El tercer arribo de Foster The People a nuestro país fue su debut en el Estadio Obras de Buenos Aires. Con una visita por cada disco —presentaron Torches (2011) en La Trastienda y Supermodel (2014) en la segunda edición del Lollapalooza— los californianos saldaron la deuda contraída al editar el año pasado Sacred Hearts Club.
La puntual campana de las 20 h empujó a Louta (artista invitado) a saludar al poco público presente con sus conocidos gestos tribuneros. De chomba blanca y con su habitual mini-living armado sobre el escenario, Jaime James (el hombre detrás del personaje) apostó a lo seguro y nutrió la media hora de show con un mix de sus mejores temas, los hits de Louta (2016) y los más exitosos de su nuevo LP Enchastre (2018). Ni bien se despidió, una música clásica de orquesta masajeó los tímpanos durante el desarmado y rearmado de la puesta en escena.
El contexto macroeconómico sumado al elevado precio de los tickets devino en baja venta de localidades. Por ello, la Platea Oeste fue cerrada y en la Este se amontonaban quienes tenían entrada para cualquiera de las plateas laterales. Antes del comienzo de Foster, se abrió una puerta que permitió que la platea bajara al campo para descomprimir, pero de todas formas, el campo siguió medio vacío.
A las 9 en punto la música clásica se detuvo y todo se apagó. Del apagón fluyó un baño rojo y blanco de luces simulando la estética adoptada para la última placa, Sacred Hearts Club, y fue “Loyal Like Sid & Nancy” el tema que abrió la velada. Enérgico, Mark Foster se paseó de un lado al otro del escenario, bailando y perdiendo paulatinamente prendas de vestir conforme el concierto avanzaba. El pogo se desataba de a poco a medida que llegaban clásicos anhelados como “Houdini”, “Coming of Age”, “Call It What You Want” y “Helena Beat”. Las luces también acompañaban y tornaban del sensual rojo a un amarillo similar a Torches y luego a un azul más conectado con la tapa de Supermodel. Para el turno del aletargado “Pseudologia Fantastica”, las luces llegaron a su punto cúlmine al elegir brillar de todos los colores habidos y por haber, tanto que algún entusiasta de la noche llegó a calzarse gafas de sol.
La banda se permitió hacer versiones extendidas instrumentalmente de los temas de sus primeros discos, apelando sobre todo a colchones de sintetizadores y elementos percusivos originales. Dichos arreglos habían sido adelantados a Indie Hoy por el baterista Mark Pontius, de igual modo que los condimentos particulares que tendría “Pumped Up Kicks” sobre el final de la velada. Pero antes, para el cierre de “Lotus Eater” —al igual que en el resto de la gira y no por eso menos emocionante—, Foster The People nos regaló su interpretación de “Blitzkrieg Bop” de los Ramones. Con él, los saltos enérgicos reaparecieron y un batir de palmas hizo eco en las inmediaciones del predio.
El conjunto se fue y nadie se movió, pues todos sabíamos que vendría el encore, el maldito y preciado encore que es moneda corriente en casi la totalidad de los recitales. Mark Foster salió con su guitarra, y el hit principal de la banda arrancó los últimos gritos de la garganta de sus seguidores: “Pumped Up Kicks” le dio tiempo al frontman para colgarse la guitarra, acercarse a saludar al público, tomar el celular de una fan y grabar a todos los miembros performando. Incluso se dispuso a hacer los arreglos de piano con el celular todavía en mano.
En prácticamente su primer diálogo con la audiencia, el vocalista agradeció la presencia de la gente y prometió volver. También se disculpó por hablar poco español y leyó de un papel el siguiente mensaje: “Quiero que sepan que continuaremos luchando por lo que es correcto. Seguiremos apoyando a la clase obrera y continuaremos haciendo nuestro mejor esfuerzo. No importa de dónde venimos, todos somos familia, todos somos hermanos y hermanas ante Dios”. Entre aplausos, el final llegó con “Sit Next To Me” y el club de fans aprovechó la ocasión para desplegar numerosas cartulinas rojas con forma de corazón y la leyenda “SHC”, en honor al nombre del álbum.
Si a los californianos les pesó estar lejos del sold out, no se notó en absoluto. Dieron un show muy prolijo desde lo sonoro y entusiasta desde lo interpersonal. Sí es cierto que para quienes les gusta el agite, el concierto pecó de desacelerado, en completa contraposición a lo que había sido su presentación anterior en el marco del Lollapalooza Argentina, tres años atrás, donde habían dejado la clara sensación de ser una banda festiva. Dentro de poco tiempo la gira habrá terminado y les tocará descansar, ya que pronto volverán al estudio para grabar al sucesor de la placa que vinieron a presentar.
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Foto principal: Florencia Carrasco.