Como te contamos hace unos días, el viernes pasado Amazon Prime Video estrenó Alex Rider, una de sus producciones originales fuertes de este año.
Producida por Sony Pictures Television y basada en la saga literaria inglesa del mismo nombre, esta serie de 8 episodios se centra en Alex (Otto Farrant), un adolescente como cualquier otro que pasa sus días en Londres hasta que el asesinato de su tío Ian (Andrew Buchan) le revela que su vida no era lo que pensaba. A partir de este suceso, el joven se ve envuelto en un plan para investigar de incógnito ese y otros crímenes relacionados, presionado por el Servicio de Inteligencia Secreto. Con cada paso que da, Alex aprende a ser un espía mientras se va adentrando en un submundo cada vez más turbio y peligroso.
Después de verla este fin de semana, te damos 5 buenos motivos para que no te la pierdas.
Combinación de géneros
El mayor acierto de la serie es su capacidad para mezclar géneros -quizás impensados- con sutileza y fluidez narrativa. Lo que en principio parece una historia sobre adolescentes y sus días en el colegio, rápida pero progresivamente se va transformando en un coming of age teñido de suspenso, intriga y todas las técnicas de espionaje necesarias para convertirse en un agente secreto a la más tierna edad y no morir en el intento. Algo así como la saga Bourne con un toque de la española Élite. Pero hay más: cuando Alex llega al internado que tiene que investigar, la atmósfera se vuelve tan siniestra que la serie vira con elegancia hacia un terror psicológico muy efectivo. Tampoco se priva de una gran secuencia de acción con una persecución por los Alpes Franceses, ni de ciertos tópicos de la ciencia ficción en los últimos capítulos próximos a la resolución del caso.
Dosis justa de tensión e intriga
Cuando el tío/tutor de Alex es asesinado en el primer episodio, los interrogantes se disparan por todos lados porque nada era lo que parecía, ni siquiera la propia identidad. ¿Quién lo mató y por qué? ¿Quién era él, quién es Alex? Aquí comienza la reconstrucción, pero como corresponde a una buena trama de espías, ese crimen es apenas el puntapié para ir desentrañando una red criminal tan poderosa que asusta hasta a los agentes del Servicio de Inteligencia Secreto Británico del cual el tío formaba parte. El argumento trabaja con dinamismo la tensión y la intriga renovándolas con cabos que se sueltan sucesivamente, giros, ambigüedad en los personajes, resoluciones falsas y otras concretas que generan nuevas preguntas. Todo en dosis moderadas y con un ritmo más reposado de lo normal en este tipo de producciones para mantener el interés sin llegar a abrumar. Hacia el final, la naturaleza de los conflictos era impensada en los primeros capítulos y aun así todo cierra prolijamente dejando un agujerito abierto para una posible segunda temporada.
Un soundtrack sofisticado
La mayoría de las escenas cuenta con una banda sonora original de corte industrial -podría haber sido compuesta por Trent Reznor en los 90– que resulta muy efectiva para realzar el clima de tensión o adrenalina según la ocasión. De todas formas, hay lugar para mechar un soundtrack sofisticado en su variedad de estilos. Ya desde la secuencia de títulos llama la atención la elección de “The World is Mine”, un neo-soul del productor inglés Samm Henshaw. A lo largo de los capítulos suena mucho indie rock con un par de canciones de Cage the Elephant, The Vaccines, los más pop Weathers y la desprolijidad punk de Idles. Un poco de nostalgia de décadas pasadas se cuela en las fiestas del colegio con el clásico noventoso “Here Comes the Hotstepper” y “Don’t Go” de Yazoo que asoma sampleado en un track que enciende la pista de baile. La carga dramática sube con la oscuridad tecno de Spektre y el drum n’ bass de la mano de Everyone You Know hace que todo se precipite.
Una puerta hacia la saga literaria original
El desparpajo terraplanista del Mundodisco, el reino de fantasía dentro de un placard de Narnia y ni hablar del boom absoluto de ese aprendiz de mago llamado Harry Potter. Parece que los británicos algo saben sobre esto de escribir sagas juveniles que terminan siendo, no solo un éxito de crítica y ventas, también clásicos que se inscriben para siempre en la memoria colectiva de la cultura pop. De manera más modesta –quizás sólo por ahora-, la saga de Alex Rider en la que está basada la serie pertenece a esta tradición. Escrita por el inglés Anthony Horowitz, las aventuras del joven espía gozan de buena salud: hasta la fecha hay doce libros, el último salió este mismo año, el primero en el 2000. Esta nueva versión audiovisual se inspira en el segundo tomo, Point Blanc (2001), dándole un enfoque más moderno y ampliando el universo de la saga con nuevos personajes. Para aquellos interesados en seguir acompañando a Alex en sus misiones, la serie es un gran portal para adentrarse en la versión original de papel.
Curiosos actores de reparto
Todo el elenco cumple sin estridencias pero hay dos personajes secundarios que se destacan y es interesante saber quiénes están detrás. Uno es Tom Harris, el mejor amigo de Alex, un adorable nerd fanático de las películas de samuráis interpretado por un crecido Brenock O’Connor. Un nombre que no dice nada a menos que indiquemos que se trata de Olly, el pibito más odiado de Game of Thrones después del Rey Joffrey. El otro es James, uno de los internados que pega onda con Alex. Su cara le va a sonar a cualquiera que haya visto la primera temporada de The End of the F***ing World porque es el mismo que protagoniza una escena memorable en una estación de servicio. Pese a ese dato, su cara sigue siendo familiar porque es Earl Cave, el mellizo sobreviviente de Nick y se parece mucho a su célebre padre. Está dando sus primeros grandes pasos en la actuación -estrenó dos películas el año pasado- y es interesante verlo despegar desde el principio de su carrera.
Alex Rider ya está disponible en Amazon Prime Video. Mirá su tráiler a continuación: