Una nube negra se posó sobre el cielo de Buenos Aires este último mes con las visitas de los más grandes exponentes del post-punk y la música oscura de la década de los ’80. Primero el show de Killing Joke, seguido de la trilogía negra: martes Peter Hook, miércoles Nick Cave y jueves Peter Murphy. A quienes tuvieron la suerte de poder asistir a los tres días consecutivos, el show de Peter Murphy ya estaba teñido con los tintes necesarios para ahondar en la profundidad del género y ser partícipe de las tinieblas que le pertenece a un grupo como Bauhaus.
Esta gira de Peter Murphy acontecía con dos ítems más que importantes: la reunión con el bajista original David J., y también el aniversario de cuatro décadas de Bauhaus. Esta reunión entre ambos integrantes no había sucedido en la última visita de Peter Murphy y ahora llegó como una reminiscencia del pasado, una vela encendida en la oscuridad para darle el brillo necesario a una obra fundamental como In The Flat Field. El público atravesado por distintas generaciones se mostraba esperanzado con esta idea. Entre remeras de Joy Division, Public Image Ltd, apareció una transpirada de Nick Cave y otra de Bauhaus, produciendo la gota final a la espera y al salir los músicos a la escenario. Entre una oda de aplausos, estalló “Double Dare”.
David J. estuvo toda la noche con unos lentes oscuros y absorbido por un misterio peculiar. Peter Murphy se escondía detrás de aquel glamour que lo caracteriza pero con un aspecto aún más sombrío. En ciertos momentos parecía que estaba en otro lugar, mientras fijaba su mirada hacia las tablas del escenario o en un punto del techo del teatro. In The Flat Field fue interpretado de principio a fin, así que el show siguió con el tema que da el nombre al disco, una de las canciones que más enaltece el talento vocal de Murphy; un tema que rompe espejos y las maldiciones son echadas a otras personas, tan fúnebre como un poema de Edgar Allan Poe pero leído por David Bowie.
In The Flat Field fue sin dudas el disco más importante de Bauhaus y eso que no tiene su mayor éxito. Pero fue aquel disco que le dio un nivel de altura a aquella bandera del post-punk que se enaltecía en el Reino Unido y le brindaba un pasadizo más gótico para distanciarse del fantasma del punk. Hacía dos días habían sonado temas de Joy Division al mando de Peter Hook, composiciones que en su momento sirvieron como inspiración al disco celebrado durante la primer parte del setlist. Entre bajos con actitud líder, guitarras cortantes y beats hipnóticos, la noche fue adquiriendo un aspecto de ritual donde la oscuridad era bienvenida por todos los oídos.
Los sonidos de Bauhaus, a pesar de que no fuera Bauhaus porque la presencia de Daniel Ash es un tanto difícil de suplantar, levitaban en la ceremonia. Algunas personas se negaban a participar del viaje del tiempo y mantener ciertas distancias, pero otras tenían todos los tickets para ir y volver las veces que se le dé la gana. Aquel clima de emociones excesivas que atraviesa la música romántica de Bauhaus era acentuada con elementos pertenecientes a la representación en vivo, como pausas que rechinaban sonidos que se rompían simulando ser de vidrio u otras acústicas pertenecientes a cuentos de la cripta. De “God in an Alcove” a “Nerves”, no faltó ninguno del primer disco de la histórica banda.
Luego empezaron a sonar otras grandes canciones como “Terror Couple Kill Coronel” o “Dark Entries”, mientras las luces rojas y azules coloreaban el escenario y permitían jugar a Murphy con la teatralidad. Más allá de las miradas de búho y el acercamiento de un lado a otro como príncipe de las tinieblas, Murphy tuvo algunos momentos de interacción con el público. En una señaló al bajista y lo acusó de haber engañado a todos, diciendo que él no era David J. El público devolvió sus risas mientras esperaban las siguientes: “Burning From The Inside” y “Silent Hedges”.
El momento más esperado por la mayoría llegó cuando sonó “Bela Lugosi’s Dead”. Esa ópera de terror agobiante que la banda le dedicó a quien le dio vida al vampiro más importante de la historia del cine. El rojo lumínico se tiñó de sangre y el azul frío. La poesía de Bauhaus escapa de los sitios cotidianos y encuentra la posibilidad de causar un efecto narcótico en la gente. Con el loop como sinónimo de ciclo y la repetición de la monotonía, el pantano sonoro de la noche lograba darle vida a la agonía que florecía de la canción. Las paredes de ruido eran tan grises como la tumba de un cementerio y la voz de Murphy sonaba como una súplica terrenal a un dios maldito.
La noche cerró con “She’s in Parties”, “Kick in the Eye” y “Severance”. Esta reunión entre Peter Murphy y David J fue lo más cercano a Bauhaus que alguien puede oír actualmente. El telón se corrió lentamente mientras algunas voces le gritaban por su cover de “Ziggy Stardust”. La belleza gótica quedó en el aire hasta que se encendieron las luces, el viaje al pasado terminó y volvimos al hoy.
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Foto principal: Max Hanne.