El festival Mutek siempre es un evento de cita obligada para los más devotos de la música electrónica y el arte digital, ávidos de data fresca sobre nuevos artistas, proyectos y tendencias, tanto a nivel local como internacional. Pero también funciona a modo de vitrina para espíritus curiosos, con ganas de dejarse sorprender por propuestas de vanguardia.
Después de una quinta edición en formato micro, el festival volvió a retomar su versión expandida para su sexta parada en Buenos Aires, que tuvo lugar entre el 2 y el 6 de octubre, con más de 50 artistas y la inclusión de más locaciones activas.
Con el concepto de mutación como pilar inamovible, el evento nacido en Montréal -edición con la que acaba de celebrar un cuarto de siglo- supo adaptarse a los tiempos y salir fortalecido de escenarios adversos, como lo probó aquella exitosa edición híbrida llevada a cabo en 2021, en plena pandemia. Una vez mas, en este panorama poco favorable para la actividad cultural en general, el festival consigue mantenerse fiel a su impronta innovadora, y sostener su compromiso en ofrecer propuestas de calidad a precios accesibles.
Lejos de replicar fórmulas, Mutek descifra el pulso de cada ciudad en la que desembarca. Establece un diálogo con lo urbano y la nocturnidad, y les imprime ese dinamismo tan propio del underground. La premisa siempre es desafiar la forma y el contexto en la que se escucha musica electrónica, despojarla de clichés.
Desde su primera edición porteña en 2017, el festival supo interpretar con éxito las demandas que planteaba el sector, y como respuesta, puso el foco en brindar mayor visibilidad al enorme talento local, contribuyendo de esta manera al posicionamiento de América Latina dentro de la escena electrónica. La paridad de género y la inclusión también son banderas que el equipo comandado por el DJ y productor cultural Gonzalo Solimano trabaja año a año para sostener y fortalecer. Y esta edición no fue la excepción.
Clásico y moderno
Para la gala de apertura, el Mutek trasladó su sección A/Visions al histórico Teatro Alvear, un clásico recientemente recuperado que contribuye a mantener viva la impronta de la avenida Corrientes como gran ícono de la cultura porteña. El encargado de abrir el telón en la tarde-noche del miércoles fue Sebastián Verea, compositor, productor y artista transdisciplinario, con el estreno de su obra experimental “Alma”. Este ensayo audiovisual viene a completar una trilogía en la que el artista explora el vínculo entre el ser humano y las máquinas.
Luego fue el turno de la dupla canadiense de Ida Toninato y Pierre-Luc Lecours con “Homeostasis” y, en la que fue su primera presentación en Sudamérica, Martin Messier hizo gala de su espíritu rupturista con “1 Drop 1000 Years”. Con este híbrido entre live performance e instalación, el artista nacido en Montreal se propone reflexionar sobre el proceso de homeostasis y la desregulación de ese delicado balance debido a la intervención del ser humano. Y lo hace poniéndole el cuerpo a un complejo sistema de quince dispositivos que controlan el flujo de partículas de agua en tiempo real, mientras son intervenidas con precisión milimétrica mediante la técnica de video mapping, formando distintos patrones visuales en estricta consonancia con los sonoros. Un espectáculo impactante, de esos que quedan grabados en la retina por largo tiempo.
Amplify: El futuro es colaborativo
La grilla del jueves estuvo dedicada enteramente a Amplify D.A.I., iniciativa impulsada por Artlab en 2018 con apoyo de British Council y Fundación Williams. Este programa de desarrollo profesional para mujeres y disidencias que trabajan con las artes electrónicas y que actualmente se encuentra cerrando una fructífera etapa, sirvió como catalizador para enriquecer de talento femenino la escena, plantear discusiones, fortalecer comunidades y generar redes de trabajo que perduren activamente en el tiempo.
Al caer la tarde, en la sala principal de Artlab tuvo lugar un conversatorio dedicado al balance de esos siete años de construcción colectiva, que luego daría paso a la presentación de una serie de proyectos colaborativos surgidos de la convocatoria realizada por Amplify D.A.I. La encargada de inaugurar esa sección fue la dupla de Mercedes Invernizzi Oviedo aka Mecha Mio, performer multimedial nacida en Cuba, y la compositora y directora platense Macarena Aguiar Tau aka Maq.
Le siguió la fantasía gótica de Sáccea y Plantasia, alter egos de la artista sonora Oriana Tossi y la artista visual y electrónica Florencia Gomez. Entrada la noche, la propuesta fue volcándose hacia la pista de baile, hasta cerrar la jornada con dos enérgicos DJ sets a cargo de Ana Hagen y Camila Isabel.
Operación Descubrir
Con base en Artlab, centro neurálgico del festival, la experiencia Play estuvo distribuida en dos jornadas orientadas a los shows en vivo. El viernes, el artista multimedia uruguayo Mathías Chumino, más conocido como Co3ra, desplegó el universo opresivo de “Therato5”, una aproximación digital y geométrica a los procesos biológicos, construida desde lo sonoro en base a grabaciones de campo, sonidos electromagnéticos y atmosféricos, fallos digitales y fluidos orgánicos. La propuesta downtempo en clave paisajística del madrileño Pedro Portellano, alias Bruma, bien podría leerse como su opuesto complementario.
Poco antes de la medianoche, llegó el turno de Sophos, proyecto de Ulises Labaronnie, artista multidisciplinario argentino activo en la escena de la música electrónica experimental desde mediados de los 90. Su incansable conexión con las ciencias naturales, su fuerte influencia de la escuela electrónica de Berlín y su amor por Vangelis dijeron presente en su obra “Voyager-X”, una odisea espacial potenciada por el universo cuántico de Vanesa Massa, arquitecta y artista visual nacida en Formosa, que combina inteligencia artificial con técnica clásica.
Otra joya de esta sección fue la cátedra futurista que ofreció Piezo, alter ego del milanés Luca Mucci, que forjó su estilo durante una estancia en Bristol, al entrar en contacto con la legendaria cultura de los míticos sound systems. Representante de la nueva escena de música electrónica de avanzada italiana, y con un fuerte anclaje en el garage, el breakbeat y los sonidos industriales, ofreció un set frenético y a la vez lúdico, en perfecta sintonía con las visuales de HTML.
Para cerrar la jornada, otra cátedra: en este caso, de más de dos horas de minimal house a cargo de Carlos Alfonsín. Fue el debut en Mutek de esta leyenda indiscutible de las cabinas, y su set estuvo acompañado por las visuales de Melon Manga, referente argentino del arte glitch y el video analógico.
“En el caos no hay error”, podía leerse en la pantalla principal el sábado promediando las 22 horas, poco después de que las uruguayas Helen Olhausen y Sofía Cordoba ofrecieran un set tan intimista como etéreo. Se trataba de la premisa rectora de “Cifra”, obra del arquitecto y artista audiovisual Fernando Molina, que combinó un concepto minimalista de cálculos matemáticos y secuencias algorítmicas, con una narrativa ligada a la crisis del capitalismo. El cambio climático, la caída de los mercados financieros, y hasta algún sample de “Revolution 9” de los Beatles sobre el final, justo cuando el mismísimo Paul McCartney se encontraba dando el primero de sus conciertos en suelo porteño.
Luego sería el turno de Pondus, seudónimo del productor de musica electrónica Julian Cobbe, y Amarhac, productor audiovisual con base en Mar Del Plata. Más tarde, Priori & Jek, dupla compuesta por el canadiense Francis Latreille y Jack Anderson, oriundo de Brooklyn, propondrían bajar los decibeles para entregarse al trance contemplativo antes de darle paso a Honeydrip, con la explosiva versión en vivo de su álbum Psychotropical, un homenaje en clave underground al dub, el reggae y el dancehall.
Para cerrar la jornada, un potente DJ set de Bad Boy Orange, figura pionera del drum & bass en Argentina. El intervalo entre un arista y otro también dejaba margen para visitar la muestra colectiva “Back to the Cave”, gestada de la mano de la galería berlinesa Untitled Project. Ubicada en el salón de entrada de Artlab, y bajo la curaduría del mexicano 11v151131_m06, la exposición incluye a 16 artistas digitales de diferentes partes del globo, y estará disponible durante todo el mes de octubre.
Vanguardia en 360°
El flamante CAI (Centro Audiovisual Inmersivo) fue otra adición innovadora al circuito de este año. Se trata de una sala de 400 m2 ubicada a pocas cuadras de Artlab, acondicionada para crear experiencias de alto impacto gracias a una combinación de sonido envolvente con imágenes en alta calidad, proporcionadas por una serie de pantallas que cubren la totalidad de las paredes del salón. Con seis tandas de exhibiciones que tuvieron lugar en la franja horaria entre las 16 y las 21, el evento funcionó como entrada en calor para la noche del sábado.
Mientras se reproducían las obras, los asistentes tenían la posibilidad de hacer su propia experiencia, desplazándose por el espacio, o acomodándose en alguno de los almohadones dispuestos en el suelo. Por allí pasó la obra de Sofía Lecuona Pugno aka Nait Saves, paisajista sonora y compositora rosarina, que apostó a una narrativa existencialista sobre la identidad y las emociones en la era digital, un proyecto en conjunto con la dupla creativa Motia. También presentaron sus piezas inmersivas Julián Tenembaum y Manuel Strajman, y Vanesa Massa y Sophos.
Hasta la pista
Deseo, nave cultural que funciona en un galpón industrial recuperado en el barrio de Villa Ortuzar, a unos pocos minutos de Artlab, fue la locación elegida para recibir a los más entusiastas en la sección Nocturna, programa que ofició de evento clausura del festival. En esta trasnoche de sábado, las mujeres fueron las encargadas de prender el dancefloor.
Ciel es el alter ego de Cindy Li, productora, locutora de radio, promotora y DJ con base en Toronto. También organiza la fiesta Work In Progress, donde promueve y da lugar a otras mujeres y artistas no binarias en la música de baile. Promediando la una de la mañana, presentó su primer Live Set, que dejó la vara bien alta para el DJ set de la francesa Jennifer Cardini, una de las presentaciones más esperadas por su techno de alto voltaje.
Después de dos horas, y casi sin solución de continuidad, se hizo cargo de las bandejas la joven DJ y productora local Cia Rebeck, también residente en el mítico Under Club porteño. Para este debut en Mutek, la artista nacida en Comodoro Rivadavia desplegó su distopía patagónica con sello berlinés, destinada a no bajar nunca la intensidad. Así sería hasta bien entrado el Domingo.
Viaje y epílogo
El regreso de la sección Experience vino de la mano de Soundscape, sello ambient impulsado por Artlab, y la incorporación de Casa Futuro como locación para esta iniciativa resultó otro gran acierto. Se trata de un espacio con gran potencial, ubicado en el corazón de los lagos de Palermo, que cuenta con un amplio jardín arbolado, y un salón cerrado de estética minimalista.
Promediando las cinco de la tarde, la formación Sindicato del Drone fue la encargada de inaugurar el venue poniendo en lo más alto las banderas de la experimentación sonora, siempre ligada a lo comunitario. El trance continuó de la mano de Eric Olsen, artista sonoro y escritor porteño, con un set nostálgico y doblemente evocativo, ya que los samples de aves se fundieron en un todo orgánico con los sonidos propios del entorno.
Le siguió la propuesta del músico, productor e ingeniero de mezcla y masterización Javier Medialdea, que viene incursionando en el género ambient desde 2022, y mientras afuera sonaban las texturas elegantes del chileno Jimmy Pizarro, alias Insecto, adentro comenzaba a montarse una escenografía que llevaría el concepto de performance inmersiva a otro nivel.
Santiago Bartolomé, compositor, trompetista y también director artístico de la Bienal de Musica de Córdoba, ya tiene un amplio recorrido. Pero la experiencia de haber participado del emblemático festival Burning Man, en la inmensidad del desierto de Nevada, lo marcó definitivamente. Algo de todo eso se traslada a su música y a los universos espirituales que crea.
En este caso, la experiencia “Epojé” consistió en una gran estructura inflable que permite el ingreso del público a la misma, mientras se desarrolla el set. Bartolomé habla su propio lenguaje, en el que conviven la elegancia clásica y el toque jazzístico de la trompeta -potenciada en esta oportunidad por la presencia de violinista Lucas Maldonado-, con la experimentación electrónica. El combo perfecto para coronar otra exitosa escala de Mutek en Buenos Aires, y para empezar a procesar toda la data incorporada, hasta que llegue la edición del próximo año.