“Una pequeña gran joya de canción”. Esa fue la primera impresión que tuvo Nacho Vegas después de escuchar “Dentro del volcán”, single publicado por Niños Envueltos a fines de 2020. “Teníamos ganas de invitarlo a cantar, pero no nos animamos”, recuerda Tonga, vocalista de la agrupación, en conversación con Indie Hoy. Le confesaron sus intenciones cuando la canción ya estaba publicada. Pero los elogios del asturiano, a quien la banda admira profundamente, ayudaron a superar la timidez, y esta vez sí lo convocaron para grabar voces en “Los durmientes”, track que inaugura su último disco de estudio, La palabra inútil, publicado el pasado 11 de noviembre. Y tiene sentido lo épico del resultado, porque aquella primera definición terminó siendo la radiografía perfecta de esta orquesta dulce y melancólica, que tiene muy claro cuáles son sus principios.
“No es un objetivo que tengamos como banda”, contesta Tonga cuando le preguntan si les preocupa el reconocimiento. “No hacemos canciones para eso”, remata. Siempre desde la humildad. Así y todo, las localidades para el show que darán esta noche en el Teatro Xirgú ya están agotadas. Y es que se trata de una de las propuestas más entrañables y genuinas de la escena, que además, pisará por primera vez el escenario de la mítica sala de San Telmo.
¿Por qué “Niños Envueltos”?
El nombre existe desde mediados de los 2000. Con dos amigos vivíamos en Munro y arrancamos a organizar recitales en nuestra casa, yo tenía algunas canciones y ganas de armar una banda. Un día se me ocurrió buscar nombres de comidas extrañas o con sabores diferentes a lo que solemos comer habitualmente, haciendo un paralelismo con la música que queríamos tocar. Armé una lista con varios nombres, y Niños Envueltos era el que menos me gustaba. Al otro día salí de casa y en la rotisería de la esquina había un cartel que anunciaba que el plato del día era niños envueltos, así que lógicamente volví a entrar a casa, hice el volante del recital que se venía, lo imprimí, saqué fotocopias y los repartimos a nuestros amigos. En todos estos años cambiaron muchísimas cosas, pero el nombre de la banda quedó ahí como un tatuaje. Lo que más me gusta es que sigue sin gustarme, y viste cómo es eso del juicio del gusto… creo que debemos desconfiar de las cosas que nos gustan.
En La palabra inútil conservan su esencia, pero hay una intención clara de explorar otras sonoridades.
Nuestros discos son bastante diferentes entre sí, pero una de las premisas era que solo un 15% de este disco iba a remitir de alguna forma al sonido que veníamos teniendo. Hubo un trabajo de grabación, búsqueda del sonido y arreglos que duró todo el 2021. Algunas canciones salieron de una, y otras tuvieron muchísimas versiones hasta que se encontraba la que tenía que ser.
Podría decirse que es más maduro e introspectivo…
Un poco sí. Hay una mirada más seria en las canciones, y mucha más variedad de climas, instrumentación y texturas que en los discos anteriores. También estamos un poquito más viejos.
¿Las referencias musicales también funcionan como premisas?
En este disco hablamos muy poquito de referencias musicales, buscamos que no remitiera a una época o a un género específico. Sí lo hicimos en momentos puntuales, como buscar un sonido de guitarra acústica, por ejemplo, o que la sesión de cuerdas de “El cantante” suene con el color que tienen en una canción de Bowie. En “Pop del expediente” buscamos un clima similar a un tema de Aventuras de Kirlian, y en “La moda” al de “Please Excuse My Face”, de Kaleidoscope. No mucho más. Igual ya nos conocemos bastante y escuchamos mucha música en común, entonces creo que sucede de forma espontánea, que toda la banda suele ir para un mismo lugar.
En el EP Un negocio de alquiler de bombas, en cambio, hubo una intención más clara.
Sí, ahí quisimos hacer un EP de pop barroco, así bien sesentas. Teníamos de referencia a Left Banke, a los Zombies, a los Kinks… bandas que nos gustan mucho. Claro que nos salió lo que nos salió, estamos lejos de sonar como ellos. Principalmente porque las tres bandas tienen muy buenos cantantes.
¿El título, La palabra inútil, tiene que ver con esa falsa sensación de estar comunicados, tan propia de estos tiempos?
No lo había pensado de esa forma, pero un poco sí. Lo “inútil” es lo que no sirve, lo descartado. Nos pareció enriquecedor meternos en los basurales de lo que no es útil, buscar entre los montones de imágenes, cosas y situaciones desechadas que no sirven para nada. Buscar hallazgos en esos lugares, en los sueños por ejemplo. Qué sé yo, pienso en el momento más poético de la vida de un auto, y creo que es cuando terminan apilados y con muchas arrugas en esos lugares que no se llaman cementerios de autos, pero deberían. Siempre estaremos en contra del utilitarismo y además “servir”, qué cosa más odiosa, ¿no?
¿No sirven las canciones?
Es entender también que las canciones y las palabras no tienen el poder que uno quisiera que tengan. Si sucediera un cambio real en la sociedad, ya sabemos que los métodos van a ser otros.
Sin embargo, apuestan por la palabra…
Sí, claro. Son las armas.
¿Cuánto hay de autorreferencial en las letras y los personajes de las canciones?
Hay mucho, aunque los personajes suelen ser varios amigos o enemigos al mismo tiempo. Casi siempre se componen así, como collages de situaciones que pasaron o que van a pasar. Yo muchas veces no soy la primera persona del singular, más bien suelo ser las otras o no estoy en la canción. También hay algunas letras con cierto contenido político-social, donde aparecen “nosotros” y “ellos”. Están escritas en clave poética, por momentos bastante surrealista. Siempre tratamos de evitar el panfleto, entonces es difícil explicarlas, y al mismo tiempo es mejor no hacerlo.
¿En “El cantante” hablás de alguien en particular?
Esa letra sí habla mayormente de mí y de mis miedos. La idea era hacer una canción que fuese lo menos complaciente posible con quien la escucha. Esto de que el aplauso es el peor enemigo del arte, y al mismo tiempo, la contradicción que se da con la necesidad de compartir con nuestros pares.
En la portada de La nueva crema planteaban un escenario lúdico, una especie de celebración de la muerte. En mayor o menor medida, es una temática que siempre está presente.
La enfermedad y la muerte son cosas que nos pasan y van a pasar, lo mejor es pensarlas y hablar sobre ellas. A veces parece una obligación tener que estar siempre felices, bonitos y sanos. Es como una dictadura de la felicidad. Las canciones no pueden ser como las publicidades, nosotros pensamos que tenemos derecho a estar mal. Como dijo Hugo Ball: “No pueden pretender que nos traguemos con gusto el desagradable pastel de carne humana que nos sirven”.
Esa obligación de estar felices también tiene que ver con la falsa comunicación y lo superficial, males de esta época. ¿Será posible en un futuro mantenerse al margen de eso?
Un poco lo intentamos. Aunque no creo que la salida sea individual, uno siempre puede refugiarse en las amistades, la música y las cosas que valen la pena ser vividas.
Niños Envueltos se presenta el miércoles 1 de diciembre a las 20 h en el Teatro Xirgú (Chacabuco 875, CABA), las entradas se encuentran agotadas. Escuchá La palabra inútil en plataformas de streaming (Spotify, Apple Music).