Si bien los contextos musicales que dieron lugar a músicas como las de Bob Dylan y The Clash fueron bien distintos, hay una suerte de máxima compartida en ambos casos: “la creencia de que ‘tres acordes y la verdad’ era todo lo que se necesitaba para cambiar el mundo” (vía Far Out). No es, sin embargo, el único punto en común, dado que en el espíritu de cada uno de estos proyectos también había una celebración del amateurismo, algo que hermanaba al folk de Dylan y al movimiento punk.
Con géneros basados en estas ideas se alcanzaron incluso nuevos consensos, demostrando que se podía hacer música relevante sin ser necesariamente un músico “bien educado”, sino más bien lo contrario: “esta imperfección se veía como sinceridad y mientras más dura era la voz de quien lo cantaba, más auténtico era el mensaje” explican desde el medio.
Hacia fines de los años 70 ya habían quedado atrás las banderas contraculturales levantadas en la década anterior, pero de la entonces nueva cultura joven parecían florecer ideas nuevas. La juventud del punk veía en el cantautor estadounidense “una suerte de antihéroe, un símbolo del nuevo establishment del rock y un recordatorio constante sobre el rol de la música pop”.
Recientemente, en su nuevo libro The Philosophy of Modern Song, el cantante oriundo de Minnesota se explaya en 66 ensayos sobre canciones que considera importantes, de entre las cuales se destaca “London Calling” de The Clash. Dylan diferencia al conjunto británico de otros contemporáneos como Sex Pistols, alegando que si bien ambas bandas lograban captar el clima de época, los liderados por Joe Strummer eran “más destartalados”, aunque no menos conflictivos.
“El punk rock es la música de la frustración y la ira, pero The Clash es diferente”, escribió el músico folk. “La suya es la música de la desesperación. Eran un grupo desesperado. Tienen que hacerlo todo. Y tienen muy poco tiempo. Muchas de sus canciones son exageradas, sobreescritas, bien intencionadas. Pero no esta. Este es probablemente The Clash en su mejor momento y más relevante, el más desesperado. Siempre fueron el grupo que se imaginaban ser”.