La obra de Soda Stereo se caracterizó por una búsqueda ecléctica en cada álbum y puesta en escena. Desde esa diversidad y exigencia, cada disco imprimió hits memorables en el cancionero argentino y, al mismo tiempo, fueron puntos de inflexión para la escena musical de los 80 y 90 de la región, buceando -como pocos otros grupos en el continente sudamericano- en un mar de géneros y texturas sonoras disímiles.
Sus discos en vivo también fueron una prueba de su inquietud musical: ¿cómo no recordar las reversiones de Comfort y música para volar que fueron piezas irreverentes para los tipos de shows que el formato Unplugged de la cadena MTV pensaba hasta ese momento? Incluso como solista, Gustavo Cerati era un intérprete camaleónico que encontraba en sus shows más rockeros la oportunidad para desahogar su guitarrista como no lo hacía en el estudio.
En Indie Hoy, tomamos el aniversario número 40 de la publicación de su primer disco homónimo como una oportunidad para repensar las búsquedas conceptuales, la originalidad y la relevancia histórica de cada álbum de Soda Stereo.
7. Soda Stereo
1984 – Sony Music
“Somos un conjunto dietético, buscando el paraíso estético”, es uno de los lemas que nos hace detenernos en “Dietético” y depurar la puerta de entrada a la irrupción de Soda Stereo.
Si bien el primer disco es uno de los puntos musicales menos refinados de la banda, ya encontramos un germen de vanguardia y rebeldía hacia el establishment musical. Cansados de la densidad del rock argentino de los 70 que había agotado su costado lacrimógeno y politizado, Soda Stereo convocaba a la fiesta, a los raros peinados nuevos y al maquillaje para marcar el mapa del retorno de los tiempos democráticos a la música.
Alejados de cierto halo de hippismo que subyacía en la producción de las bandas de rock, Soda Stereo decide combinar prolijidad musical y cuidado en la imagen escénica para llamar la atención de rockeros conservadores y asociarse más a la juventud de vanguardia. Así, apadrinados por Federico Moura, la banda impacta con un paquete de canciones como “Te hacen falta vitaminas” o “¿Por qué no puedo ser del jet set?”, que celebran un costado más naif y leve de la vida, hablándonos sobre alcanzar la fama y tener dinero, ser coquetos, salir de noche y ser modernos.
6. Nada personal
1985 – Sony Music
Nada personal es la advertencia de que la carrera de Soda Stereo siempre sería un in crescendo vertiginoso, haciendo una escala ambiciosa en la producción y el éxito de ventas que los llevaría a su primera gira nacional. Con una insistencia en el pop de vanguardia y más ávidos del contexto new wave, en su segundo disco, la banda pareciera abocarse a encontrar los primeros himnos de su carrera con la aparición de algunos de los riffs más icónicos de Cerati.
“Juego de seducción”, “Nada personal”, “Imágenes retro” son potencias de hits que pueden corearse en un estadio o hacernos bailar. Los tempos de las canciones se vuelven más elocuentes y evocadores, alejándose de la ansiedad frenética del ska; mientras que el sonido se vuelve más brillante y la batería de Charly Alberti se luce con sus paquetes electrónicos.
Por influencia de los aportes de Cerati a la banda Fricción, “Ecos”, el último track del disco en coautoría Cerati-Coleman, es un preludio de tintes más oscuros de lo que encontraríamos en Signos. Con una letra de corte existencialista, el álbum cierra con gravidez, evocando el costado vacío, frío y predecible de la vida. Lejos quedarían aquellos chicos de música dietética, que ahora buscaban ser más profundos y experimentados.
5. Doble vida
1988 – Sony Music
“Yo conozco ese lugar donde todos se la creen”, es la sentencia de “Lo que sangra (La cúpula)”. Y es que conocer los claroscuros que implica llevar una doble vida de personas comunes y estrellas de rock no es fácil. Soda Stereo había logrado ser del jet set y ahora la banda necesitaba canalizar todas las emociones producto de la exposición que Signos les había deparado. Andar en limusina y grabar un disco en Nueva York son las metonimias de Doble vida, una obra autorreferencial acerca de la fama y el prestigio.
Sin embargo, desde esa cúpula vertiginosa, es ineludible advertir que en este disco nos encontramos con grandes himnos como “En la ciudad de la furia” o “Lo que sangra (La cúpula)”; también canciones sobre excesos y seducción como “Pic nic en el 4°B” y de relaciones tormentosas como “En el borde” o “Terapia de amor intensiva”. Muchos de estos puntos álgidos, más que ponderar el clima musical del álbum, anticipan el concepto de lo que sería Canción animal, mapa que la banda ya venía germinando. Como resultado, tenemos un disco en el que confluyen distintos géneros que dan una sensación de dispersión o transición en su carrera, con canciones que van desde un cándido soul funk a una fuerza más rockera.
4. Sueño stereo
1995 – BMG
Luego de un impasse en medio de la gira de Dynamo que llevó a Cerati a explorar los primeros pasos de su carrera en solitario, Sueño stereo simboliza la euforia del retorno. Una última brisa de creatividad los volvió a reunir en el estudio, sin saber que sería su último disco, aunque intuyéndolo. “Abrir el sueño stereo, crear la dimensión” propone “Disco eterno”, uno de los temas mimados a la hora de definir las listas en vivo porque esa es la inquietud de esta última etapa: lograr dar con el gen Soda Stereo más puro y acabado antes de que todo termine. Así, el álbum y los shows de presentación en el Gran Rex fueron un repaso por las distintas etapas musicales de la banda con setlists que incluyeron canciones que no tocaban desde sus primeras giras.
El disco decide abrir con “Ella usó mi cabeza como un revólver”, que respira los aires de Canción animal que los nostálgicos de los riffs heroicos supieron apreciar, pero continúa con un remanso en canciones como “Zoom” y “Ojo de la tormenta”. “Pasos”, “Crema de estrellas” y “Efecto doppler” son las últimas pinceladas de alto pop que la banda entregaría, con un Cerati que aglutinaba gran parte de su faceta como guitarrista y combinaba altivez con elegancia atmosférica, pero también con una crítica rabia de rock; todos eclecticismos que amplificaría en el disco en vivo Comfort y música para volar.
3. Signos
1986 – Sony Music
La figura de artista inspirado, con dosis de tormento e inspiración, es uno de los mitos de Signos. Con este álbum de portada abstracta, la banda combate los prejuicios de cierta escena rockera argentina que los rotulaba como frívolos con canciones que se abrieron a explorar zonas insondables de la existencia, en letras escritas en una noche de iluminación por Cerati pocos días antes de entregar la placa a la discográfica.
Este es el momento en donde las letras de Cerati se vuelven más polifónicas y metafóricas, demostrando que podía ser sofisticado al escribir sobre amor, simbolismos y noches, sin caer en lugares comunes. “Querías un paraíso de niños prodigios, algo de blanca, algo de fama” es una de las primeras líneas que abre el disco en “Sin sobresaltos”, y es porque que la banda comienza a experimentar los excesos de la fama y la autofiguración de ser súper estrellas de rock. Signos los catapultó a la popularidad continental como ninguna otra banda argentina (recordemos las dos noches en Viña del Mar de 1987, el primer concierto de alcance internacional para el grupo).
Cerati empuña su mítica guitarra Jackson Blue por primera vez para componer “No existes”, “Signos”, “Prófugos” y “El rito”, canciones como un crepúsculo que nos daña y nos cuida a la vez difuminan la atmósfera sombría y simbólica que gravita en el disco. Sin embargo, el último track, “Final caja negra“, una de las canciones más reversionadas en vivo por la banda, esconde un mensaje luminoso de salida.
2. Canción animal
1990 – Sony Music
Con una banda empachada de los años 80, Soda Stereo deserta de las influencias de The Cure, The Police o Simple Minds y se encierra en su estudio a releer el rock más clásico de su formación de origen para renunciar al funk, los teclados ambientes y la dispersión pop, y redescubrir el legado de bandas argentinas como Vox Dei o Pescado Rabioso. El resultado es una obra rupturista en forma casi terminante con toda su discografía anterior que, con variaciones, se enmarcaba dentro del espectro pop y New wave de los años 80.
Soda Stereo inaugura la década de los 90 con canciones más directas y un sonido de trío. Un cambio de 180° en su audio y estética visual dan lugar a inspiraciones de fogón como “Té para tres” y “Entre caníbales“, mientras que otras como “(En) el séptimo día” y “De música ligera” representan la energía del álbum con guitarras distorsionadas y baterías en el centro de la mezcla. Al escuchar los primeros tracks no tenemos dudas de la sustancia que tendrían los conciertos de la “Gira animal”, con una puesta en escena de clásica banda de rock: paredes de amplificadores Marshall, escenarios anchos para correr y rockear, camisas desabrochadas y pantalones de cuero condensan un mensaje contundente que implica un cambio de rumbo en la mesa chica de la banda.
En los multitudinarios conciertos en el estadio de Vélez Sarsfield, el poder musical -pero también político- de la banda estaba a punto de cristalizarse, porque en un país con una fuerte cultura de rock y tendencia a las polarizaciones como Argentina, Canción animal fue el disco que terminó de unificar al público rockero más tradicional con la juventud emergente. Soda Stereo se convirtió así en la banda que lo podía hacer todo.
1. Dynamo
1992 – Sony Music
Existen discos populares y otros que son incomprendidos en su momento, pero que en retrospectiva se vuelven piezas originarias de nuevas tendencias. Si en Canción animal la pulsión era lo visceral y las pasiones comunes, en Dynamo la banda dejaría atrás ese clasicismo de rock en un disco que los definió como la vanguardia musical por antonomasia en el rock argentino. Para eso, Soda Stereo decidió utilizar el estudio como un laboratorio de investigaciones sonoras. “¿Y la música dónde está? ¿En los cables?” es el lema alusivo que la banda dejó al final del libro de la edición en CD del álbum.
Obnubilado por el sonido de bandas como My Bloody Valentine y Cocteau Twins, y las posibilidades de la caja de ritmos y el uso de samples, Dynamo es un culto a los cuerpos sonoros. Cada canción es un shock de texturas, a veces más eléctricas, caóticas y atmosféricas, con un Cerati que explora su costado más místico sin abandonar la adhesión a las letras sobre relaciones amorosas. Ahí están canciones como “En remolinos” y “Nuestra fe”, o las guitarras cargadas de efectos que no nos hace extrañar Canción animal en temas como “Secuencia inicial” y “Toma la ruta”.
Influenciado por su paso experimental con Daniel Melero en Colores santos, Cerati vuelve refrescado a Soda Stereo para componer el álbum pionero del shoegaze y la movida sónica en Argentina. Si Canción animal fue una relectura del pasado del rock y una revolución puertas adentro de la discografía de la banda, Dynamo fue una puerta al futuro desde un epicentro que dinamitó la escena, dando lugar a un recambio generacional que trajo a bandas como Babasónicos, Juana La loca, Martes Menta, Los Brujos o Peligrosos Gorriones. Esta camada de rock alternativo se vio representada en la música Dynamo, y algunas oficiaron de teloneras para Soda Stereo en la presentación del álbum en Obras de 1992, como una celebración de la música nueva.