Día 4
El cuarto día del LAMC es gris y lluvioso. La única forma de suspender era con rayos. Y nos los hubo. Dentro del marco de shows musicales que ofrece la conferencia, la del viernes 15 se proponía celebrar a Brooklyn. Con un escenario montado en el Prospect Park (como un Central Park, pero más chico) se pudo seguir con el espectáculo cuya grilla estaba ocupada por Alex Anwandter, Tei Shi y Will Holland a.k.a. Quantic, en formato de banda instrumental.
La tarde abrió con Alex y una hora de pop bien intenso. Fue un show bien muy movido en el que el artista jamás se vio intimidado por el mal clima ni la poca gente que había cuando arrancó. Habló mucho, también, explicando las canciones. “Estuve evitando esta canción toda la tarde”, dijo como introducción a “Tormenta”. Contó que “Manifiesto” es una canción de amor de un hombre a otro hombre y en la previa de “Cordillera” dijo: “Muy poco tiempo y muchas cosas por decir… ¡Este tema se lo dedico a Richard Nixon y a Henry Kissinger por hacer mierda mi país!”
Su pop con exceso de dance cargado con contenido de protesta se mantuvo siempre bien arriba y en ningún momento aflojó. Pegados al escenario había un gran grupo de personas que habían ido por él. Cantaban y bailaban al compás de sus temas.
Mientras se acercaba el final del show, Alex anunció que quedaban pocos temas y la gente del público reclamó en contra de eso. El cantante les dijo: “¿Qué se quejan? Si yo no inventé esto. Todo termina. Es mejor que lo aprendan ahora porque así es la vida”. Y cerró con una tremenda performance vocal de “Cómo puedes vivir contigo mismo?” que fue celebrada y festejada. Y mientras salía del escenario agregó: “Ojalá nos inviten más seguido”, y desapareció en bambalinas.
El segundo acto tuvo como protagonista a Tei Shi, una argentina hija de colombianos, con estudios en el Berklee College de Boston y con actual base en Nueva York. Su show consistió en sus dos EPs, Saudade (2013) y Verde (2015) y su único larga duración Crawl Space (2017). La banda estaba compuesta por una un guitarrista, un baterista y un tecladista. Su música no se puede clasificar de una sola forma, pero se pueden reconocer cosas del R&B y del pop en su aspecto más experimental y todo llevado adelante con un canto hipnótico. El tecladista, en un par de tracks, dejaba sonando algo en su teclado y se calzaba el bajo en algunos momentos más grooveros. Abajo del escenario, la gente bailaba en trance, con los ojos mirando al escenario, hipnotizados por la propuesta.
Quantic a.k.a. will Holland fue elegido para cerrar. Pero no en su formato DJ, tal vez el más conocido y con el que pasó por Buenos Aires. Sino en formato banda. Sin bandejas en sus manos, sino una guitarra o un acordeón que cambiaba segun la circunstancia. Acompañado por una banda completísima (bajo, trompeta, saxo, batería, teclado, percusión) dieron un show instrumental que fue un viaje por estilos por todo América. Hubo momentos más country, y momentos más de blues y jazz, pero hubo gran lugar para la cumbia y los ritmos latinos. Uno podía pensar que cerrar con este tipo de música hubiese sido un desacierto. Sin embargo los años de pista que tiene Holland lo llevaron a armar un repertorio que mantuvo al público atento y dispuesto al baile. Sabía qué decir y sabía qué cosas iban a poner a la gente a bailar.
“Les dije que venía del sur”, dijo Holland en la mitad del show en referencia a sus años de residencia en Colombia. Agarró el acordeón, pidió que siga la cumbia y el tema arrancó. Entonces se empieza a escuchar el ritmo clásico de la cumbia con un rallador y un cencerro. Y se suma el acordeón y de repente todo parece Santa Fe en vez de Brooklyn y un show de Los Palmeras en vez de Quantic. Pero lo que soñaba no era “Bombón Asesino”, sino que era una versión cumbiiera de “Hotline Bling“, el mega hit de Drake. Y así le fueron dedicando canciones a varios países de América latina.
Fueron alternando los pasajes de estilo, yendo y viniendo de sonidos más rockeros a sonidos más tropicales. Se despidieron con un par de tracks bien de jazz fusión, pero al salir el público los reclamó. Volvieron entre aplausos y tocaron un track bien jazzero que hacia la mitad se convertiría en un funk a toda velocidad lleno de destreza donde todos los músicos se lucieron un poco. Y así se cerró un show cargado de destreza musical en un día de tormenta que amenazó pero no apareció.
Día 5
La lluvia se fue para darle paso al sol más intenso que hubo en las últimas semanas. Calor extremo, pero el Summer Stage del Central Park no dejaba de acumular gente.
Abrió La Vida Bohème con un show que se pasó rápido, conciso e intenso. Están en los comienzos de una gira por su nuevo disco, La Lucha, editado el pasado marzo. Pero hubo lugar para clásicos como “Radio Capital”, en el que contaron con la participación de Eduardo Cabra, mitad de Calle 13 y productor del último trabajo de los venezolanos.
Por supuesto que los reclamos y el recuerdo de la tierra natal se hicieron presente en la tarde. La banda venezolana se radicó en México desde hace unos años debido al conflicto político en su país. En “Você” el cantante de la banda, Henry Dathenay, se bajó del escenario y se abrazó con un venezolano con bandera que estaban en el público. No se conocían, pero el abrazo fue de esos que se dan dos personas que se conocen de siempre.
El segundo turno fue para Chicano Batman. La banda oriunda de Los Ángeles apareció vestida en trajes del color del vino, bien entallados. Sin embargo, en ningún momento el calor los incomodó. En una hora de show desplegaron la gran variedad de su repertorio que incluye rock psicodélico, algo de jazz y soul pero todo en un tono tropical. “Qué lindo día para celebrar que estamos juntos”, dijo el cantante y guitarrista Carlos Arevalo. Y agregó “¡Y el amor! No se olviden del amor”.
Y estos dos dejaron todo preparado para el cierre con Los Pericos. Ahora sí el público estaba cargado. Cuando presentaron a los argentinos, el público estalló. Parece una locura que pase algo así en Nueva York con una banda argentina. Pero 30 años de historia y giras por todo el continente, dan créditos suficientes para justificar semejante celebración.
Abrieron con “Todos lo hacen”, un funk del último disco, Soundamerica. Y pegado a eso vino un saludo de Juanchi Baleirón y enseguida la intro de “Runaway”. Juanchi no arrancó a cantar, porque la gente se anticipó. Todos cantaban. Y le siguió “Complicado y Aturdido“, un hit tras otro de la musica Argentina.
Hacia la mitad del show, el cantante invita a Juan Ingaramo al escenario para interpretar el clásico “Sin Cadenas”. Y le siguió, en palabras de Baleirón, “la canción con la que empezamos a sonar fuera de Argentina”: “Me late el corazón”.
El cierre tuvo dos bises, o algo así. La banda se despedía, pero no se terminaba de ir. Saludaron primero con “Home Sweet Home”. Mientras la banda se dispersaba, el público reclamó y los músicos respondieron: llegó “Casi nunca lo ves”. Después de eso todos fueron adelante del escenario, y se sacaron una foto con la gente. Pero Juanchi se quedó afinando. Y ahora sí, después de eso, con un instrumental ruidoso cerraron el show con “No me pares”. El público canto todo, de principio a fin.
Así de variado fue el cartel de la edición número dieciocho del Latin Alternative Music Conference, con figuras emergentes y viejos conocidos con años de experiencia, pero todos conectados en función de levantar la música latina y hacerla visible en un mercado norteamericano. Un mercado que a pesar de su amplitud, se está perdiendo de un gran semillero de bandas que latinas con propuestas novedosas e innovadoras.
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Foto principal: Karlo X. Ramos / Facebook de The LAMC