El pasado fin de semana se celebró la vigésima edición de Cosquín Rock, el festival más grande del país, que reunió a más de 65.000 personas por día. Después de haber sido muy criticado en el pasado, este año el festival cumplió con el cupo femenino en su line up. Pero cuando se anunció su grilla, pronto apareció otra crítica por la fuerte entrada del trap en el universo del festival. Sin embargo, toda una nueva generación de oídos le demostró al público más enraizado, que los nuevos artistas del género ya tienen una convocatoria histórica. El Cosquín Rock le dio la espalda al verano hater, creando una grieta en la historia del festival y abriendo como nunca antes la paletas de sonidos presentes en su grilla.
Día 1
La banda encargada de cortar el listón del primer día fue Telescopios, jugando de local con sus poderosas descargas de psicodelia y rock progresivo en el escenario Sur. Más tarde seguiría Rosario Ortega, la cantante reconocida por formar parte de la banda del extrañado Charly García. Ortega demostró cuánto tiene para ofrecer abriendo su diario íntimo hecho canción, e invitando a Lautaro Cura de Isla de Caras para cantar a dúo. En el escenario Urbano, cantaban a saltos Flu Os, el dúo de los hermanos Mutti Spinetta.
La grilla del festival estaba iluminada por la llama del feminismo. Una de sus grandes representantes fue la estrella chilena Mon Laferte, quien hizo un repaso de su interesante trayectoria y no dejó atrás la oportunidad de reclamar por el aborto legal y por la marihuana medicinal. Durante la tarde, la rapera Sara Hebe no se quedó atrás y entró a darlo todo en la batalla. El hip hop ardiente de Sara enloquece a la gente, y su poética contestaria recibió el aval del público desenfrenado. “Yo lo abortaría por si se hace policía,” repetía Hebe, mientras que momentos después en el escenario Córdoba X, el punk de 2 Minutos también iba a dar fuerte trompada contra la federal con himnos anti policiales como “El tema de Adrián”, “Barricada”, y la infaltable “Ya no sos igual”. La mítica banda proveniente de Valentín Alsina entregó la cuota de punk argento del festival, evidenciando la vigencia y espíritu del género con todo su esplendor destructivo.
Bandalos Chinos despidió los últimos ratos de claridad de la tarde con un repertorio enfocado en sus canciones más bailables. Empezaron con “Vámonos de viaje” y cuando tocaron “Tu órbita” ya tenían al público pogeando el solo de saxo. Le siguió la tan esperada Nathy Peluso, que entre los gritos acalorados del público, recorrió sus grandes éxitos así como su más reciente single, “Business Woman”. Mientras, en el escenario Norte estaba sonado a toda locomotora Divididos, la aplanadora del rock. La banda liderada por Ricardo Mollo volvió después de quince años desde su última presentación en el festival, para entregar un cancionero con sus clásicos históricos. Fue un show poderoso con toda la energía de una banda que ya carga varias generaciones sobre sus hombros.
La couta de trap del día seguía en el escenario Urbano, con Bhavi y Ecko haciendo de las suyas. Pero en el escenario principal sucedía uno de los números más comentados de la noche: El Aguante and The Prostitution, el homenaje a Charly García, que había sufrido un accidente y no se presentó en el festival. Encabezado por Rosario Ortega y el Zorrito Von Quintiero, el show duró alrededor de una hora con invitados de lujo como Nito Mestre, Fer Ruiz Díaz, Goyo Degano, Louta, Nathy Peluso, Celeste Carballo, Hilda Lizarazu, Andrés Ciro, Los Auténticos Decadentes y León Gieco. Pero no todo era fuego para las velas del recuerdo a Charly. En el escenario acústico, los mexicanos Molotov presentaban “El desconecte”, un recital en formato unplugged. Por su parte, la banda platense Un Planeta tomó el control del escenario Sur para presentar su synth pop fresco.
“¡Te queremos Skay! ¡Aguante Los Redondos!” gritaba Paco Amoroso al otro escenario, ya que parte de ambos shows coincidían en horario. El dúo incendiario y frenético de Ca7riel y Paco junto a la ATR Vanda fue para muchos asistentes otro de los momentos más esperados del festival. Ni bien sonó la delirante entrada de “Ola mina XD”, el público estalló en alaridos y se veía venir a la gente corriendo desde todos los escenarios. El dúo juega todo el tiempo a romper las barreras de toda etiqueta puesta, sea rock, heavy, electrónica o trap. En el escenario Urbano era el turno de Emmanuel Horvilleur de salir a dar lo suyo: una pincelada prepotente de su pop rock, cargado de la elegancia que siempre caracterizó al artista argentino. Luego, El Mató a un Policía Motorizado compartió sus melodías a un escenario Sur repleto de oídos emocionados por escucharlos. Su sonido espacial se había ganado un lugar muy importante en el festival desde la edición anterior. El Mató representa a toda una nueva generación de “nuevos creadores de rock and roll”, y su paso por este Cosquín le permitió un show más extenso. Mientras, en el escenario Urbano, la otra parte de Illya Kuryaki salía a dar su golpe. Dante Spinetta presentó su nuevo single tanguero “Perdidos en el paraíso”, se puso trapero en “Verano hater”, y mostró su lado más sensible en “Mi vida”.
La primera de las noches estaba llegando a su fin cuando fue el turno de los Militantes del Clímax. La banda entregó su combinación de rap y funk con una fuerte impronta teatral. En el escenario Sur, estallaba el show de Louta y su obsesión por proponer siempre algo diferente. Girasoles artificiales adornaban el escenario, mientras sonaba el challenge “Todos con el celu” y su versión de “El meniaito”. Cerró la noche con “No te comas la peli” y “Palmeras”, mientras el público esperaba la apareción de Wos que no sucedió… hasta el día siguiente.
Día 2
El segundo día iba a estar lleno de sorpresas. El escenario Urbano había cambiado de nombre por el de escenario Pop Art XXI, y lo inauguró el pop glamoroso de Barco. Pero el momento más comentado del festival se dio en el escenario Norte cuando el cantante de Los Gardelitos invitó a “la jefa del trap” Cazzu, que se subió con una remera de la banda y dejó al público incrédulo. Con un fuerte mensaje de unión entre géneros musicales, Cazzu cantó “Llámame” y se llevó los gritos de la gente. Después de Barco fue el turno de Indios, banda que comparte una misma atmósfera sensual e intuitiva, a puro ritmo y movimiento. Más tarde se presentó La Femme D’Argent y su universo sensible de ritmos eclécticos y tamices electrónicos.
Wos fue el gran destello del escenario Norte, la única figura de las nuevas generaciones que tenía un espacio importante ese día. Y demostró estar a la altura, conquistando a su público con el riff ricotero de “Luz delito”. Wos representa la unión entre géneros y generaciones, y tiene todo lo que un rapero destructor necesita: talento musical y compromiso político. Canciones como “Terraza” y “Andrómeda” eran cantadas por todo el público pero abandonadas por la mitad ya que nadie podía seguir su velocidad verborrágica. Cerró su show bien fuerte con “Melón vino” y la aplastante “Púrpura”, dejando su marca como uno de los nombres que va a quedar para siempre en la memoria del festival. Mientras Wos tiraba rimas a lo loco, en el escenario Pop Art XXI se presentaba Conociendo Rusia. A poco tiempo de su show más grande en el Teatro Gran Rex, el Ruso cantó sus canciones de amor y nostalgia.
En el escenario Sur estaba sucediendo la polémica del festival: el paso feroz del trap mayormente concentrado en esta jornada. Lucho SSJ, Obie Wanshot, Valen Etchegoyen, Neo Pistéa e Ysy A, demostraron por qué el género da tanto de qué hablar. Los traperos plantaron su estandarte en un territorio que antes estaba cerrado para ellos, declarando la victoria del nuevo oleaje. Cerrarse a lo nuevo es imposible, porque va a entrar por cualquier otro lado. En esa línea, otra de las grandes combinaciones que la multitud esperaba (ya anticipada en el festival Mastai en Mercedes) fue la unión entre Ciro y Los Persas con Wos. El rapero volvió a subir al escenario mayor y repartió sus denuncias pidiendo justicia por la masacre de Monte, y apelando a la memoria colectiva con el verso “mirá que los bastones nos vivieron jodiendo, pero los lápices siguen escribiendo.” La magnitud de los nuevos aires es siempre atractiva para una banda atemporal como Babasónicos. Con una tremenda puesta de luces propias, entregaron un show con misterio, sensualidad, furia y esplendor. Repasaron su extensa trayectoria y pusieron el broche final con la clásica “Putita”. En el escenario Pop Art XXI, el trío cordobés Rayos Láser sorprendía con show explosivo más rockero de lo que su público esperaba.
Para su propio show, Cazzu llevó una enorme puesta en escena con calaveras, jaulas y peluches. Era su primera vez en el Cosquín, pero ya se sentía como en casa. Con la mirada y la frente en alto, la trapera no dejó pasar la oportunidad de hablar sobre la importancia de que las mujeres estén unidas, sea en la música como en lo social, y agradeciendo al festival por abrir sus puertas. Más tarde siguió Duki, arrancando de forma casi paródica con “Rockstar” y pisando fuerte con la energía que siempre lo acompaña. No faltaron ninguno de los grandes éxitos del trapero, quien también remarcó la importancia de la unión entre generación que auspició el festival. El cierre del escenario Sur fue con “Tumbando el club”, cuando se subieron todos los raperos del line up para despedirse con el gran himno del trap.
Mientras en el Escenario Norte pasaron Los Caballeros de La Quema, Las Pelotas y Ratones Paranoicos, quien estaba encargado de cerrar el Escenario Pop Art XXI era Zero Kill. Así llegaba a su final la segunda noche, y el Cosquín Rock 2020 dejó de todo, alabanzas y críticas, y una noticia que alegraría a muchos más: su próxima presentación será en Buenos Aires durante el mes de octubre.
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Foto principal: Cazzu, por Mica Garate.