Cerca del final, Lucas Jaubet de Hojas Secas se encargó de tomar asistencia: “¿Quiénes estuvieron en los siete Festi Laptra? Levanten la mano. Diez, once, doce, ¿nada más? Estos son los abanderados”. Quizás es muy pronto para hablar de un recambio generacional pero sí vemos un aumento de público enorme en cada edición del festival, y quizás muchos de los que fueron a las primeras celebraciones en Niceto ya no están o se van más temprano, después de nueve horas y media de música sin interrupciones.
Este año comprobamos que el Konex le queda chico al Festi Laptra, no solo por Él Mató a un Policía Motorizado que llenó todos sus conciertos desde el lanzamiento de La síntesis O´Konor, sino por varias bandas del sello que tienen una buena cantidad de seguidores estables. Después del atardecer, con el patio y el salón repletos, fue difícil moverse para pasar por la feria de discos o por las cajas de bebidas y comida sin perderse a una banda entera. Solo un sueño: pensamos en un Festi Laptra futuro al aire libre, donde podamos llevar nuestras provisiones y usar esa plata que se va en cerveza industrial para comprar solo discos, libros o remeras.
Otro dato interesante tiene que ver con el cupo femenino. Ocho de las quince bandas tenían alguna mujer entre sus integrantes, casi un 30% del total de los músicos. Todavía falta un paso para hablar de “paridad de género” pero cada año vemos más chicas sobre el escenario, algo que se da en forma natural. Todo lo contrario a la utilización del «marketing femenino» que repudia Kim Gordon en su libro La chica del grupo, porque cada una sabe que está a la par de sus compañeros haciendo lo que más le gusta, sin pensar en distinciones. De todas formas quería resaltarlo porque otro Sonic Youth de paseo por Buenos Aires se llevó una grata sorpresa al ver que el público y las bandas locales estaban formadas por hombres y mujeres en partes iguales. “Es algo cansador cuando son solo chicos todo el tiempo”, nos dijo Steve Shelley en una entrevista.
La tarde del sábado había empezado con Antolín, Mapa de Bits, Koyi, Ayrton Senna e invitados y Javi Punga en el salón del Konex. En el escenario principal, el público de Atrás Hay Truenos comenzó a ponerse de pie con la curva ascendente de sonido e intensidad de su disco Bronce. Los 107 Faunos, en treinta minutos, aprovecharon su tiempo para desplegar una sucesión de temas que fueron coreados por la multitud del patio, entre luces y espuma de carnaval. Más tarde Winter, la banda invitada de Los Ángeles, sorprendió a muchos espectadores con sus armonías perfectas y canciones que remiten al espíritu adolescente de los ’90.
De noche, Él Mató nos regaló La síntesis O´Konor entero y en orden por primera vez, como hicieron en 2014 con su primer disco y el año pasado con Un millón de euros. En esta ocasión no tuvimos que esperar al aniversario de su lanzamiento, quizás por la enorme aceptación que tuvo este disco: entradas agotadas durante una extensa gira y públicos que cantaron todas las canciones a pocos días de su estreno. Frente a una pantalla LED gigante con imágenes espaciales, los colores de La síntesis y un excelente manejo de las luces, la banda repasó su última obra y completó la hora de show con cinco clásicos de los más agitadores: “Chica de oro“, “Yoni B“, “Más o menos bien“, “Mi próximo movimiento” y “Chica rutera“.
La segunda mitad del festival se desarrolló en el salón y contó con un mayor espectro de sonidos: los arpegios y bases krauteras de Super 1 Mundial, el indie pop de Cabeza Flotante y Srta. Trueno Negro, el “indie rollinga” de Hojas Secas y las canciones que alternan suavidad y energía a cargo de Las Ligas Menores. Como sucedió en otras ediciones del festival, Bestia Bebé se encargó de cerrar la noche con las canciones más potentes de su discografía y el costado melódico de Las pruebas destructivas, su último lanzamiento. El final inesperado llegó con dos invitados: Boui de Los Bluyines en guitarra y Lucho Canevaro de Hojas Secas en la piel de Mick Jagger para interpretar una versión explosiva de “Jumpin’ Jack Flash“.
Esto es lo mejor que tiene Laptra: nunca se encerró en un género o en una imagen de indie rock prefabricada. No se trata de una búsqueda de talentos con promesas de éxito sino de un grupo muy grande de amigos que se divierte mientras cumple su sueño autogestivo de la mejor manera, marcando un antes y un después en la historia del rock nacional como pasó en otros países con (una vez más) bandas como Sonic Youth. “Los entrevistadores nos preguntaban «¿Por qué son relevantes? ¿Cómo llevan el hecho de ser tan influyentes», y esto se convirtió en una especie de muletilla. Éramos influyentes porque le demostramos a la gente que podés hacer la música que te dé la gana”, dijo alguna vez Kim Gordon.
Foto principal: El mató a un policía motorizado, por Mel Guil.