Quedan pocos días para que termine el año, pero todavía hay muchos planes para combatir el calor y el aburrimiento. Desde Indie Hoy te recomendamos cuatro muestras de artes visuales que vale la pena conocer.
Figuritas. Apariciones futboleras en el arte argentino, muestra colectiva en la Casa Nacional del Bicentenario
Miércoles a domingos de 15 a 20 h en Riobamba 985, CABA
Con curaduría de Jesu Antuña, Joaquín Barrera y Marcos Krämer, esta muestra propone una reflexión sobre el fútbol, las pasiones deportivas y la construcción de los ídolos populares. A partir de obras de más de 40 artistas, busca entablar lazos entre las artes visuales y el clásico deporte argentino desde los noventa hasta la actualidad. Los curadores realizaron este recorte en base a la creciente circulación que tuvo el fútbol durante dicha década en la televisión y en otros medios de difusión masiva.
“Los noventa en el arte y en el fútbol son los inicios de un paulatino proceso de profesionalización y de abandono casi definitivo de amateurismo, marcado por los grandes capitales económicos”, dice Krämer en conversación con Indie Hoy. Una pelota oficial de la FIFA pinchada, una pintura de la cancha rodeada de hojas y un arco donde los jugadores parecen dos figuras religiosas son algunas de las imágenes que se pueden ver en la sala.
La muestra está basada en cuatro núcleos que ordenan las imágenes de artistas con diferentes trayectorias e interés, pero que coinciden en que el fútbol es una parte fundamental del entramado social y político de nuestro país. También contiene un homenaje a la figura de Diego Armando Maradona. “Maradona es la ausencia más presente en nuestras vidas, como figura cultural de los últimos 40 años. Decidimos hacerlo aparecer a partir del video ‘él’ de Mariana Tellería y una fotografía de un artista inglés llamado Robert Davis. Cada obra retrata uno de los goles contra los ingleses”, afirma el curador.
Tragedy, de Santiago Gasquet en galería Piedras
Miércoles a viernes de 15 a 19 h en Av. Rivadavia 2625, piso 4, CABA
La nueva muestra de Santiago Gasquet en la galería Piedras es una gran instalación donde lo que importa es el recorrido, el pasaje de un lugar oscuro hacia otro supuestamente luminoso e inofensivo. Cuando se sale de un túnel, aparecen paredes repletas de blanco y en el medio una señal de la muerte: un esqueleto que sostiene un dibujo. Los sonidos se hacen más fuertes y uno quiere o debe acercarse a ver el cuadro: un búho que abre sus alas sobre una piedra con el mensaje “que la tierra tiemble cuando yo no tiemble”. El reflejo de la obra se puede ver mediante el piso espejado de la sala y, como si se tratara de una escena de suspenso, la mano del esqueleto se asoma para tocar el dibujo.
El túnel que conecta la primera sala con la segunda es una obra más del artista y se llama “Germán/Falla”. “Para mí, el túnel es el ingreso al mundo subterráneo de un boliche mientras te van recibiendo sus sonidos -cuenta el artista-. También es el mundo de los afectos y los muertos, de mis muertos. Germán es un amigo mío que acaba de morir hace muy poco. Hacer esta pieza me sirvió de antídoto catártico. Lo sentí como una especie de colaboración entre él y yo”.
Tragedy era el nombre de una discoteca de Lugano que reunió a toda clase de seres de la noche en uno de los barrios más populares de Buenos Aires. Gasquet guardó los flyers hechos en fotocopias y notó que en ellos abundaban las imágenes apocalípticas en blanco y negro. Él nunca pisó el boliche, pero algo de la energía romántica y sin pretensiones del lugar lo inspiró para hacer la instalación. La historia de nuestro país indica que las fiestas en discotecas pueden volverse sinónimos de tragedia y muerte. Pero como si se tratara de un espejismo, la noche tiene la capacidad de transformarse: a veces en paraíso, a veces en infierno, a veces en la advertencia de que algo irremediable está a punto de suceder.
Sentimental, de Cotelito en Galería Moria
Jueves a sábados de 16 a 20 h en Thames 608. CABA
Para Cotelito, la fantasía -su gran objeto de estudio- no necesita de grandes estallidos de color. Más bien requiere de un clima que pueden ser generados a partir del azul, el negro y el gris. “Quiero llevar los cuadros a un estadio de meditación. Que tengan más aire, silencio y calma. Y que el color aparezca de una manera más suave, como destellos de ternura dentro de los tonos más apagados y grises”, dice el artista.
Cada figura podría remitir al esbozo de un paisaje o un personaje, pero que nunca se llega a armar de todo y uno no entiende bien qué es. En las artes visuales, el esbozo es una forma de dibujo anterior al boceto. Mientras que el boceto tiene la finalidad de convertirse en algo más, el esbozo es un tipo de representación que carece de objetivo, funciona como una forma de soltar la mano para el artista. En esa línea se despliegan las figuras antropomórficas del artista: no tienen un rumbo claro, no se sabe si son árboles o pies enormes.
En Sentimental hay referencias a la antropofagia brasileña, a la ilustración infantil, un poco de Marcelo Alzetta, otro poco de Pablo Besse. Todas las pinturas están basadas en los largos procesos de creación de Cotelito: desde dibujar hasta el cansancio en un boceto hasta desvelarse mirando dibujos e ilustraciones vintage de otros países.
Ofrenda al sol, de Florencia Sadir en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires
Lunes, miércoles, jueves y viernes de 11 a 19 h; sábados, domingos y feriados de 11 a 20 h en Av. San Juan 350, CABA
A lo largo de su carrera, Florencia Sadir buscó unir dos territorios muy distantes: el arte contemporáneo y los saberes ancestrales. A la artista le interesa los conocimientos de las comunidades de los Valles Calchaquíes y las de San Carlos, el pueblo más antiguo de la región y donde vive actualmente. Ofrenda al sol, su nueva exposición en el Museo de Arte Moderno, se compone de una instalación que resume su relación con los materiales provistos por la naturaleza y la idea de síntesis de las formas.
En la sala podemos ver una serie de esculturas que brotan de un suelo negro hecho con carbón. Cada una de ellas se asemejan a caricaturas de humanos en pose, pero también podría tratarse de la representación de un objeto que sirve para un ritual. Con la dosis justa de humor y ternura, Sadir propone un espacio donde lo que importa son los procesos de transformación de los materiales: antes de ser parte de la instalación, el carbón sirvió como combustible para forjar las piezas. Ese proceso de cocción de la cerámica y su sometimiento al fuego son pasos fundamentales en su constante esfuerzo por modelar formas abstractas y sintetizadas.
En el trabajo de Sadir nada es estático, todo tiende a buscar el cambio y como si se tratara de un ciclo de vida y muerte, sus materiales se transforman todo el tiempo. En un mundo donde los paisajes naturales se modifican constantemente a causa de la negligencia humana, las obras de la artista salteña parecieran indicar que hay una transformación más noble, un intento de justicia poética entre tanta catástrofe.