Alex Zani (Santiago del Estero, 1992) es licenciada en Comunicación por la Universidad de Buenos Aires y magíster en Periodismo por El mundo, Madrid. Actualmente es becaria doctoral por CONICET con un proyecto de investigación sobre la poesía cuir contemporánea. Publicó El camino de los perdidos (Milena Caserola, 2017) y Justo antes de olvidar mi nombre (Elemento Disruptivo, 2018). Este año publicó El cero es un número natural a través de Concreto Editorial. A continuación tres poemas de ese libro:
El cero es un número natural
Los padres
de nuestros abuelos
llegaron a estas tierras
por casualidad
una tierra hecha
por hombres
y para hombres
acá
desmontaron sus caballos
palmearon las manos
pegaron sus narices
a las puertas invisibles de la ciudad
nadie les dio la bienvenida
ellas
llegaron a la par
fueron las primerísimas primeras
del linaje matriarcal
juro que de sus bocas vi nacer
brotes de ciruelos
ellas
pusieron nombre
a estas montañas
hablaron
en voz alta dijeron:
montaña
ellas
labraron estos patios
plantaron estos pinos
nos dieron qué comer
las madres
de nuestros abuelos
sabían
el futuro
era un fruto
de agua dulce
el futuro
era cualquier palabra
menos la palabra: ciudad
Día 6 sin internet
Adentro
en el fondo de ojo de la cueva
ella estaba esperándome
sentada
sobre un montículo de tierra
sus ojos
antiquísimos
diamantes
se abrieron paso en la oscuridad
y pude verlo todo:
en las paredes
estaba escrito
mi nombre
en sánscrito
y ella,
cómo explicarlo
ella
cuerpo de santuario
me invitó a abrazarla sentí
me fue hundiendo
entre
sus
piernas
bebí
del vertedero
su ofrenda
y qué gustosa
qué fresca era
ahora
cómo decirte
salir del centro de sus caderas
hacia la superficie del aire
habitar el mundo, otra vez
charlar con sus gentes
pavonearme junto a esas chicas
y sus chiches modernos
de la capital
me resulta
impropio
merecés saberlo, pienso
quedarme otra temporada
acá
escondida
en la montaña voluptuosa de su cuerpo
es tentador
acá
es cálido y hay agua
suficiente
para sobrevivir
todo el verano
a veces
entra el sol y lo evito
por miedo
a que tanta lucidez
pueda dejarme ciega.
Día 15 sin internet
La tormenta descendió
sigilosa puma negra
desde el cielo oscuro
de la montaña
contrajo su abdomen
abrió sus fauces
blancas
dijo: esta es mi venganza
escupió su odio
tibio
al filo de todas las casas
hasta el viento se crispó
ahí donde nacen las nubes
muy en el centro
de su centro
la puma callada
hundió sus pezuñas
en el barro
las lombrices
se multiplicaron
temblaron
las aguas
dos niñas
lloraron
otras
se hundieron
debajo del peso de las rocas
desde el pico del cerro se escuchó
el nevado aullido de la manada.