La narrativa LGBTIQ+ argentina revolvió siempre el canón literario. Autores como Manuel Puig, Néstor Perlongher o José Sbarra tuvieron circuitos de difusión disímiles pero coincidieron en consolidar obras atravesadas por la experimentación en las formas y por hacer del tabú un emblema. Incluso en años donde el clóset encerraba todo lo visible y escribía los reglamentos policiales, autoras lesbianas y gays resistían en textos que accedían donde sus cuerpos exiliados y perseguidos no podían.
Ese legado continúa vivo. Con la disrupción que provocó la masividad de autoras trans –Susy Shock, Camila Sosa Villada y Marlene Wayar, entre otras-, que acompañaron las transformaciones sociales que se vivieron en el país desde la sanción del matrimonio igualitario y la ley de identidad de género, los sellos especializados en narrativa LGBTIQ+ se multiplicaron y habilitaron la difusión de voces renovadoras del panorama cis. Afincadas en fanzines autogestivos pero con presencia en las listas de best sellers, estas publicaciones siguen expresando una transgresión de rouge, piel y madrugadas.
En Indie Hoy, seleccionamos una serie de títulos que revitalizan la tradición de la escritura LGBTIQ+ argentina, con textos que no evaden posicionarse en la coyuntura y explorar nuevos horizontes de transformación narrativa.
La Caacupé de Facundo Giménez
Ojo de Loca
Una historia de iniciación, pero también de estallido de las fantasías. Una confesión del desarraigo de la ciudad de origen, en simultáneo a una reivindicación del afecto provinciano. Un desahogo ante el dolor de las pérdidas que convive con una celebración a las segundas oportunidades. Todos esos elementos estructuran La Caacupé, la novela de Facundo Giménez que inauguró la colección Yire de la editorial Ojo de Loca, concebido en este 2023 y especializado en historias LGBTIQ+.
El autor construye un retrato exhaustivo de una ciudad desconocida para el público literario: Formosa, un escenario atravesado por el clima tropical y el chisme de barrio. Los platos, los paisajes, los secretos, los hábitos, la mixtura en el lenguaje y las espiritualidades (incluyendo la devoción por la Virgen de Caacupé, una guardiana que contribuye en el aspecto sobrenatural de la narración) configuran los movimientos del protagonista que transita un limbo entre su departamento de Buenos Aires y los recuerdos formoseños. El relato además cuenta con perspectiva de revancha: se establecen locaciones sin mucho más contexto, como insisten en hacer los autores porteños.
A través de una escritura que revitaliza la audacia y el humor marica, La Caacupé ingresa en las biografías de jóvenes de provincia que encuentran sus primeras exploraciones a través de pseudónimos en chats o encuentros secretos con señores que administran una doble vida. Después de escenas de sexo explícito, la historia revaloriza el placer del desayuno y de la compañía; de la confianza y el roce. Es así que también exalta la belleza del reencuentro y la satisfacción de las venganzas, para que el protagonista consolide su destino al apostar a la fe antes que a la conciencia. Comprende, finalmente, que el desafío está en confiar en lo que se cree, y rodearse de las personas correctas para llevarlo a cabo.
Estrechamente vigilados por la locura de Héctor Anabitarte
De Parado
“A este dejalo porque no es de los que hablan”, le pide un militar a otro represor. Hace referencia a Héctor Anabitarte, que está maniatado en un centro de detención. Una frase: un gesto que explicita su capacidad de seducción sin confines, su convicción inquebrantable contra los autoritarismos, su lealtad al sentimiento comunitario. Esas son algunas de las dimensiones que convierten a su figura en inclasificable, pero revolucionariamente necesaria.
Estrechamente vigilados por la locura se estructura como un collage de relatos que sintetiza el pensamiento y la identidad narrativa del fundador de la agrupación Nuestro Mundo, pionera en la militancia homosexual en la Argentina. Entre personajes que desconocen la mesura, imperativos de liberación colectiva, amores dramáticos y rupturas apasionadas, el relato termina por configurarse como una guía sobre los vínculos y la capacidad de transformación de lo real, en donde el lenguaje es un compromiso para no claudicar. Para conmover y llevar a la acción.
La editorial gay De Parado recuperó esta obra publicada originalmente en la década del 80, que sostiene capacidad de disrupción y experimentación de recursos estéticos que provocaron su reedición en el último mes. Anabitarte se abre a las posibilidades del oxímoron para encontrarle explicación a lo confuso de una época de represiones y de transgresiones, donde la comunidad se lanzaba a la incorrección de integrar su agenda a un proyecto nacional y a aventurarse al desafío de hacer sacrificios por amor.
La música duele de Eugenia del Carmen
Puntos Suspensivos
Naturaleza, música y cicatrices, unidas por la convivencia en la simultaneidad de un tiempo efímero. A partir de la potencia de esa idea, Eugenia del Carmen traza un clima poético donde las fisuras nos conectan con nuestra humanidad y los límites del cuerpo se corrompen con la expresividad musical. Junto al trabajo en el diseño del interior, con ilustraciones que proponen lanzarse a la experiencia de redescubrir las formas que pueden tomar nuestras propias fragmentaciones, consolida en su primer libro una atmósfera de ardor y parsimonia.
La editorial Puntos Suspensivos, dedicada a la narrativa y la poesía LGBTIQ+, continúa construyendo un catálogo que piensa cada publicación como “un arma política de resistencia; la potencia de un discurso que reivindica nuestro derecho al amor y a la ternura, contra toda hostilidad”. Así se convoca a una impostura ante la herencia de la represión de la identidad y moviliza a deshabitar el silencio, para que el deseo sea el que tome el lugar que las heridas abiertas ocupan en la piel.
Las plantas, los insectos, el agua y la narradora se fusionan en las laceraciones del tiempo, pero buscan transitar el sentimiento para que allí crezcan emociones genuinas, nuevos aromas y posibilidades de redención. La autora “sostiene la mirada ante la ambigüedad e instaura artesanía del dolor y de la herida”, escribe Daniel Lipara en el prólogo y da en el blanco: en La música duele el lenguaje se encarga de contener lo que agobia en las espaldas y las piernas, para compatibilizarlo con la naturaleza desnuda de la creación. Se elimina entonces la posibilidad de especulación, para que sólo se escuche el grito de las lenguas inéditas, antes silenciadas.
Ni chico ni chica de Belén Mentasti
Rosa Iceberg
La construcción de una identidad como un proceso sin plazos definidos pero, al mismo tiempo, urgente. Ropa, deporte, baños, cabello: las elecciones, cuando no están determinadas, son infinitas pero requieren adopción a cada momento. Obtener autonomía implica, en ocasiones, someterse a una transformación que se entregue a las inagotables posibilidades del cariño y los hábitos, así como también al esfuerzo que requiere encontrarse en la indefinición ante la mirada ajena.
Esa etapa de decisiones es la que configura el universo del último lanzamiento del sello Rosa Iceberg, que prioriza la publicación a mujeres y encontró en la primera novela de Belén Mentasti una voz que apuesta por la sensibilidad de los detalles y traza un retrato vívido de las emociones con las que se conviven en la edad del Secundario, donde se comienza a tomar dimensión de la responsabilidad con los afectos; del peso de la pérdida; de la determinación del desprendimiento.
Ni chico ni chica se ubica en el cambio de milenio para revitalizar los recuerdos de una transición tecnológica aún obsoleta y la resistencia de masculinidades prepotentes y frívolas. Los adolescentes protagonistas ingresan en el momento en el que los descubrimientos pueden costar caro y las pasiones solo son tan agudas como las decepciones. Sin ninguna posibilidad de vuelta atrás, resta equivocarse y avanzar, construyéndose a uno mismo a partir de las cicatrices, el vigor de las hormonas y el lugar que se le permite tomar a las presiones.