En 1994, el clima social estaba casi igual de enrarecido y volátil que el actual, pero de alguna manera lograba amortiguarse en un conjunto de expectativas incipientes de cara al nuevo milenio. La muerte de Kurt Cobain había conmocionado al mundo entero, tiñiendo de negro no solo a la escena musical alternativa sino también a un movimiento enarbolado por jóvenes inconformes con su propia realidad.
En medio de esa desidia generacional, tres días después del fallecimiento del líder de Nirvana, The Offspring publicó Smash, una epopeya punk regurgitante, tan oscura como el contexto en la que fue originada, que terminó cambiando la carrera del conjunto californiano para siempre.
“Hasta que no salió Smash no vimos ni un solo dólar“, dice Kevin John Wasserman, más conocido como Noodles, en conversación con Indie Hoy sobre el LP que estará cumpliendo tres décadas el próximo mes y que será revisitado por la banda estadounidense este viernes en el primer día del Lollapalooza Argentina 2024.
“Cuando por fin se publicó el disco no quise dejar mi trabajo de aquel entonces por miedo a que le vaya mal -explica el músico-. Me tomé una licencia de tres años y, cuando finalmente todo se fue acomodando, dejé mi empleo”.
Lo que explica Wasserman tiene sentido. Para cuando Smash salió a la luz, los miembros de The Offspring ya llevaban 10 años tocando juntos, con dos discos de estudio bajo el brazo -el homónimo de 1989 e Ignition de 1992- y financiaban las giras desde sus propios bolsillos. Todo a pulmón y bajo la filosofía punk del DIY (“hacelo vos mismo”).
La grabación de su magnum opus también estuvo marcada por contratiempos de índole netamente económica que atrasaron su producción. “Llamábamos al estudio para ver si ese día no había reservado nadie, porque asi nos lo dejaban a mitad de precio”, recuerda Noodles. Nada podía asegurarles que con este LP la situación sería diferente, pero un leve presentimiento los motivó a seguir esa pulsión recurrente.
El primer single que publicaron fue “Come Out and Play“ y, según los recuerdos nítidos del guitarrista, cuando la escucharon en la radio acudieron a un viejo pero efectivo truco. “De repente, todos empezamos a llamar a la estación de radio fingiendo que éramos fanáticos: “¿¡Qué fue eso que acaba de sonar!? ¡Vuelvan a pasarlo!”, decíamos. Incluso pusimos a nuestras familias y amigos a que llamaran también”.
Aunque este método pueda resultar cuestionable para los oyentes más ortodoxos, su propósito fue alcanzado con creces, y lo mismo hicieron con los singles posteriores: “Self Esteem” -himno generacional si los hay- y “Gotta Get Away“.
Signado por una energía incendiaria, guitarras punzantes y abrasivas, ganchos melódicos irresistibles y un compendio de letras infectadas de sarcasmo a cargo del líder Dexter Holland, Smash consolidó la identidad de la banda para el resto de sus días. “Yo tengo un hijo favorito, pero no me gusta mencionarlo porque sé que los otros se van a poner celosos. Lo mismo me pasa con este disco. No puedo quedarme solo con una canción. Amo cada una de ellas”, explica Noods.
Con los años, a Smash le siguió un tándem de discos propulsivos que arrimaron al grupo cada vez más al centro de la lupa del mainstream, al mismo tiempo que el género iba mutando y ocupando espacios en los principales medios audiovisuales como MTV o programas como Top Of The Pops.
Ixnay on the Hombre (1997), Americana (1998), Conspiracy of One (2000), Splinter (2003) y Rise and Fall, Rage and Grace (2008) terminaron de asentar un monolito edificado en el sonido californiano y en letras que pendulaban entre la más desfachatada ironía (“Why Don’t You Get A Job?“) y la solemnidad de abarcar cuestiones sociales urgentes (“The Kids Aren’t Alright“).
Noodles explica esta adaptación: “El mainstream ciertamente ha adoptado al punk rock y ha intentado comercializarlo. Pero el punk, tal y como es, sigue siendo simplemente una cuestión de actitud. Se trata de romper reglas, no aceptar un ‘no’ solo porque alguien te lo diga, cuestionarlo todo. Cuestionar las reglas y las convenciones sociales. Realmente nunca se trató de un estilo de música. Es por eso que hoy en día hay bandas de ska-punk, de punk-blues, bandas de punk-rockabilly, incluso chicos que salen del hip-hop y se vuelcan al punk. Realmente es más una actitud”.
En obras como Americana o Conspiracy of One, The Offspring abrazó una de las herramientas más nobles para adentrarse en el pantanal más turbio y salir ileso: el humor desprejuiciado, algo que heredaron de grupos como The Vandals, Dead Kennedys y The Dickies. “No somos un agregado político que viaja por el mundo tratando de hacer del mundo un lugar mejor -se ataja el músico-. Si nuestras canciones le sacan una sonrisa a alguien, o hacen que esa persona se sienta menos deprimida, que no esté sola, o que sienta que este mundo es habitable, sabemos que estamos hechos”.
El último disco publicado por The Offspring fue Let the Bad Times Roll en 2021, un álbum que comenzó a gestarse en 2017 y en el medio sufrió atrasos, complicaciones y una pandemia, que le costó a la banda la pérdida de uno de sus miembros (el baterista Pete Parada fue expulsado después de que se negara a vacunarse contra el COVID).
Es por ese motivo que el mismo LP se articula bajo un sonido en popurrí, potente pero errático y con un sinfín de sonidos diferentes que pocas veces encuentran un punto de conexión claro. Si lo existe es en su discurso, que se comporta como una respuesta al contexto sociopolítico por el que estuvo atravesado los Estados Unidos y el mundo en general durante esos caóticos años.
“Vimos razones para señalar lo que estaba sucediendo en nuestro país, pero también todo lo otro que estaba pasando globalmente -explica Noodles-. En todo el mundo comenzó a verse un avance desmedido de la derecha autoritaria donde antes habían democracias fuertes. Temo mucho por eso en mi propio país y en el resto de los continentes”.
“No nos consideramos una banda política -aclara el músico-, pero siempre tratamos de comentar sobre lo que vemos sin decirle a la gente qué pensar. Las discusiones tienen que ser orgánicas y venir del corazón. Jamás vamos a sentarnos y decir: ‘ey, hagamos una canción con una crítica al sistema político’. No funciona de esa manera”.
Desde 1997, The Offspring visitó la Argentina en reiteradas veces a lo largo de los años. Todos sus shows, salvó el de Cosquín Rock de 2018, tuvieron lugar en Buenos Aires y el guitarrista recuerda con especial aprecio cada uno de sus presentaciones en el país.
“Algunos de nuestros shows en Buenos Aires han sido los más locos, energéticos y aterradores en los que hemos tocado. Los fanáticos son tan apasionados que realmente te da miedo acercarte demasiado por riesgo a quemarte -bromea-. Al mismo tiempo, nos alimentamos de esa energía increíble y sin duda son de los espectáculos más divertidos que hemos hecho”.
Este fin de semana volverán por novena vez al país con su primera presentación en el Lollapalooza Argentina, en el marco de una gira mundial que los llevará a recorrer otros países de Latinoamérica y a tocar en otros festivales similares. El próximo año esperan lanzar un nuevo álbum de estudio, el sucesor de Let the Bad Times Roll que, según las palabras del propio Noodles, “es un disco de The Offspring con todas las letras“.
¿Qué pueden adelantar del próximo disco?
Ya tenemos un montón de canciones que suenan como el viejo y clásico punk rock de antaño: rápido, melódico y sin rodeos. Después hay otras más raras. Ayer estábamos trabajando en una canción un poco más popera, por ejemplo. También hay una canción que, para mí, suena un poco más a rock alternativo. Por otro lado, hay una canción pesada, casi metal diría, lo cual es único para nosotros porque no somos ese tipo de guitarristas. Además, en otro de los temas, que no sé si finalmente quede en el álbum, usamos una inteligencia artificial para que la voz de Dexter suene como la de una chica. No lo sé, hay un montón de cosas ya armadas. Estoy realmente emocionado de que los fans lo escuchen lo antes posible. Hay algunas cosas que me emocionan mucho.
The Offspring se presenta el viernes 15 de marzo en el festival Lollapalooza Argentina 2024 (Hipódromo de San Isidro, Provincia de Buenos Aires), entradas disponibles a través de AllAccess. Escuchá Let the Bad Times Roll en plataformas de streaming (Bandcamp, Spotify, Tidal, Apple Music).