Rosario Bléfari murió en la mañana del lunes 6 de julio a sus 54 años. Estaba en Santa Rosa, La Pampa cuidando de la salud de su padre.
La imposibilidad de una despedida tradicional por la pandemia encontró en las redes un consuelo, una manera de compartir el duelo: fotos, anécdotas, canciones, un mensaje de despedida. “Es el día de la cuarentena que más acompañada me sentí”, tuiteó alguien.
Algunos recuerdos resaltados fueron unánimes: su sonrisa, su energía, su poesía, la escuela que armó en un tejido invisible unido por su sensibilidad, su acercamiento a los más jóvenes. Formó parte, directa o indirectamente, de la génesis de múltiples proyectos, no solo musicales; el primer show que organizó Indie Hoy, en 2011, la tuvo como protagonista.
El 13 de julio se cumplirá un año del show que dio en Roseti para presentar su último disco, Sector apagado. Fue el último show que dio en Buenos Aires con banda, al que le siguió una última presentación en la ciudad de Neuquén (agosto) y una lectura en la presentación del libro El coso del rock (diciembre). En paralelo protagonizó la obra de teatro Reinos -programada en el Teatro Sarmiento- y se estrenó en el Festival de Mar del Plata Planta permanente, su última incursión en el cine. Desde las primeras semanas de 2020 publicó en La Agenda su “Diario de la dispersión”, cuya última entrada data del 21 de junio.
Para homenajearla desde Indie Hoy, invitamos a distintos músicos a elegir su canción favorita de la carrera de Rosario y compartir lo que esta les dispare.
Mariano Manza Esaín
“Saludos en la nieve”, de Suárez, Horrible (1995)
Cuando busco en mis discos preferidos un elemento en común generalmente lo que salta es el contraste entre el caos y la belleza. Antes de Suárez eso no existía en la música de acá. Para el rock nacional el caos y el ruido eran cosas a evitar, y a los punk y los darks de entonces la belleza les daba pudor. Y “Saludos en la nieve”, de su segundo disco, Horrible, es la exacerbación de eso. Una de las melodías más lindas de Rosario, armonizada, se hace más bella aún por el caos que la sostiene. Estática, radios mal sintonizadas, cables desenchufados, restos de grabaciones anteriores en la cinta, errores vueltos arreglos, ¿qué es lo que hay atrás? Fieles a su estilo, las versiones de los dos primeros discos eran solo una versión posible de las mil versiones que había, una distinta en cada show. Amé inmediatamente ese disco, más aún que el primero, tal vez porque las canciones del primero yo venía escuchándolas en vivo hacía un par de años cuando salió, y ya conocía infinidad de versiones. En este, en cambio, casi todo era nuevo. Y bello y horrible.
Mariano “Manza” Esaín es músico y productor. Durante los 90 formó parte de las bandas Martes Menta y Menos Que Cero, la década siguiente formó el trío Flopamanzaminimal y la banda Valle de Muñecas.
Alejo Auslender
“En la bicicleta”, de Suárez, Horrible (1995)
Lo primero que suena es una especie de versión del pattern de batería de “Tomorrow Never Knows”, lo que anticipa que vamos a escuchar algo que está en el límite de ser una canción. Sin embargo, es el bajo, gordo y elástico como una colchoneta, lo que proporciona la atmósfera, el ambiente donde se extienden los otros sonidos. La canción no tiene estribillo y fluye como un paseo dominical, flaneurista, previo a cualquier dimensión utilitaria del movimiento: Rosario canta desde la relación que existe entre uno y su bicicleta, ese vehículo que desde la niñez funciona como un apéndice de nuestra voluntad motriz. La mirada fresca que describe el paisaje (¿sub?) urbano tiene la mezcla de inquietud (“Los autos pasan muy cerca mío”) y maravilla (“Torres gigantes”) propia de las primeras expediciones infantiles, esos arrestos de curiosidad impulsados por la velocidad prostética de la bicicleta: de pronto nos encontramos fuera del radar de lo cotidiano y de las miradas que nos cuidan. El paisaje es nuevo y también lo son las sensaciones que nos produce, y la magia de la canción consiste en recuperar esa sensación de novedad no en tanto artefacto extorsivo de nostalgia (oh, mi querida bicicleta) sino como vehículo en sí mismo: una canción sin plan, sin estructura, sin destino, una canción que en vivo solía extenderse por varios minutos, sin otro límite que el capricho. Ya para la época de Excursiones la tocaban muy de vez en cuando, pero cada aparición era saludada con una explosión interna de felicidad escolar. ¿Cuántas veces nos contuvimos los aplausos hasta la extinción del último eco? ¿Por qué habríamos de interrumpir con nuestros ruidos el ruido que queríamos que siga para siempre? Las canciones que nos gustan son lugares de los que no nos queremos ir nunca.
Alejo Auslender es músico y escritor. Formó parte de la banda solista de Rosario Bléfari y del trío Deportivo Alemán. Su libro acerca del under argentino se titula El coso del rock (2019).
107 Faunos
“Prueba de valor”, de Suárez, Horrible (1995)
Horrible es el disco más representativo de Suárez. “Horrible” es una palabra hermosa. La primera canción se llama “Prueba de valor” y tiene una declaración de principios luminosa y poética: “Quiero resbalarme hoy/Hasta el fondo verde/Una prueba de valor que/Nadie va a ver”. Hay una pileta con un desnivel curvo desde la parte baja, ya seca, hasta la parte profunda, llena de agua sucia y verdín. Te vas resbalando con los jeans arremangados. Competís contra vos mismo, como un juego, fuera del ojo de los demás. Te divertís solo encontrando magia en algo sencillo. Te animás a la aventura por vocación. Jugás con reglas propias enfrentando tus límites. Rosario hizo todo eso en la vida. Mientras los adultos conservadores se distraían entre arcaísmos y anacronías, ella aportó fantasía y poesía a un mundo aún deshabitado pero lleno de posibilidades. Lejos de esa mirada adulta. Probando el valor infinito de sí misma.
Javier Sisti Ripoll es músico, poeta y miembro de la banda platense 107 Faunos. Su último disco se titula Madura el dulce fruto (2018).
Fernando Blanco
“Dos luces”, de Suárez, Horrible (1995)
La poesía y las letras de Rosario nunca fueron pretenciosas porque ella no lo era. Su simpleza y transparencia como persona no admitían el más mínimo barroquismo. La belleza del lenguaje coloquial y común sin caer en lo mundano. Las canciones que más me gustan de ella, son las que se asemejan a Haikus, pocas oraciones ordenadas en frases claras, imágenes que evocan sensaciones. Elijo “Dos luces”, aunque podría elegir cualquiera de las canciones de sus dos primeros discos, en los cuales, en tándem con Marcelo Zanelli, compusieron las mejores canciones de Suárez, donde el experimento sonoro de Gonzalo y el empuje de Fabio y Diego hacían una conjunción única.
Cito a Rosario de un texto que escribió para el documental Entre dos luces: Suárez Primera parte: “Las dos luces son la primera luz del día, el comienzo el que dejó los dos primeros discos, Hora de no ver y Horrible, con la presencia de Marcelo Zanelli. La segunda luz es la de la noche que llega, ese atardecer sostenido… El día es introspectivo, experimental, caprichoso, divertido, colgado. La segunda luz es vertiginosa y mira hacia afuera y es también la despedida”.
Rosario, dicen que los homenajes se hacen en vida, agradezco profundamente haber podido hacerlo y saber que no quedó nada por decirnos.
Fernando Blanco es músico y cineasta. Dirigió las dos partes del documental sobre Suárez, Entre dos luces (2015) y Cien caminos (2017). Es guitarrista de la banda Valle de Muñecas y Siempre es Medianoche es su proyecto solista.
Aldo Benítez
“Río de enero”, de Suárez, Galope (1996)
“El río, quieto y sin novedad”. Así arranca este juego mental en forma de canción. Presente en un disco cuyas canciones oscilan todo el tiempo moviéndose entre el paso, el trote y el Galope. Transitando constantemente fuertes contrastes dados entre todos esos aires de equitación traducidos a canciones, en ritmos permanentemente fluctuantes. En un contexto así, desde el vamos “Río de enero” se define como una rara avis: casi todo el tiempo se queda en el aire del paso. Prácticamente estancada. Desde que la conozco es una canción que, sin embargo, nunca me llamó la atención especialmente. Y eso que la escucho desde los 17, no solo dando play. También la he escuchado sin la radio. Quizá por lo plana, lo seca. Lo cierto es que desde el fin de semana anterior a que Rosario nos dejase en el plano físico no pude dejar de escucharla en mi cabeza. A tal punto que se las he mandado a varies amigues cantada a capela desde mi habitación de manera espontánea en las últimas horas. Son esas canciones que siempre he disfrutado más sin la radio. Hagan la prueba. Más allá de la referencia clara al estilo easy listening, muy de moda en esa época, que tiene su instrumentación entre la bossa nova y el beat que la despega totalmente de lo que propone el resto del disco; hay algo fascinante en su letra. A las claras parece evocar la infancia de nuestra amiga. La vida en lo que ella llama el backstage de los hoteles. El “hilo musical”, forma hispánica de denominar la música funcional conocida como “Muzak” en muchas otras partes del mundo. “Personal, personal, personal”.
Un amigo viejo fan receptor de uno de mis acapellas asegura haberse tomado décadas en darse cuenta de que esta última palabra repetida al final de la canción no es un adjetivo, ni una marca de celulares. “Personal doméstico” en una lista que incluye “tarjetas, teléfonos y autos”.
“Una mirada desde la alcantarilla puede ser una visión del mundo/La rebelión consiste en mirar una rosa hasta pulverizarse los ojos”.
Aldo Benítez es diseñador audiovisual, compositor, músico y periodista. Su último disco se titula XIS (2020).
Nicolás Kramer
“Partir y renunciar”, de Rosario Bléfari, Cara (2001)
Siempre sentí mucha admiración por Rosario. Tempranamente me cautivaron sus letras, su magnetismo y la sensación de libertad que irradiaba. Cuando estábamos comenzando a dar los primeros pasos con Jaime Sin Tierra, allá por mediados de los 90, nunca me perdía un recital de Suárez. Recuerdo haberlos visto en el Rojas, en el cine Cosmos, en la cancha de Excursionistas de Belgrano. Un poco después tuvimos la oportunidad de compartir un par de fechas, una en el subsuelo del Hotel Bauen y otra en Cemento, cuando ellos recién regresaban de presentar Galope en una gira por España. ¡En vivo eran arrolladores! Más tarde la ví tocar sus discos solistas en diferentes lugares con distintas formaciones, y tuve la suerte de poder estar en las únicas dos presentaciones que hubo de Los Mundos Posibles, su exquisito proyecto junto a Julián Perla (Mi Pequeña Muerte) del cual Juan y Javier (dos de los JST) también formaron parte. La última vez que la vi tocar fue en junio del año pasado, abriendo para Valle de Muñecas en Niceto, volviendo a irradiar una energía impresionante. De entre las muchas canciones hermosas que escribió le tengo un especial cariño a “Partir y renunciar”, que forma parte de Cara, un disco breve, despojado y experimental. La voz, la melodía y la caja de ritmo me hacen entrar en una especie de trance amable: “Si pasamos tan ligero no me quiero distraer”. La conocí cuando me estaba yendo a vivir a otro país, para mí fue siempre una canción de transición: “Algo se va sin fin a otra parte”.
Nicolás Kramer es músico, formó parte de la banda Jaime Sin Tierra y luego creó el proyecto El Robot Bajo el Agua. El lado velado (2019) es su último disco.
Glass
“Convicciones”, de Rosario Bléfari, Estaciones (2005)
Tuve la suerte de cruzarme con la música de Rosario en los tempranos y tormentosos veintis. Sus letras, sus melodías y su música me acompañaron en el resurgimiento a la vida después de sobrevivir a un intenso pantano. En renovadas ilusiones y fantasías. En un corazón roto y su trabajosa enmienda. En la pérdida total de la fe (me desanimo fácilmente), y en el proceso de recobrarla con más fuerza y seguridad. En dejar de buscar afuera para encontrar adentro.
En sus palabras, en su sensibilidad y en su forma de ver el mundo me vi reflejada cada vez, como si cantara sobre los dramas, las incertezas, las intuiciones y los anhelos de mi propia vida. Me acompañó, y a veces incluso me mostró la salida de algún laberinto.
En su sonrisa radiante, encantadora, feliz, que no parecía poder ni querer contener cada vez que cantaba, resignificándolo todo, vislumbré el camino posible. La simpleza, la honestidad. El camino con corazón. Todo lo que nos dejó, y esa gran sonrisa que para siempre nos indica a todos por dónde sí.
Magdalena Seeber es música y forma parte de Glass y La Vida en Familia. El último disco de Glass se titula Covers (2018).
Mujercitas Terror
“Bosque petrificado”, de Rosario Bléfari, Estaciones (2005)
Es muy difícil elegir una canción como la favorita de Rosario porque justamente es la gran compositora para mí. Será por eso que jamás le pregunté en cada letra qué quiso decir, y cada canción se transformaba en algo propio en mi interior, les daba una interpretación y todas eran igual de importantes, pasaba una y otra vez las canciones en las playlist que me había armado para practicar las guitarras en la época que toqué con ella y después, cuando iba a los recitales como público, quedaba hipnotizado escuchando cada letra y su voz vibrando así tan natural como era.
Elijo el tema “Bosque petrificado” porque recuerdo cuando fuimos a verla a Roseti hace casi exactamente un año, en esa ocasión fuimos con Héctor Barreiro (si fuiste a recitales de Rosario seguro lo conocés) y amé cada momento de ese show y las palabras de esa canción me parecieron tan plateadas como la locura de esa noche, el poder y la simpleza musical en un estilo muy rítmico que eran como para romper con todo. Cuando dice “Todo es tan diferente cuando no estás” y saber que va a ser muy triste el fin de ese show y querer detenerlo, me da esa sensación de petrificado. Y cuando dice “Cada instante como soñado mientras tu sustancia se disuelve” se transforma en algo más intangible, más imposible aún, pero después es como un consuelo saber que está ahí: “Y atravieso un bosque petrificado/Lo que perdí ya fue recuperado/Contra lo esperado/El mundo olvidado sigue igual”. Y todo esto dentro de ese ritmo tan sucio y claro a la vez, tan bien sonó que me acuerdo que esa noche me dejó loco, ese show, la alegría de Héctor y los extraños con los que reímos y bailamos…
Me pasa siempre con sus canciones que te levantan y te bajan de esa forma invisible, llenas de imágenes fantásticas más propias de la literatura pero puestas de forma muy natural y perfecta. Después tuve la posibilidad de tocarlo en vivo una vez en la que toqué el bajo en un recital en Morrigan de Neuquén, lo descubrí de otra manera y era más increíble todavía. ¡Vamos a extrañarla tanto a Rosario!
Marcelo Moreyra es músico, en 1999 fundó la banda Mujercitas Terror y su último disco se titula Oscura sala de la visión (2019). Desde 2013 también lleva adelante el proyecto solista Envidia y formó parte de la banda de Rosario Bléfari para algunas presentaciones en vivo.
Paula Trama
“Viento helado”, de Rosario Bléfari, Estaciones (2005)
Además de ser la primera canción de Rosario de la que me enamoré, ahora, mientras la escucho con orejas retrospectivas, intentando juntar todo en un pensamiento, me doy cuenta: es ese viento helado lo que me atraviesa cuando escucho su voz. Voy al viento, camino, o corro. Ese frío me cruza y me desafía, me asombra pero también me invita a salir de ese asombro, a no quedarme helada, a seguir. Cuando la voz de Rosario nos toca ocurre esa mezcla de electricidad, sonrisa y sorpresa. Pero también nos invita a la aventura, a emitir el calor necesario para atravesar las cosas, nos pide que nos subamos a caballo de una emoción y que dejemos que nos lleve a otra parte. Gracias para siempre por ese viento helado, que nos invita a recibir con curiosidad su frío atrevido y salvaje.
Paula Trama es música y escritora. Forma parte de la banda Los Besos y su último disco se titula Matemática sentimental (2019).
Fradi
“Exacto”, de Rosario Bléfari, Estaciones (2005)
¿Qué loco, no? 2007, empezar a tocar. 15 años. No sé qué onda: escribo, bailo, amo estar en una banda. La adrenalina del escenario se entiende poco hasta ese momento -y aún hoy- para mí. Festival Buen Día. Piña en mi cara, desprevenido: suena “Exacto” e irrumpe como un rayo Rosario. Ruana rojinegra, pantalón de cuero justo. “Adorarte es muy poco/Adorarte no es nada”. ¿Qué loco, no? Plenitud en acto y palabra. Posesa, trance, éxtasis. Esa misma plenitud yo busco en el escenario. La misma de su sonrisa enorme al pronunciar cada palabra. 2011. Mi primer amor me presta un libro de poemas de 2001. Firma: Bléfari. ¿Qué loco, no? Belleza y felicidad en acto y palabra. La misma belleza y felicidad que yo busco uniendo palabras al escribir. 2016, a punto de vivir el momento más traumático ligado a la música, del cual me ¿sobrepongo? con dolor, sin dudar. Compartir fecha. Rosario me ve y flashea con mis pasos de baile, mi teclado. Me lo dice con calidez. ¿Hace falta más? De un año tan doloroso, recordar eso entre lo poco lindo, ¿qué loco, no? ¿Esto es inspiración? 2019, ir a ver a Suárez con la chica que adoro como muy poco, como nada. En el camarín charlar solo por ver su sonrisa plena y su energía como entre paréntesis, brotando en mute. Tomar de a poco conciencia en 12 años de lo que sentí el día más triste: ¿es irremplazable? Si sos artista independiente lo sabés. Su pérdida es a nuestro mundo lo que fue la de Spinetta para el rock nacional. ¿Por lo simbólica, lo fundacional, lo prolífica, lo excelente hasta el último momento, tanto en música como en literatura? Sí. Muy en arte pero (cosa que desampara tanto más) muy en persona. ¿Se pueden separar? Esa plenitud, esa sonrisa, esa energía, esa calidez. Esa vida. ¿Qué loco, no? Lo que es la inspiración…
Fradi es músico, escritor y artista visual. Sus últimos discos se titulan Sentido y sensibilidad (2018) y Orgullo y prejuicio (2018).
Patricia Pietrafesa
“Vidrieras”, de Rosario Bléfari, Estaciones (2005)
Caminando, pensando, tarareando, escribiendo, imaginando. En nuestros corazones ahora rotos por su partida viven todas sus creaciones que nos atravesaron en algún momento. ¿Qué puedo decir? Ahora solo me surge lo más importante, el agradecimiento infinito por todas sus canciones, sus escritos, su forma de comunicarse, y el motor siempre encendido de su creación que ella brindaba a lxs demás, en talleres, lecturas y recitales, con un entusiasmo conmovedor. Participaba en todo tipo de proyectos que la motivaran, impulsaba a lxs más jovenxs y a todxs a comunicar lo que tuvieran que expresar. Increíble compositora, cantante, activadora de una gestión propia. Pura inspiración. Escribió y diseñó piezas hermosas hasta el final. Ojalá esa energía nos siga tocando, de alguna forma. Inolvidable Rosario para todxs nosotrxs, She-Devils, Kumbia Queers y Editorial Alcohol & Fotocopias, inmensamente tristes pero inmensamente agradecidxs de haber compartido con ella cosas muy hermosas.
Patricia Pietrafesa es escritora y música, forma parte de las bandas She-Devils y Kumbia Queers. Su último disco se titula La oscuridad bailable (2019). Fundó la editorial Alcohol y Fotocopias.
Las Ligas Menores
“Estaciones”, de Rosario Bléfari, Estaciones (2005)
Pablo Kemper:
Es muy difícil hablar solo de la obra cuando se trata de alguien como Rosario Bléfari. Todavía nos acordamos nuestra reacción cuando vimos que había compartido un tema de nuestro primer EP en su Facebook hace varios años. No lo podíamos creer. Ella había significado tanto que creo que es por eso que nunca nos animamos a decírselo del todo. Por suerte pudimos compartir varias fechas con ella, y en unos de nuestros últimos recitales en Buenos Aires antes de la pandemia hasta nos dimos el gusto increíble de invitarla a tocar con Sué Mon Mont.
En una entrevista del año pasado, Rosario decía que ella es la prueba de que existe un mundo del rock que tiene menos prensa, y que es muy distinto al mundo del rock del imaginario conservador. También que su vida en el rock no es como en las películas quizás porque la líder de sus bandas es justamente ella, una mujer. El cariño de tanta gente y de tantos ámbitos diferentes que se vio en estos días demuestra que hacer las cosas de la manera en las que las hizo Rosario significa muchísimo para infinidad de personas. Se sentía siempre tan cercana y hablar con ella, aunque sea un poquito cada vez que la veíamos, era un placer. Era imposible, además, no emocionarse por ejemplo viendo cómo le hacía lugar en muchos de sus recitales a su hija Nina para que muestre sus canciones. Era imposible también no disfrutar y enamorarse viéndola cantar, sonriendo en todos los escenarios.
“Estaciones” es una de las mejores canciones que escuché, aunque no sea la única de Rosario por lo que siento eso. Como suele ser en casi toda su obra, es una mezcla genial de letra y melodía. Los acordes van cambiando en todos los versos, y cada estación del año que avanza tiene su melodía particular y su propio sentimiento. Todo eso acompaña a una letra increíble que habla del paso del tiempo y del amor. Seguramente, y ojalá así sea, a partir de ahora canciones como esta serán aún más escuchadas que antes y más difundidas por los medios y artistas. De lo que no hay dudas es que su influencia se siente hace tiempo. Por eso es que tantas personas nos sentimos tan agradecidas por todo lo que nos dio, no solo como artista, sino en todos los sentidos.
Nina Carrara:
La primera vez que escuché una canción de Rosario no fue en los 90 ni en mi adolescencia como muchos, en esa época tenía 10 años y escuchaba cualquier otra cosa. Ni sabía de la existencia de este otro universo de canciones. Fue alrededor de 2011 cuando empezaban Las Ligas Menores, gracias a María, bajista de la banda por ese entonces. Algunas de sus canciones terminaron formando parte de un CD compilado con favoritos que armé para las giras e idas a fechas, junto con canciones de otras bandas que me dio la banda. Soy una de esas personas que llega tarde a todo. Rosario nos deja una obra gigante y a mí me queda mucho por descubrir todavía. No cabe duda que era una persona mágica, alguien que te hace sentir nostalgia por un pasado no vivido.
Las Ligas Menores se formó en Buenos Aires en 2011 y su último disco se titula Fuego artificial (2018).
Ignacio Herbojo
“Malas estrellas”, de Rosario Bléfari, Calendario (2009)
Es difícil encontrar las palabras “que antes me sonreían”. Me cuesta mucho conectar a Rosario con este sentimiento de tristeza tan inmenso que siento porque la recuerdo feliz. Rosario era fan de las cartas y creía que, a través de ellas se podía llegar a otro lugar. Le voy a hacer caso. Voy a tomar la dirección que me señala.
Artista infinita, amiga querida:
Mientras escribo esto, tu luz ilumina de manera incandescente diferentes momentos de mi vida. A todos los veo y los siento al mismo tiempo. Veo a mis amigas bailando en tus recitales, a Agustín balanceándose sobre tus canciones y haciendo lipsync en su habitación, a mi papá llorando de la emoción, como un bebé, en la butaca de nuestra fecha. Te veo a vos en lo alto.
Me doy cuenta de que fuiste para mí una estrella poderosa que me mostró lo que parecía invisible. Me enseñaste a mí y a tantas otras personas a estar atentos, a mirar, a observar. Gracias por ser la escuela que la escuela no supo ser. Gracias por enseñarme a escribir.
Nunca me voy a olvidar del día en que me llegó tu mail preguntándome (y copio textual): “en el hipotético caso que te preguntara si quisieras tocar unas canciones mías para que yo cante, podrías?” Sin dudarlo y sin preguntarte nada te respondí “hipotéticamente te diría que sí”. ¿Qué me iba a imaginar que esa serie de shows iban a ser en la Sala Argentina del CCK y en el interior del país? ¡Qué privilegio! Podrías haberle mandado un mail a cualquier pianista, pero me escribiste a mí y eso me llena los ojos de lágrimas.
¡Gracias por todas esas experiencias! Gracias por sonreírme al final de cada canción y depositar en mí toda tu confianza. Para mí fue un sueño cumplido compartir el escenario junto a vos, mi ídola desde la adolescencia.
Pasó solo un día desde que recibimos la noticia y, si el mundo estaba raro, ahora se siente todavía más raro. Como me dicen mis amigos: voy a guardar todo lo lindo.
Gracias por los consejos.
Gracias por dejar el candado abierto.
Ignacio Herbojo es músico, su último disco se titula Terremoto (2018). Durante 2015 participó como músico invitado de Rosario Bléfari en una serie de conciertos.
Federico Orio
“Privilegio”, de Rosario Bléfari, Privilegio (2011)
Las provincias están de luto. En estos días vi tantos homenajes en las redes como personas gustaban de su bello espíritu, el cual nos acompañó a cada unx de manera particular. Todxs tienen alguna vivencia con ella para compartir, fotos que se sacaron en un recital, o en un rodaje, canciones de sus bandas donde participó, poemas, dibujos y retratos que inspiró. Se prendieron velas y algunxs hasta improvisaron altares con imágenes de su famoso personaje Silvia Prieto.
Un diario de Bariloche se adjudica la infancia de Rosario, aunque admite que fuera oriunda de Mar del Plata. Pero aún así, en Tucumán aseguran que Rosario tenía una conexión más que especial con la provincia, y esto mismo se repite en todos lados, hasta en los países vecinos. A donde sea que íbamos a tocar, siempre había un puñado de personas que la esperaban para expresarle su admiración.
Soy de Tucumán y allí la conocí cuando fue a filmar Los dueños. Ezequiel Radusky nos presentó para que la acompañara con percusiones en la fiesta de cierre del festival de cine de la provincia. No sé si me cautivó más su talento, su encanto o su gracia, pero no nos separamos más.
Elegí esta canción porque era la que mas disfrutaba interpretar con la formación rockera. Tiene unos fills particulares, que si los agarrás con el envión anímico justo, la hinchada se vuelve loca. Pero además, porque tuvimos el privilegio de ser contemporáneos de una “multitasking” inigualable, que hoy homenajean en todo el país.
Federico Orio es músico y productor. Fue baterista en la banda de Rosario Bléfari y produjo su disco Sector apagado (2019).
Marina Fages
“Donde ruge”, de Los Mundos Posibles, Pintura de guerra (2018)
“Te repito si pudieras que nos lleves otra vez/Donde ruge la marea, donde ruge y golpea/No me asusta el infinito, no me asusta lo que quiero/No me asusta lo que voy a ver hoy”.
Simple, anárquica, suave, directa, amable. Te imagino en el infinito, en las rompientes, viendo y continuando el sentido. ¡Gracias Rosario!
Marina Fages es música y artista visual. Creó el arte de tapa del disco Pintura de guerra (2018) de Los Mundos Posibles, proyecto de Rosario Bléfari y Julián Perla. Su último disco se titula Épica y fantástica (2019).
Dani Umpi
“Hoguera”, de Rosario Bléfari, Sector apagado (2019)
Después de la vuelta de Suárez y otras andanzas, en noviembre del 2018 Rosario lanzó el single “Hoguera”, presentado como un regreso después de 7 años de supuesta ausencia. Salió una notificación de música nueva en Spotify y apareció esta joya que siento que resume todos sus intereses, su lirismo, su sonido y algo más amplio que podría ser ese sonido cálido del indie sudamericano. La voz, más dulce que nunca, flota entre cuerdas y en un espíritu de pogo ensoñado en una iglesia. Lo de la iglesia lo digo porque la canción tiene un aura algo solemne, que se siente con una pasión mística. La poesía es breve y se repite dos veces. Hay momentos enigmáticos entre escenografías precisas. Arranca con “las ganas de decirlo y de escuchar la voz”, una confesión en la que no importa el pecado. Después, una vez más, vuelven sus arroyos protectores de los fuegos galácticos para agarrar fuerza y hacer una propia hoguera que ilumina o condena. Nunca lo sabremos, por suerte. Un temón de su último disco destinado a lo atemporal.
Dani Umpi es músico, escritor y artista visual. Su último disco se titula Lechiguanas (2017) y junto a Rosario Bléfari sacó un disco grabado en vivo en Casa Brandon (2017).