Hay artistas inquietos, que necesitan cambios, reconfiguraciones de su universo sensible, puntos de inflexiones en sus mapas de insumos perceptivos. Gustavo Cerati siempre integró ese grupo de músicos aventureros, en búsqueda constante tanto de nuevas herramientas del lenguaje musical como de vivencias capaces de reverdecer los andamiajes que fueron marcando su búsqueda artística.
A finales de marzo de 1993, Soda Stereo suspendió la gira de Dynamo, uno de los discos más arriesgados del trío argentino publicado durante el momento más popular de su carrera. El embarazo de Cecilia Amenábar, quien esperaba al primer hijo de Cerati, fue uno de los grandes motivos para que el líder decida tomarse un descanso de su legendario grupo.
“Para mí era más importante estar presente en la concepción de mi hijo que estar de gira por ahí. Me fui a Chile y no me importó más nada. Solo quería ver crecer la panza”, revelaría años después en la televisión chilena. Después de la vorágine de Canción animal y la vanguardia experimental en Dynamo -disco que además había sido responsable de crear una nueva escena de rock sónico-, el líder de Soda Stereo necesitaba refugiarse en sentimientos más íntimos y simples, lejos del frenético y eufórico camino recorrido casi durante diez años ininterrumpidos con su banda.
Entre Santiago de Chile y Buenos Aires, Cerati comenzó a darle forma a una ebullición creativa producto de sentimientos y vivencias nuevas. Lejos de las multitudinarias giras, ahora el foco estaba en la conformación de su familia y las distintas aristas que esa experiencia podía tomar. En esos meses de intimidad se iba a concebir uno de los trabajos más personales del músico: Amor amarillo, que saldría a la luz el 1 de noviembre de 1993.
Un collage de samples y estilos
En una entrevista intercalada con el video del recital de la única presentación oficial del disco, el 15 de abril de 1994 en la radio FM 100, Cerati sostuvo que llevó hasta el final del proceso los demos que hizo en el living de su casa a fin de conservar el concepto intimista, el “material genético” más esencial de la instancia creativa, a diferencia de otros proyectos que tuvieron una producción más grandilocuente: “Traté de mantener el estado embrionario de la canción. Lo primero que hice es lo que realmente valía, si es que me gustaba”.
En aquella conversación, reposado sobre un sillón de mimbre con gafas oscuras, pantalón de cuero y chaqueta roja, reflexiona: “El disco es lo suficientemente ecléctico para mostrar las distintas facetas en las que yo me ubico para componer una canción”. Y esto es totalmente cierto. A medida que repasamos la obra aparecen temas en donde la guitarra eléctrica, de forma clásicamente rockera, lleva el liderazgo como en la canción que da nombre al álbum, pero también hay composiciones acústicas de pop magistral, otras canciones más oscuras y herméticas y otras en donde el matiz preponderante es tecno. Este último es el caso de “Pulsar“, cuya introducción se compone con samples en variaciones mínimas de “Sirius” de The Alan Parsons Project, con una letra más filosófica e intelectual que las otras.
“Me gustó mucho cuando llegué a la composición de esa canción y la sigo considerando como una de las más importantes que hice para mí. De alguna forma, es el punto de partida de Bocanada”, comentaría sobre “Pulsar” en un documental de 1999 para el canal Telemúsica. Y es que algunas pinceladas de su faceta experimental heredada del antecesor Dynamo, que luego amplificaría en Bocanada, no fueron ajenas a este disco debut de su carrera solista. Sobre este punto, vale recordar que en Amor amarillo existe un track oculto -“Torteval“- de rock fusión que solo se incluyó en la primera y tercera edición del álbum, cuya pista se compone con samples de “You’ve Got the Love” del grupo funk Rufus & Chaka Khan.
El álbum abre con un riff de guitarra en clara tónica ceratiana, de arpegios sutiles, cuyas primeras líneas vocales en falsete escriben una metáfora de amor: “Adentro tuyo caigo del sol, adentro tuyo es único”. La situación lumínica del astro solar como símbolo de la vida reverdece la existencia de un Cerati totalmente tomado por la potencia de los sentimientos más milenarios del ser humano, los cuales acaparan el concepto global del trabajo, como el amor, la vida en pareja y la espera de un primer hijo.
“Amor amarillo“, el primer tema, es el que presenta un formato de trío -guitarra, bajo y batería-, y nos recuerda a algunas canciones que vendrían después en Sueño stereo o en Comfort y música para volar. Si bien la mayoría de los instrumentos son ejecutados por Cerati -voces, guitarras, bajo pedulla, MPC 60, teclados, tubo de viento, efectos y percusión–, Zeta Bosio toca el bajo en la canción inicial y también lo acompaña luego en el show de FM 100. “Zeta metió algunos teclados e hizo las veces de coproductor en todo el proceso final del disco, en donde necesitaba alguien con quien cotejar opiniones ya que venía muy autista todo el proceso haciéndolo solo”, diría Cerati. También en esta etapa aparece Tweety González que “hizo de consultor de audio”, según el músico. La ficha técnica se completa con Cecilia Amenábar, quien toca el bajo en “A merced” y canta en “Te llevo para que me lleves“.
La inspiración para el trabajo de producción fueron discos que conservan un espíritu de demo, es decir, aquellas versiones básicas y primarias de la composición. “A las guitarras las grabé en Santiago, en el living, y fue en el mismo momento en que estaba haciendo las canciones -contaría Cerati-. Cuando llegué a Buenos Aires, imaginé que a eso lo podía reproducir, o podía hacer algo mejor, grabar en 24 canales, y me di cuenta al instante que no tenía ningún sentido, que eran mucho mejores esas versiones. En eso lo relaciono con discos que me gustan y que tienen ese espíritu”.
Sobre este punto, aparece la influencia del legendario Artaud de Luis Alberto Spinetta, una obra que, si bien está firmada por Pescado Rabioso por temas contractuales, es una placa íntegramente compuesta por Spinetta, la cual también alude a un momento de cambio personal, pero sobre todo a sus incumbencias artísticas y literarias del momento, dentro del contexto de la inminente separación de su banda.
Si bien sería inexacto sostener que Amor amarillo está musicalmente influenciado por Artaud, es indudable que el halo de producción y el espíritu tanto vital e intimista como de libertad y soledad creativa que a Spinetta lo llevó a realizar uno de los álbumes más importantes del rock nacional fue un gesto de mucha movilización para Cerati. De ahí surge su decisión de incluir una versión de “Bajan“, incluso respetando el lugar que llevaba en la lista de temas en el original de Artaud.
“Intentaba reproducir el clima que él logra en ese disco con mi banda recién empezando”, revelaría Cerati recordando sus inicios en la música durante su adolescencia. En consonancia con el tópico de su propio Amor amarillo, se animó a cambiar una de las líneas de “Bajan” y en lugar de cantar “No te apures ya más, loco”, canta: “No te apures ya más, mi amor”.
Es la historia de un amor
El arte de tapa, a cargo de Alejandro Ros y Gabriela Malerba, descansa sobre el concepto sencillista del disco. Con dos franjas minimalistas en amarillo y naranja, y una circunferencia blanca como si fuese un astro saliendo del horizonte, la cubierta remite a un constructivismo geométrico. En el interior de la versión en CD no están las letras como tampoco ningún dato: solo cuatro franjas de color que completan una paleta de tonos, para profundizar la estética que estaba clara desde el comienzo, generando así potencia y perplejidad en quien observa.
El primer corte de difusión fue “Te llevo para que me lleves“, dirigido por Daniel Bohm y Pablo Fischerman en Santiago de Chile. El audiovisual amplifica la situación de felicidad en correspondencia con un montaje de colores plenos, una guitarra con dibujos, juguetes, cambio de vestuarios, piletas y bailes para retratar el momento de plenitud de la pareja Cerati-Amenábar, quienes son los protagonistas del clip y reproducen lo que era su vida por aquel entonces.
“Era él llevándome a mí y yo a él, de un lado para otro, en la montaña, en el avión. Siempre andábamos en la calle bailando o cantando -contaría Amenábar en el libro Cerati: La biografía definitiva, de Juan Moris-. Y una vez que él tenía libre en la gira de Dynamo, en Venezuela, salimos a un parque de diversiones. Ahí empezó lo de tú me llevas y yo te llevo. A la vuelta en el hotel, estaba con el cuadernito escribiendo la letra del tema”. Al final del video, se observa a Cerati con un tubo, simulando escuchar el latido del corazón de su hijo Benito dentro de la panza de su madre.
La presentación del disco tuvo lugar en la mencionada radio FM 100. En una cabina vidriada, Cerati y Zeta Bosio abrían el show con “Cabeza de medusa” ante unos privilegiados 100 espectadores que los contemplaban como si fueran peces con guitarras en una pecera de acuario.
Entre las particularidades de la performance, se aprecia el abordaje sustractivo que caracterizó a todo el proceso del disco: solo dos músicos en escena, la asistencia de Eduardo “Barakus” Lencenella -el histórico asistente de guitarras de Cerati-, y un fugaz Flavio Etcheto que contribuía con unas rítmicas acústicas en Amor amarillo. Completaban la lista de instrumentos su guitarra emblemática Paul Reed Smith, una guitarra negra electroacústica Yamaha que Spinetta le había prestado, una MPC 60 desde la que disparaba cajas de ritmos y un teclado Roland con el que ambientaba con algunos efectos.
Es sabido el fetiche de Cerati por las reversiones en sus recitales, y el de FM 100 no fue ajeno a esto. Una versión de “Entre caníbales“, canción que escasas veces fue tocada junto a Soda Stereo en vivo, hizo clamar a los presentes en una versión casi de fogón. Llegado el turno de “Bajan”, sorprendió a todos con un poderoso solo de slide guitar, siendo la primera vez que se lo observó con el singular cilindro de metal para hacer chillar a su instrumento, junto a una base de Bosio que llevaba adelante una estructura sólida en el bajo para que Cerati vuele por los aires con su guitarra.
La segunda y última aparición del músico en vivo con este disco fue en el programa de televisión Ritmo de la noche conducido por Marcelo Tinelli, que tuvo lugar el 9 de octubre de 1994 y en la que anunció que pronto habría noticias de Soda Stereo, reunión que desembocaría en el proyecto de Sueño stereo.
En este recital se observó una formación nunca antes vista: el músico estaba escoltado por Ricky Sáenz, bajista de Los 7 Delfines, y una música concertista en violonchelo para ejecutar fugazmente “Lisa” y “Pulsar”. Así cerraba una etapa singular en la vida de Cerati que simbolizó uno de sus discos más profundos, pero también una obra de culto dentro de la historia del rock argentino.