¿Quién hubiera dicho que un par de casualidades iban a hacer de Nico Cotton el productor de muchas de las canciones que parecen estar sonando en todos lados?
Nacido y criado en Caballito, el barrio porteño donde ahora está haciendo su casa y su estudio, Nico pasó la adolescencia en el Parque Rivadavia, y fue ahí donde compró sus primeros programas para editar música. Es que había ganado una computadora en un concurso de televisión y quería sacarle jugo. “Pero yo ni sabía cómo instalarlos -comenta el productor en conversación con Indie Hoy-. Venía un CD con las instrucciones, porque no había internet. Era tratar de entender cómo era. Era sentarme y romperme la cabeza para hacer una sola cosita”.
Pero intuitivamente pudo resolverlo, haciendo maquetas que, ya en ese entonces, él “quería que suenen lo más impecable que pudiese”. A la par seguía tocando la batería en bandas del barrio con músicos que lo duplicaban en edad y agarrando la guitarra y el teclado que su papá, quien fue músico de joven, le había guardado. “Ahí me metí en la producción, con artistas que se enganchaban en esto de componer conmigo. Yo les hacía la maqueta y así arranqué“.
Empezaste produciendo a artistas como Axel y Emanuel Ortega. ¿Cómo te contactaron?
Yo tenía una banda, no nos iba bien pero tampoco nos iba mal. Éramos una boy band de rock, nos pasaban en Radio Disney, nos llamábamos Artesanales. No era conocida, ni está en Spotify ni nada. De culto. Y teníamos un productor que laburaba con estos artistas y ahí linkeamos, ellos escucharon la banda y les gustó. Sonábamos medio The Kooks, medio britpop. Y ellos linkearon por ahí, nos empezamos a juntar y de a poquito empecé a trabajar con ellos. Con Axel trabajé mucho tiempo, trabajé también con Los Nocheros, cosas más mainstream, más radiales. Y en un momento la vida me fue sacudiendo y arranqué a trabajar con otro tipo de artistas.
¿Fue ahí cuando empezaste a apostar por cosas menos mainstream?
Sí, ahí empecé. Primero fue con Lucas & the Woods. Dije “Voy a meterme con un proyecto que no es conocido, que me gustan los temas y que los pibes son muy buenos”. Y los produje por cero pesos, por el costo. Y ahí me la jugué. Y con ese EP, Pensacola Radio, quedamos nominados a los Latin Grammys.
¿Fue una sorpresa la nominación? ¿Sentiste que no hubo lobby de ninguna discográfica atrás?
Claro, era la música, éramos nosotros y la música. Estuvo buenísimo. Y me dio el puntapié para arrancar con Juan Ingaramo a pensar Best Seller. Y desde allí fue una seguidilla: Juan me abrió la puerta para trabajar con Jaime [James], Louta para trabajar con Wos, Wos me abrió la puerta para trabajar con Nicki [Nicole] y así se fueron dado cadenas del “de boca en boca” y también de que los artistas escuchaban lo que yo estaba haciendo y les gustaba. Y eso habla por sí solo.
Pensando en eso, ¿qué opinas sobre que premios como el Gardel incorporen la terna de Productor del año?
Está bueno, es fundamental. Quien produce cumple un rol muy importante, es esa persona que está afuera y que ve todo desde ahí. Y creo que para el artista es muy valioso tener a alguien en quien confiar, que te cuide. Y también me parece fundamental porque somos un montón, merecemos el reconocimiento.
¿Se tiene que notar la mano de quien produce?
Yo prefiero que no. A mí me gustan los productores que no te das cuenta. Que no es que decis: “Ah, esto suena a tal…”, sino “Ah, esto suena bueno, ¿quién lo hizo?”. Eso me gusta más. Es tratar de que se note más el artista que quien produce.
Qué sentís trabajando con Juan Ingaramo o con Louta, que también son productores, ¿es un desafío más grande?
Sí, obvio. Está bueno porque Juan a veces sabe lo que quiere, a veces no, y a veces salen temas de cuando nos juntamos a tocar. Salen rápido. A veces sí hay mucha charla y a veces no. Con Jaime todo sale más rápido. Yo cuido que siga siendo verdadero, hay que cuidar mucho al artista para que no se pasen de mambo, que no sea muy brusco el cambio…
Y quizás pensando cómo están trabajando ahora los artistas, también es posible que fusionen los géneros con colaboraciones, ¿no?
Tal cual, es unir los mundos. Eso está buenísimo, creo que antes estaba más marcada esa diferencia: eras pop y eras pop, o eras rock y eras rock. Ahora el rockero quiere hacer un tema con el trapero y el trapero quiere hacer un tema con el cumbiero, y está bueno que esté pasando.
Hablaste de maquetas muy prolijas, pero ¿qué opinás acerca de escuchar los temas desde los parlantes del celular, por ejemplo? ¿Seguís con las mismas ganas de crear algo impecable?
Sí, de hecho hoy en día cuando hago una mezcla, una producción, en mi estudio tengo dos juegos de parlantes: unos que son increíblemente caros y tengo unos muy clásicos, los Yamaha Ns 10 que tienen todos los estudios, y ahora tengo un tercero que es mi celu. El celu pasó a ser parte de mi monitoreo en el estudio, porque hasta yo escucho música con el celu. Y en el celular aparecen cosas que en otros parlantes no aparecen, porque tiene un foco en determinado tipo de frecuencia. Y el truco está en poder sonar lo mejor posible en todos lados. No solo pensar en quién tiene los parlantes más caros.
¿Te sentís un productor del momento?
No, para nada. Sí siento que por suerte tengo cada vez más trabajo y tengo la suerte de poder elegir cada vez más qué hacer y qué no hacer. Me siento afortunadísimo. Y es más, no me gustaría pensarme del momento tampoco, creo que construyo para el siempre. Por eso me gustaría descubrir artistas nuevos, siento que hay muchas chicas y muchos chicos que tienen música increíble para dar y están ahí. Me encantaría tener la fortuna de descubrir, no sé, a una especie de Billie Eilish.
Es que te deben llegar un montón de propuestas, ¿cómo elegís? ¿Escuchas todos los demos que te llegan?
Es difícil. Porque muchas se parecen a otras, entonces trato de que sea original, que yo pueda conectar, que me emocione. Cuando algo está bueno lo sentís. Me llegan muchos demos y son pocos los que me gustan. Y sí, escucho todos. Quizás no escucho toda la canción, me doy cuenta rápido si algo me llama la atención.
Creaste la banda sonora de la serie de Netflix El reino. ¿Cómo definiste qué música ibas a usar?
A mí me gusta mucho el cine, mi abuela me llevaba todos los sábados a ver una película. Y a mí siempre me gustó ir más allá de la historia: me interesaban los planos, la fotografía y la música, obviamente. Y con esta propuesta dije “Uh, qué buena oportunidad para meterme en esto”. Y cuando estaba leyendo el guion se me venía a la mente una película francesa, Los coristas, que tiene una música preciosa. Y la serie está todo el tiempo con los niños, yo quería que tenga ese color, de coro de ese tipo, más lírico. Y cuando nos juntamos con Marcelo [Piñeyro, el director], le dije eso y le puse play desde el celu. Y ahí empezamos a buscar el leit motiv, que era lo que más le preocupaba encontrar. Esa música que se repita…
Ese ritmo que sea reconocible, lo que después te queda sonando todo el día.
Sí, eso. Hicimos varias opciones hasta que dimos con esa, que es la del piano. Y en todos los capítulos está, una o más veces. Y una vez que encontramos eso fue todo en torno a eso. Más allá de todo lo que se armó, la serie tiene un lado verdadero, un lado creyente, un lado de fe. Y la música acompaña eso. La escena del lavado de pies, esa escena es el coro de niños. Y como contrapunto, la escena del pastor Emilio confesando que es pedófilo son esos mismos coros pero dados vuelta, en reversa.
Como cuando se decía que reproduciendo algún disco al revés se escuchaban mensajes satánicos…
Exactamente. Eso fue algo que se me ocurrió y con eso se armó una imagen mística. Hay mucho de ese juego. Y así todo: cada personaje tiene cierto sonido. Fue muy divertido, la pasé muy bien, pero también fue muy exigente.
¿Y por qué elegiste “Sobre mi tumba” como cortina de la serie?
A Cazzu no es que la elegí, salió por accidente. Yo estaba componiendo con Chita y con Cazzu “Lo que hace conmigo“. Y Cazzu un día me escribe y me pregunta si quería hacer algo con ella. Nos juntamos en el estudio y yo empecé con los coritos de los niños, que eran los samples que venía usando para El reino. No lo pensé mucho, la letra la hizo rápido, re freestyle. Y al poco tiempo la escucho y la propongo para la serie. Y les encantó. Y a Cazzu también la propuesta de ser parte. La gente me dice que no pasa la presentación.
¿Cómo te resulta trabajar con gente como Cazzu, que salió del freestyle y está acostumbrada a cantar con sus propias bases? ¿Cómo pasás eso al género canción?
Siento que los artistas que vienen del palo del freestyle tienden a incorporar una base, un beat para tirar una melodía, una canción. Es muy distinto componer con una persona que viene de ese palo a, de repente, un Mateo Sujatovich que te agarra la guitarra, la letra la reescribió tres veces y viene con una idea ya masticada. Es diferente de alguien que de una te tira una letra y queda, y que encima está buenísima. Siento que el camino es muy distinto, pero el resultado tendría que ser parecido, y eso es algo que tengo siempre presente: la canción tiene que conmover.
La primera temporada de El reino está disponible en Netflix.