En 1973, ir a una disquería era toda una odisea. Se trataba de buscar lo innovador, ese sonido que de repente cambiaría la forma de escuchar y de hacer música. Hace poco tiempo se habían popularizado los equipos de sonido de alta fidelidad y los consumidores habían comenzado a ponerse más exquisitos a la hora de apreciar cada obra musical y su producción. En ese contexto, destacarse entre los anaqueles o las vidrieras de estos espacios era importante para que el disco se vendiera, pero también era un privilegio que pocos ostentaban.
Entre los álbumes editados ese mismo año se encontraban Red Rose Speedway y Band on the Run de Wings, Sabbath Bloody Sabbath de Black Sabbath, Quadrophenia de The Who, Selling England by the Pound de Genesis y Aladdin Sane de David Bowie. Sin embargo, ninguno de esos trabajos llamaría tanto la atención como el vinilo de The Dark Side of the Moon de la banda británica Pink Floyd. Ese prisma que refracta la luz por sobre un fondo oscuro era hipnótico, hacía del álbum algo intrigante para conocer.
El arte de tapa estuvo a cargo de los diseñadores gráficos ingleses George Hardie, Storm Thorgerson y Aubrey Powell, estos últimos dos integrantes del colectivo de diseñadores Hipgnosis. Ese grupo era famoso por portadas elaboradas y fotográficas, pero el tecladista Richard Wright les pidió un diseño particularmente elegante. Los integrantes eligieron entre siete bocetos que fueron expuestos en una sala de ensayos. Simplemente entraron, ojearon todo, dijeron “¡Ese!” y salieron. No es dato menor que uno de los diseños rechazados tenía como protagonista a Silver Surfer, un superhéroe de las historietas de Marvel. Para Aubrey, si bien esa imagen les gustaba porque “tenía propiedades místicas y míticas”, nunca hubiesen podido conseguir los permisos. La edición también incluyó un póster con imágenes de la banda en vivo, otro con una fotografía de las pirámides de Guiza tomada con una película infrarroja y una hoja con pegatinas de las mismas.
Es que la idea de realizar este disco surgió a finales de 1971 durante una reunión en la casa de Nick Mason. Una inminente gira por Reino Unido ejercía una presión sobre la banda dado que no tenían tiempo para producir un material de calidad. Las drogas, el miedo a la muerte, el estrés de volar y el dinero estaban afectando seriamente la salud mental del bajista y cantautor Roger Waters. El triángulo simbolizaba la ambición y la locura, mientras que el espectro de colores hacía alusión a la colorida puesta de luces que se habían vuelto características en los shows de la banda. El rayo continúa en el dorso y desenlaza en una frecuencia cardíaca hacia el interior del desplegable, encadenando así la imagen con el contenido. Para facilitar la disposición del álbum en las disquerías, Thorgerson propuso incluir otro prisma en la contraportada.
Unas semanas después de la reunión, la primer versión presentable del disco ya estaba lista y se titulaba The Dark Side of the Moon: A Piece for Assorted Lunatics. Si bien los discos anteriores de la banda habían sido creados con un enfoque poco sistemático y tenían un aire más de desesperación que de inspiración, para este trabajo el grupo discutió sobre los objetivos y aspiraciones de la obra y eso ayudó a estimular su creatividad. Con letras escritas por Waters, la música se llevó a cabo en los estudios durante los ensayos y, posteriormente, durante las sesiones de grabación que comenzaron en mayo de 1972.
Cuando Syd Barret dejó la banda en 1968 por su adicción a las drogas, Waters asumió la responsabilidad de generar la mayoría de las letras. A pesar de que alguna vez el bajista y vocalista la haya despreciado como un “material adolescente”, sus palabras hicieron que la obra lograse ser la más abierta y específica hasta entonces con respecto al contenido. Por esa misma razón, fue la primera vez en que consideraron apropiado imprimirlas por completo en las notas del disco.
La presentación de la obra se llevó a cabo a mediados de febrero de 1972, casi un año antes de que el disco salga a la venta, durante una serie de cuatro noches en el Rainbow Theatre de Londres. En el libro Dentro de Pink Floyd, el baterista Nick Mason recorre mentalmente ese oscuro auditorio de decoraciones destrozadas y comenta que “tenía una atmósfera particular y vibrante que nos remontaba a nuestros primeros tiempos en el Roundhouse”. Para aquellos conciertos, la banda contó con tres camiones llenos de equipos: siete altavoces para auditorios y una mesa de mezclas de 28 canales con cuatro salidas cuadrafónicas.
Si bien la versión en directo de The Dark Side of the Moon ya estaba bastante avanzada, las constantes interrupciones hicieron que las grabaciones del disco se extiendan a lo largo de todo el año. La ya mencionada gira por Reino Unido, así como las de Estados Unidos y Japón, tuvieron su parte de la torta. Pero la banda también ocupó su tiempo en algunos proyectos como la banda sonora de la película Obscured By Clouds, el estreno de la película Live At Pompeii, y varios conciertos con el ballet de Marsella de Roland Pettit. Afortunadamente, los miembros de Pink Floyd no se sintieron oprimidos ante la cantidad de trabajo, sino que les hizo darse cuenta de que eran músicos profesionales y muy activos. Según Nick, en la época de Atom Heart Mother se habían quedado estancados, y toda esa situación laboral revitalizó su sentido de determinación.
Las sesiones se realizaron en los estudios EMI, que más tarde pasarían a llamarse Abbey Road. La atmósfera tenía un toque más juvenil que en las anteriores visitas de la banda y esto se debía a que había una nueva generación de ingenieros y operarios de cinta que habían crecido a la sombra de la música rock y que entendían la importancia de tener una buena relación con los músicos. De esa forma, al principio les asignaron a Alan Parsons, que anteriormente había sido operario de cinta en Atom Heart Mother, como ingeniero de la casa.
Con el motivo de entrelazar aún más las canciones, a Roger se le ocurrió grabar algunas entrevistas con el personal del lugar, tanto a los roadies como a cualquier persona que trabajara allí. Las preguntas iban desde lo banal, como su color y comida preferida, hasta lo profundo, sus opiniones sobre la locura y la muerte. Incluso Paul McCartney grabó algunas respuestas, pero Waters consideró que no se podían usar ya que el ex Beatle fue el único entrevistado que intentaba ser gracioso. En su libro, Mason comenta que tanto él como su pareja se mostraron extremadamente precavidos y reservados: “Debíamos tener una idea muy clara de lo que queríamos, sino hubiera sido impensable para nosotros rechazar voces tan famosas”.
La manera en que “Speak to Me”, la obertura creada por Mason, resume el disco es alucinante: los latidos del corazón, algunos diálogos de personas, una risa perturbadora y el sonido de un helicóptero son elementos que aparecen a lo largo del disco. Esta iba a ser originalmente la introducción de “Breathe (In The Air)”, sin embargo fue editada como una pista aparte dado que Nick quería tener los créditos de autor. Al principio se iba a llamar “Nick’s Section”, pero durante los cuestionarios que se hacían para obtener las grabaciones de voces Parsons solía repetir “Speak to Me” para probar los micrófonos, entonces se decidieron por ese título.
En un primer momento intentaron trabajar con grabaciones de pulsos auténticos de hospitales, pero todos sonaban demasiado estresantes. Curiosamente, lo que se escucha en el tema es una batidora colocada dentro de un bombo amortiguado. Sin embargo, los latidos normales de un corazón van a 72 pulsaciones por minuto, lo que para ellos era demasiado rápido. En palabras del baterista, el ritmo fue desacelerado “a un nivel que habría preocupado a cualquier cardiólogo”. Lo que suena por detrás del helicóptero y los gritos en los últimos segundos, es un acorde de piano reproducido en reversa que funciona como una forma de enlazar a este tema con el siguiente.
La segunda parte, “Breath (In The Air)” fue compuesta por Roger y Ron Geesin en 1969 para la banda sonora de un documental titulado The Body. En el libro Pink Floyd: La historia detrás de sus 179 canciones, los autores Jean Michel Guesdon y Philippe Margotin comentan que para la música Waters se inspiró en “Down by the River” de Neil Young. En una entrevista para la revista Mojo realizada en 1998 y retomada para este libro, Waters explicó que la letra “se trata de tratar de ser fiel al camino de uno”. La melodía reaparece en el último segmento de “Time”, la cuarta pista, que llegó a ser bautizada como “Breathe (Reprise)”. Lo mismo sucede cinco puestos después, en “Any Colour You Like”, mediante un patrón de acordes parecido. De hecho, “Any Colour” fue grabada cuando Waters estaba de vacaciones, por lo que reciclaron una línea de bajo que él había compuesto para esta canción. Estas razones llevaron a que también fuese conocida como “Breathe (Second Reprise)”.
Entre “Breathe (In The Air)” y “Time” se encuentra “On The Run”, una pieza electrónica que surgió de un puente instrumental de la versión en directo. El sonido burbujeante que está presente en todo el audio se creó con un sintetizador EMS SynthiA que poseía un teclado, por lo que podía reproducirse muy lentamente y luego ser acelerado electrónicamente. En el libro Roger Waters. Paredes y puentes: el cerebro detrás de Pink Floyd de Sergio Marchi, Alan comenta que “se podría decir que es un tema en vivo, porque es una performance hecha en un sintetizador de comienzo a fin. El sonido del click es un reciclado de la secuencia que quedó cuando se armó el loop“.
De esa manera se abre el paso a “Time”, cuya letra habla de la importancia de aprovechar el tiempo y de perseguir los sueños, de no perderse el “disparo de salida”. Al igual que en el resto del disco, todos los detalles están cuidados, y en la introducción se puede escuchar el sonido de una multitud de relojes. Unos meses antes de las grabaciones de Dark Side, y con una grabadora portátil marca Uher, Parsons se acercó a una tienda de relojes con el objetivo de registrar algunos de estos para un álbum de demostración de sonido cuadrafónico. Luego de descubrir el significado de la canción, el ingeniero decidió ofrecerle su grabación al grupo.
La canción se ve cortada por un piano lento y desolador perteneciente a “The Great Gig in The Sky”. La idea de incorporar una voz femenina en la canción fue de Roger. Para este rol hubo varias propuestas y Nick sugirió a la mezzosoprano vanguardista Cathy Barberian. Sin embargo, en su libro explica que ella podría haber sido “un poco radical” para lo que la banda hacía. Al final se decidieron por Clare Torry, quien anteriormente ya había trabajado con Alan. La vocalista llegó a la sesión sin conocer lo que debía cantar y David Gilmour le propuso que pensara en cosas horrorosas, y Clare deslumbró a todos en el estudio con su interpretación.
“Money”, el primer single de la banda que cosechó éxito en Estados Unidos, pone al dinero como el origen del mal. El loop de la cinta fue diseñado por Waters y Mason en sus estudios caseros y luego en Abbey Road. Mientras que Nick registró el sonido producido por el choque de unos peniques agujereados y unidos con cuerdas, Roger grabó el tintineo de unas monedas al caer dentro de un cuenco que su por entonces esposa, Judy Trim, utilizaba para hacer cerámica. En lo musical, el solo de guitarra estaba influenciado por el grupo Brooker T. & The M.G.’s, del cual Gilmour era un gran fan. En su adolescencia había tenido el álbum Green Onions y solía tocar la canción homónima con Jokers Wild, su banda anterior. “Yo había tocado un poco de su música, era algo que pensé que podríamos incorporar a nuestro sonido sin que nadie supiera cuál era nuestro referente. Y para mí, funcionó”, comentó en una entrevista. En cuanto al desarrollo de la canción, el saxofón estuvo a cargo de Dick Parry, quien acompañaría a la banda en vivo y volvería a grabar en “Shine on You Crazy Diamond“.
Otro de los singles que gozaron de gran popularidad en EE.UU. y Canadá fue “Us and Them”, el cual es una reflexión sobre la guerra y la pobreza. Su melodía fue compuesta por Richard Wright y Waters en 1969 como un instrumental de piano y bajo titulado “The Violent Sequence” para ser incluida en el drama contracultural Zabriskie Point de Michelangelo Antonioni. Sin embargo, el director la rechazó con el pretexto de que era muy triste y que “le recordaba a la misa”. Por fuera de esto, el talento de Parry vuelve a hacerse presente con un solo totalmente desolador, pero que a su vez parece generar la esperanza de un futuro sin conflictos bélicos, sin dualidades, sin “blancos y negros”, sin “negros y azules”, sin “arriba y abajo” y sin “abajo y afuera”. La voz que suena en el interludio es la de Manifold, quien narra de forma inexpresiva el día en que otro conductor se le cruzó imprudentemente en la carretera y discutieron hasta que el adversario se puso grosero y él no encontró más opción de “castigo” que pegarle.
A este tema le sigue el mencionado instrumental “Any Colour You Like”, donde Gilmour toca su Fender Stratocaster con un sonido ligeramente distorsionado acompañado de un sintetizador, un órgano y la batería. Para la misma, Gilmour se inspiró en “Badge” de Cream, donde Eric Clapton utiliza un altavoz Leslie para darle más poder a su instrumento. El nombre deriva de una frase utilizada por Chris Adamson, manager de carretera de la banda, quien cuando le pedían una guitarra solía decir “elige el color que quieras, todas son azules”. Sin embargo, su significación no está del todo clara: podría tratarse de una crítica al modelo de producción en masa capitalista creado por Henry Ford al lanzar el Ford Modelo T. Este mismo se basa en la fórmula “Cualquier color que él [el cliente] quiera, siempre que sea negro”, por lo que en realidad no existe tal posibilidad de elegir, ya que se funda en estándares prefijados.
En la introducción de “Brain Damage” nos encontramos un arpegio de guitarra extasiante que parece sacado de “Dear Prudence” de The Beatles. La canción fue compuesta por Waters cuando Pink Floyd estaba en las etapas finales de Meddle, su disco publicado en 1971, y se la presentó al público como “The Dark Side of The Moon”. Es la primera vez en el álbum en la que Waters pone la voz principal y también se encarga de las melodías vocales. El músico era muy tímido con respecto a su voz, y fue David quien lo alentó para que se animara a cantar. La letra hace referencia a la relación que Barrett tuvo con él y con Gilmour desde su infancia y cómo este le fue influyendo hasta el punto de “estar en su cabeza”. En ese sentido, el lado oscuro de la luna es aquello que otras personas no pueden ver, la locura.
La obra termina con “Eclipse”, otra pieza vocalizada por Waters que era utilizada como cierre de las interpretaciones en vivo previas a la grabación. Esta canción fue agregada luego de salir de gira durante las sesiones, dado que para Waters la obra necesitaba un remate. Esa contundencia se terminó de lograr cuando la pista fue llevada al estudio; allí se agregaron varias sobre grabaciones, los coros, el órgano y el bajo. De una manera extraña me vuelve a unir a mi adolescencia, los sueños de la juventud”, cuenta Waters en la entrevista para Mojo. Es bajo la premisa de que todo está “en sintonía bajo el sol”, pero que este “está eclipsado por la luna” que la letra responde al resto del trabajo. Como conclusión, vuelven a aparecer las pulsaciones que abren el trabajo y se reproduce la frase “No hay un lado oscuro de la luna, de verdad. De hecho, todo está oscuro”, perteneciente a Gerry O’Driscoll, el portero de Abbey Road.
A la hora de realizar las mezclas, en febrero de 1973, la agrupación decidió llevar a un productor externo. Para esta labor se convocó a Chris Thomas, quien había trabajado como ingeniero y también formó parte de la empresa de producción George Martin. Esta inclusión fue fundamental para poder terminar el álbum, dado que cada músico tenía diferentes preferencias a la hora de elegir cómo se iba a escuchar una obra y los elementos que deberían destacar. “Chris Thomas llegó para las mezclas y su papel, esencialmente, consistía en detener los conflictos que había entre Roger y yo sobre cómo se debería mezclar el disco”, expresó Gilmour en una entrevista de 1993 para la revista Guitar World. Para Waters y Mason, la obra debía ser el resultado de experimentar con los balances para potenciar los elementos no musicales. En cambio, Gilmour y Wright buscaban un enfoque musical. Además, David prefería un cierto nivel de eco y Roger se inclinaba por un sonido más seco.
En su libro, Mason se pregunta acerca de por qué The Dark Side of the Moon fue un éxito en ventas y responde que para él no existe una sola razón, sino una serie de razones que coincidieron y multiplicaron su efecto. Es que para el artista esto no solo se debió a la calidad musical de los integrantes, sino también a que sus canciones tienen letras profundas que a su vez son simples y claras para que las entiendan quienes no hablan inglés. “Hubo algo en la simbiosis de los talentos musicales de los cuatro que funcionó muy bien”, coincidió Waters en su entrevista con Billboard.
Waters también recuerda que cuando terminaron la grabaciones se llevó una copia a su casa e hizo que su esposa lo escuchara. La imagen de verla llorando al terminar le hizo pensar “esto ha tocado una fibra sensible en alguna parte”. Finalmente, el disco se estrenó el 1 de marzo de 1973, y al día de hoy es uno de los más reconocidos de Pink Floyd. La popularidad fue tal que a dos semanas de su estreno entró en el puesto número 95 de la lista de los Billboard 200 y no cayó de este hasta 1988. Es un trabajo profundo y complejo, que a la vez logra interpelar a quien lo escucha y transmitirle esa locura que se impone de forma metafórica en la oscuridad de la luna.