Los contratiempos para terminar un disco no son cosa nueva de la pandemia que aún azota al mundo entero. Un ejemplo de eso es el flamante primer disco de Rudo titulado La nueva suavidad.
Se trató de un largo proceso que tuvo sus primeras materializaciones a lo largo de los años en forma de singles como “Siempre es lo mismo en verano”, “Los planes” y “Buscando en la oscuridad”, todos producidos, mezclados y masterizados por el mismo Rodrigo Ruiz Díaz y finalmente incluidos en el álbum que cuenta con colaboraciones de reconocidos nombres de la escena nacional como Candelaria Zamar, Nahuel Briones, Guli, Tomás Ferrero de Rayos Láser, María Pien y Formica.
El proyecto del exintegrante de ChauCoco! y actual músico en Guli apuesta a una fusión entre la canción porteña más representativa de los años ochenta con programaciones digitales y guitarras rockeras, que encuentra su punto álgido en el tema que da nombre al disco. Rudo logra construir canciones de fuerte impronta pop con una búsqueda personal que pone el eje en pensar estructuras que escapen a lo convencional y en escribir letras que oscilan entre la introspección y la ácida comicidad.
Rudo admite que las influencias que aportaron al disco fueron muy variadas, en parte porque se trató de un proceso bastante largo y por el aprendizaje que implica la autoproducción. En este sentido, encontró en su colega y amigo Guli una fuente de inspiración en cuanto al rol de encargarse de la composición y producción, así como de otras instancias propias de la grabación de un disco que le permitirían estar en todos los detalles.
Entre sus referencias también menciona al músico chileno Alex Anwandter, no solo por el control que ejerce sobre su obra sino también porque su tercer disco, Latinoamericana, fue de gran relevancia personal para Ruiz Díaz. Además, en el plano más formalmente musical, entiende que se trata de una amplia paleta en la cual conviven artistas tan variados como Tame Impala, Steely Dan, el rock nacional, Vulfpeck y Unknown Mortal Orchestra, entre los más importantes.
La grabación de La nueva suavidad tuvo principalmente dos locaciones que son a la vez los lugares donde vivía Rudo: un primer tiempo en su casa de la calle Pujol y luego el lugar donde finalizó el disco y montó su propio estudio que llamó La Taiga de Rojas. Las primeras grabaciones eran más “rústicas” y explica que, al menos en un primer momento, hubo mucho de prueba y error que fue siendo subsanado en instancias posteriores a medida que avanzaba el proyecto. En sus palabras, el desafío era ese: resolver con lo que había. Esto lo llevó a grabar casi la totalidad del disco por sí mismo y destinarle una inversión de tiempo más que económica.
Si bien la idea original del disco era un EP o dos, con el puntapié inicial que fue la primera versión de “Siempre es lo mismo en verano”. Si bien esta canción no le demandó demasiado trabajo, lo llevó a trabajar más arduamente en composiciones que desde su perspectiva no estaban a la altura. Ahí empezó una etapa que define como “caótica”, ya que aparecieron muchas idas y vueltas entre las instancias de grabación, mezcla, edición y producción. Recién a fines de 2019 asegura que asimiló la idea de tener el norte del disco más claro y trabajó en función de eso, enmendado lo necesario y con la cabeza puesta en un lanzamiento más tangible.
De esta manera, Rudo logra actualizar el arquetipo de canción porteña combinando cierta dosis de humor ácido (por ejemplo, la sentencia “tu amigo facho ya no piensa lo mismo de vos” en “Aireluz”), momentos de una introspección conmovedora y recursos de pop post 2010: sintetizadores arpegiados, baterías electrónicas combinadas con acústicas y remarcados procesos vocales dan como resultado un pop ecléctico e irreverente, deliberadamente más electrónico que sus influencias del rock nacional de los ochentas, digno de banda sonora para la Buenos Aires de hora pico.
Escuchá La nueva suavidad de Rudo en plataformas de streaming (Bandcamp, Spotify, Apple Music).