Hay imágenes que entran de forma desprevenida en nuestra cabeza y permanecen intactas en la memoria a pesar del transcurso de los años. Sucesos que lograron distinguirse de la normalidad y adquirir la sustancia de un hito imborrable. Cada historia se conforma por este tipo de acontecimientos, y en lo que nos concierne, es difícil no haberse cruzado alguna vez con la imagen de The Beatles tocando en la terraza de su estudio Apple Corps en Londres. Esta excéntrica presentación quedó inmortalizada en los registros que conforman el film experimental del célebre cineasta francés Jean-Luc Godard llamado One PM (1971). No se trató de un acto original, ya que un tiempo antes la banda californiana de rock psicódelico Jefferson Airplane había hecho lo mismo, pero lo cierto es que The Beatles tenía otro tipo de planes para llevar a cabo este evento y la idea de la terraza no fue más que una solución apresurada para sacarse de encima la promesa de un último show luego de más de dos largos años sin compartir escenario. The Beatles habían dejado de tocar en vivo en 1966, el 29 de agosto en el Candlestick Park de San Francisco. Pensaron en varias opciones como el río Támesis, en el Coliseo Romano y el desierto de Túnez, pero ante la crisis que atravesaba la legendaria banda optaron por un show improvisado que fue suspendido por la policía durante el fin de las sesiones de lo que sería su último álbum publicado, Let It Be.
A principios de 1969, Paul McCartney, John Lennon, George Harrison y Ringo Starr se reúnen con George Martin con la intención de trabajar en un álbum que los regrese a las raíces del rock and roll que habían profesado en sus inicios. Una de las canciones que formarían el álbum sería “One After 909”, un tema que acompañó a la banda desde sus comienzos. El deseo era mayoritariamente cargado por Paul, quien fue el que se encargó de ponerse al hombro el proyecto a pesar de que el fuego ya no ardía como antes y los integrantes no mantenían la mejor relación entre ellos por la tensión latente producto de haber tenido el mundo a sus pies. Todos estaban más enfocados en desarrollar sus carreras como solistas y había un desafecto nupcial con el que sería el doceavo disco de la trayectoria. Inicialmente el disco iba a llamarse “Get Back” y hasta hubo una sesión de fotos en la que posaron en alusión a su primer disco Please Please Me (1963). Pero como era de esperarse en una tormenta así, las cosas no salieron como estaban previstas, el álbum terminó siendo un conjunto de individualidades que denotaba los intereses de cada uno, pero no la de un colectivo. Muy por el contrario, la portada original de Let It Be estuvo compuesta por las cuatro fotos de sus partes separadas por una línea negra que acentuaba su separación. El mismo Paul McCartney, un mes antes dio por aludido que la banda ya no estaba unida, siendo finalmente Let It Be, el disco póstumo de The Beatles.
Pero la salida del disco fue como dice, el título de una de sus mejores canciones, un largo y ventoso camino. Principalmente porque se publicó un año después de su grabación, queriendo adelantarse al exitoso Abbey Road en un éxtasis que tuvo el grupo por meterse de lleno al mítico estudio. Es acá donde entra la eterna discusión entre los fanáticos que dicen que Abbey Road es el verdadero último disco de la banda, pero Let It Be en realidad fue publicado a posteriori. La idea de “Get Back” venía acompañada a la de una nueva película de la banda. Pero a diferencia de la animación psicodélica de Yellow Submarine o la comedia de Help!, esta sería más bien un documental cien por ciento observacional de las sesiones que comenzaron en los estudios cinematográficos de Twickenham de Londres, repleto de cámaras que los filmaban todo el tiempo. Continuaron en Apple como pedido obligatorio de Harrison luego de abandonar las sesiones tras haber tenido una discusión con Paul, esa era su condición y que se olviden de la fantasía de un último recital (algo que por suerte, no pasó). El documental estaba a cargo de Michael Lindsay-Hogg que ya había trabajado con el grupo en algunos videoclips. Austera y sin opinión, la película nos muestra el desarrollo de sus canciones y algún que otro roce, sin entrevistas, ni pensamientos en voz en off. Let It Be registra la creación del álbum y su celebración en la terraza, incluso muestra que algunas joyas de Abbey Road como “Oh! Darling” fueron resultado de esta fallida odisea. La película ganó el premio Oscar a la mejor banda sonora, pero ninguno de los integrantes del grupo se presentó a la ceremonia a retirar el premio.
Harrison aportó la canción que quizás mejor identifica la esencia del disco, “I Me Mine”, un reflejo de los egos que contaminaron al grupo, a pesar de que el compositor confesó que solo se trataba de la deconstrucción de su ser. Fue el integrante que más quedó obnubilado después de la experiencia de sus viajes ancestrales a Oriente, y quería seguir plasmando lo aprehendido en sus composiciones. Para calmar las aguas, tuvo la idea de invitar a Billy Preston a presenciar la grabación ya que por varios era considerado como el “quinto Beatle.” En parte por su talento musical y también en parte por su relación con el grupo, Preston sirvió para mantener la cordialidad entre The Beatles para finalizar la grabación. “For You Blue” es otra de las canciones de Harrison, un tema inspirado en el blues y con la presencia de instrumentos exóticos para el momento como la guitarra lap steel ejecutada por Lenneon.
Lennon, por su parte, estaba pasando por una etapa muy problemática marcada por el consumo de heroína. Su enamoramiento obsesivo por Yoko Ono generó varios conflictos ya que sus compañeros la acusaban de una intromisión constante. Incluso, durante el pequeño tiempo que Harrison había abandonado las sesiones, fue inmediatamente reemplazada por ella. “Dig a Pony” es una perfecta demostración de su sentimiento, como así también el clásico “Don’t Let Me Down”, aunque esta no fue incluida finalmente en el álbum. Pero la canción que Lennon sacó de su galera ni bien comenzaron las sesiones fue una de las que se convertiría entre las más memorables del grupo, “Across the Universe”, una canción celestial con una de las frases más poderosas de su autoría: “Nothing’s gonna change my world.” A su vez, Let It Be tiene otras piezas delirantes compuestas por el creador de “Imagine”, como es la improvisación desconcertante de “Dig It” o “Maggie Mae”, un himno callejero de Inglaterra, una famosa leyenda entre marineros que conmemora a una prostituta ladrona (la canción original data de más de 200 años). Este fue uno de los pocos cóvers que The Beatles grabaron, junto a otros recordados como “A Taste of Honey”, “Bésame mucho” o “Rock and Roll Music”.
Hay algunas colaboraciones entre Lennon y McCartney en el disco, como la que corre el telón, “Two Of Us”, un suspiro esperanzador con una melodía folk. Pero la construcción ideal entre dos amigos cada vez más distanciados fue “I’ve Got a Feeling”, una canción rockera con un Paul desacatado que se completa con unas estrofas de Lennon en la segunda mitad del tema. Las dos canciones que levitaron como posibles títulos del álbum fueron autoría de Paul McCartney, la primera “Get Back” que salió como single adelanto junto a “Don’t Let Me Down”. Y luego “Let It Be”, una oda melancólica inspirada en un sueño en donde Paul se encontraba con su madre y le susurraba esta reflexión que terminaría imprimiéndose como un mandamiento para el mundo contemporáneo. Pero el disco alcanza su momento más alto con “The Long and Winding Road”, Paul también sentado en su piano entonando la nostalgia que sale de su corazón y consagrando el final con una canción hermosa.
Let It Be se publica el 8 de mayo de 1970. Luego de varias disputas y rodeos, el material terminó en manos del prestigioso ingeniero de sonido Phil Spector, quien puso mano al asunto y causó aún más polémica en el grupo, ya que lo había traído Lennon y a los demás Beatles no les satisfacía lo que había hecho el productor con el producto final de sus canciones, sumando algunos arreglos y haciendo retoques de mezcla. Según McCartney, Spector había trabajado en contra de sus principios y eso fue la gota que derramó el vaso y retrucó con una doble apuesta, una al presente: publicar su primer disco como solista, McCartney (1970), semanas antes a la salida de Let It Be, algo que afectaría las ventas del álbum de The Beatles. Pero McCartney también hizo una apuesta al pasado, casi treinta y tres años después, cuando publicó Let It Be…Naked (2003), la versión que él anhelaba antes de tomar la decisión definitiva contra la banda. Let It Be suena lleno de esperanza, pero es el canto de réquiem de uno de los grupos más influyentes de la historia de la música.