Paul McCartney es uno de los bajistas más reconocidos de la historia del rock, aunque no tanto por su virtuosismo técnico, sino por la impronta melódica con la que aborda el instrumento. Nacido en Liverpool, es conocido por ser uno de los compositores más refinados, también multiinstrumentista, y la imagen más clásica para identificarlo es la de su época en The Beatles, con el bajo Höfner colgado. Sin embargo, el músico tenía sus preferencias muy claras a la hora de definirse como bajista, más allá de que muchos criticaran su falta de rapidez o apuntaran a una supuesta carencia de virtuosismo.
John Entwistle: su rival
Su principal rival en la época junto a los Fab Four fue John Entwistle, de The Who. Aunque las bandas seguían caminos musicales distintos, ambas se convirtieron en emblemas de los años 60. Mientras que The Who se vinculaba más con la contracultura, también dieron el salto al ópera rock justo cuando The Beatles estaba terminando su trayectoria. En una entrevista, McCartney expresó su opinión sobre las técnicas de The Who: “A menudo pensaba que era como si el bajo fuera la guitarra principal. No creo que suene tan bien como la guitarra principal. Es como un mercader de velocidad. Nunca he sido uno de ellos”.
En cuanto a la rapidez, talento que suele valorarse en todos los músicos de una banda de rock, el cantante de "Yesterday" la desestimó como un elemento clave: “Una cosa es ser rápido, pero eso dura poco. Creo que prefiero ser melódico. Prefiero contenido a solo velocidad”, dijo, reforzando así su rivalidad con Entwistle. Ciertamente, el enfoque melódico en el bajo es lo que lo convirtió en un verdadero innovador para la época y también en el modelo a seguir para cientos de bajistas en todo el mundo.