A principios de la década del 2010, la escena independiente en Argentina entraba en una nueva etapa de transformación y expansión. El movimiento que traían sellos como Laptra y la repercusión internacional que alcanzaban bandas como El Mató a un Policía Motorizado y 107 Faunos parecían los augurios idóneos para que surgiera una nueva generación que gracias a internet terminaría consolidando al indie local.
En Buenos Aires, Las Ligas Menores llevaban desde agosto de 2011 recorriendo bares y recintos porteños. El quinteto, en ese momento integrado por María “Luli” Zamtlejfer, Pablo Kemper, Micaela García, Anabella Cartolano y Nina Carrara, ofrecía canciones simples y directas, donde los miedos e inseguridades cotidianas eran algunos de los tópicos que abordaban en sus letras. Rápidamente, toda una juventud parecía querer abrazar a este nuevo grupo que entregaba calidez y frescura de la mano de guitarras rítmicas y bien melancólicas.
Fue en medio de esos primeros meses tocando en vivo cuando fueron fichados por Laptra. El sello platense se convertía en uno de los principales motores para el indie argentino, conquistando espacios y ampliando un catálogo con identidad propia. Bajo esa lógica, Las Ligas Menores cuajaban perfecto con la discográfica fundada en 2003 y, tras varias presentaciones en alianza, decidieron entrar al estudio de grabación.
Pablo recuerda las sensaciones de llevar a cabo el proceso sin ninguna experiencia previa: “Fue intimidante porque era la primera vez que grabábamos, pero a la vez lo tomamos relajado porque no pensábamos en publicarlo. Para nosotros eran solo maquetas, acabábamos de empezar a tocar hace tres meses”.
El 30 de diciembre de 2011 entraron desde temprano al estudio casero de Tom Quintans (ex Go-Neko!, actual Bestia Bebé), quien se encargó de la grabación y producción de seis de los temas que ya venían presentando. “Lo grabamos por separado, pero las canciones fueron tomadas así como vinieron del ensayo y se registraron. No volvimos a grabar nada después, todo lo que quedó fue de solo ese día. Solo agregamos algunos efectos, cosas así”, asegura Kemper.
Tras la masterización a cargo de José María D’Agostino (también ex Go-Neko! y actual Ex-Colorado) en el estudio Moloko Vellocet, terminaron dando vida a su primer EP: El disco suplente, nombre en directa referencia a lo abrupto del proceso. Este fue acompañado por una portada con la imagen del pequeño sobrino de Anabella, junto a la de unos edificios de Mar del Plata. Ambas fotografías habían sido tomadas por Anabella con una cámara Lomography Diana.
El resultado es un EP casero, potente y fresco que en solo poco más de quince minutos resume la novedad de la banda en ese momento. Si bien era evidente la limitada producción técnica y cierta planeidad de canciones que quedaron tal como fueron registradas (sin una mayor postproducción musical), el disco se sentía cómodo y familiar. La voz de Cartolano resultaba tan calma y cercana que era como si estuviéramos charlando con una muy buena amiga, a quien le abrimos nuestro universo y sentimientos.
Al escucharlo hoy, uno se choca de frente con los hits del disco: “Accidente” aparece como una suave melodía que persigue la simpleza y la melancolía de imágenes. Esta termina rompiéndose con “El baile de Elvis” y la velocidad adictiva que guían las guitarras y batería que invitan a moverse. En “Buscando” encontramos un rock algo más calmo, que toma contraste con la voz suave de Kemper (primera y única canción que canta en el disco). La intensidad continúa con “De la mano”, un rock de garage certero y limpio. En tanto, “Movimiento” es sin duda el momento más calmo de la obra, una canción guiada por el dulce teclado de Carrara y una cruda guitarra que no hace más que adolecer el canto de Cartolano. Finalmente, “Crecer” es una oda al ser adolescente para bailar con amigos.
El disco suplente fue publicado el 1 de febrero de 2012 en forma digital a través de la página web de Laptra, donde estuvo disponible para su descarga gratuita. Dos días después, lo presentarían en un show en el Centro Cultural Konex junto a El Mató a un Policía Motorizado, y la respuesta del público sería más que positiva. A solo tres meses de su salida, la placa acumulaba más de 1.220 descargas y alcanzaba notoriedad fuera del país. De hecho, Anabella confiesa que: “Nunca pensamos que iba a llegar tan lejos. Gracias a ese disco tuvimos fans en México, por ejemplo”.
El EP es una fotografía instantánea de Las Ligas Menores y un preámbulo de lo que vendría. Aquel trabajo guarda tres importantes canciones (“Accidente”, “El baile de Elvis”, “Crecer”), que no solo aparecerán en su primer larga duración, sino que además se convertirán en las más queridas por sus fans. Estos clásicos también formaron una sólida base para publicar el single “Renault fuego” (2013), último adelanto de su álbum homónimo publicado en julio de 2014. Fue entonces cuando llegaron hitos definitivos para la banda como sus primeras visitas a Perú y Chile, o su notable participación en el Coachella 2017, convirtiéndose en una de las primeras bandas argentinas en participar en el festival estadounidense.
Más tarde vendrían el segundo EP Ni una canción (2016) y el segundo larga duración Fuego artificial (2018), en los que confirmaron un cambio con un sonido mucho más prolijo. De ahí continuarían las giras tanto en Argentina como internacionales (España, México, Guatemala, El Salvador, Costa Rica, Colombia, Uruguay, Paraguay, Perú y Chile) y en 2019 se adjudicarían un Premio Gardel a “Mejor diseño de portada”.
El crecimiento que Las Ligas Menores lograron desde entonces los posicionó como una de las bandas nacionales más importantes de los últimos años. A pesar de la salida de Luli Zamtlejfer (ingresando Angie Cases al bajo), no han parado y hoy extienden importantes fechas como el Lollapalooza de Argentina y el Primavera Sound en España. Sin embargo, es aquella primera etapa la que guarda la esencia espontánea de la banda. Así lo aprecia Anabella: “Yo lo escucho y me da un poco de vergüenza, pero a la vez muchísima ternura. Me acuerdo de todo ese momento y es muy lindo como experiencia. Por ahí el primer disco de las bandas es algo que ya suena bien, y el nuestro es lo que nos salió. Es más del corazón”.
A 10 años de su publicación, El disco suplente pasó a ser un álbum de culto tanto para la discografía de Las Ligas Menores como para el indie argentino. Es una clara muestra del espíritu de la autogestión y la idea de anteponer las ganas por sobre la técnica. De hecho, es quizá esa falta de complejidad en sus canciones (demostrando que al otro lado hay chicos comunes y corrientes), lo que hizo que se diera una notable identificación por parte de un público joven y que hoy continúa emocionándose con sus canciones.