La Tangente, ex galpón industrial devenido en un espacio musical cósmico, reunió en su escenario a dos bandas de culto: Mi Pequeña Muerte y Rosario Bléfari, artista consagrada e ícono femenino de la escena independiente.
La mística que se genera minutos antes de que comience un show es obra de un público con espíritu de fan. No fue otro el panorama con el que se encontró Mi Pequeña Muerte al salir. “Un día único, el cielo sobre nosotros”: el round inicial fue dado por “El porvenir”. Guitarras que presagiaron el comienzo de la balada en sintonía con los arreglos de teclados, bajos y voces, fueron bien recibidos por un auditorio que capto rápidamente el magnetismo sonoro. El comienzo de la velada fue deslizándose por canciones de su último disco Alimentan los lobos, donde melodías como “Primavera en Saigón”, “Balas de plata” o “Profundas batallas”, lograron encender cada espacio y fueron coreadas con energía por un auditorio que conocía cada una de sus letras. El menú musical no solo ofrendó los últimos estrenos, sino que también se paseó por producciones anteriores y canciones como “El cazador” o “Los cuatro fuegos”. El apogeo de esta ebullición musical fue logrado por “En el parque”, que a través de una melodía exquisita fusionada con el romanticismo nostálgico que dispara su letra, dio un cierre más que satisfactorio a esta primera parte.
Rosario Bléfari (Suárez, Sué Mon Mont, Los Mundos Posibles) se presentó con su formato de “banda eléctrica”. Con una actitud arrolladora y desestructurada sobre el escenario, destacándose de sus colegas musicales que vestían traje y corbata, comenzó su número con “Costa brava” seguido de “Hoguera”, sus últimos dos sencillos. La referente del under local volvió a demostrar la capacidad que posee para reinventarse constantemente. El abanico de melodías compuesto por clásicos como “Estaciones”, “Viento helado” o “Vidrieras”, hizo rememorar a los oyentes no solo sus épocas de sonidos crudos y guitarras vibrantes, sino también composiciones no tan enérgicas que invitan al relax, uno de los tantos sellos distintivos de Bléfari.
La noche fue un encuentro íntimo y afable, donde la música se esparció como lava y abrazó a cada uno de los presentes. Ambos shows expusieron la labor talentosa de artistas de larga data, que supieron sincronizarse y avivar la llama interna de quienes estaban expectantes del otro lado de las tablas.
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Foto principal: Juan Curto.