Conocer las relaciones que tejieron artistas para revalorizar las posibilidades de transformación en colectivo. Comprender los primeros pasos de los creadores argentinos, para entender el camino recorrido hasta alcanzar la industria del arte actual. Leer sobre arte para descubrir nuevas formas de conectarse con la experiencia estética. Con esas premisas, cuatro sellos independientes argentinos publicaron en los últimos meses libros en donde converge necesariamente un vínculo interactivo: se leen sobre películas y apremia encontrarlas; se conocen artistas plásticos que se convertirán en referencias.
El encuentro de investigadores argentinos y editores independientes hizo posible el lanzamiento de textos que permiten insertar a la teoría estética y al mercado artístico como parte de un proceso de construcciones históricas. Así es posible comprender cómo los años más transgresores del cine underground nacional fueron posibles por las alianzas entre escritores y los primeros realizadores; o bien cómo los poetas, los filósofos y los artistas plásticos encarnan la inquietud de componer vías de contacto con el espíritu de la creación y las emociones.
En Indie Hoy seleccionamos cuatro de estas publicaciones, que integrarán bibliotecas de referencia teórica pero también lecturas de compañía, para encontrar placer en el debate de las categorías del arte.
La vía subterránea de Paula Wolkowicz
Libraria
Los 70 en la Argentina fueron épocas de manifiestos políticos, de violencia armada, de disrupción artística; del auge del Di Tella y del boom del psicoanálisis; de debates en cafés y de cines colmados. Una década de dos posibilidades para el cine: o se escogía la vía comercial o se militaba para la transformación. Esas condiciones fueron las que hicieron posible una experiencia novedosa, transgresora y fugaz, que se construyó en garajes de trasnoche y aún sobreviven en ellos. Los 70 fueron los años del cine underground, un cruce inédito entre vanguardia estética y compromiso social que se filmó desde los márgenes para los marginales.
La investigadora Paula Wolkowicz analizó cada minuto de filmación clandestina y recuperó las voces de una camada de directores que rompieron con el canon de cómo debía ser lo alternativo, que llegó a constituir una estética tan normada como el mainstream. Su compromiso no era con una productora ni con un partido político, sino con las posibilidades del cine y con la mirada del espectador; su urgencia no era con la coyuntura, sino con la necesidad de conseguir recursos para poder filmar y de sostener las horas de sueño para poder cerrar una escena fuera de su horario laboral. Así hicieron de la ficción una trinchera, sostenida con tabús en primer plano, que pretendía un acercamiento distinto a la condición humana y dejaba planteada una pregunta: ¿Qué imágenes se repiten en nuestro cine?
En La vía subterránea, la editorial de arte Libraria erigió una bibliografía obligatoria y un acto de justicia a una generación de realizadores cuyo vínculo inició en maratones de cine polaco y terminó con el exilio por la represión. Reunidos por la naturalidad con la que habitaban los márgenes, revalorizaron la escasez para confrontar la solemnidad y se separaron del debate entre estética y ética para concentrarse en el efecto de la imagen sobre el espectador. Si es posible transformar el cine, la realidad mutará: esa fue la materialidad que Bebe Kamin, Miguel Bejo o Alberto Fischerman -entre varios más- buscaron corromper. Porque la imagen es performática y filmar transgresión provoca, por obstinación y novedad, una transgresión sobre la mirada.
Poetas y pintores
Fadel & Fadel
El sello Fadel & Fadel es una novedad en el universo editorial: constituida como casa editorial, traduce hallazgos y los pone en disputa dialogando con académicos y autores consagrados en ediciones que conjugan la tradición fancinera y la búsqueda del libro-objeto. Aún así, Poetas y pintores representa una rareza dentro de su catálogo, con una curaduría de ensayos de escritores sobre arte plástico e impresiones de obras que expresan la vitalidad de los conceptos estéticos cuando enlazan artistas de distintos campos.
Una sucesión de ensayos precisan los momentos del tránsito por la creación, conviviendo con el universo de abstracción y fantasía que se encuentra en un lienzo, pero existe mucho más allá del soporte material y del tiempo en que recibirá su última pincelada. Esa supervivencia, acontecida porque las representaciones se instalan y perduran en el diálogo colectivo de los estímulos, subraya la condición invaluable de la expresión artística: más allá de la arbitrariedad de las comparaciones y las cotizaciones, no se ha inventado todavía unidad de medida para las posibilidades del óleo.
Ezra Pound y Vicent van Gogh; John Ashbery y Gregorio Valdés: el desorden de nombres se armoniza por un disfrute tan esencial para la experiencia estética como es el vacío de certezas. A ese lugar incómodo son llevados los poetas, que encuentran en el arte plástico un espacio de inspiración, pero aún más un momento de sensibilidad íntima que corrompe la trampa de pensar el arte en su aspecto utilitario. La satisfacción de la contemplación de las emociones es un hilo que los hilvana. Resta apropiarse de la humildad que transmiten los artistas al ser conscientes de la finitud de la sensación y contagiarse de su pasión por la expresividad, para así comprender que la creación de un nuevo mundo puede suceder en la siguiente página.
Los agentes dobles de Marcos Zangrandi
Beatriz Viterbo
Rigurosidad, historia y cinefilia: en Los agentes dobles, Marcos Zangrandi estructuró una lectura inevitable para comprender cómo el cine nacional tomó dimensiones industriales a partir de su alianza e intercambio con los referentes literarios. Primero como actores de legitimación artística y luego como grupos de experimentación dual, los cineastas y los escritores confluyeron en las primeras décadas de desarrollo audiovisual argentino e hicieron posible una renovación del ambiente cinematográfico y la producción sistemática de largometrajes que hoy constituyen el canon histórico.
Los nombres se suceden: Torre Nilsson y Cortázar, Borges y Armando Bó. El intercambio artístico representaron alianzas estratégicas que trascendían el armado de un guion o el desarrollo de un plano, con miradas que desbordaban las áreas de sus campos artísticos para converger, además, como artistas-productores. Hasta la distribución de la cultura del cine club reunía ambos mundos: Victoria Ocampo fue la primera en traer copias de Un perro andaluz de Luis Buñuel a la Argentina.
Este lanzamiento de la editorial Beatriz Viterbo traza el escenario para contextualizar las implicancias de hacer una película nacional en la primera mitad del siglo XX: las primeras leyes de cupo y los conflictos con los exhibidores; las tensiones sobre la necesidad del apoyo estatal; la convivencia con la tecnología televisiva que irrumpía; la fugacidad en los estudios de producción. Allí aparecían los agentes dobles, duplas complementarias que filmaban para construir textos y escribían para hacer películas, desprendiendo roles y promoviendo el nacimiento de un nuevo cine argentino y una nueva literatura nacional.
Persecución de la belleza de Pablo Gianera
Adriana Hidalgo Editora
“De la belleza no queremos su concepto, la queremos a ella”, inicia este manifiesto publicado por Adriana Hidalgo que propone una pregunta tan existencial como inalcanzable: ¿cómo se representa la experiencia estética pura? Persecución de la belleza insiste en la búsqueda de acceder al espíritu de una obra con la expectativa de encontrarse con la inmanente vitalidad que promueve la creación artística.
El ensayista Pablo Gianera introduce definiciones, autores canónicos y un relato poético para acercarse a un concepto de obra artística donde la prioridad está en el contacto inmanente con una belleza que siempre está allí, a la espera de ser capturada por la sensibilidad. En esa enumeración de debates busca recordar a todos los autores (Freud, Hegel, Stendhal y muchos más) que emprendieron el camino para determinar de dónde proviene la infinitud que sostiene la materialidad del arte.
La belleza que existe en la promesa; el idioma de las obras de arte; la materialidad del contacto con lo ilimitado de la creación: el autor logra encontrar palabras para transmitir lo sensible y concreta un texto que, a pesar de lo breve de su lectura, propone una compleja inserción en la tradición de la filosofía del arte y de los estudios de vanguardia. Recurriendo a las operaciones lingüísticas para dotar de marco a lo indefinido de lo bello, se recorre un camino gozoso a cada párrafo, atravesando una búsqueda hacia la incertidumbre. Allí radica su pedagogía, en la emoción misma de la probabilidad del hallazgo.