A lo largo de la historia del rock, muchos recuerdan a las bandas por sus guitarristas o cantantes, ya sea por su talento a la hora de escribir o de interpretar sus creaciones. Pero hay casos en los que los bateristas fueron igual de influyentes y terminaron definiendo el sonido del grupo.
Lejos de simplemente mantener el tempo de una canción, hubo especialistas en los bombos, tambores y platillos que supieron marcar a fanáticos y futuros colegas gracias a su técnica, potencia y creatividad detrás de sus sets.
Led Zeppelin, The Who y The Beatles son tres ejemplos claros de lo anterior: conjuntos que no solo alcanzaron la fama alrededor del globo por sus canciones, discos y actuaciones en vivo, sino también porque el rol de sus bateristas se volvió parte esencial de su identidad musical.
Led Zeppelin
El motor rítmico de la banda fue John Bonham, quien hoy es considerado uno de los mejores bateristas de la historia del rock. Se destacó por su fuerza y velocidad, pero también por el uso de técnicas poco comunes en la época: en “Good Times Bad Times” aplicó un innovador patrón de bombo con pedales rápidos, y en “Moby Dick” demostró todo su talento con solos que podían extenderse más de 15 minutos en vivo. A su vez, su intro en “When the Levee Breaks” sigue siendo uno de los beats más sampleados en la música y fue usado por artistas que van desde los Beastie Boys hasta Massive Attack, lo que prueba su impacto cultural.
The Who
La segunda leyenda de este listado es Keith Moon, quien se caracterizó por un estilo caótico y técnico a la vez, y por llenar los espacios con redobles constantes y su uso intensivo de los toms. Su performance en “My Generation” y “I Can See for Miles” muestra cómo utilizaba sus habilidades para salir del cómodo lugar de acompañante y ser protagonista en una pista. Moon también popularizó el uso de kits más grandes y con múltiples platillos, algo que luego se volvió habitual en el rock.
The Beatles
Ringo Starr no fue un baterista al que se le reconocieran todos sus dotes y tampoco alguien de un virtuosismo extremo, pero aportó precisión y creatividad en un grupo en el que la simplicidad era clave. En “Come Together”, su técnica definió el carácter de la canción. En “A Day in the Life” desplegó un acompañamiento sutil que es clave hasta el clímax orquestal, mientras que en “Rain” hizo uso del doble tracking para reforzar las pistas de batería. Como si fuera poco, Starr fue también uno de los primeros en popularizar la posición cruzada de manos (mano derecha en el hi-hat, izquierda en la caja), que se convirtió en estándar en la batería moderna.