan cosas que les generen clicks, y tampoco es por criticar contenidos artísticos, pero pienso que las cosas tienen que estar hechas desde un lugar que tenga sentido.
También estaba todo más polarizado en esa época…
C: Pero a la vez en esa actitud medio binaria de los caretas y los chetos, por ejemplo, había cierto equilibrio de fuerzas. Me parece que ese equilibrio se rompió. Desde que aparecieron las plataformas tipo Spotify, sobre todo después del 2010, ya no hay más lugar para cierto tipo de propuestas. Con lo cual estamos en un problema, porque todo lo demás queda reducido a algo demasiado microscópico. Aun así, seguimos prefiriendo mantenernos fieles a nuestras creencias estéticas y políticas.
¿Encuentran algún referente de la escena actual que los interpele?
C: L-Gante, por ejemplo, es un artista que me cae muy bien. Me gusta su forma de encarar la música, inclusive las letras. Aunque muchas veces no coincida, me gusta cómo las arma y que visibilice ese lugar. Es muy fresco y me parece que está buenísimo. Por algo hay un montón de gente que le tiene bronca, la gente no quiere ver lo que él muestra.
¿Cómo funciona la dinámica creativa entre ustedes, después de tanto tiempo tocando juntos?
C: Nosotros charlamos un montón. Imaginate que hace veinte años que nos vemos todas las semanas, dos o tres veces por semana. Además compartimos grupos de amigos, viajamos mucho cuando vamos a tocar, entonces conversamos de todo. Y de esas conversaciones se van sedimentando ideas para las canciones. Por ejemplo, el otro día Nacho me regaló un libro que a mí me gustaba mucho, La vida es un arma de Rafael Barret, muy referenciado a lo que es el anarquismo de principios de siglo. En ese tipo de lecturas, voy encontrándome con cosas que me resuenan y eso funciona como disparador de ideas.
N: No nos interesa decir cosas que sean confortables o pasatistas, sino contar algo que creamos que es útil, o plasmar imágenes que resulten interesantes, y a la vez corrernos del canon de la canción romántica o de amor. Hablamos de eso, pero desde otro lado. Sobre todo, buscamos desarmar ese prejuicio que suele asociar al pop con lo superficial.
Profundizar desde la sutileza siempre fue una constante en sus letras. ¿El sucesor de Imaginario popular tendrá el mismo abordaje?
C: Desde el lugar que nos toca, nosotros intentamos reflejar ciertas cuestiones que tratan de ocultarse. Las canciones que estamos preparando para lo que va a ser el próximo disco van en ese sentido, poner un poco la lupa sobre lo que no se quiere ver. También tiene que ver con un síntoma de época, atravesamos una etapa bastante sombría desde el 2020 para acá. Entonces, irremediablemente, las letras tienen una paleta de colores un poco más oscura que lo que veníamos cantando en discos anteriores.
Así y todo, Matilda no pierde el romanticismo. En esta cuestión de no traicionarse, también hay algo de esa universalidad de la que habla Belloni…
N: Sí, esa esencia auténtica que nosotros vimos en Belloni o en Litto, está presente también en nuestra música. Ellos no negociaron, se mantuvieron laburando de manera ininterrumpida, más allá de que les dieran bola o no.
C: Sostener esa idea en el tiempo nos ha dado muchas alegrías. Hasta el día de hoy seguimos tocando, tratando siempre de mantener el fuego prendido. Ya somos gente grande y sin embargo todavía se sigue incorporando a nuestro público gente nueva, incluso muy joven, de otras generaciones distintas a la nuestra. De alguna manera eso habla de que estábamos en el camino correcto.
Matilda se presenta este sábado 6 de agosto a las 21 h en CC Richards (Honduras 5272, CABA) junto a Gente Conversando, entradas disponibles a través de Passline. Escuchá “Lejos del centro” en plataformas de streaming (Bandcamp, Spotify, Tidal, Apple Music).