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Después de un primer día de hermoso clima y cero incidentes, los fans recibían la mala (aunque sensata) noticia de que los horarios se ajustaban para dar por terminado el festival a las 22hs por la tormenta que se avecinaba. Las primeras bandas nacionales se quedaron sin tocar, puesto que las demás se adelantaron por lo menos una hora, además de hacer disminuciones de hasta 15 minutos en algunas presentaciones (como Liam Gallagher y Lana del Rey, entre los más destacados) y superponer el cierre de DJ Snake con The Killers (adiós al gran don característico del Lolla argentino).
Welcome to the jungle
Si había un pifie grande, dentro del más coherente armado de horarios en la historia de las distintas ediciones del LollaAR, era el de Mac DeMarco y Metronomy. Pero al reacomodarse los mismos por la tormenta, no solo se mantuvo este sino que se cruzó a las dos distintas pero grandes promesas de la tarde. Por un lado, Kaleo, con doble voz de guitarrista y batero, que sacó un interesante disco titulado A/B y vino al escenario a ejecutarlo todavía mejor. A los gritos de diálogo con el público y una intensidad de guitarras distorsionadas comparables solo con el sonido del bajo de Royal Blood el día anterior, los aplausos y rugidos se escucharon desde los otros escenarios. Muy en particular desde el Alternative donde la autora del título de este apartado daba su debut oficial e inolvidable. Tash Sultana, la tercer sonrisa más linda del festival (la más linda del día 2), se subía al escenario con sampleos tranquilos (quizás demasiado para los rockeros que tenía al mismo tiempo en el Main 2, generándole superposición sonora a los espectadores). Así comenzaba su performance en la cual toca hasta siete de los trece distintos instrumentos que domina. ¡Y todos al mismo tiempo!, puesto que, descalza como está, toca uno y pisa otro pedal para mantener el sonido mientras agrega instrumentos o solos a su propia base rítmica. Una cosa descomunal, la mejor “one-man-band” jamás vista, ¡y es una woman! ¡Aleluya! La australiana de 22 años festejó que, a pesar de la tormenta venidera, ahora estuviéramos juntos bajo el sol. Tocó casi todos los pocos pero largos temas que tiene y cerró con un solo de guitarra inédito, revolcándose en el piso. Dice la leyenda que su abuelo le regaló una guitarra cuando tenía tres años y desde allí tocó todos los días.
Del Perry’s hoy sí nos traemos un nombre destacado y ese es Louis The Child. Dos veinteañeros de Chicago a quienes pasaron para las cuatro en punto, pero menos cuarto ya habían salido a tocar para no acortar el DJ set. Ambos con casaca argentina, saltaron, se acercaron a cantar a la valla del público y hasta se dieron el gusto de pasar un tema de Justice, justo cuando en la otra punta del mundo arrancaba Mac DeMarco con el mismo setlist de toda la gira (en versión reducida), apostando por las canciones más chill. Mucho de su público lo entendió y, si bien fue la convocatoria más grande de una tarde en el Alternative, muchos optaron por disfrutarlo sentados o acostados a la distancia. En Chile se mandó unos covers de “Under The Bridge” (Red Hot Chilli Peppers) y “High and Dry” (Radiohead) que en nuestro país hubieran estado geniales.
Justo antes de su arranque, Lescano y sus Damas Gratis se convertían en el corazón de la fiesta, entonando todos los clásicos como “La danza de los mirlos” y “Menea para mí”, además de un comienzo con el conocido piano de “Para Elisa” de Beethoven en versión cumbia que terminaba en “Mirá como está la vagancia”. Y, tras esto y al mismo tiempo que DeMarco, pero en el Main 1, Metronomy daba un recital fantástico, con uno de los mejores sonidos de la temprana tarde y apelando más que nada al movimiento de la gente. Todos de blanco impecable salvo el colorido bajista de piel negra, como queriendo enfatizar y jugar con el contraste. Mensajes a favor del amor por parte de Joseph, el cantante, y un intercambio de roles con Anna, la baterista, para mostrar que no están cómodos quietos y ellos también son multinstrumentistas. La frase a destacar, de nuevo del ruloso vocalista, calcinado por el sol, fue: “Mañana cuando me mire al espejo y vea esta horrible cara roja voy a extrañarlos a ustedes, Buenos Aires”.
You can’t be no one else
Liam Gallagher era otro de los más esperados. No tanto por su carrera solista (aunque el disco que sacó hace poco está bastante bien) sino por ser el cantante de Oasis, referente del britpop. En el sideshow en el DirecTV Arena había propiciado un buen concierto, aunque se viralizó la lista en la que se veía que había dejado de lado dos clásicos de su banda emblema, siendo uno de ellos el siempre pedido, “Live Forever”. En el festival arrancó con las fijas, “Rock ‘n’ Roll Star” y “Morning Glory”, de Oasis, y tuvo una recepción maravillosa. Si bien lo intentó, se notó que le costaba la voz, y en los temas de su carrera solista el público (salvo un puñado de gente adelantada) tenía una reacción notoriamente tibia. A pesar de todo, “Wonderwall” fue la que supimos cantar todos y coincidió con el final de Deorro en el Perry’s, por lo cual el hit ligó fuegos artificiales de yapa en el momento justo.
Por el acortamiento de 15 minutos no tuvo tiempo de irse para simular el encore, pero cuando entonó “Supersonic”, histórico de Oasis, me convenció de ir a poguear adelante. Fue una grata decisión, puesto que, cumplida ya la hora (esto de Liam es inaudito), dijo al micrófono que habíamos sido la mejor fucking audiencia y que “para ustedes: ‘Live Forever‘”: gritos, lagrimales húmedos y dos millones de cámaras celulares. Antes de irse —y al igual que en el sideshow en Tortuguitas—, sacó el micrófono y lo tiró al público, cayendo en la mano izquierda de este cronista. Después de cansarse de intentar manoteármelo, el consenso popular dijo: “basta, es de él” por lo que primó la fiesta y un desconocido me levantó en hombros por sorpresa, para que yo y mi cabellera azul le mostráramos el regalo al público de contiguo. Diez minutos de gente persiguiéndome, acariciándome “la cabeza azul de la suerte” y hasta rogándome por una foto con el micro. Que viva Argentina. Para confirmar que ver a Liam es una ruleta rusa, idéntico a lo ocurrido en el Lolla de Chicago hace meses, en Chile al día siguiente el menor de los Gallagher se fue en la mitad del cuarto tema. Aquí te dejo mi saludo con el micrófono.
Lana del Rey (o Lasagna, como leí en una remera increíble de una fan) también llegó para satisfacer la gran expectativa que había generado. Arrancó decidida con “13 Beaches” y “Cherry” y promedió el show con su cover de Marilyn Monroe: “Happy Birthday Mr. President”, como en el resto de la gira. Se bajó del escenario a los tres cuartos de show para saludar al público de la valla y volvió para un poco más. Cantó “Video Games” desde una hamaca colgada en el escenario y cerró su presentación con “Off to the Races”. Sonido fidedigno y entrega muy honesta; no dudamos que vuelva y sea miles.
“Bienvenidos a nuestro maravilloso, maravilloso show”
Por más remeras Peppers que siguieran colmando el Hipódromo, ellos ya estaban en Chile y en el Main 1 argentino era el turno de The Killers, que sin lugar a dudas dio, dejando gustos personales mediante, el mejor show de todo el truncado Lollapalooza (el tercer y último día, con el lineup más interesante, fue suspendido por condiciones meteorológicas, dejando fuera varias promesas como Milky Chance o The National y retornos pendientes como Pearl Jam, entre tantas otras grandes bandas).
Si bien salieron con “The Man”, del último disco, fue con el hit contínuo, “Somebody Told Me”, donde surgió la verdad de la milanesa y, una vez más, se presume que hubo cien mil personas saltando. Brandon Flowers, carismático líder y cantante, estuvo todo el tiempo enfocado en mantener a la gente arriba. “Bienvenidos a nuestro maravilloso, maravilloso show” dijo en un español perfecto que arrancó gritos mayoritariamente agudos de las fans. El setlist siguió equilibrando toda su carrera, pero la fuerza de los clásicos se impusieron notoriamente sobre los temas de un disco nuevo sin demasiado norte. Preámbulo para un tema histórico: “No hubiéramos venido hasta Centroamérica, bajado todo este trecho por Sudamérica hasta Argentina e irnos sin tocar ‘Jenny Was A Friend Of Mine‘; no hubiera sido correcto”. Una vez más, gritos-aplausos-llantos, la canción en cuestión y un montón de caras contentas, compitiendo con la sonrisa de oreja a oreja del frontman.
“Voy a darles una pequeña pista” dice el incansable Brandon justo después, y entona en el piano una melodía aletargada de “Smile Like You Mean It”. Repite la consigna y arranca con el temazo. Ya en un punto que parecía no poder mejorar, el cantante mira las caras de sus fans e invita a subir a uno con un cartel que decía que quería tocar la batería. Maxi tardó un buen rato en subir y, cuando lo hizo, fue relevado por Ronnie Vannucci, el batero original, tras ver que no tenía idea de lo que hacía. Empero, los de Las Vegas tuvieron paciencia y, un rato después, mientras tocaban el tema, el cantante notó que lo llamaban desde la zona del cartel. Maxi era un intruso, el verdadero batero era Agustín (aunque ni siquiera dijo su nombre) y una vez más la odisea para hacerlo subir. “Oh Maxi, down boy” dijo sonriente Brandon, quien, a diferencia de Ronnie, no parecía haberse molestado de verdad por el suceso. Agus la rompió, siendo guiado incluso por el baterista Ronnie para un final con algunos cambios y —además de acordarse agresivamente de Maxi— la gente rugió “¡Ar-gen-tina, Ar-gen-tina!”. Como ejemplo de que ninguna situación les queda grande, tras la retirada de Liam al cuarto tema en el Lolla Chile, los estadounidenses interpretaron “Wonderwall” para compensar a la gente.
Aunque el despliegue de The Killers siempre estuvo anunciado con duración de una hora y media (tanto antes como después del ajuste de horarios del día sábado), se tomaron 15’ de yapa muy bien aprovechados. “All The Things That I’ve Done” se prolongó de manera irreprochable al coro multitudinario de “I got soul but I’m not a soldier”; finalmente la banda dejó la escena. Luego de una pausa prolongada (que Brandon utilizó para empilcharse en traje impecable dorado) volvieron vencido el horario para un encore de lo más enérgico de la mano de “Bones”, “When You Were Young” y, tras volver a felicitar a la gente por su entrega, cerró “Mr. Brightside”, cuyo final tuvo una lluvia dorada de pirotecnia cayendo desde el fondo del escenario. El calor se sintió unos cuantos metros atrás de la valla y The Killers coronó la mejor presentación de este Lollapalooza, el cual iba a ser el más largo y terminó siendo el más corto. Cual brujería, mientras la gente emprendía la retirada sonó “Can’t Stop” y una vez más el público peppero cantó por su banda emblema y bromeó con Los Simpson.
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Foto principal: The Killers, por Cata Almada.