Argentina es una tierra que palpita intensidad, que se estimula por su naturaleza y que arde con sus emociones. ¿Cómo no ser, entonces, una tierra de poetas? Desde todas las provincias, pero casi exclusivamente a partir de la apuesta de editoriales independientes, los autores sub 35 de nuestro país revelan su intimidad para convocarnos a nuevos modelos de mirar, vincularnos y vivenciar el vigor del lenguaje.
Sin recaudos a la hora de la exploración formal y habitando todas las posibilidades del texto vertical, la poesía argentina manifiesta en sus publicaciones la energía que emerge en los circuitos de lectura, los centros culturales y la escritura callejera que habita en asientos de colectivos y graffitis. Así sus versos convergen como poemas colectivos, expresiones de un sentir comunitario que parecen haber postergado la angustia pandémica para revalorizar la contundencia del encuentro.
Estos cinco libros crean una muestra del panorama 2023 de la poesía independiente argentina.
Te puedo invocar por partes, de Josefina Del Pópolo
Elemento disruptivo
Escribir para apretar los recuerdos: esa parece ser el primer impulso de Te puedo invocar por partes, el libro en el que Josefina Del Pópólo se encontró con el desafío de organizar parte de su memoria para poder administrar el duelo. Logra así revalorizar la conexión con los detalles que la hacen quien es y reordena su lista de prioridades, para reconstituir su principal lealtad con ella misma.
Ante la frustración de una infancia que solo irrumpe como desorden de imágenes agolpadas, la autora busca evocar los momentos gratos pero, principalmente, darle el tiempo que requieren a los dolores para sanarlos sin recurrir al olvido. Contra ese olvido, pide a gritos no perder: a los afectos del pasado, a las decisiones que determinaron el camino y a las complicidades que nos provocan nostalgia.
El sello poético Elemento disruptivo propone -en este título- una idea sencilla pero intensa: no importa en cuánto pedazos nos podamos romper o cuánto dure nuestro aislamiento, la vida siempre seguirá allí preparada para ser tomada. En esa soberanía de hacerse cargo radica lo complejo de tomar decisiones pero lo luminoso de, ante cada obstáculo, poder escoger distintas alternativas. Es así como avanza con la premisa de que lo más importante es lo que está a nuestro alcance: allí es donde permanecen las posibilidades de nuevas creaciones.
En el corazón de un país sin nombre, de Manuel Bozzo
Editorial Municipal de Rosario
La Editorial Municipal de Rosario continúa avanzando con sus proyectos que permiten primeras publicaciones de escritores de la región. Los tres jóvenes que llegaron a la final de su última convocatoria poética, Santiago Hernández Aparicio, Fernanda Jurado y Manuel Bozzo, forman parte de una colección donde cada título construye un universo propio, pero de forma conjunta crean una constelación que manifiesta la devoción poética provinciana.
Bozzo, nacido en el 2004, es el autor de En el corazón de un país sin nombre, un título que connota perspectiva federal pero que en su interior remueve los síntomas físicos del calor de las emociones. Con madurez en la construcción de una voz poética, se estalla en el pedido de más luminosidad en el afecto porque sabe que solo con él se sobrevive a la oscuridad angustiante de una herida que la escritura, en su rol más desbordado de fluir como tormento, solo continúa lacerando.
Las estaciones, la piel, un verso: todo se funde en el punto cero de una explosión que entumece pero aclara, para inspirar una zona del espíritu que yacía inerte. A pesar de recargar la construcción de frases, el autor es preciso y convoca a habitar la emoción de cada línea. En 27 páginas, acerca los límites de la desolación y lleva al lector a una desconocida intemperie: la de tener todo para perder sin haber aún ganado.
Debut, de Valentín Etchegaray
Socios fundadores
“Me olvido de mi mente y de todo, soy prisionera de mis propias creaciones y mi vida es mi mejor poema”: Valentín Etchegaray publica su ópera prima, titulada Debut, en donde revela cómo la poesía le representa la única realidad que lo persiste. Cambios de casa, de trabajos, de chongos: la escritura continúa allí, dándole un motivo diario de celebración. Porque la poesía no le permitió comprar más que una tanga -según confirma-, pero esa tanga le garantizó una historia para contar. Algo para seguir viviendo a través de la poesía.
El autor no le escapa al universo de estereotipos que construyen la estética LGBT. En la discusión de los prejuicios se revela humanidad, sentimiento y la humana contradicción de entenderse parte de las supersticiones que existen sobre uno mismo. Aprovecha ese envión y explora los horizontes del humor marica, entre la picardía de los triunfos silenciosos y la ironía de coexistir rodeado de un estado de after permanente, configurando un panóptico queer luminoso y quimérico.
El elogio de lo impredecible, la fantasía que despierta conquistar lo vedado, los unicornios que cabalgan con el entusiasmo: la convivencia entre una realidad que exagera y una rutina que conmueve en sus mínimos gestos vuelven a este lanzamiento de la editorial Socios fundadores una exaltación del vértigo de lo cotidiano, donde el enamoramiento forma parte de la introducción y el nudo pero jamás se permite acabar con un desenlace esperado.
Al filo de la visión, de Alex
Concreto
La posibilidad de una nueva mirada representa uno de los latidos de la poesía. Al filo de la visión no solo insinúa esa proposición en el título, sino que nos ubica en el cielo, en las ramas, en las ciénagas y entre los arbustos. La percepción se alterna, azarosa pero con un fin, entre las posibilidades de las especies que nos presentan sus motivaciones y sus crianzas. Pero también la perspectiva de los pájaros nos interpela con una pregunta: ¿cómo convivimos los humanos con lo que no podemos alcanzar?
La fascinación por la figura del ave moviliza a Alex a crear un manual poético de fauna que discute el historial de interacciones con los humanos y el ecosistema que comparten. Desde su acercamiento conceptual, hasta las posibilidades del plumaje y las similitudes existenciales con el hombre (“me aterra lo imprevisible”), cada página ofrece el lugar que merece un acontecimiento tan sobrenatural como la de un ovíparo cruzando el cielo, dejando una estela brillante detrás de su paso.
La editorial Concreto suma a su catálogo de poesía una obra que explora en el lenguaje para redescubrir el surrealismo de aves legendarias, los misterios del bosque y la vitalidad de seres en los que conviven la ternura y la ferocidad, el desequilibrio y la demasía, el sentido de comunidad y la voracidad por la aventura. A pesar de que anhelan el mundo frondoso y certero que los humanos les hemos quitado, las aves no se privan de dejarnos a cada vuelo su principal lección: desde el cielo se puede ver mucho mejor.
Resurrecciones, de Maximiliano Legnani
Ediciones en danza
Una cita a Olga Orozco en las primeras páginas anticipa que Maximiliano Legnani va a explorar lo más profundo de su intimidad. Evitando maquillar el dolor, el autor se quita las máscaras para hallar frente el espejo la esencia que lo conmueve: el deseo de lo que quería ser cuando era un niño. Las ilusiones se esfuman y provocan inseguridad en nuestro presente, pero desafiar esos momentos de impotencia llenan de sentido a cualquier día.
En la certeza de su inmediatez, Legnani encuentra un camino que lo aleja de la impotencia y lo impulsa a renacer, para llevar todas las vidas que sean posibles en esta. Pero no existe en Resurrecciones una romantización de la resiliencia: los momentos de aflicción se revalidan como espacios constitutivos de la humanidad que nos determina.
No se puede cambiar el pasado. Esa representa una certeza que esta publicación de la editorial de poesía En danza vuelve a discutir: se puede expiar el dolor primigenio a través del lenguaje. La vida pende de un hilo hasta que se vuelve palabra, en donde la consciencia de la fragilidad converge en materialidad y -con el respaldo del tiempo- encuentra espacios de reparación. Así quizás se pueda cerrar la puerta a un existencialismo de lo efímero, para abrir una ventana a la posibilidad de hackear la realidad de lo determinado.