Paula Boffo, conocida como Suki o Sukermercado en las redes sociales, es una de las nuevas caras de la historieta argentina. Hoy en día, su costado de ilustradora es acompañado por su segunda pasión: la animación. Recibida en el Instituto de Artes Cinematográficas de Avellaneda en 2018 como Realizadora de animación, su entrada al mundo 2D no fue nada tímida. En estos últimos años ha trabajado como directora de arte en la serie animada Fracasitos de Cartoon Network, ha realizado proyectos de publicidad, un videoclip para Sudor Marika, un spot de “Manzana y Cebollín” y una propuesta actual en Disney.
“El laburo general no lo posteo tanto porque me interesa mostrar mi obra personal porque une apunta a que le llamen por lo que hace y no por cualquier otra cosa”, aclara la animadora a la hora de relucir su portfolio. “Yo soy más de una animación con poco recursos”, agrega cuando piensa en el tipo de trabajos que le atraen más. Autodefinida como workaholic, la artista se obliga a descansar un rato para hablar con Indie Hoy sobre sus primeros pasos en este nuevo rubro, su proyecto personal de serie animada basada en su historieta de La sombra del Altiplano y su experiencia en el festival de animación de Annecy.
¿Cuál fue el motor que te hizo empezar a estudiar animación?
Siempre fue mi otra gran pasión. Cómics y animación son las dos cosas que más consumí. Todo el tiempo estoy mirando cine animado, leyendo historietas. Siempre quise hacerlo, escribir historias, dibujar, y también me gusta mucho la narrativa visual. Son dos lugares que me maravillaron y me parecieron muy poderosos en cuanto a sus posibilidades narrativas y en lo que podés explotar. También en la animación experimental hay un montón de cosas súper sensitivas y sensibles que puedes hacer.
¿Cuál fue tu primer trabajo en la animación?
La primera cosa que hice fue colaborar en el corto de “Quma y las bestias” de Tamandúa con unas pruebas cortitas de animación para ver cómo funcionaba el story y después hice algunos storyboards para el estudio también. Ahí conocí a un montón de gente con la que hoy en día laburo.
¿Qué tiene la animación que no tiene la historieta?
Lo que más me gustaba de trabajar en animación es poder manejar los tiempos porque en la historieta le lectore maneja los tiempos en los que lee las páginas. Yo, por ejemplo, leo rapidísimo y mi compañero lee súper lento. Entonces, yo a un libro de historietas me lo como rapidísimo y él los lee re lento, pero si nos sentamos los dos a ver un animé o una película de animación, los tiempos son los que me propone le directore. Y la presencia del sonido también. A mí me gusta la música, produzco música en mi tiempo libre como hobby y me gusta mucho el tratamiento y el laburo del sonido. Eso la historieta no la tiene.
Trabajas más en la parte de la preproducción y venís de la historieta que es un trabajo individual. ¿Qué desafío tuviste a la hora de asumir el rol de animadora y cuáles son tus preferencias a la hora de trabajar con alguien?
Sí, creo que igual por solo haber estudiado animación en el IDAC, haber hecho trabajos en grupo y demás en las facultad, sentí que realmente estuve ahí. Conozco también lo que es el laburo en equipo. A la hora de trabajar en un proyecto, a veces, me ha tocado el rol de tener que tomar decisiones como cuando trabajé como directora de arte en Fracasitos. Tener que dirigir y dar directivas fue un aprendizaje bastante grande porque tenés que nivelar el lugar, hacer correcciones y estar muy segura de lo que estás diciendo. Al mismo tiempo estás trabajando con otras personas. Tenés que aprender a tomar lo mejor del laburo de les otres y atajar en donde quizás hay que pulir un poquito, y a veces da mucho síndrome impostor eso. Creo que en animación, sobre todo, tengo síndrome de impostora porque justamente trabajo más en pre[preproducción] y está la noción de que nada más para trabajar en animación tenés que saber animar muy bien, o tenés que dedicarte a ser animadore; cuando en realidad yo trabajo en storyboard, hago animatic, trabajo más en la parte de la previa antes de sentarse a animar. Pero por más que yo anime, incluso en alguna charla con gente que labura en animación, me han bardeado como: “No, ella no es animadora, es re ladri”. Me doy cuenta que hay como una noción un poco desdibujada de lo que es laburar en animación. Lo que más me costó adaptarme fue entender que en el equipo hay cosas de mi laburo que valían la pena y que podía sumar.
¿Cómo te das cuenta de que algo está terminado?
Porque llegó la deadline. Creo que trabajar con deadline es muy importante porque si tenés la tendencia de tener que corregir o necesitás ir tocando y tocando, nunca vas a terminar nada. Lo perfecto no existe, existe lo terminado. En general yo trato de no tocar mucho más la página.
Estás participando en el estudio de animación de Ojo Raro como directora del proyecto La sombra del Altiplano, una adaptación de tu historieta homónima que tuvo una gran repercusión durante su primera tirada. ¿Cómo surgió ese proyecto?
Surge de un entrevista en el programa de Santiago del Moro cuando le dice a una señora: “¿Vos sos inmigrante, no?”. Y ella le dice: “No, yo soy de Jujuy. Ustedes se creen que los argentinos son solo rubios de ojos celestes, y los argentinos también somos collas”, y como que se re planta. A raíz de ese momento televisivo hice una ilustración que fue el primer dibujo que hice de Juana en mi vida. También surge de cosas que venía consumiendo. A mí me gusta mucho la acción. Había visto una obra de teatro que se llama La fiera. A raíz de todo esto comencé a desarrollar el personaje, lo que quería hacer con él. Con unos chicos de la UBA, que uno era amigue mío, salió hacer un proyecto para una materia y sonorizamos un animatic que yo armé que era la historia que después fue cómic. Pero cambió un montón cuando decidí hacer la historieta. Cuando conocí a los chicos de la editorial Barro y les presenté el proyecto, ellos estaban arrancando con la edición y yo les dije que tenía este personaje, esta idea y que eran esos los temas que quería tratar. Hice la historieta con la comodidad de que era el desarrollo de 40 páginas. Me daba el poder de hacer algo desarrollado pero también de no subirme a un propósito gigante de una novela gráfica eterna, sino que como que podía jugar un poco sin el desafío de hacer algo tan largo como de 100 o 200 páginas. Me sentía cómoda para hacer esa primera historia.
Para la investigación del guion. ¿Estuviste cerca de personas o grupos que luchan contra la trata de personas?
Para el libro hice un viaje a la ciudad de Humahuaca. Tengo familia y una tía que es animadora también y vive allá. Entonces me contacté con mujeres de allá que trabajan con familias, violencia de género y trabajé con las chicas de Ni una menos de Tilcara. Hice una investigación con personas que trabajan con ese territorio porque soy consciente de que soy una chica de ciudad y que, a veces, las realidades son distintas y que pueden haber muchos espacios vacíos que a veces por falta de experiencia de vivir las cosas o de tenerlas cercas, la mente las puede llenar de la manera errónea. Entonces me súper importaba estar en contacto con gente de allá que pudiese ayudarme a entender mejor cómo representarlo lo más respetuosamente el tema y a trabajar sobre un territorio que no es al que pertenezco, no es dónde nací y no es en donde vivo.
Ya venías hablando de expandir el universo de la historieta. ¿Cómo fue ese paso de la historieta a la animación?
Conozco a Patricio Plaza quien es animador [y fundador de Ojo Raro] desde hace bastante tiempo, nos caímos muy bien y nos gustaba el laburo del otre. Un día, Patricio se me acercó con la idea de hacer algo juntes, le conté que estaba trabajando en algo más largo, en un libro de La sombra. Le dije que tenía un montón de energía ahí y no quería poner energía en otra historia distinta. Entonces me sugirió a partir de eso, le pareció bueno que desarrollaremos ahí. Así que estamos cabeza a cabeza, codo a codo, laburando juntes.
¿Vos a Juana la ves como una heroína o como una antiheroína?
Yo creo que es una persona que hace lo que puede con lo que tiene y que es una chica muy joven con una tarea muy grande. Está inspirada por antihéroes, pero los antihéroes muchas veces tienen ciertas particularidades que siento que no encajan con ella. Siento que está un poco en el medio.
¿Qué tiene de particular ella?
Eso creo que lo decidirá cada lectore. Para mí, lo que tiene de particular es que es una protagonista que muchas veces me hizo falta ver, eso sí te lo puedo decir. Me hizo falta una protagonista más chica, que no esté sexualizada, que sea poderosa pero como también desde un lugar más visceral. Pero siento que también un poco eso es lo que me pasaba en 2017, y que hoy en día creció todo tanto que lo que la hacía especial en este momento ya no lo es. Hay muchos personajes así ahora en estos años que pasaron. Siento que ahora forma parte de quizás algo más grande que es como un espectro mucho más diverso, que creció de protagonistas que son más interesantes y que no caen solamente en que su particularidad sea una feminidad. Por suerte, ya hay más protagonistas femeninas poderosas que están re contra al frente, incluso no binaries. Y que no responden ese estándar que era un poco binario, o un poco básico.
¿Cuáles son esas series que existen ahora que no estaban cuando eras chica?
Siento que Tuca & Bertie es un muy buen ejemplo. She-ra, por más que sea una serie infantil, por cómo son todos los personajes. Steven Universe vino a marcar la diferencia. Esto hablando en un sentido mainstream. Todavía no miré en profundidad, pero hay un grupo de chiques que están presentando un proyecto llamado Tiempos híbridos que tienen una diversidad de personajes en los que hay de todo, y no es necesariamente un personaje femenino que está ahí siendo sexualizado. Otro ejemplo es Korra, ella es una protagonista femenina de una serie de acción que no la define, no es que lo definitorio es su género. Y Korra es un poco más viejo, inclusive.
Estuviste presente en MIFA, el mercado internacional más importante de la animación, mostrando tu proyecto gracias a una mentoría concretada por la convocatoria de Animation! de Ventana Sur. ¿Qué crees que tuvo tu proyecto para destacar y recibir la mentoría?
Es un proyecto de acción con elementos folclóricos y una visión fresca y moderna, con una estética que hasta ahora no se veía tanto o no se veía con este tratamiento. Estamos siendo muy sinceras, Patricio y yo, las dos estamos buscando darle un giro a un género que por mucho tiempo contó con mucha violencia hacia las mujeres como herramienta narrativa y las revenge stories, que son todo un género en sí mismo. Hay mucha exploitation de la violencia de género en cámara y lo que estamos buscando es poner el ojo, contar una historia integral que toque un montón de temáticas desde una visión latinoamericana. Todas las historias que quedaron en la mentoría tienen un lugar político que las definen y que solamente siendo sudaca podés entender, solo viniendo del Tercer Mundo. Creo que la animación para adultos se escapa de ser más política, muchas veces solo se piensa en mostrar sexo, violencia, drogas y cosas que son supuestamente para adultes. Pero le falta como una bajada política un poco más clara. Quiero hacer una ficción para adultes animada de acción, sangrienta y misteriosa, pero muy política.
¿Qué recomendaciones y consejos te quedaron a la hora de hacer el pitch de este proyecto?
Las monterías fueron increíbles porque tuvimos la posibilidad de elaborarlas por bastante tiempo. Aprendí a hacer un pitch, que antes no sabía. Aprendí tips de cómo pitchear, de qué cosas sí, de qué cosas no. Aprendí a relajarme un poco más a la hora de presentar los proyectos, confiar más en mí misma y en mi visión, y en que cuando un proyecto es de une, no hace falta que lo sacrifiques solo porque de repente vas a ver diamantes enfrente tuyo. O que capaz aparece alguien que dice que tendrías que hacer que tu protagonista sea adulta y tenga un novio. No, eso va a cambiar toda la historia. Creo que los mentores en ese sentido nos hicieron confiar mucho más en nosotras mismas como directoras. El feminismo avanzó un montón pero todavía ves los créditos de un montón de producciones grandes y no hay tantas cabezas de equipos mujeres, no binaries, transgénero. Sigue siendo un territorio muy dominado por las masculinidades. Creo que hubo mucho que laburar sobre la confianza en nosotras mismas. Yo soy no binarie, pero aún así soy leída como feminidad en este mundo, por lo tanto sigo siendo privada de un montón de lugares por no ser un chabón de la animación. Así que creo que logré tener mucha más confianza en mí misma en lo que puedo dar, porque el pitch lo hicimos integralmente ahí. A veces un pitch puede ser muy empresarial, así que creo que si vas a ver cinco minutos de un video tratando de venderte algo, está bueno que sea interesante y te cuente una historia.
Ahora que conocés a varias animadoras. ¿Cuáles creés que van hacer las futuras caras femeninas de la animación en los próximos años?
Uf. Espero que todas mis compañeras de las mentorías: María Coello, Matisse González, Emilce Avalos y Elva Arrieta Tabuzo. Todos esos proyectos tienen mucho potencial. También vi varias directoras como Martina Scarpelli, quien es la directora de Egg, un corto que me encanta. También creo que Lisa Hanawalt está marcando una diferencia haciendo una de las primeras series de Adult Swim [Tuca & Bertie] con la impronta de ella que, por más que siga un formato sitcom es una serie que trabaja con una delicadeza un montón de tópicos que en general la mangate, si quiere hablar de abusos, va poner una escena en la que veas todo. Acá se nota que es gente que entiende lo que es pasar por eso para poder mostrarlo de una manera fuerte pero respetuosa. Pero bueno, tengo un montón de amigas y colegas también que están en el mundo de la animación como Estampita quien tiene su proyecto Deportivo Baby, yo creo que en algún momento va a salir y que estaría buenísimo que pasen cosas con eso.