El tercer y último día del festival de festivales español amaneció con muy buenos presagios meteorológicos -ese amanecer volviendo al hotel con la sensación de haberlo pasado bomba fue delicioso- pero cuando la tarde se hizo con las riendas, volvió a amenazar lluvia. Afortunadamente, la alarma cesó cuando un breve chaparrón vespertino fue lo único que los grises nubarrones descargaron sobre nosotros y el devenir de la jornada de cierre pudo tener lugar sin búsquedas a la carrera de un techo.
Como en los dos días anteriores, el inicio de los festejos fue disfrutado por los madrugadores y las propuestas más interesantes se desarrollaron en esta ocasión en el Auditori Rockdelux donde Silvia Pérez Cruz & Raül Fernández Miró primero, y el Kronos Quartet después, conquistaron a aquellos que de forma progresiva lo llenaron. A cambio se llevaron a casa sendas ovaciones, el orgullo de poner en pie a la sala y un bonito recuerdo en un marco tan especial. Los primeros, con un dominio de voz -ella- y guitarra –él- les está convirtiendo, poco a poco, en verdaderos virtuosos de estos instrumentos y esto es algo que los organizadores sabían porque, pese a programarlos tan pronto, se encargaron de que nadie más actuase a esa hora en ningún otro escenario. Y los segundos, con un magnífico espectáculo de cuerdas apto para el alto linaje de oyentes que cuenta ya con cuatro décadas redescubriendo la música de cámara.
Kronos Quartet
El primer plato fuerte del día llegó con una práctica muy de moda en la actualidad musical que hace las delicias de los más incondicionales de una banda y consigue aburrir a los menos entendidos en la materia: tocar de cabo a rabo un disco mítico. Los neoyorkinos Television, que edificaron su templo sobre su disco de debut, Marquee Moon (1977, Elektra), lo desempolvaron en esta ocasión con una corrección digna de las edades que atesoran. Y con ello hicieron valer, en una de las escasas ocasiones que se dejan ver sobre un escenario, la denominación de referencia de la transición del Punk al New Wave y al Art-rock. Poco después, y no teniendo nada que ver con Television, le tocó el turno a otra influyente y longeva figura de la historia musical, Caetano Veloso. A sus 71 años llenó de fieles y de vamos a ver qué hace este tío tan famoso el escenario Ray-Ban y terminó convenciendo a todos. La interpretación a capella de la bella “Tonada de luna llena” fue, sin duda uno de los instantes más hermosos de hoy, de ayer y de anteayer.
Television
Caetano Veloso
Tras tan bello espectáculo, la disyuntiva que se planteaba a continuación no tuvo ningún tipo de duda para mí. Godspeedyou! Black Emperor y Volcano Choir tocaban a la misma hora en lugares diferentes y, conociendo las bondades del último disco de Goddo supiido yuu! Burakku emparaa y de sus larguísimos temas, renegué de ellas y me fui derecho a ver el nuevo proyecto de Justin Vernon, Volcano Choir, en la presentación de su segundo largo: Repave (2013, Jagjaguwar) Y se me agotan los argumentos… Me deshago ahora en sinceros halagos, impresiones aduladoras y profundos sentimientos en mi interior pero me cuesta describir, aquí al menos, cómo los sentí allí. Junto con el de St. Vincent fue, sin duda, el mejor concierto del festival. Vernon nunca ha mostrado ningún otro estado en un escenario que no sea el de gracia, le ocurría con Bon Iver y le ocurre con Volcano Choir. Y los músicos que ha elegido para acompañarle en este viaje han sabido contagiarse de tan elevada condición. Las canciones de Volcano Choir desprenden calidad y originalidad en cada surco -algo que también ocurre en las de Bon Iver- y deshojadas sobre un escenario consiguen multiplicar lo experimentado frente al tocadiscos. Las cumbres del concierto llegaron con “Comrade” y “Byegone”, los dos mejores temas de su último trabajo y, con “Still”, gran tapada del Unmap (2009, Jagjaguwar) pero magistral al ser elegida para cerrar el espectáculo y que Vernon abuse de una voz tan multiplicada y tratada electrónicamente que pareció de otro planeta. La mala noticia llegó cuando, al despedirse, dijeron que no volverían más dejándonos con la duda de una separación y es que Vernon es así, coge una banda, la multiplica y se va a por otra. Tiene tanto que dar a tantos…
Volcano Choir
Pero sigamos con nuestras vidas mundanales. Tras una breve visita al concierto de Blood Orange y descubrirlos como una de las mejores propuestas de pop negro urbano que hay, me dirigí a ver a los cabeza de cartel de hoy, los plato fuerte del día de cierre, los Nine Inch Nails -NIN, que mola más escribirlo así- En activo desde 1989 y con saltos entre alguno de sus trabajos de hasta seis años, el más claro y potente referente del rock industrial mundial convirtió el escenario Sony en un campo de batalla, un barrizal de decibelios y una heterogénea pista de baile donde todo tipo de asistentes se dieron cita; incrédulos unos, entregados otros, asombrados todos ellos. Trent Reznor puede enorgullecerse de ser uno de los diez mejores frontmen que existen en la actualidad a la altura de Nick Cave, Mike Patton o Eddie Vedder. Su presencia en el escenario junto con una iluminación oscura y perfecta (los claroscuros dignos del tenebrismo de Caravaggio fueron espeluznantes) es abrumadora y, eso sí, tirando de mucho clásico por poder permitírselo, dieron un largo recital en el que dejaron poco lugar al descanso. “The March Of Pigs”, “Copy Of A”, “Closer” o, esta noche iba de cierres apoteósicos, “Hurt” con la que terminaron, hicieron las delicias de, al menos, los que como yo les conocemos desde hace años. Incombustibles. Pese a los que nieguen su presencia en el festival por “no pegar”.
Nine Inch Nails
Pero quedaba un sitio más para la sorpresa. En el escenario enfrentado al de NIN el turno de comerse al público le tocó a Kendrick Lamar, rapero californiano que con un estilo de chico bueno al vestir, unas rimas magistrales (de dificil comprensión, en ocasiones, por eso del acento cerrado, cerrado) y una banda de músicos de una profesionalidad deslumbrante, está rompiendo las lista de éxitos en EEUU así como recibiendo todo tipo de premios y elogios (le comparan constantemente con el malogrado Tupac Shakur): Lamar tiene una limpieza al cantar y una facilidad para conectar con el público asombrosas y se merece, sin duda, todo lo que le está pasando. A punto de publicar su cuarto disco no parece haber nada que le pare.
Kendrick Lamar
Tras el bueno de Kendrick y con pocas fuerzas para largas caminatas (Mogway y Ty Segall se preparaban para salir en la otra punta del Parc) nos quedamos a un caballo ganador si de lo que se trata es de ayudar a recuperar el ánimo, pues los cuerpos empezaban a flaquear tras tres días de non stop music. Nos quedamos, pues, a los Foals. Una clara evolución hace difícil aburrirse de sus discos y sobre el escenario saben aprovechar muy bien esa variedad musical que va desde el new age al funk atmosférico sin alejarse demasiado de los ritmos de las pistas de baile y las guitarras de vanguardia. Muy buena la factura pese a algún que otro fallo de sonido.
Mogwai
Foals
El broche final, dejando de lado a Black Lips, corrió a cargo, como ya es costumbre, de dos rompe-pistas. Por un lado, Cut Copy que no sorprendieron por su actuación pero sí divirtieron y es que pese a que su último disco es flojo, quizás porque es inevitable compararlo con su antecesor, Zonoscope (2011, Modular Recordings), tirar de ritmos fáciles de bailar y de hits como “Need You Now” o “Take Me Over” es un todo al rojo que suele funcionar. Y por otro, DJ Coco, valor seguro del festival que pinchando a bandas como Stone Roses, Blur, Madonna o Journey suele tener en volandas a los fanes más disolutos que soportan llegar al amanecer bailando una vez más.
Primavera Sound es un festival grande al que se pueden buscar muchas virtudas y pegas -más de esas que de estas- pero que cumple con su papel de referente musical y goza de un gran estado de salud por la calidad de sus primeras, segundas y hasta terceras filas de bandas. Además, la heterogeneidad que poco a poco ha ido siendo su sello de identidad se asegura unos niveles de asistencia al alcance de pocos. Así las cosas, gracias, Primavera. Gracias y ¡volveremos!
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