El 24 de octubre de 1995, The Smashing Pumpkins lanzó Mellon Collie and the Infinite Sadness, su aclamado tercer álbum de estudio que marcó un antes y un después en su historia. Producido por Alan Moulder, Billy Corgan y Flood, es el trabajo más popular del conjunto estadounidense y logró convertirse en disco de diamante (que equivale a más de diez millones de copias vendidas).
Si bien el resultado final fue un éxito, el proceso de grabación fue todo un desafío para el grupo, tal y como lo aseguró Corgan. Según recuerda Far Out Magazine, en una entrevista con Matt Stocks en 2016, el artista dijo: “Mellon Collie fue una locura que duró ocho meses, pero en muchos sentidos ese disco cambió mi vida mucho más que su predecesor Siamese Dream”.
“El álbum ahora se ha convertido en diamante en Estados Unidos […] Eso es una locura para mí, porque es realmente un disco oscuro. Pero Flood realmente me animó a arriesgarme, y cuando piensas en las canciones desde ‘Zero’ hasta ‘Bullet With Butterfly Wings’ y desde ‘1979’ hasta ‘Tonight, Tonight’, hay un rango realmente amplio de música”.
Un disco para conectar con una juventud privada de sus derechos
Más adelante en la entrevista, Corgan afirmó que su idea con el LP era lograr el mismo efecto que tuvo The Wall de Pink Floyd en el ámbito de la música. “Con Mellon Collie quería hacer un disco que sonara a The Wall y que llegara a toda una generación de una manera particular. Quería reflejar el malestar suburbano de la juventud privada de sus derechos y el clima sociopolítico de aquellos años”.
“Tu futuro estaba totalmente trazado para ti: ibas a ir a la escuela secundaria, luego a la universidad, luego conseguirías un buen trabajo, te casarías, tendrías hijos y luego morirías”, explicó Corgan. “No había un sueño más grande que ese, y la gente no tenía las opciones de estilo de vida que tiene hoy. Entonces, cuando hablé de esos sentimientos muy abiertamente, obviamente se conectó con esa generación en gran medida”, afirmó.