Al momento de publicar Orden y progreso en 2021, Fermín develó que las canciones de su álbum debut representaban la versión 1.0 de su proyecto musical. Sorpresivamente, aquel dejo de ironía, nostalgia y desarraigo enredó un viraje inevitable hacia las profundidades de un mundo interior en constante ebullición. Con luz y fuerza, el multifacético artista oriundo de Chascomús esclareció la nebulosa de esa transformación a partir de la elocuencia, el dinamismo y la experimentación que subyace en su más reciente EP, Mañana es peor (2022).
“Orden y progreso fue una caja negra de mi adolescencia y de mi mudanza a Buenos Aires en 2016- explica Ugarte en conversación con Indie Hoy acerca de su primer trabajo solista-. Fue un proceso súper extensivo, pero que no fue premeditado, ni tampoco una cuestión perfeccionista. Se trató de vivir y dejar que las cosas pasen. Algunos de los temas iban conformar el tercer disco de Tobny Houston, mi antigua banda, con quienes nos separamos durante la cuarentena habiendo empezado parte de la producción”.
Tras la explosión de Post Mortem (2021) -el emblemático álbum de Dillom que produjo y lo llevó a recorrer escenarios por todo el país y más a lo largo del año- y desvalijado de preocupaciones, Fermín dispuso su creatividad bajo los lineamientos de una propuesta auténtica y expansiva. El resultado es un breve pero intenso repertorio que amalgama destellos de su pasado, presente y futuro en cuatro tracks que exploran los confines de la música electrónica, sin disminuir el sentimentalismo pop, ni el pulso ornamental que entraña la tarea de sondear lo que dicta un corazón delator.
Desde el título hay una cierta provocación al aforismo spinetteano de “Cantata de puentes amarillos”, una frase muy utilizada en nuestro país que sirvió en infinitas oportunidades para dar un mensaje esperanzador. ¿A qué responde esta decisión de invertir el sentido afirmando que Mañana es peor?
Me gustan mucho esas mini provocaciones a través del humor, sobre todo a partir de los juegos de palabras. Es hacer algo que me da risa, me hace feliz y me gusta que esté presente en mi música. Porque eso ya te da la pauta, sin haber escuchado una sola nota, de que no me estoy tomando a mí mismo tan en serio. Como Babasónicos en muchos de sus títulos, hay algo ahí en el juego de palabras y del sentido del humor que me divierte mucho que esté presente en el titular, en la primera plana.
Es llamativo que hables de sentido del humor en un EP representado por una carita triste, ¿cómo sería eso?
No es tan literal. Para mí, la aparición de la carita triste significó más bien una forma de representar el espacio que siento que ocupa mi música dentro del resto de la música que está a mi alrededor, y no tanto una expresión literal de que la música es triste y punto. El mensaje es súper matizado y contradictorio, ahí está lo que a mí me divierte. Si mañana es peor, también todo es aquí y ahora. La carita triste fue una forma de darle a entender a la gente que este EP no solo es entretenimiento y dancefloor. Hay mucho más atrás de eso, aunque tampoco es una explicación literal y lineal de lo que sucede. Siento que la carita triste es una bati-señal, como decir “¡depresivos, uníos!”.
Entonces, si “mañana es peor… hoy es mejor”. ¿Cuál es el lugar que ocupa tu música en la escena actual?
Creo que es algo que está por verse. Siento que estoy en un punto intermedio entre un montón de escenas. Me siento respetado en el pop, en el indie, en la música urbana, y soy un poco parte de todos esos universos. Todos me enriquecen y me emocionan, así que si tengo que elegir un lugar, creo que es en el medio, entre todas estas escenas. Eso también se puede sentir muy solitario, porque a veces siento que no soy parte de ninguna.
Con el primer single del EP, “Botón” junto a Goyo Degano, echaste ancla en el universo de la música electrónica, ¿cuál fue la premisa que guió esta búsqueda sonora?
Con la música electrónica es la primera vez que me pasa de prestarle atención a subgéneros o formas especificas dentro de un mismo paraguas musical. Este EP es como una primera zambullida en este universo y cada una de las canciones aborda un sonido o un estilo especifico, como el caso de “Botón” con el UK garage. A nivel sonoro, lo que me propuse fue jugar con estos sonidos nuevos para mí, tratando de reinterpretarlos en clave pop sin perder la esencia de lo que hace a estos subgéneros, que si bien no los abordé a todos de forma literal, sí me interesó ir explorándolos y estudiándolos para poder tomar recursos y traducir ese lenguaje a una cosa más pop.
¿Cuánto influyó tu desarrollo como DJ en esta traducción?
Mi interés en el universo de la electrónica vino más desde la producción. Cuando tenía banda componía para la instrumentación de la misma -bajo, dos guitarras y batería- y al romper con el condicionamiento de ese formato tuve la posibilidad de explorar otras formas que me interesan desde siempre. Recuerdo escuchar In Colour de Jamie xx. También conocí gente súper metida en la electrónica que me apadrinó y me brindó un montón de recursos diferentes. Creo que fue al revés el camino: primero desde la producción musical, después en la practica como DJ.
Sos cantautor, instrumentista, productor y DJ. ¿Cómo converge todo esto en tu vida cotidiana?
Para mí es todo lo mismo. Creo que hay personas que tienen funcionamientos mentales más bien ramificados, y otras cuya cabeza funciona de acuerdo a un solo canal de información por el que pasa todo. Yo soy más del segundo tipo. Tengo intereses súper diversos, pero todos conviven dentro del mismo universo. No siento que haya un Fermín DJ, un Fermín productor o un Fermín músico, sino que soy yo haciendo lo que me apasiona. Todo está conectado y se retroalimenta constantemente. La separación es física, de tiempo y espacio. Dentro mío, todo tiene el mismo valor y lo disfruto de la misma manera. Lo vivo así desde muy chico, con la diferencia de que ahora vivo de esto.
¿Cuál fue la reacción de Goyo Degano cuando le propusiste participar en un tema así, tan alejado de lo que nos tiene acostumbrados con Bandalos Chinos?
Con Goyo somos amigos y con los Bandalos Chinos venimos compartiendo un diálogo musical y humano muy lindo. Ellos me han recibido y apadrinado mucho, y estoy muy agradecido con eso. Fue muy orgánico, natural y divertido el proceso, tanto para la canción como para el videoclip. Personalmente lo sentí como un experimento súper exitoso, porque invitar a participar a un artista a una canción que no necesariamente coincida con el sonido de su proyecto es algo que me interesa hacer desde hace muchísimo tiempo, y que planeo seguir haciendo. Próximamente habrá más colaboraciones, y espero que sean cada vez más insólitas.
Entrando en la metáfora social de la canción. ¿Qué representa o reprime ese policía guardado en el placard?
La letra está escrita en tercera persona, pero me parece que tiene que ver con un ejercicio de introspección, de entender un montón de contradicciones que uno atraviesa en la dinámica post moderna y en la vivencia diaria a través de las redes sociales. Es complejo, tiene que ver con la mirada de uno sobre el otro, sobre cómo nos construimos ideas sobre el otro que no tienen más fundamentos que las ideas que nos hacemos sobre nosotros mismos en realidad, y sobre las cosas atrás de la cuales nos embanderamos sin ni siquiera mirarnos en ese propio espejo.
Hay un proverbio que dice “Si tu revolución no se puede bailar, no me interesa”. Hay un gesto muy significativo en unir la introspección y el baile, ya que la música electrónica suele estar asociada a despejar la mente en un estado de trance. ¿Cuál fue el puntapié inicial que te llevó a reflejar cuestiones existencialistas con un lenguaje muy cercano y habitual para estimular el movimiento corporal?
La pandemia tuvo un efecto muy profundo en todos nosotros y siento que por un lado todos tenemos una necesidad casi urgente de múltiples estímulos, de distraernos y sentir que la vida vale la pena aquí y ahora. Al mismo tiempo, estamos todos hechos mierda. Entonces, algo del concepto y la forma de este EP aparece en la combinación de esas dos sensaciones. Es como si fuera la fiesta del fin del mundo. Por un lado, la necesidad de estar en el presente y exprimirlo al máximo; y por otro, la sensación de que estamos yendo barranca abajo. Creo que ahí esta el núcleo conceptual de Mañana es peor.
Frente a la exteriorización de la intimidad que une las canciones, hay otra percepción latente en el video de “Botón” que dirigió Bruno Adamovsky. La bolsa de papel oculta los rostros de los personajes y los hace parecer todos iguales. ¿Hay conciencia de homogeneizar lo particular desde una visión unipersonal?
A mí no me sienta muy cómoda la construcción hiperpersonalizada de mi figura. Poner mi cara en primer plano me hace sentir que todos están festejando mi cumpleaños y no es la idea, ni la propuesta. Soy yo quien está atrás del proyecto, al punto de que el proyecto se llama como yo, y me hago cargo. Pero al mismo tiempo me parece interesante la idea de sutilmente despersonalizar la música y el mensaje. Siento que es una forma más genuina de establecer una conexión con el que está del otro lado. No necesito que se identifiquen conmigo, con mi cara, con cómo me veo o cómo hablo. Me interesa que la música llegue. Todo lo demás me parece accesorio. La propuesta de no figurar en primera plana, en ese sentido, me parece interesantísima y es algo en lo que quiero seguir profundizando. Al mismo tiempo, no me interesaba que sea una propuesta radical, no me iba a hacer un casco como Daft Punk; pero desde lo sutil me interesaba despersonalizarlo un poco para que el centro de atención esté en la música, en la letra y la propuesta, más que en mi cara o mi figura.
¿Por qué en un repertorio tan visceral parece que te da más pudor mostrar el rostro que abrir el corazón y exhibir tus sentimientos?
Esa es una pregunta que no me puedo responder a mí mismo. Sinceramente, a veces me da un poco de temor exponerme a un nivel tan íntimo. Pero también entiendo que entre mi intimidad y el oyente está el vehículo de la poesía, y creo que se sobrentiende que nada de lo que digo es literal, sino que en el lenguaje poético hay un montón de permisos. Utilizando la poesía como vehículo tengo un montón de permisos que quizás yo, Fermín como persona, no tengo. Entonces puedo tomarme licencias que son las que me distancian de sentir que simplemente estoy diciendo literalmente lo que me pasa. Por supuesto que lo que estoy diciendo es súper íntimo, resultado de un proceso de canalización. Pero me escudo un poco en lo poético para poder compartir algo de todo eso sin hacerme mucho problema. Cada tanto lo pienso y me da un poco de pánico.
En una era en la que todxs tenemos un policía en el placard, ¿cuáles son los riesgos o miedos de poner todos los sentimientos sobre la mesa en una canción?
No lo sé. No le doy mucho lugar a ese pensamiento porque si me concentro mucho en eso me paraliza. Pero creo que lo más riesgoso es que uno como persona está todo el tiempo cambiando y transformándose y la música es un registro permanente, póstumo, algo que no va a cambiar conmigo. Se va a quedar ahí. Es una impresión de una parte de mi línea de tiempo. No sé si es riesgoso, pero esto que para mí hoy es muy cercano quizás con el tiempo ya no signifique nada.
Teniendo en cuenta que en el ínterin entre un disco y otro pasaron mil cosas en tu vida, esa noción sobre la poética como un vehículo confesional, ¿estuvo presente en Orden y progreso o fue cambiando tu postura frente a la composición con el paso del tiempo?
En toda la música que hice hasta ahora, las letras son el hilo conductor más fuerte, donde más veo una solución de continuidad. Creo que ahí es donde más se mantiene presente mi esencia. No siento que haya cambiado radicalmente o al menos de manera consciente mi manera de escribir, más allá de tener una evolución natural de seguir escribiendo y encontrar nuevas formas. Creo que en este EP pude profundizar mucho en la búsqueda de decir cosas cada vez más complejas con palabras cada vez más simples, y estoy muy contento con eso. Pero no siento que esa esencia se haya modificado, sino más bien evolucionado. Lo que también pasa es que mi primer disco es casi una retrospectiva, un archivo de canciones de muchos años atrás del que estoy muy orgulloso. Es más estrictamente romántico, casi que es un disco entero de desamor. En cambio este EP aborda otro tipo de sutilezas, o cosas más especificas y más complejas. Pero siento que es una profundización de la misma idea, no cambió mi forma de pararme ante la escritura, sino que profundicé en un mismo camino y vengo haciendo eso desde que empecé.
Al escucharte da la sensación que el primer disco vino a cerrar toda una etapa, incluso anterior a tu proyecto solista. Y este EP verdaderamente es un nuevo origen…
Estoy muy de acuerdo con lo que decís. Este EP es la primera vez que hago lo que quiero, cuando quiero y como quiero, y que los resultados están a la altura de mis expectativas. No escucho mi propia música, debería volver a escuchar el primer disco para ver qué siento, pero como te decía antes, son registros de una vida pasada. Por lo que no tengo nada para discutirle a eso, salvo hacer un registro distinto, más nuevo y mejor.
En el ejercicio de buscar algo nuevo que expresa la última canción del EP, “Dinamita”, ¿qué parte tuviste que destruir del Fermín anterior para poder abordar este EP?
Con este EP me pasan dos cosas. A nivel musical y conceptual, es una suerte de salida del closet, en cuanto tomé la decisión consciente de hacer lo que quería sin importar los resultados ni pensar en quien le pueda gustar y a quien no. Es una expresión sincera de mis deseos en este momento y de las cosas que me pasan. Por otro lado, en el proceso y terminándolo me di cuenta de que está muy presente mi esencia y mi forma de escribir, y que eso no ha cambiado tanto. Al menos desde que empecé como solista, no vengo haciendo otra cosa que profundizar la búsqueda de hacer una música bailable y entretenida, que al mismo tiempo pueda ser vehículo para decir un par de cosas. Con esto me refiero a una cuestión de expresión íntima y personal. No siento que tenga un gran mensaje para la humanidad, la música para mí es una forma de canalizar y comprender mis emociones, y con suerte alguien va a identificarse con eso. No siento que mis problemas sean tan especiales. Sí me divierte mucho la idea de poder hacer una música súper bailable y concisa, expresando cosas que no son divertidas ni entretenidas. Crecí escuchando música triste, y siento que en los últimos años dejé de escuchar música pop que aborde y acompañe estas problemáticas. Es como dice Cerati, “ponés canciones tristes para sentirte mejor”. Yo creo que hay un efecto en la combinación de música y letra que es lo que más me interesa de hacer y publicar música, tanto para mí como para quien me escucha, y también para la música que yo escucho. Siento que es una forma de lidiar con lo íntimo, con lo abstracto, con lo inexplicable, y poder compartir eso con otros.
En esa línea, ¿cómo se resignifican las canciones de Orden y progreso tras la aparición del EP?
Si bien el show en vivo siempre tiene un poco eso de resignificar cosas de todos los momentos de uno como artista, ahora estoy demasiado concentrado en lo próximo, y mientras te estoy contando de este nuevo material, ya estoy pensando otro disco sobre el que no puedo hacer otra promesa al respecto más que sacarlo eventualmente. Todo el tiempo tengo lo próximo en la mira, mis amigos me joden mucho con que todo el tiempo vivo en el futuro y es un poco cierto. Eso a veces me abstrae de vivir un poco el presente. La energía viene siendo esa, entiendo que eso puede cambiar, pero hoy por hoy mi foco esta siempre en lo próximo, en el próximo show, la próxima canción o la próxima producción. Calculo que en algún momento de mi vida me va a llegar el momento de mirar para atrás, veremos qué pasa cuando eso suceda, por ahora estoy solamente mirando hacia adelante.
Quiero detenerme en esta dialéctica entre abstracción poética y ambición creativa. La primera alude al desarrollo del concepto de Mañana es peor que mencionabas, mientras que la segunda ubica los deseos en sintonía con la afirmación de Spinetta que invertiste en el título del EP. ¿Cómo explicarías esta suerte de paradoja artística?
En un punto, es todo una significativa contradicción, un gran chiste. No espero que el público me tome en serio, literal, sino todo lo contrario. Para mí, nada es sagrado y siento que la vida en el universo es una gran broma cósmica. En esas contradicciones es donde está lo que más me divierte de hacer música. La expresión en sí es un espacio de juego donde puedo contradecirme y faltarle el respeto a un montón de cosas con total impunidad. Hoy puedo decirte A y mañana decirte B, y no hacerme ningún problema. Para mí es muy importante que mi proyecto sea un espacio de total libertad creativa y de expresión en ese sentido, porque en el fondo la música es lo que más me hace feliz, y también me hace feliz poder cagarme en todo.
Volviendo un poco hacia atrás en el tiempo, ¿cómo comenzó tu relación con Dillom?
Con Dillom nos conocemos a través de Noduermo [Andrés Capasso], director de sus videos, con quien nos hicimos muy amigos en 2018. Cuando Dillom, Muerejoven, Andy y Rama [su manager] deciden formar el sello Bohemian Groove, necesitaban a alguien que esté en contacto con la parte de producción musical. Yo laburé en producción de shows en vivo durante mis 20 y 21 años, así que a partir de ahí empezamos a trabajar juntos en producción de shows y en distribución digital. Eso posteriormente decantó en producción musical, nos empezamos a juntar a escuchar música y grabar. Luego el trabajo se desplazó al estudio cuando Dillom se acercó con “Sauce” mientras lo hacían con Punga. Esa fue la primer experiencia que tuvimos en estudio trabajando los tres. A partir de ahí salió producir el disco de K4, y también colaboré en la producción de “Cuando sonríes” junto a Evar, Carzé, Saramalacara y Rojuu. Fui metiéndome en el estudio de manera orgánica, en ningún momento tuve la intención de hacer una carrera como productor, simplemente se fue dando porque estábamos cerca y compartíamos intereses. En un momento Dillom me muestra la maqueta de Post Mortem, que la estaba haciendo con Evar, expresándome su intención de hacer un disco y muy de a poco empezamos a trabajar, formalizándolo en diciembre del 2020.
¿Estuvieron trabajando en tu ciudad natal?
Fuimos quince días a una cabaña en Chascomús, armamos maquetas y luego continuamos con “Opa” y “Piso 13“. Seguimos en Sonoramica, Córdoba. Cuando nos quisimos dar cuenta estábamos terminando un disco con 18 temas. Es un disco muy hablado y trabajado en profundidad. Era la primera vez de los cuatro juntos metiéndonos en un estudio. Con la gira estuvo pasando lo mismo. Todos los integrantes de la banda nunca habíamos hecho una gira de esas características. Entonces, desde la amistad y el vínculo, empezamos a embarcarnos en un montón de ideas nuevas potenciados por la visión de Dillom, un chabón que a mí me sorprende. Tiene 21 años y es una de las personas que conozco que más claro tiene lo que quiere hacer. Con un líder así, no hay equipo que falle. Tiene mucho talento y carisma, trabajar con él es un privilegio.
¿Te imaginabas que iba a pegar tanto?
¡No! ¡Ni en pedo! De hecho, durante el proceso del disco, me tocó el rol de estar empujando los limites y, para cuando estábamos terminándolo, los chicos estaban mucho más sueltos y valientes, y a mí me pasó al revés. En los últimos meses de hacer el disco me agarró miedo de que no le guste a nadie. Es un disco urbano, pop y agradable, pero al mismo tiempo tomamos muchísimos riesgos. Ese fue el planteo que nos hizo Dillom: hacer una obra completa que abarque todos sus intereses musicales. No sé qué les pasará a los chicos con esto, yo no me esperaba semejante repercusión, lo cual es una sorpresa muy grata. Es de esas oportunidades de oro en la que hicimos algo que nunca habíamos hecho, tomamos riesgos usando una plataforma que no habíamos usado, y sorprendentemente salió todo muy bien. Es una alegría enorme estar de gira viendo la reacción de la gente con las canciones a las cuales les pusimos tanto empeño con un desarrollo tan íntimo. Nosotros no lo hicimos con un sello discográfico diciéndonos “esto pega”, “el target es este” o “hay que pegarle a tal audiencia”. Lo hicimos a puro instinto y a puro huevo, entonces ver esta reacción es de lo más grato que me ha pasado en la vida.
Ya lo hablamos con Dillom y después con Santiago de Simone, ahora falta tu opinión en el oráculo, ¿cómo definirías el trasfondo conceptual de Post Mortem?
Es el gran exorcismo de Dillom. Sus experiencias, miedos y alegrías. Creo que fue para él una forma de procesar todo eso y transformarlo en un registro de la primer etapa de su vida y de su carrera. Me sorprenden los niveles de profundidad a los que llegó, me despierta una enorme admiración. Creo que las obras ya existen dentro de sus autores, después con el tiempo las van sacando y dándole forma.
¿Qué va a pasar el día en que tengas que elegir entre seguir tocando con la banda de Dillom o girar con tu propio proyecto musical?
El año que viene no toco más en la banda de Post Mortem, eso ya está decidido. Voy a seguir produciendo. Con Dillom, Lamadrid y el resto del equipo tenemos una relación de amistad muy cercana, muy familiar y también tenemos un vinculo creativo muy estrecho, casi telepático, así que será lo que tenga que ser, cuando tenga que ser. Por supuesto, estas cosas a medida que vas creciendo se van matizando un montón. Mi gran sueño fue, es y sigue siendo compartir mi música con la mayor cantidad de gente posible. El tiempo lo dirá, vamos viendo. Soy muy feliz girando con Dillom, muy feliz tocando mi proyecto y, sobre todas las cosas, muy feliz en el estudio haciendo música para mí o para otros. Después iré viendo qué tiempo me ocupa cada cosa. Con Dillom y el equipo tenemos una relación tan estrecha que siento que girar o no, no va a hacer la diferencia. Así como girar o no con mi proyecto, siento que son todas cosas circunstanciales en una construcción más amplia y más a largo plazo de, básicamente, hacer música que esté buenísima y compartirla con el público.
Fermín se presentará el sábado 18 de febrero en el festival Cosquín Rock (Santa María de Punilla, Córdoba), entradas disponibles a través de la web del festival. Escuchá Mañana es peor en plataformas de streaming (Bandcamp, Spotify, Tidal, Apple Music).