Victoria Elizabeth Reguera escribe como si raspara la pared con las uñas. Bajo el alias Bop Contra la Cortina, su proyecto musical se constituye como un canal para la catarsis emocional. Su nuevo disco, publicado este viernes y titulado Morbo, se presenta como un mapa emocional que late entre el tango y el post punk, el blues y el folk, el rock y algo inasible que recorre cada una de sus composiciones.
“Morbo relata un proceso —dice Reguera en conversación con Indie Hoy sobre su más reciente lanzamiento—. Es el recuento de emociones que atravesé en un momento particular de mi vida”. Su segundo disco está tallado en carne viva. Si Invocación (2022), su primer material, fue una suerte de hechizo para atraer la vida que anhelaba, Morbo nace desde la necesidad. Es un álbum urgente, compuesto en las pausas del dolor, mientras se reacomodan los restos de una separación y se transita el duelo.
Sin embargo, casi nada en su música se tiñe de un negro luctuoso. Las canciones de Bop Contra la Cortina no lloran desconsoladamente, al contrario, celebran el presente y lo vivido. Hay en ellas una rabia luminosa y una melancolía que jamás se entrega. “Morbo”, la canción que le da nombre al disco, nació de un sueño, y terminó tatuada en su piel. "Fue una epifanía —recuerda Victoria—. Ahí sentí que estaba haciendo música de verdad". Esa fue la semilla que germinó en las 14 nuevas canciones que hoy presenta.
La historia de Victoria comienza mucho antes. A los 15 le regalaron una guitarra Fender, obsequio que ella misma pidió en lugar de la clásica fiesta, y se puso a sacar temas clásicos del rock nacional. Después vino el blog, la muerte de su padre, los textos que se volvieron poemas, y los poemas que devinieron canciones. Fue madre, se enamoró, se separó, y entre esos derrumbes encontró la necesidad de ponerle melodía a sus propias experiencias.
La transición de escritora a cantautora no fue directa ni tampoco fácil. "Al principio no me animaba a cantar mis canciones —cuenta—. Pero cuando llegó la pandemia, le pregunté a un amigo si conocía un productor. Me dijo 'mi hermano'... y así empecé con [Santiago] Berni, quien desde entonces trabaja conmigo como productor y no paramos más".
La elección del seudónimo tampoco es inocente. Bop Contra la Cortina es un guiño literario al escritor Charles Bukowski —tomó el nombre del título de uno de sus cuentos—, pero también una declaración estética: hay algo de jazz sucio, de pulso callejero y de carisma teatral a la hora de interpretar. Como si cada verso fuera una improvisación con los pies en la baldosa caliente del Conurbano.
Morbo es su segundo álbum, y en muchos aspectos, su debut real. "Siento que recién ahora estoy mostrando lo que quiero mostrar", afirma. La diferencia con Invocación no es solo cuantitativa (catorce canciones contra ocho), sino conceptual. Si el primer disco era etéreo, Morbo es físico y salvaje. Si antes hablaba de deseos, ahora habla de lo que quedó después del incendio.
El álbum viaja entre géneros con una libertad inédita pero sincera. "Es un disco ciclotímico, como cualquiera que atraviesa emociones fuertes", dice Reguera. Y tiene razón. En Morbo conviven el jazz crepuscular, el tango porteño y riffs de guitarra que podrían haber salido de un disco de Viejas Locas.
La lista de influencias es tan inesperada como coherente: Nathy Peluso, Chet Baker, Gershwin, Piazzolla, Goyeneche, Led Zeppelin, Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. Pero en vez de sonar disperso, Morbo suena a Bop Contra la Cortina. "La música para mí siempre fue un gusto que me doy, por eso tiene que ser una celebración. Me gusta lo kitsch, lo random", confiesa. Hay algo de eso en canciones como “Vuelven”, un homenaje a sus abuelos y a su padre fallecido, que lejos de ser lúgubres, celebran la vida compartida.
Aunque la ansiedad por el lanzamiento de Morbo fue tangible, lo que prevalece es una sensación de profunda satisfacción. “Ser independiente es desafiante, pero me encanta estar en todos los detalles”, confiesa la cantautora. Desde el arte de tapa hasta la producción musical, Victoria Reguera se involucra en cada milímetro del proyecto, y el resultado habla por sí solo. Todo lo que hace bajo el alias Bop Contra la Cortina es un acto de reconciliación con el dolor, un intento poético por hacerse amiga de su propia sombra.
Escuchá a Bop Contra la Cortina en plataformas (Spotify, Tidal, Apple Music).