Años antes de convertirse en uno de los mayores cantautores de la escena argentina, Diosque fantaseaba con ser un productor de música electrónica. Allá hacia comienzos de siglo, su sonido seguía la libre senda de la experimentación con samples y la distorsión digital, influenciado por los discos que le llegaban a Tucumán desde la bulliciosa escena electrónica porteña y el minimalismo electrónico de Europa.
La canción apareció sin buscarla, como un encuentro sorpresa, el hallazgo de una forma invisible que sin embargo siempre había estado ahí. Esa transición, con un pie en la electrónica y otro en la canción, fue capturada en el primer disco de Diosque, I can cion, obra que repasará esta noche en una presentación en vivo para celebrar los 15 años desde su publicación en 2007.
Como todo adolescente curioso e inquieto viviendo en los noventa, Juan Román descubrió el punk rock, el grunge y el rock alternativo de los Smashing Pumpkins y Sonic Youth. Su primer encuentro con la electrónica sucedió en el estudio del productor Mario Pak, quien le vendió posiblemente el único sampler en Tucumán en esa época, el Ensoniq ASR-10. A diferencia de otros instrumentos de sampleo de la época diseñados como si fuesen calculadoras enormes, el ASR-10 parece un sintetizador, con la salvedad de que no tiene un sonido propio.
“En esa época era con disquete -recuerda Diosque en conversación con Indie Hoy-. Le tenías que cargar todos los sonidos. Así que empecé sampleando pedazos de canciones que me gustaban, sampleaba de la tele, del cable, hacía zapping de la radio… Ahí me empecé a grabar tocando la guitarra también. Que era yo con la guitarra tranqui, nadie me enseñó los acordes, fue de manera súper autodidacta y natural en mí”.
Esa adquisición llegó con el descubrimiento del inagotable torrente de música electrónica que estaba llegando desde las capitales culturales de Reino Unido y Alemania. Sin repetir y sin soplar: Aphex Twin, The Orb, el sello Kompakt, Gas, la serie Pop Ambient, el sello Mille Plateaux, Vladislav Delay, Luomo, Autechre, Mouse on Mars… “Música muy del 99 al 2004 -resume Diosque-, cuando se pensaba que los músicos solistas iban a tocar con una laptop”.
De esos primeros experimentos salieron dos EPs instrumentales: el CD-R titulado El arte descomponer de 2002 (hoy virtualmente inconseguible) y Sonidos roto publicado online por el sello Planear Records en 2005, discos que reflejaban la afición de Diosque por la música ambient, su destreza para crear collages a partir de samples y grabaciones de campo, y una especie de torpeza intencional que le daba a su sonido digital un humor y una calidez humana.
Además, estas publicaciones primerizas se enmarcaban en un contexto local que también estaba atento a lo que pasaba en Europa: la escena electrónica porteña de cambio de siglo. “Estaba el sello Frágil Discos, Vital de Leo [García] -rememora Diosque, quien comenzó a viajar con más frecuencia a Buenos Aires hasta mudarse en 2002-. Conocí por esos años a Leo, a Pablo Schanton, Dany Nijensohn, Rascacielos, el [boliche] Morocco, vi a Fantasías Animadas, Pommerenck… Una linda época”. De hecho, Gustavo Lamas, productor, DJ e integrante del dúo Rascacielos junto a Leo García, también había utilizado la ASR-10 para crear los beats minimalistas y duberos de sus emblemáticos primeros discos como solista.
Sobrevolando esa escena se encontraba el padre simbólico del under y fundador de la electrónica en Argentina, Daniel Melero. Diosque lo conoció en los talleres de “Desaprendizaje Audiovisual” que brindaba en el restaurante Wasser de Recoleta, un ciclo de encuentros con artistas de distintas disciplinas en los que investigaban los cruces entre la creación artística y la computación. Juan y Daniel congeniaron de inmediato y pronto Diosque se sumó como baterista a la banda de Melero.
De Tucumán, Diosque se había traído una sólida selección de canciones que formarían su primer LP, I can cion. Solo costó mostrárselas a Melero para que accediera a ayudarlo con las ediciones finales, masterizarlas y conseguir un sello para su publicación. A mediados de 2007, el debut de Diosque salía publicado por Popart Discos y Sony BMG, y distribuido por disquerías a lo largo de todo el país.
15 años después, I can cion se mantiene como una rareza en la historia de la música argentina. Que una obra tan ajena a los consensos y reglas de la industria musical haya sido publicada por un sello multinacional quizás sea lo más anecdótico del asunto. Las 17 canciones que lo integran fluyen como un collage frenético de pasajes electrónicos con guitarras acústicas y pequeños momentos de trascendencia lo-fi. Diosque mostraba una facilidad hipnótica para crear canciones y desarmarlas en un mismo movimiento, haciendo del proceso vivo su firma autoral.
“Estaba haciendo música desde el no-saber -admite Diosque-, de la experimentación real, de lo lúdico, de ver cómo samplear e ir construyendo melodías encima. De hecho, hay muchas canciones que parecen que están inconclusas. Aun así, yo estaba muy seguro del disco. Pese a que tenía cosas cortadas, me sentía muy seguro de la música que hice, confiaba”.
Esta sensación de incompletitud lo llevaría a retomar algunas de esas composiciones en sus discos posteriores: “Basural” volvería a aparecer en Bote de 2011 y “Federico García Calor” tuvo su reversión en Terruño de 2019. Como escribió años más tarde Pablo Schanton, el crítico de arte y cocreador de Frágil Discos, Diosque se rebelaba contra la idea de la canción acabada en un gesto de interrupción intencional y con vocación de boceto.
Un disco puede ser el registro de una época de un artista, como una foto de un momento que dejó de ser así en el instante de su revelado. Con el tiempo los discos envejecen, algunos se olvidan, otros encuentran su forma de ser redescubiertos.
Para celebrar su aniversario, I can cion volverá a sonar en vivo en la cúpula del Centro Cultural Kirchner, en un show que buscará ser fiel a la personalidad del proyecto original. “En un momento pensé en tocarlo con banda, pero decidí que tenía que hacerlo solo, porque es un disco muy íntimo -cuenta Diosque-. Quiero tratar de representar eso, samplear en vivo, recrear los procesos de composición, loopear…”.
“Me estoy reencontrando con un disco que nunca más volví a escuchar. Me escucho cómo cantaba, cómo producía… Puede haber muchas cosas que me gusten o no ahora, después de que el tiempo ha pasado. O sea, ¡hay canciones que grabé con un micrófono de la laptop! -sonríe Diosque- Pero era lo que había. Era auténtico”.
Diosque se presenta el viernes 30 de septiembre a las 20 h en el Centro Cultural Kirchner (Sarmiento 151, CABA) en el marco del ciclo Suban junto a Walter Lezcano y Zencilia Ming, con entrada libre y gratuita. Escuchá I can cion en plataformas de streaming (Spotify, Tidal, Apple Music).