Surgido a finales de los años 80, el shoegaze es un subgénero del rock alternativo que se caracteriza por su pared de sonido ruidosa y etérea. Su nombre fue introducido por la prensa británica para describir cómo los guitarristas miraban sus pedales o guitarra durante las actuaciones en vivo, asociado con la falta de interacción visual de los artistas debido tanto a la inmersión como a su timidez.
Como un monstruo de Frankenstein creado a partir de diferentes elementos, este género amalgama una serie de elementos como el uso de pedales de guitarra -delay, distorsión y reverberación-, voces a menudo inteligibles, sintetizadores que crean loops repetitivos, y letras abstractas y evocativas que crean una sensación de ensueño y nostalgia. Esta combinación da como resultado una superposición de capas y capas de sonido que crean una atmósfera envolvente, densa, monótona y, al mismo tiempo, hipnótica.
Aunque la popularidad del género fue rápidamente eclipsada por el grunge que venía de Estados Unidos, sumado al traslado de muchas bandas del shoegaze al auge del britpop -ese fue el caso de Ride y Lush, entre otras-, el movimiento resurgió de manera significativa a partir de 2010, cuando comenzaron a aparecer numerosas bandas que revitalizaron su sonido. Esta moción fue impulsada por el revival de la música nostálgica y las guitarras atmosféricas.
En el prefacio de la lista hecha por Pitchfork de los 50 mejores álbumes de la historia del shoegaze, Peter Kember -cantante y guitarrista de Spacemen 3- cuenta que se dio cuenta que My Bloody Valentine fue la banda precursora del género tras haberlos visto en vivo. “Todo el show fue épico, impecable, pero una canción se destacó en particular, un viaje de guitarra distorsionada, tambaleante, que parecía abarcar la quintaesencia de la psicodelia. Construían loops elípticos. Un sincronismo reverberado de voces, bajo y guitarra […] esa canción fue ‘You Made Me Realise’, y así nació un género”.
A continuación, en Indie Hoy elegimos cinco discos previos a ese momento fundacional, que fueron una influencia directa para el surgimiento del shoegaze.
The Velvet Underground – The Velvet Underground & Nico
1969 – Verve Records
El disco debut de la banda de rock estadounidense The Velvet Underground en colaboración con la cantante alemana Nico fue tan polémico como revolucionario para su época. Publicado a finales de los años 60, el disco homónimo explora un sonido vanguardista y experimental. El grupo creó una pared de sonido a partir de distorsiones de guitarra, texturas dronales creadas a partir de violas y el uso de feedback, que contribuyen a un ambiente oscuro y atmosférico. Por su parte, las canciones abordan temas como la adicción a las drogas y la exploración sexual, mediante un enfoque crudo y minimalista que coquetea con el nihilismo. El uso poco convencional de los instrumentos y las técnicas de producción se convertirían en rasgos fundamentales para el shoegaze.
Siouxsie and the Banshees – A Kiss in the Dreamhouse
1982 – Polydor
Muchos miembros de bandas de protogaze y shoegaze como Cocteau Twins y Slowdive comparten el trasfondo de haber crecido con la música gótica, lo que los llevó a incorporar esas influencias en el sonido de sus propias bandas. A Kiss in the Dreamhouse de Siouxsie and the Banshees contiene voces embrujadas, líneas de bajo memorables y rítmicas pesadas, lo que lo convierte en una experiencia envolvente y casi cinematográfica. La cantante de Slowdive, Rachel Goswell, contó en numerosas ocaciones que al principio se opuso a que su banda compartiera el nombre de una canción de su grupo favorito; sin embargo, fue vencida en la votación por sus compañeros y es así como el grupo porta el nombre del tema que cierra este disco.
Cocteau Twins – Treasure
1985 – 4AD
El tercer álbum de estudio de Cocteau Twins marcó un punto de inflexión en la carrera del enigmático grupo escocés. La banda dejó atrás por completo el post punk presente en sus discos anteriores, para adentrarse en un distintivo sonido etéreo. Las voces de Elizabeth Fraser adquieren cualidades fonéticas y se alejan del lirismo tradicional para abrazar un estado de ánimo más abstracto. La cantante comenzó a enfatizar más en los sonidos y la musicalidad del lenguaje que en las palabras en sí mismas, convirtiendo a la voz en un instrumento más. A esto se le suman las guitarras místicas y soñadoras de Robin Guthrie, así como la inclusión de Simon Raymonde en la banda, quien permitió una mayor variedad de instrumentos como teclados, sintetizadores y programación de batería electrónica. Esto les permitió sumar más capas de sonido y lograr una mayor textura y profundidad en sus composiciones.
The Jesus and Mary Chain – Psychocandy
1985 – Blanco y Negro Records
Psychocandy fue uno de los primeros álbumes en presentar la mayoría de los ingredientes de lo que más tarde se convertiría en el sonido esencial del shoegaze. El disco comienza con la icónica “Just Like Honey”, que recuerda mucho al pop de los años 60 y a canciones como “Be My Baby” de The Ronettes, la primera en la que se empleó la pared de sonido creada por el productor Phil Spector. Pero el disco pronto evoluciona hacia una bola de ruido y distorsión de 40 minutos de duración, monótona y a menudo abrasiva en su naturaleza, especialmente notable en canciones como “Taste of Cindy”. Al tomar influencia de una amplia gama de géneros y artistas como los Ramones y The Velvet Underground, la banda escocesa creó un sonido que marcó el camino para muchas de las estructuras que hoy se pueden encontrar en el shoegaze. Es difícil encontrar una banda del género que no cite a The Jesus and Mary Chain como una de sus principales influencias.
Dinosaur Jr. – You’re Living All Over Me
1987 – SST Records
La banda estadounidense Dinosaur Jr. resultó fundamental en los inicios de géneros como el grunge o el shoegaze, pese a no pertenecer formalmente a ninguno de ellos. You’re Living All Over Me es el disco que marcó a la que se considera “la Santa Trinidad del shoegaze” conformada por My Bloody Valentine, Slowdive y Ride. El segundo disco de la banda liderada por J Mascis mezcló voces relajadas y poco técnicas con guitarras extremadamente ruidosas y llenas de feedback. Pero se trata de un caos cuidadosamente buscado, ya que en momentos se vuelve suave y hasta melódico. Dinosaur Jr. fue una de las bandas que lo motivó al guitarrista de My Bloody Valentine, Kevin Shields, a profundizar en ese sonido saturado y reverberado de guitarras que luego emplearía de manera icónica en su propia banda.