Desde el lanzamiento de su debut en 1992, Spiritualized ha revitalizado y redefinido el space-rock con cada una de sus excursiones musicales. Su santificado quiebre, Ladies and Gentlemen We’re Floating in Space, concilió sonidos tanto orquestales como psicodélicos, evocando un espacio de introspección que no contradecía su grandilocuencia compositiva.
A pesar de tender hacia el maximalismo, Jason Pierce se vio obligado a grabar And Nothing Hurt en una notebook bajo el confinamiento de su habitación. Anticipado por el postulado del que podría ser el último trabajo de Spiritualized, la octava placa del proyecto fue el resultado de un exasperante proceso que se prolongó 6 años. J. Spaceman ensambló la totalidad del álbum a partir de fragmentos individuales: reconfigurando sonidos prestados, o sampleando el segundo exacto en el que una sección de cuerdas tocaba la nota que buscaba.
A propósito de la edición del disco, conversamos telefónicamente con Pierce. Lejos de evidenciar soberbia de rock-star, el ex-integrante de Spacemen 3 se mostró accesible, pensativo y autocrítico.
Han pasado 6 años desde Sweet Heart Sweet Light. ¿Qué te mantuvo ocupado
Estuve 6 años intentando hacer el disco. Inicialmente, giramos con Sweet Heart Sweet Light y ahí decidí que debía escribir uno nuevo. Siempre asumo que el próximo disco va a ser más fácil porque ya tengo ocho producidos, pero cada vez parece costarme más. Entonces insisto que no quiero hacer otro álbum: en parte porque solía entender todo lo que hay que saber acerca de hacer discos, pero también por la presión inmensa a la que me someto. Especialmente ahora, siento que si voy a hacer un disco debería ser más bello y grande y grandilocuente que cualquier cosa que haya realizado anteriormente. Eso me demoró y no me parece muy saludable: me obsesioné con la idea de que sea mi mejor trabajo. Siento que mucha gente, en especial aquella de mi edad, saca discos solo para volver a los escenarios y generar dinero. Van al estudio, repiten algo que suene similar a su sonido preestablecido y ese es su proceso. Si yo voy a hacer un disco, tiene que ser significativo.
¿Hubo algo particular que hayas querido decir con este disco que no hayas dicho antes?
Había anunciado que este iba a ser mi último álbum así que quería atar ciertos cabos sueltos y hacer referencias a todos mis discos anteriores. También pretendía que fuese una sesión grande, a lo Columba Studio Sessions o Ray Charles, con banda y todo. Entonces tenía un atisbo de lo que iba a ser, pero me quedé sin fondos bastante rápido y no quería sacrificar la escala del proyecto. En retrospectiva, lo abordé de forma equivocada. Intenté construirlo de cero: gasté lo que tenía para grabar algo de percusión en el estudio, y a partir de ahí intenté armar el disco con distintos fragmentos como si fuera un rompecabezas. Terminé bastante perdido haciendo eso. Lo conseguí al final, pero el proyecto quedó enlazado a la decepción de pensar que si hubiese tenido dinero, hubiese sido mucho más fácil. Ensamblar las canciones se terminó tornando una obsesión, por no decir casi una enfermedad. Aunque el resultado final no suene laborioso, fue una cantidad enorme de trabajo en el cuarto más chico de mi casa. Algunos temas funcionaron de entrada, pero otros como “A Perfect Miracle” parecían perder fuerza. Tomó muchísimo esfuerzo lograr que funcionen.
Es increíble que alguien de tu calibre tenga problemas de financiamiento. ¿Consideraste la opción de iniciar una campaña en Kickstarter?
Sí, lo consideré, pero no soy esa clase de persona. Cuando necesito ayuda, soy el último en pedirla. Sé que hay alguien ahí que podría haberme facilitado las cosas. Me pasé un montón de tiempo aprendiendo lo básico del Pro-Tools y aprendiendo a hacer cosas que no siento que debería estar haciendo. Quizás ese es el proceso: agotar las canciones para mí antes de dejarlas ir. Tuve que intentar todas las posibilidades y adentrarme en todas estas madrigueras que no conducían a ningún lado solo para asegurarme de que estaba en el sendero acertado. Así que no sé… lo pensé y quizás no tenga ganas de hacer otro disco.
Eso es muy interesante considerando lo maximalistas que son algunos discos tuyos como Ladies and Gentlemen We’re Floating in Space, donde la mezcla es tan precisa y la producción continúa la tradición de Phil Spector. ¿Cómo se sintió aproximarse a lo digital por primera vez?
Es liberador y te permite corroborar cosas que jamás intentarías grabando en cinta; la contracara es tener que resistir el impulso de intentarlo todo. Además pasé gran parte de mi tiempo renegando con la calidad de lo digital. Cosas que el hip-hop ha abrazado del sonido Pro-Tools, como esos agudos nítidos y esos bajos potentes, siento que absorben la música de guitarra de forma un poco extraña. Por eso no me gustan muchos discos de guitarra modernos. Esos agudos no están en un disco de Kris Kristofferson. Pero me sigo rigiendo por el maximalismo. Quizás me cueste más hacer música terrenal en Pro-Tools que en cinta, pero ahora tengo doscientos sesenta y cinco pistas a mi disposición y están todas ocupadas en cada tema. Es increíble poder seguir agregando ideas cuando antes dejaba de trabajar en mis canciones ni bien me quedaba sin pistas en mi máquina de 32 tracks. Desearía que cada persona pudiera escuchar cada sonido, pero al final del día, se trata de la canción.
El disco se titula And Nothing Hurt, una cita a Kurt Vonnegut. ¿Tiene algún significado en particular?
Sí, amo la ironía del título y que sea la mitad de una cita. Me encanta la idea de que empiece con la palabra “…and”, permitiendo que se pueda presuponer lo que se tenga ganas para el principio. Hay una canción del disco, “Damaged”, que también empieza con la palabra “and”. Amo la idea de que haya una enorme cantidad de información inmediatamente anterior. Esa línea me remite también a Ladies and Gentlemen We’re Floating in Space, en el sentido de tener palabras muy simples portando cierta enormidad. No solo eso, sino que en algún punto pretendía usar la cita completa de Vonnegut como título, incluso nombrándolo al final, porque ha sido muy influyente para mí.
Afirmaste que este probablemente sea tu último disco, ¿todavía te sentís así? ¿Lo concebiste como un canto del cisne?
Tenía la intención de que lo sea. Fui bastante sincero cuando dije eso. No quise implicar que voy a dejar de hacer música. Siempre voy a hacer música, pero siento que hacer discos es una tarea tan grande que me hace perder la cabeza. Se vuelve la única cosa que importa y me obsesiona al punto de sentirse como estar retro-alimentando una enfermedad extraña. Lo más extraño es que ya ni siento que la gente busque eso en la música, sino que se contentan con escuchar canciones en modo aleatorio. Escuchan música de manera distinta. Envuelta en este disco hay una suerte de nostalgia por los volúmenes de esos trabajos, como si fueran libros. No tengo una respuesta, pero fui sincero cuando dije eso en ese momento.
¿Hubo algún punto en tu carrera donde temiste agotarte creativamente o quedarte sin algo para decir?
Cuando era más joven escuchaba a artistas que amaba y me llenaban de una sensación de “puedo hacer esto, puedo tomar de esto y hacer algo con esto”. Incluso las bandas que todavía escucho siguen inspirándome. La diferencia es que ahora escucho la música que me gusta y siento que todo ha sido dicho tan bella y elocuentemente que me cuesta encontrar mi propio lugar. Carezco de la estupidez y la arrogancia de la juventud, de la convicción en la inmortalidad. Gran parte de mi más reciente trabajo desborda de mis propias inseguridades.
Pasando a lo siguiente porque nos vamos a quedar sin tiempo…
No te preocupes, tengo tiempo así que podemos seguir todo lo que quieras.
Canciones como “The Morning After” se pueden leer como un micro-cuento. ¿Podés contarnos un poco al respecto?
Es curioso, porque a esa casi la dejo afuera del disco. Es un tema más acelerado, mientras que el resto del álbum es más mid-tempo. La fluctuación del ritmo era rara para un disco de Spiritualized, donde eso suele mantenerse constante. Líricamente, recuerdo haber leído a alguien decir hace años lo decepcionante que le resultaba cuando la gente cantaba el tercer verso de la misma forma que canta el primero. Yo hago eso todo el tiempo, porque es otra forma de reforzar la canción, pero amo el abordaje más narrativo de gente como Kris Kristofferson. Intenté que las letras funcionen. Pasé mucho tiempo eligiéndolas y asegurándome de que capturen lo que quería decir de la forma más breve posible.
El lema que regía a Spacemen 3 era “tomar drogas para hacer música para drogarse”. ¿Es algo que todavía buscás lograr con tu música? ¿Cuál es tu mantra hoy?
No creo que sigamos teniendo un mantra. En algún punto más adelante, empezamos a alcanzar ese estado con la música sola. Hay algo muy bello acerca de la forma en que la gente integra la música y se vuelve parte de sus personalidades. Cuando se enamoran, hay sonidos que tienen sentido en ese momento. Lo mismo cuando sienten gran tristeza o soledad y tienen esos discos cómodos. Tiene sentido que haya dicho algo así cuando era joven, pero ahora la música se volvió mucho más importante.
Has hablado abiertamente sobre el uso de sustancias y hay muchas referencias líricas en el disco nuevo. ¿Hay algo que quieras decirle a nuestros lectores que puedan estar lidiando con algo similar?
Wow, qué responsabilidad. Creo que todo siempre mejora, siempre. He vivido de acuerdo a esas palabras. No sé si hay algo que pueda decir que vaya a ayudar a alguien en este momento. Estoy lidiándolo yo mismo.
Sí, fue una pregunta grande.
Sí, un poco. Mi primer pensamiento fue, “¿para qué le dije que podía hacerme más preguntas?” (risas).
Pasando a un tema más ligero…
Gracias, gracias (risas).
¿Vas a estar girando el disco nuevo? ¿Tenés pensado traer el show a Sudamérica?
Nada del disco fue tocado en vivo en formato banda, todo fue construido de partes grabadas. Ahora que me saqué ese gran peso de encima –y el disco salió y le pertenece al universo y no a mí– puedo empezar a descifrar el vivo. Ahí es donde se pone buena la cosa. Así que sí, lo vamos a girar. Esperemos poder tocar todo el disco. Todavía siento una gran decepción al pensar que la música es el único arte donde la gente no está necesariamente interesada en lo nuevo. Siempre quieren escuchar lo viejo, cosa que nunca sucede con la pintura o la escritura. Así que el plan es tocar el disco entero. Lo estoy anticipando, y sí, también tocar en Sudamérica ni bien recibamos una llamada.
¿Eso te frustró cuando hiciste el show aniversario de Ladies and Gentlemen We’re Floating in Space, o adquirieron las canciones un nuevo significado en virtud de tocarlas tanto tiempo después, siendo una persona distinta?
Parte de mí lo entiende… Hace poco vi a Kris Kristofferson tocar en su cumpleaños número 82, y estaba cantando estas canciones preciosas. Su voz sonaba resquebrajada, pero toda la audiencia estaba cantándole las palabras de regreso. En ese momento cegador de estupidez, entendí lo que te acabo de decir: las canciones ya no le pertenecen a él sino a la audiencia. Lo comprendo. Pero como artista, no puedo sentirme sino frustrado. De todas formas, hice esos shows para reforzar el disco nuevo. And Nothing Hurt sonaba como si viniera del costado de mi cama, así que necesitaba salir a hacer esos recitales para recordarme a mí mismo cómo se sentía dar esa clase de shows. Además, me encantó poder tocar Ladies and Gentlemen We’re Floating in Space porque nunca tuvimos chance de hacerlo entero. No podíamos entonces, así que ahora le hicimos justicia. Cuando salimos de gira con ese disco, con suerte tocamos tres temas de ahí. Fue un placer poder hacerlo entero. Más que cualquiera de mis discos, ese se sintió que encajaba en vivo. Hubo una gran cantidad de improvisación que la gente pudo aceptar ya que reteníamos los puntos familiares. Fue un show impresionante.
Para cerrar, ¿cuál es tu disco favorito de Spiritualized?
Uy, guau. Me gusta el segundo, Pure Phase. Creo que fue un poco incomprendido cuando salió. Acá tuvo críticas terribles y nadie puso nada de dinero detrás de él.
¡Pero es un clásico!
Sí, lo mismo de siempre, ¿viste? El éxito en la música generalmente es el éxito en el marketing. Para mí es un gran disco, me encanta el tono y la atmósfera que tiene. Para serte sincero, lo volví a escuchar recientemente porque necesitaba recordarme que las decepciones inherentes a hacer un disco desaparecen con el tiempo. Escuché mi música más temprana para recordarme que esas frustraciones de ese entonces sí desaparecieron: que todo aquello que me resultaba inacabado o duro no molestaba más. Fue como mirar fotografías antiguas. Todo mejora con el tiempo.