Nunca se llega a escribir todo de los mitos. Luis Alberto Spinetta trascendió la iconografía del hippismo de los setentas y la disrupción de las primeras décadas de nuestro rock para constituirse como una leyenda que pasó por nuestra tierra y dejó un legado imperecedero. Sus performance en los shows, sus intervenciones en la agenda pública, los más de treinta álbumes de estudio y ese aura de deidad excéntrica pero bien rioplatense que fue moldeando en sus entrevistas crearon una figura que parece inabordable.
Pero muchos autores hicieron el esfuerzo. Estudiaron su figura cuasi mítica, sus influencias, su contexto, sus bandas: todo proceso que permita acceder a un costado humano que él no vedaba, pero implica atravesar capas de abstracción. Escuchar a Spinetta después de leer esta selección de libros es como oírlo nuevamente por primera vez. Porque conociéndolo se abren las posibilidades para interpretar esa combustión de psicodelia y amor que lo motorizó hasta el día de su muerte el 8 de febrero del 2012.
Tigres en la lluvia de Martín Graziano
Vademécum
Una fórmula exacta entre exploración creativa y disciplina de ensayo. Una célula de rock progresivo formada desde el hermetismo y armada con la potencia poética y compositiva de Spinetta. Un ejemplo de que la cultura se mueve y, cuando aprieta el folklore nacional con los sonidos del futuro, alcanza su mejor síntesis. Un grupo que no sabía leer partituras pero que entendía de vivir la música y de sostener una impronta a pesar de los abucheos. Un ensamble preciso de artistas destinados a reunirse para combinar elementos acústicos con una electricidad envolvente. Todo eso puede ser Invisible. Todas esas puertas se abren en Tigres de la lluvia.
Martín Graziano le dedica un libro entero al lanzamiento de uno de los álbumes más emblemáticos de la historia de nuestro rock: El jardín de los presentes. Pero la última reedición ampliada, un soberbio exponente del periodismo cultural con entrevistas a cada involucrado, el archivo preciso en cada momento y la recreación de escenas en forma de crónicas narrativas, representa mucho más: es un viaje en el tiempo que permite dialogar con la vanguardia musical porteña de los setentas y escuchar las reuniones en el living de la familia Spinetta.
Es inescindible vibrar con el pulso de las ocho canciones del disco sin tener en cuenta que se grabó en 1976 y que, en tiempos de represión y censura, muchos artistas fueron tildados de hippies líricos y reventados despolitizados. Tigres de la lluvia no esquiva el tema y se posiciona: hacer psicodelia en plena dictadura de Videla era profundamente político e implicaba un compromiso con la experimentación, una militancia de la estética, una esperanza en la acción colectiva y una disciplina de la experiencia. Solo eso explica que Invisible, con las juventudes politizadas perseguidas y asesinadas, pudiera componer “Las golondrinas de Plaza de Mayo” muchos meses antes de que Azucena Villaflor conozca a otra Madre.
El rock siempre tuvo algo que decir e Invisible concentró esa obsesión artística para absorber la sensibilidad de una generación y convertirla en canciones donde la urbanidad surreal continúa dejando perplejos a los hijos de la democracia.
Spinetta: mito y mitología de Mara Favoretto
Gourmet Musical
A pesar de ser representante del rock del siglo XX, un género atravesado por patrones de masculinidad y rígidas normas de rudeza, Spinetta contó siempre con una imagen de luminosidad que lo separaba del resto de su generación. Parecía estar levitando, vivir desapegado del mundo, hablar en otro idioma. Mara Favoretto vio allí un desafío y lo afrontó. Construyó un riguroso marco teórico de la metafísica y de la constitución de mitos para enmarcar en la ciencia las aventuras espirituales que transitaba -y nos presentaba- el Flaco.
Uno de los sostenes de Spinetta: Mito y mitología es una definición del propio Spinetta: “La música es un lenguaje que está en el cosmos. (…) Ese hombre-música podrá apoderarse y utilizar ese lenguaje como si leyera una clave que para los demás parece indescifrable”. Aunque sobrevive en un plano inaccesible, la música es un sonido que los artistas pueden interpretar y reproducir, generando un efecto doble entre la conexión introspectiva del oyente y el reconocimiento colectivo de los fanáticos. Spinetta, que grabó 22 discos en sus primeros 20 años de carrera, es uno de los ejemplos argentinos de mayor sensibilidad y perseverancia, uno de los dones de los héroes. Y, como dice la autora, “el héroe que el público elige es siempre sensible a las necesidades de su época”.
¿Hace falta “entender” una música compuesta por Spinetta? Ahora bien, ¿es posible no sentirse cautivado por buena parte de su discografía? Hechizo o fe, desde Almendra hasta Las Bandas Eternas, sus canciones nos atraviesan los tendones y se incorpora en nuestra sangre para construir su propio olimpo. El libro también hace una referencia profética a la teología spinetteana, que consolidó en su cancionero un panteón de seres que generan un equilibrio entre la luz, la unidad, el ciclo de la vida, la muerte y la divinización de la naturaleza, habilitando la posibilidad de acabar con la historia que nos impusieron y reinventar nuestros propios mitos fundacionales.
Por eso, si Gilda es santa y Pugliese estampita, ¿por qué Spinetta no puede ser mito, con todas las ocasiones en que nos ha salvado?
Luis Alberto Spinetta: El lector kamikaze de Juan Bautista Duizeide
Sudestada
El Flaco es un hipertexto permanente. Performaba, tocaba, dibujaba, cantaba. Hablaba como si estuviera recitando poesías que improvisaba en el momento. Vivía el arte y allí al fin podía ser él. Era el único capaz de escoger el nombre de un poeta francés para un disco de rock nacional. Juan Bautista Duizeide creyó necesario construir un panóptico de las referencias -con especial foco en el aspecto político e ideológico- que hicieron posible que exista un compositor como Spinetta. El resultado son 128 páginas que revelan cómo la búsqueda artística le permitió liberarse de todas las estructuras posibles para luchar por su eterno objetivo de jamás encajar en lo ya conocido.
Del Che Guevara hasta Jean-Paul Sartre, desde Jimi Hendrix y Jim Morrison pasando por Beatriz Sarlo y José López Rega. Spinetta fue un adolescente de los sesentas y fue alcanzado por todas las tendencias que atravesaron su época. Con la mediación de la intensidad de la discusión política que lo abarcaba todo, mamó de The Beatles y del existencialismo, de la cotidianidad de la represión policial y también del Mayo Francés. Cada influencia y referencia es detallada por el autor, que apuesta por sus presunciones pero también las exhibe en las declaraciones y las composiciones del Flaco.
“¿A mí la realidad no me va a permitir imaginar, si encima soy argentino?”, respondió Spinetta en una entrevista para la revista Expreso Imaginario. A partir de allí, y aunque su búsqueda artística se concentraba en transitar por el plano inorgánico de las emociones, se comprende cómo resignificó el contexto opresivo con surrealismo -corriente con muchísima circulación en la Buenos Aires de juventud- y lírica espiritual -propio de sus lecturas-. En El lector kamikaze, el autor es generoso para develar todo el mapeo de referencias culturales y el anecdotario biográfico que constituyeron a Spinetta, que en su obra expresa el anhelo de evitar la alienación para que la gente priorice las ideas por sobre las personas. ¿Acaso eso no remite a la frase justicialista “primero la patria, después el movimiento y por último los hombres”?
Spinetta: Crónicas e iluminaciones de Eduardo Berti y Luis Alberto Spinetta
Planeta
Spinetta íntimo y transgresor, analítico y místico, autocrítico y divertido. Todas sus dimensiones se traslucen en sus canciones, pero más aún en las intervenciones que tuvo junto a su público en los shows o en las extensas entrevistas que ofreció a lo largo de su carrera. La cima de ese testimonio del Flaco visto, leído y oído lo consiguió Eduardo Berti en sus conversaciones tituladas Spinetta: Crónica e iluminaciones, un libro imprescindible para seguir en primera persona la cronología de una carrera artísticamente prolífica.
Publicado inicialmente en 1988 y reeditado con ampliaciones hasta 1993, se convirtió en un libro de culto inhallable hasta una edición final y ampliada -con una actualización post mortem e imágenes inéditas- en 2014. Allí es donde finalmente termina de ingresar la firma de Luis Alberto como autor, en un gesto de honestidad del periodista que entiende que las intervenciones del artista fueron tan significativas como la investigación y redacción de todo el proceso del libro.
Berti, que era fanático de Spinetta, logra presentar esa tensión entre un admirador y el aspecto humano del artista, que lo contradice, lo discute y escoge qué admitirle y qué conservar en secreto. El resultado es de una transparencia tal que no hay investigador de la biografía del cantante que no lo haya citado: desde su posición ante la dictadura hasta su método compositivo, atravesando su interpretación de las letras y las decisiones que lo llevaron a escoger tapas de discos. Así se alcanza materializar como persona a un ser que se asemejaba intangible, supraterrenal y reservado, pero se atrevió a exponerse como errático, melancólico y, en lo esencial, abismalmente humano.
Guitarra negra de Luis Alberto Spinetta
La Marca Editora
“Propongo que se olvide cada palabra a medida que ella se lea”, escribe Luis Alberto en el comienzo de su único poemario publicado. Ese manifiesto permite sintetizar buena parte de sus anhelos creativos: la experiencia estética es performática, sucede a medida que se contempla la obra y altera al instante, sin preaviso, sin vuelta atrás.
La constelación artística que comprende la obra de Spinetta tiene en Guitarra negra una muestra de alto grado de pureza del espíritu con el que componía las letras de su música. Prescindiendo de los instrumentos, estas páginas explicitan la dedicación del artista para experimentar con la sonoridad de las palabras y con sus alcances en la recreación de los estados de ánimo y la supervivencia de los recuerdos. Pero, principalmente, el Flaco provocaba con el desarreglo de los sentidos, para desarmar todas las estructuras que se creen implícitas en las letras.
Las palabras se convierten en susurros íntimos, confesiones de una reciprocidad con la lengua materna que ofrecen guiños a nuestro propio barrio y nos permiten “comprender que somos parte de una totalidad que nos contiene”. El protagonismo que le ofrece de los animales y la naturaleza abonan a un antiespecismo existencialista: los hombres no importamos tanto, hay un mundo con millones de otros seres, hay ideas que circulan y, sobre todo, hay universo. Juguetón y onírico, Spinetta nos invita a descubrir el suyo.