Cien años de soledad no solo es la obra maestra del ya fallecido Gabriel García Márquez, sino también una de las novelas más vendidas y exitosas del pasado siglo. El libro que narra la historia de la familia Buendía a lo largo de siete generaciones en el pueblo ficticio de Macondo, surgió mientras el ganador del Premio Nobel estaba de viaje con su familia por México en 1965.
El escritor relató el suceso en una antigua entrevista de 1976 en la que contó: “Iba con [mi esposa] Mercedes y mis dos hijos para un fin de semana en Acapulco cuando me sentí fulminado por un cataclismo del alma tan inmenso y desgarrador que apenas sí logré eludir una vaca que se atravesó en la carretera. [Mi hijo] Rodrigo dio un grito de felicidad: ‘Yo también cuando sea grande voy a matar vacas en la carretera'”.
“No tuve un minuto de sosiego en la playa. El martes, cuando regresamos a México, me senté a la máquina para escribir una frase inicial que no podía soportar dentro de mí: ‘Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo’. Desde ese entonces no me interrumpí un solo día, en una especie de sueño demoledor, hasta la línea final en que a Macondo se lo llevó al carajo”, continuó el colombiano.
Pero ese fue solo el comienzo del nacimiento de su gran trabajo. Entre aquel viaje a Acapulco y la publicación del libro, Gabo atravesó diferentes desafíos, incluso después de ponerle el último punto a su creación. En la misma charla, el oriundo del municipio de Aracataca contó las dificultades que tuvo a la hora de enviar Cien años de soledad desde México a la editorial Sudamericana, la cual se encontraba por aquel entonces en Buenos Aires y se encargaría de publicarla.
Sin trabajo, con necesidad y muchas deudas, el también periodista y su esposa tuvieron que rebuscárselas para que esas hojas, que él creía que tenían el potencial de cambiar su realidad económica, llegaran a destino. García Márquez lo recordó así:
“El día que lo terminé, nos fuimos al correo Mercedes y yo. Eran 700 páginas. Entonces lo pesaron y dijeron que costaba 83 pesos de México a la Argentina. Y Mercedes me dijo: ‘No tenemos sino 45’. Mira, muy fácil, partí el libro por la mitad y le dije: ‘Pésenme este libro hasta 45 pesos’. Pesaron hasta 45 y estaban no más como quien corta carne. Cuando llegó a 45 pesos agarré esas hojas, las envolví, las mandé y nos quedamos con el resto. Entonces, nos fuimos a la casa y Mercedes sacó lo último que faltaba por empeñar que era el calentador que yo usaba para escribir, porque yo puedo escribir en cualquier circunstancia menos con frío, el secador que usaba para la cabeza y la batidora. Se fue con eso al Monte de Piedad y le dieron unos 50 pesos. El hecho es que volvimos con el resto de la novela al correo. La pesaron y dijeron: ‘Cuesta 48 pesos’. Mercedes pagó sus 50 pesos, le dieron dos vueltos y yo me di cuenta de que, cuando salimos del correo, estaba verde de encabronamiento y me dijo: ‘Ahora, lo único que falta es que esta novela sea mala'”.
Podés ver el momento a continuación:
A propósito de esta obra, hace un tiempo reportamos que la novela será adaptada por Netflix. El proyecto llegará en forma de serie y durará alrededor de 20 horas.