Luego de 35 años haciendo música, ya no cabe duda alguna de la genialidad de Radiohead.
A lo largo de estas tres décadas y media, Thom Yorke, Jonny y Colin Greenwood, Ed O’Brien y Philip Selway han conquistado los corazones de millones de personas gracias a su creatividad, ideas fuera de lo común y, por sobre todo, innegable talento.
En esta oportunidad, te dejamos tres canciones que son claros ejemplos de lo señalado anteriormente.
Creep
El single debut de Radiohead le presentó al mundo el tipo de angustia particularmente entrañable de Thom Yorke. La canción que el cantante ama odiar se desprende del primer LP de los ingleses, Pablo Honey, proyecto que los envió a toda velocidad al centro de atención internacional.
El track fue hecho a medida para la categoría comercial de la Generación X, pero las puñaladas de guitarra previas al coro de Jonny Greenwood, la voz altísima de Yorke durante el puente y el enfoque lírico ahora se pueden escuchar como los precursores amorosos de la experimentación continua de Radiohead y de su estética alejada del mainstream.
Just
Yorke y Greenwood no son los vendedores ambulantes arquetípicos, pero en “Just” crearon un himno que ha estado ambientando sudorosas fiestas indie desde su lanzamiento en 1995.
Los fanáticos están tan acostumbrados al tema más omnipresente de The Bends que es fácil perder su genialidad: está repleto de cambios armónicos inesperados, dinámicas salvajes y riffs, pero fueron los solos de guitarra de Jonny Greenwood los que de alguna manera los superaron a todos, encabezando una de las canciones de rock más singulares y peculiares de la década de 1990.
Además, el enigmático video dirigido por Jamie Thraves fue motivo de charla en las salas comunes de todo el país en los días de gloria de MTV.
Paranoid Android
Nada en el primer single de OK Computer tiene sentido en el pop-rock tradicional: los acordes no van juntos, las secciones se sienten desordenadas, no hay una narrativa clara, las melodías son extrañas. Pero esto es exactamente lo que lo hace genial.
En 1997, fue un shock manifiesto para la generación de MTV, una mutación pop imponente que fue y sigue siendo, al día de hoy, más de dos décadas después, una bestia singular.