Un nuevo personaje comenzó a apoderarse de David Bowie en 1975, durante la promoción de su disco Youngs Americans. Los alter egos no eran una novedad para el artista británico, con la psicodelia cósmica de Major Tom y el glamour sexual de Ziggy Stardust habiendo dominado su carrera inicial. Sin embargo, esto era diferente.
Los atuendos coloridos fueron reemplazados por un chaleco simple. Su persona transicionó a un figura pálida y esquelética vestida de blanco y negro. Adoptó una perspectiva moral sombría ejemplificada por inclinaciones fascistas. El personaje más oscuro de Bowie se había afianzado cuando se convirtió en The Thin White Duke (el Delgado Duque Blanco). En el 75 se mudó a Los Ángeles. Mientras estuvo allí, se aisló y entró en un espiral descendente, entregándose a una llamada “dieta blanca” que consistía en el consumo exclusivo de leche y cocaína. También comenzó a practicar extraños ritos impulsados por su interés en el ocultismo y una fascinación por la mitología fascista.
Esta disidencia se amplificó cuando Bowie interpretó a Thomas Jerome Newton en la película The Man Who Fell To Earth (Nicolas Roeg, 1976), un extraterrestre autosuficiente y altanero. Dicho personaje proporcionó parte de la inspiración en la apariencia del Duque Blanco y aceleró el descenso de Bowie a la oscuridad. The Thin White Duke incluso se abrió paso en sus interacciones sociales y entrevistas, en donde llegó a comparar a Hitler con una estrella de rock, entre otros comentarios conservadores. Se volvió difícil para todxs, incluido Bowie, discernir entre su persona y su personaje. Años más tarde, el artista recordaría todo esto como un performance de arte escénico y describió a su personaje como “un aspirante romántico sin ninguna emoción, pero que soltaba mucho neoromance”.
Estas afirmaciones toman más relevancia cuando comparamos al Duque Blanco con el Bowie de Young Americans, el análisis se vuelve bastante relevante. La canción que da título al disco es romántica y cínica a la vez, canta sobre la belleza de ser joven seguida del dolor de envejecer y desenamorarse. En el mismo álbum está “Fame”, una canción sobre cómo las presiones de la fama llegan a volver loco a un artista. Podemos animarnos a decir que el “blue-eyed soul” de Young Americans en cierta forma sentó las bases de lo que vendría después.
Station to Station fue la obra del personaje. El disco publicado en 1976 abre con una epopeya de 10 minutos (la más larga de su carrera) y una especie de desfile que anuncia a The Thin White Duke. La canción comienza con un instrumental extendido que refleja la transición de Bowie del rock hacia un territorio más experimental: lentamente llega a un clímax antes de explotar en un tema oscuro y mecánico que suena entre un ritmo soul y una marcha de guerra fascista llena de maquinarias sin aceitar.
Al abrirse la letra, tenemos la primera imagen clara del Duque Blanco, un personaje que destroza las ilusiones de los jóvenes amantes tirándole dardos a los ojos. Luego en el primer verso, hay una versión incisiva de la fantasía, donde las palabras que canta Bowie se ven socavadas con la insensibilidad del Duque: “Here are we, one magical moment, such is the stuff/ From where dreams are woven”. Esta sección hace referencia a “La tempestad” de Shakespeare parafraseando una línea de un poderoso hechicero que se consume por su magia y renuncia al final de la obra, preparando de esta manera el escenario para el misticismo que seguirá en la canción. También establece una suerte de paralelismo entre el personaje de Shakespeare y la música de Bowie: tanto el hechicero como el Duque Blanco tienen el poder de atrapar a los incautos con sus artes.
El Duque Blanco también menciona que se ha perdido en un círculo, algo que tiene mucho peso místico, particularmente en la Cabalá, una forma de misticismo judío que establece la idea de estaciones a través de las cuales Dios, la sabiduría y el infinito pueden relevarse. Dos de estas estaciones se mencionan más adelante en el verso, “Kether” y “Malkuth”, misticismo que vuelve a impregna la canción al final del segundo estribillo con una referencia a White Stains, libro del ocultista Aleister Crowley, de quien Bowie estaba obsesionado. En la siguiente sección, Bowie canta sobre el anhelo de significado que el Duque Blanco no puede tener: quiere algo en lo que creer, una manera de conectarse con el mundo, pero sabe que está condenado a esa búsqueda. Continúa en la canción con líneas reveladoras: Bowie y el Duque Blanco quieren llenar el vacío con algo más que cocaína.
Después de esta súplica, el Duque se da cuenta de que no hay tiempo para ningún sentimiento debajo de su caparazón insensible. Esta sección también hace referencia al canon europeo del pensamiento político, moldeado por la monarquía que dio origen a los ideales del fascismo. También podría estar hablando de cómo The Thin White Duke cambiará la música estadounidense introduciendo aspectos del canon musical europeo en el soul y el rock, formas de artes nativas de Estados Unidos. Estas líneas se repiten con interjecciones y solos durante el resto de la canción, construyendo un final triunfal: el Duque Blanco se ha apoderado de David Bowie.
Otros aspectos del personaje aparecen a lo largo de Station to Station. Su fachada romántica encaja perfecto con “Golden Years“, que era el título original previsto para el proyecto antes de que el Duque hiciera cargo. En este contexto, “Golden Years” pasa de ser una canción genuina a tener un trasfondo siniestro, ejemplificado específicamente por la línea “Run for the shadows” (“Corre por las sombras”). Más adelante aparecen “Word on a Wing” y “Wild is the Wind”, dos verdaderos gritos de ayuda: Bowie ha sido consumido por su adicción y su carácter, pero hay una humanidad que sobresale debajo de él. Necesita liberarse de su prisión autoimpuesta. Hacia el final de la producción del disco, y con la ayuda de su amigo Iggy Pop, Bowie logró salir de su descenso. Se mudó de Los Ángeles y trató de limpiarse. Sin embargo, The Thin White Duke no tuvo jubilación pública ni una muerte dramática como Ziggy Stardust. El personaje simplemente se desvaneció y se convirtió en un demonio que permanece en el pasado de Bowie.
Tal vez sea la oscuridad que la Segunda Guerra Mundial dejó en los corazones de los británicos y que inconscientemente se plantó en él, creciendo poco después del conflicto dentro de una educación tradicional inglesa. Tal vez se sintió atraído por el fascismo, al menos en un cierto nivel psicológico o filosófico. Se sintió atraído por el control, el control que necesitaba sobre el caos en el que se había convertido su vida. Tal vez sea el demonio que llevan muchas personas dotadas: brillantez y depresión. “Cuando uno está en su propia mente, es un barrio peligroso”, citó Bowie en una de sus entrevistas.
Más adelante, el artista se referirá a ese periodo como el más oscuro de su vida, llamándolo “un personaje desagradable”. Sin embargo el Duque Blanco es responsable de parte de la mejor música hecha por Bowie haya hecho jamás. Ese giro de grandeza y esa oscuridad hacen a la pregunta que aún persiste hasta el día de hoy: ¿cuánto de eso fue David Bowie y cuánto fue The Thin White Duke?